CARDENAS Y MUÑOZ.Chiloé contado desde la ... - Archivo Chiloé

1. La vida desde la Cocina
En el fogón de Calen, mi aldea natal, la parturienta enterró la
placenta y las prolongaciones que me dieron vida en el vientre
de mi madre. Ceniza caldeada y fuego en un ritual tan antiguo
como la humanidad.
El fogón purificador; espacio de encuentro y acogida; refugio a
pescadores isleños que capeaban los temporales –que hacían quercún-
hasta que el tiempo les permitía retomar las rutas marinas.
Fue fogón de los reitimientos, de carneos de chancho, de las roscas
y sopaipillas.
Antes lo fue todo. Allí se vivía. Desde el humo se contó el pasado
y se fabuló el futuro y las utopías de la cotidianidad. El humo les
ayudó a preservar los alimentos, a impermeabilizar sus techos, a
dar sabor a papas y carnes.
De a poco, durante el pasado siglo, esta estancia, heredera de la
milenaria ruca mapuche, fue quedando relegada en las afueras.
Sucia y algo abandonada, hoy bodega de papas, almacén de trastos,
de aperos agrícolas y marinos; ahumadero de carnes y pescado, y
fogón para cocinar alimentos de los animales. De vez en cuando un
asado o un curanto invernal.
El fogón fue encerrado en una estufa de fierro traída desde las
estancias patagónicas. Las estufas DOVER redujeron los humos y
se introdujo a la casa. Acogida para las tempestades, las lluvias y el
frío. Una matriz de 22 grados, temperatura ideal para el cuerpo.
Yo nací en una cocina con estufa porque a mediados del siglo XX
los campesinos, que representaban entonces más del 70 % de la