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En primer lugar hay que insistir en que
se trata de un título meramente honorífico,
que no conlleva ningún tipo de prebendas o
privilegios oficiales. Si esto es así, cabe preguntarse
por qué tenemos tanto empeño en
conseguirlo. A nadie se le escapa que la repercusión
mediática de una Semana Santa de
Interés Turístico Internacional es superior a
cualquier otra. Nuestra Semana Santa pasaría
a estar considerada al nivel de las de
Valladolid, Sevilla, Zamora, Málaga, Carta -
gena, Lorca, León y Salamanca. Ganaría en
prestigio y en reconocimiento. Ocuparía
más páginas en los
diarios y más minutos
en los programas
de ra dio y televisión.
Mu cha más gente oirá
hablar de Rioseco
y querrá venir a conocer
nuestra ciudad
y presenciar in situ
los desfiles procesionales.
En definitiva,
apo rtaría esa exclusividad
de la que hablábamosanteriormente,
tan im portante en
materia turística y, co -
mo consecuencia, es
presumible un impacto
eco nómico de relevancia.
Sin embargo, creo
sinceramente que esta
motivación no es la
prio ritaria para la ma-
yoría de los riosecanos.
Tratándose de Se -
mana Santa, los
sen timientos y las emociones, el ámbito espiritual,
prevalece sobre todo lo crematístico.
Somos conscientes de que nuestra Se -
mana Mayor es, cuando menos, singular, distinta
a todas. Recientemente, el profesor
Alonso Ponga decía –no sé si con voluntad
pedagógica– que la Semana Santa de Rioseco
no admitía encasillamiento. Y es cierto.
Armoniza a la perfección la sobriedad estética,
propia de los pasos castellanos, con la espectacularidad
andaluza de la puesta en escena
procesional.
JESÚS NAZARENO DE SANTA CRUZ, EN 1894.
VIERNES SANTO POR LA MAÑANA.
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MEDINA DE RIOSECO
SEMANA SANTA
Pero aquí no nos envanecemos por ello,
ni tampoco por la extraordinaria calidad de
las tallas ni por el renombre de los imagineros.
Juni, Fernández, Sierra, Muniátegui,
Tudanca… O sus discípulos. Para nosotros
eso no es lo más importante.
Lo que de verdad nos importa y de lo
que realmente nos sentimos orgullosos es de
haber sido capaces de conservar y transmitir,
sin modificaciones sustanciales, a través
de los años, de los siglos, este precioso legado.
Por encima de modas, de vicisitudes políticas
y religiosas, de revoluciones culturales
y artísticas, la
Semana Santa de
Rioseco siempre ha
permanecido fiel a su
identidad y configuración
original. Y, en
mi modesta opinión,
éste es su principal
activo, su indiscutible
rasgo diferencial.
Por ello, si finalmente
obtenemos la
declaración, como to -
dos deseamos, será
un honor que debe
recaer en el conjunto
del pueblo riosecano,
en los riosecanos de
hoy y, de forma especial,
en los riosecanos
de ayer. Aquellos que
nos precedieron son
los verdaderos artífices
de que el conjun-
to de tradiciones, ritos
y costumbres que
con for man la esencia
de nuestra Semana de Pasión se hayan
mantenido intactas hasta nuestros días. Sin
normas escritas, inculcado de padres a hijos
sabiamente con el ejemplo y el cariño.
Ellos, nuestros mayores, son los dignos merecedores,
los auténticos acreedores de tan
alta distinción. Nosotros, los de hoy, aun tenemos
por delante la tarea de demostrarlo.
Esto es lo importante.
JESÚS V. BREZMES CARAMANZANA
Concejal Delegado de Turismo y Desarrollo Local