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CONSUMO RESPONSABLE
ENTENDER LO COTIDIANO
Coche, dependencia energética,
gasolina, ducha, viajar, piña en
invierno, filetes a diario, aire
acondicionado...
Vivimos en lo que se ha dado en llamar la sociedad
de consumo, donde la publicidad juega un
papel cada vez más importante en las decisiones
que tomamos en la vida cotidiana, generando
dinámicas que desembocan en nuevas “necesidades”.
El consumo consciente propone analizar los
acontecimientos que ocurren bajo un enfoque más
integral, tomar consciencia de las sinergias que
existen entre los aspectos ambientales, sociales
y económicos de este mundo globalizado hasta
llegar a uno mismo y su vida cotidiana.
El consumidor crítico no tiene un análisis muy
diferente a otra mucha gente si acaso lo que
más le caracteriza es esta actitud de tirar del hilo
hasta llegar a uno mismo ¿Qué tengo yo que ver
con todo esto?, ¿cómo afecta mis acciones en los
desequilibrios que hay en el planeta, en la gestión
de los recursos naturales, a la polarización social?
¿y cómo me afecta mi consumo a mi salud, a mis
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relaciones, mi tiempo?... Se trata de entender
cómo funciona mi entorno, cómo me afecta y
como le afecto. Es desde lo cotidiano, incluso
doméstico, desde donde me hago preguntas y
busco alternativas. Tratando de tener en cuenta
aspectos de tipo social o ecológico a la hora de
consumir más allá de la calidad y del precio. Pero
va más allá; al replantearnos nuestro consumo y
buscar otras opciones, descubrimos otras formas
de vivir, contruímos otro ideal de buena vida
diferente al hegemónico. Un ideal propio que nos
satisfaga más.
Este ir y venir desde uno mismo no es para alimentar
la culpa, o enarbolar un estandarte moral
de penitencia. El consumo crítico pasa, entre
otras cosas, por buscar lo mejor para uno mismo,
y no por una vida de abnegacón y entrega. Si
consumo menos, ¿podré trabajar menos, deber
menos al banco, tener hábitos más saludables...
ser más dueño de mis actos?
Uno de los principales pilares sobre los que se
sustenta el modelo de sociedad capitalista son
los bienes de consumo y sus flujos de mercado.
En el último eslabón, que lo sujeta todo, estamos
las personas que decidimos qué usamos y qué