la tapa de Crítica del

22
critica de la argentina
Domingo 22 de junio de 2008
REINAS
Todo de
palabra
Con estilo campechano,
siempre con un mate
amargo para ofrecer,
Osvaldo A. se ganó la
confianza de un puñado de
productores agropecuarios.
Todos terminaron estafados
con cheques sin fondos.
Cuando se radicó en Bahía
Blanca se presentó como
un exitoso inversionista que
había decidido apostar por el
campo. “Empezó de a poco:
primero compró vacas para
engorde, después gallinas y
al final iba por maquinaria
agrícola y campos para
cosechar”, declaró un testigo
ante un fiscal. La Justicia de
Entre Ríos, donde se originó
la primera causa, sospecha
que el hombre de 60 años
estafó a veinte productores
de Córdoba, Entre Ríos,
Santa Fe, Trenque Lauquen,
Bolívar y La Plata, por una
suma superior a los cuatro
millones de pesos. La
metodología era sencilla:
en todas las operaciones
entregó cheques sin fondos.
“Por más que parezca
ingenuo, todas las compras
se hicieron de palabra. Los
productores confiaron en
él, nunca pensaron que el
tipo podía llegar a tanto”,
contó una fuente de la
investigación. Cuando se
descubrió su engaño, ya
era tarde: se había fugado.
En marzo, tras dos meses
de búsqueda, fue detenido
por orden de la jueza de
garantías Gilda Stemphelet.
Los policías lo sorprendieron
al volante de un Peugeot
206 que habría comprado
con dinero obtenido de
la compra de ganado.
“Imagino que todo esto es
una confusión”, les dijo a los
oficiales de la Bonaerense.
En dos campos de alrededor
de 100 hectáreas, en Entre
Ríos y Córdoba, la Policía
secuestró documentación
trucha y más de 500 cabezas
de ganado.
“Dormí sin frazadas”, era
el latiguillo que Osvaldo
utilizaba ante los vendedores
estafados. “Era muy hábil,
pero no era el típico chanta
o versero que se hace el vivo
y se abusa de sus víctimas
confiadas. Pero el ingenuo
resultó él: fue muy tonto si se
pensó que su maniobra no iba
a ser descubierta”, contó una
fuente policial. Mientras la
policía busca a sus cómplices,
el supuesto ideólogo de las
estafas millonarias jura que
todo es una “gran confusión”.
sociedad
RECICLADO EN TORRES DE LUJO
9 Propietarios y
cirujas unidos
Una cooperativa de Palermo acordó con la
constructora de dos edificios vip recuperar los
residuos de los futuros habitantes. Ecoalianza.
MARU LUDUEÑA
La agenda de una empresaria
y el oficio de una ciruja.
Así va por la vida la presidenta
de la cooperativa El Ceibo,
Cristina Lescano. “Cartonero es
una palabra de la crisis de 2001”,
dice. Su día arrancó temprano
con el Banco Mundial (“quieren
conocer una experiencia positiva”),
corrió a una reunión en la
Facultad de Arquitectura de la
UBA (“un convenio para recoger
los residuos”). Después, a un
encuentro en la Defensoría del
Pueblo de la Nación y a la tarde
al trabajo en la cooperativa
en Palermo. En ese local y en el
galpón a orillas de la autopista
Illia, Cristina y su gente enfardan
tapitas de plástico, rompen
botellas de vidrio, aplastan latas
y despachan materia prima de
vuelta al circuito.
Cristina cuenta que además de
recoger puerta a puerta latas, vidrios,
plástico, papeles de 2.400
vecinos de Palermo, El Ceibo está
en tratativas para recolectar
“Ahora la gente que
tiene plata te trata como
ser humano. Empieza a
entender”, dice Cristina.
material reciclable de los futuros
edificios de Town-House. En esas
torres no sólo habrá sky clubs,
piscinas climatizadas y detalles
artísticos. Tendrán un sistema de
recuperación. El Ceibo estará a
cargo de la recolección de estos
materiales. Los pioneros, Soho 1
y Soho 2, crecen en Palermo.
“Investigamos nuestra postura
medioambiental. Agregamos
vidrio doble con cámara de aire
a las unidades, para ahorrar refrigeración
y calefacción. Buscamos
hacer edificios sustentables”,
explicó el arquitecto Daniel Obetko.
Las cocinas tendrán espacio
para más de un recipiente de recolección.
El edificio enseñará a
sus habitantes cómo separar. Lo
recuperable irá a contenedores,
que serán vaciados por El Ceibo.
La primera torre estará lista en
2009 y la otra en 2010.
Cristina viste como recicladora:
pantalón y casaca naranja
“por el servicio” y violeta “por la
transformación”. Tiene un hermano
desaparecido, militante
de la UES. María Julia Navarro
la acompaña. Son pioneras, de
las siete mujeres que se juntaron
en 1989, los hijos a cuestas.
No fue por el medio ambiente ni
el cirujeo. La causa: conseguir
anticonceptivos en plena híper.
Trabajadora. Cristina Lescano (arriba) en la nueva planta. Trabajadores frente a una de las torres con las que hicieron el acuerdo.
Se conocieron cuando Cristina
repartía Cajas PAN en el Concejo
Deliberante. Se quedó sin
trabajo, sin cajas, sin pan; se
instaló en una casa de Palermo
expropiada por Cacciatore. Una
okupa. “Antes nadie lo contaba”,
dice Cristina. Cocinaban, enseñaban
salud sexual. “Nos juntamos
por la vivienda. Vivir en una
casa tomada era como revolver
la basura en la calle: no tenías
derecho a nada”, dice. Cirujeaban.
“Antes había códigos. Ahora
andá a dejar tu fardo en la calle.
Hay más basura y consumo. No
sé si conviene, antes también vivíamos.
Hay materiales que no
se pueden reciclar. Habría que
hacer una ley de envases.”
Con el nombre de la flor na-
Guillermo Swarkvich, alias
“Bin Laden”, comanda la
revuelta. “Exigimos condiciones
mínimas para poder vivir”,
dice mientras arenga en la recepción
del hostel End of the World,
en la avenida San Juan al 800. Un
grupo de treinta chicos “se amotinó”
en el albergue para reclamar
mejoras en las instalaciones.
“El viernes a la noche le dijeron
al conserje que iban a tomar el
lugar. Todo comenzó porque a
“Bin Laden” se le vencía la estadía
y decidimos no renovársela.
Cuando se enteró, arengó a los
pibes”, explicó Alejandro Matzkin,
dueño del hostel.
Pablo Carielo, un inquilino,
contó que “elegí éste por lo que
ofrecían. Cuando estás acá, te das
cuenta de que es todo una farsa”. La
cional y popular la cooperativa
arrancó en el 97. “No empezamos
por el medio ambiente. Nos
juntamos para ver si podíamos
vender a mejor precio. La tarea
del ciruja es muy individual, nos
unió venir de casas tomadas. Se
mantiene porque pasamos cosas
duras, aprendimos a tenerle paciencia
a la gente, a quererla mucho,
si no, no estaría yo acá.”
Desde que en 2002 lanzaron el
proyecto socioambiental El Ceibo
Recupera Palermo, es su caballito
de batalla. Se aliaron con organismos
internacionales y fundaciones
como Conciencia, AVINA,
Greenpeace. Hoy 64 personas
trabajan en la cooperativa.
“En El Ceibo, los trabajadores
ganan un sueldo digno. No todos
oferta hotelera es tentadora: 150
plazas, internet free, sala de estudio,
cocinas equipadas, biblioteca,
comedor, parrilla, sala de TV, mesa
de pool y gimnasio. Pero recorriéndolo,
la oferta se desvanece. La bi-
igual, ¿eh? Algunos trabajan tres
veces por semana, otros a diario,
hay categorizaciones”, dice. Prefieren
no dar números. Dos veces
la AFIP clausuró el galpón. Otra,
alguien lo prendió fuego. Por la
Ley de Basura Cero deberían
recibir recolección diferenciada
de los grandes generadores: empresas
y torres. Se quejan de la
recolección de los grandes: pura
basura, poco trabajo.
La noche anterior fue a un edificio
de la calle French a hablar de
residuos. “Pensé: puta, todas las
que pasamos, y ahora la gente que
tiene plata te trata como ser humano,
empieza a entender. Nos
daban por lástima, mirá, pobres
cirujas; ahora están comprometidos
con el medio ambiente.”
EN RECLAMO DE MEJORAS EN LAS INSTALACIONES
Motín en un hostel de San Telmo
Asamblea. “Bin Laden” habla con otros protagonistas de la “revuelta”.
PATRICIO CABRAL
DIEGO SANDSTEDE
blioteca está vacía. En la cocina no
hay ni una olla cachada. La parrilla
es una chulengo destartalada. Pero
la Wi Fi “vuela” y hay mesa de pool
con el paño verde como el césped
de una cancha de golf.