Descargar versión digital - Nelio Espina
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tuviera la solución en mis manos, ya mi amigo<br />
estuviera sano nuevamente, pero nada puedo hacer,<br />
sino pensar, llorar, angustiarme y contarte a ti y a<br />
los que se me acerquen, todo cuanto él ha hecho<br />
por nosotros y todo el dolor que siento dentro de<br />
mi, para ver si algún día aparece en ese encuentro,<br />
alguien que pueda ayudar a ese gran amigo- hizo otra<br />
leve pausa y prosiguió,- perdóneme usted, lo siento<br />
no puedo hacer más nada que contarle mi frustración<br />
y mi impotencia ante esta cruel realidad-.<br />
Durante varias horas nos quedamos casi sin hablar,<br />
solo hacíamos uno que otro comentario, observando<br />
la inmensidad del lago, sentados allí en esa piedra<br />
grande que formaba parte del muro de contención,<br />
viendo como aparecía la noche, con su oscuridad<br />
luminosa y sintiendo, como el lago impactaba sus olas<br />
contra la piedra y salpicaba nuestra cara y nuestro<br />
cuerpo, con un aroma de frescura y de calma, como<br />
si nos quisiera dar un signo de esperanza, en ese<br />
instante sentí que el pescador tomó mi brazo y me<br />
dijo- el lago nos agradece nuestra presencia y ese<br />
acercamiento que tiene con nosotros es para decirnos<br />
que nunca lo abandonemos, que siempre estemos con<br />
él y le demos nuestra mano amiga, para su mejoría,<br />
escúchalo con mucha atención, él sabe que estamos<br />
ayudándolo, él sabe que lo amamos y si tú en verdad<br />
sientes su llamado, seguro que lo podrás escuchar-.<br />
La noche cayó con toda su intensidad y dio fin a<br />
nuestra conversación, me despedí de aquel viejo<br />
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