Texto completo - Carlos Haya

ARCHIVOS DE LA MEMORIA (ISSN: 1699-602X)
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Memoria de la Enfermería
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Cualitativa
Un vacío profesional. El relato de una enfermera que padeció el
síndrome del burnout
José Manuel González González
Enfermero del Hospital de Alta Resolución de Utrera, Sevilla, España
Correspondencia: C/ Afganistán 5 portal 1º-5ºC, 41020 Sevilla, España
Manuscrito recibido el 11.11.2008
Manuscrito aceptado el 8.12.2008
Archivos de la Memoria 2009; (6 fasc. 2)
Cómo citar este documento
González González, José Manuel. Un vacío profesional. El relato de una enfermera que padeció el síndrome del burnout. Arch
Memoria [en línea]. 2009; (6 fasc. 2). Disponible en Consultado el
Resumen
El síndrome del burnout es un tipo de estrés crónico laboral
generado por el trato directo con personas. El personal de
enfermería es vulnerable a padecer este síndrome debido a
las relaciones interprofesionales y las relaciones enfermera
paciente y enfermera familiares. El síndrome del burnout se
caracteriza por un agotamiento físico y emocional, una
despersonalización y una falta de realización personal. En este
relato, una enfermera hospitalaria narra su experiencia
profesional, como llega a padecer este síndrome que percibe
sobre el hecho de ser enfermera y como logra vencer este
síndrome. Para terminar, nos proporciona una serie de
consejos para prevenir el síndrome del burnout.
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Abstract (An empty professional. the story of a nurse who
suffered from burn out syndrome)
The burnout syndrome is a type of chronic stress is
generated by labor deal directly with people. The nursing
staff is vulnerable to suffer this syndrome due to the
interrelationship and relations nurse-patient and nursefamily.
The burnout syndrome is characterized by physical
and emotional exhaustion, depersonalization and a lack of
personal fulfillment. In this story, a nurse tells his
experience as suffering from the syndrome reached on the
fact that it perceives to be a nurse and overcome this
syndrome. Finally, she provides items to prevent burnout
syndrome.
El síndrome del burnout es un tipo de estrés crónico laboral generado por el trato directo con personas. 1 Actualmente, el
personal de enfermería es vulnerable a padecer este síndrome, pues en nuestro trabajo, a diario nos tenemos que relacionar
con nuestros pacientes y sus familiares y con el personal facultativo. En ocasiones las relaciones no son del todo buenas dando
discrepancias y enfrentamientos. Además a todo esto hay que sumarle la presión laboral o carga de trabajo. 1,2
Este síndrome también se denomina "estar quemado" o mejor dicho "desgaste profesional". Fue descrito por primera vez en
1974 por un psiquiatra alemán llamado Herbert Freudenberger, que trabajaba en una clínica para toxicómanos, donde observó
en los voluntarios, que con el transcurso del tiempo sufrían una especie de estrés laboral caracterizado por una pérdida de
energía, ansiedad, depresión, desmotivación y agresividad hacia los pacientes. 1-4
Cristina Maslach, psicóloga social, en 1978 acuñó por primera vez el concepto burnout. Caracterizó el síndrome del burnout
como un agotamiento emocional o pérdida de recursos emocionales, una despersonalización, que hace que tratemos a los
pacientes sin asertividad y se desarrolle actitudes negativas hacia los demás, y una falta de realización personal, que nos hace
hablar mal de nuestro trabajo y sentir que hemos fracasado laboralmente. 1-4
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Los síntomas más característicos del síndrome del burnout son; a nivel físico: cansancio general, cefalea, insomnio, dolores
osteomusculares, alteraciones gastrointestinales, taquicardia, extrasístoles; a nivel mental: agotamiento, baja autoestima,
nerviosismo, dificultad para concentrarse, frustración, comportamientos paranoides y agresividad.
Y a nivel conductual pueden aparecer conductas adictivas, consumo aumentado de café, alcohol, fármacos, y drogas,
absentismo laboral, bajo rendimiento personal y conflictos interpersonales en el trabajo y en la familia. 1-4
Las causas que nos pueden llevar al síndrome del burnout son continuo contacto con el sufrimiento, dolor y muerte, sobrecarga
laboral por excesivo numero de pacientes, carencia de recursos tanto humanos como materiales, presión horaria, la amenaza
de sufrir juicios por mala praxis y trabajar en determinados servicios como urgencias, cuidados intensivos, oncología, etc. 1
Se ha descrito un perfil de riesgo para el desarrollo de este síndrome. Se tratan de personas idealistas, optimistas y entregadas
en exceso al trabajo. Es más frecuente en el sexo femenino, en personas sin pareja o con poco apoyo familiar y durante los
primeros años de ejercicio profesional. Finalmente, todo esto puede desembocar en el abandono de la profesión y si esto no es
posible, en buscar ciertas vías de escape como estudiar otra carrera o desarrollar puestos relacionados con la gestión, en un
intento real o imaginario de alejarse del contacto directo con personas. 1,5
Tenemos dos vías para afrontar y prevenir este síndrome, una va a depender de la empresa para la cual trabajamos y otra
depende de nosotros mismos. La empresa debería proporcionar; turnos compatibles con la vida extrahospitalarias, participación
en la toma de decisiones, rotación por servicios con distintas cargas de trabajo y fomento del trabajo en equipo. Nosotros
mismos tenemos que desarrollar actitudes como reforzar nuestra autoestima, ser asertivo, acercarse al paciente, no perder la
vocación enfermera, tener habilidades de autocontrol como desconectarnos del hospital, realizar técnicas de relajación,
fomentar nuestras habilidades sociales y el trabajo en equipo. 1,5-7
Me planteo este trabajo como un reto profesional donde reflejar la situación y vivencia de cada enfermero que trabaja bajo una
gran presión asistencial en servicios como unidad de cuidados intensivos, urgencias, salud mental, etc., con turnos rotatorios
incompatibles con la dinámica familiar y con falta de reconocimiento profesional por el sistema sanitario. Todo esto sumado a
las ganas de progresar en la profesión y no conseguir los objetivos iniciales propuesto, hace que muchos enfermeros sufran el
síndrome del burn out o más coloquialmente "estoy quemado".
La búsqueda bibliográfica realizada sobre el tema proporciona una variedad de artículos y comunicaciones. Los artículos
seleccionados estudian el síndrome del burnout desde la investigación cuantitativa. Para ello emplean estudios transversales y
analíticos 1-3 y en otro se ha empleado un estudio comparativo descriptivo mediante cohorte transversal. 8 Los datos
concluyentes hacen referencia a como afrontar el estrés tanto a nivel individual como organizacional. 1-3,8
Desde la investigación cualitativa no se observa ninguna referencia después de realizar la búsqueda bibliográfica. Sin embargo,
esta investigación nos permite conocer la realidad desde otra perspectiva, aquella que tiene que ver con la interpretación que
hace el propio sujeto en su contexto social. 9
Elijo a una enfermera que sufrió este síndrome para mi relato. Esta enfermera tiene 35 años. De su currículo vitae observo que
tiene una variada experiencia en cuanto a servicios y unidades, enriquecida por una amplia formación continuada que según
ella, fundamenta su labor enfermera. Es una enfermera responsable, trabajadora en equipo y con un reconocimiento profesional
dentro del hospital debido a la implicación que ha realizado para el buen funcionamiento de éste. A su vez tiene una gran
capacidad comunicativa y resolutiva para afrontar los problemas emergentes.
A esta enfermera realizo una entrevista para que refleje sus vivencias y experiencias profesionales. Cómo llega y cómo vive
este síndrome. La entrevista se realiza en una consulta del hospital. La duración de la entrevista es de unos 33 minutos y ha
sido grabada y transcrita según las normas para elaborar un relato biográfico. 9,10
La entrevista se hace en un entorno cordial para ambos. Se le realizaron preguntas abiertas para que expresara y hablara sobre
el tema.
En el relato podemos ver varias cosas: La primera es que su experiencia laboral en Portugal, al ser la primera, va a marcar su
trayectoria profesional; conoce al paciente, trabaja mucho y es reconocida por sus compañeros y superiores. Y la vuelta a
España es el inicio del problema debido a la precariedad laboral y a la dinámica de trabajo, esta descontenta con el sistema
sanitario pues no cuida a sus pacientes integralmente y no tiene reconocimiento profesional.
En el transcurso del relato podemos ver las características propias del síndrome del burnout. Vemos como se agota
físicamente, como se despersonaliza al tratar mal a sus compañeros y familiares, y la falta de realización personal siendo el
culpable en todo momento el sistema sanitario.
Hace mucho hincapié en el desarrollo y reconocimiento profesional y en el mal funcionamiento del sistema sanitario. En el relato
falta su sentimiento negativo que lo desplaza criticando al sistema sanitario y a los gestores como lo menciona en varias
ocasiones.
La causa principal que la lleva a sufrir el síndrome del burnout es la falta de reconocimiento profesional y no cuidar a sus
pacientes de forma integral como menciona en el relato.
Esta enfermera cumple el perfil de riesgo descrito antes. Se entrega mucho al trabajo, es mujer y sus primeros años laborales
marcan el resto.
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Para terminar, nos proporciona unos consejos prácticos para no caer en el síndrome del burnout.
El hecho de realizar este trabajo para mi ha supuesto descubrir la investigación cualitativa. Se me han abierto las puertas y
ventanas de los sentimientos y vivencias de las personas, pues son susceptibles de ser investigados. Y lo más importante ha
sido al contrastar los resultados de la entrevista con la bibliografía consultada, pues veo que se correlacionan.
Bibliografía
1. Pedreño Aznar MA. Riesgo y afrontamiento del burnout de la enfermera de salud mental. Metas de enfermería. 2005; 8(9):14-
17.
2. Flórez Lozano J. Salud Mental del médico: prevención y control del burnout. Salud Global4.-Salud Mental. Atención Primaria.
2003; (2):1-7.
3. Muñoz Paris MJ, Pérez Ruiz IM, Granero Molina J. Inmunidad de enfermería a los efectos del Burnout. Metas de enfermería.
2002; 2003; 5(51):6-9.
4. García Grau N, Roca Biosca A, Carmona Heredia A, Olona Cavases M. Síndrome de burnout en los equipos de enfermería
de cuidados intensivos de Cataluña. Metas de enfermería. 2004; 7(2):6-12.
5. Capilla Pueyo R. El síndrome del burnout o de desgaste profesional. Jano 2000; 58(1334):56-58.
6. Rueda Castillo J. Estar quemado profesionalmente. ¿Quién cuida a los ciudadanos? Disponible en
http://www.enfermeria21.com/lista-metas/articulos_burnout_cuba.doc [consultado el 30 de marzo de 2008].
7. García A, Serrano M. Estrés, ansiedad y trastornos relacionados con la ansiedad. En: Megías-Lizanos F, Serrano Parra M.
Enfermería en Psiquiatría y Salud Mental. Madrid: Difusión Avances de Enfermería (DAE); 2002.: 64-82.
8. De la Peña E, Sanz JC, et al. Factores relacionados con el estrés profesional en personal de enfermería del área de salud de
Badajoz. Enfermería clínica. 2002; 12(2): 59-64.
9. Terrero Varilla M. La hora más amarga. El relato de una acompañante en una unidad de críticos. Index enferm (edición
digital) 2006; 54. Disponible en http://www.index-f.com/index-enfermeria/54/6188.php [consultado el 2 de abril de 2008].
10. Amezcua M, Hueso Montoro C. Como elaborar un relato biográfico. Archivos de la Memoria (en línea), 2004; 1. Disponible
en http://www.index-f.com/memoria/metodologia.php [consultado el 2 de abril de 2008].
Relato biográfico
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Enfermería e inicio. Estudié enfermería, principalmente por que me gusta ayudar a las personas necesitadas [exclama].
Mi ilusión durante los tres años de carrera era trabajar como cooperante en el tercer mundo, quería arreglar el mundo [sonríe].
Cuando terminé allá por el 1996 mis ideas cambiaron. Nada más terminar. Tuve problemas familiares y me puse a trabajar para
salir adelante.
Por aquel entonces, el paro en enfermería empezó, aquel verano no pude trabajar en el SAS, solo conseguí trabajar en un
centro médico privado en el pueblo, en el cual sacaba poco dinero, para subsistir me tuve que poner a cuidar niños y ancianos.
En el 97 tampoco trabajé [exclama con tono de resignación].
Experiencia en Portugal. En el 98 empezó el boom de irse a trabajar al extranjero. Yo decidí irme a Portugal por la
cercanía y por la facilidad del idioma [sonríe]. En Portugal estuve desde abril de 1998 hasta febrero de 2001. Fueron 3 años.
Fue mi primera experiencia profesional. Como enfermera muy positiva pues allí en el hospital había muy buen ambiente tanto
profesional como con los pacientes. Me gustaba la forma de trabajar pues la enfermera portuguesa, yo la llamo enfermera
completa, cubre todas las necesidades alteradas del paciente desde la higiene, alimentación, eliminación hasta cualquier
técnica de enfermería como las curas o extracciones sanguíneas. Tú cuidabas al enfermo desde un punto de vista integral.
Además llevábamos acabo el proceso de enfermería "el famoso PAE" [exclama con alegría].
Teníamos unos registros en niveles de dependencia y clasificábamos a los pacientes por horas de cuidados. Me encantaba
trabajar, lo hacía todo. Conocías al paciente perfectamente desde que entrabas en el turno hasta que terminabas, eso sí se
trabajaba mucho.
Me sentía desarrollada profesionalmente. Estaba realizando una labor acorde con mis perspectivas iniciales y valoradas por mis
compañeros y superiores. Ellos valoraron desde el inicio mis ansias por aprender el idioma y con la humanidad con que trataba
a los pacientes.
Vuelta a España. Por motivos personales decidí volver a España. La vuelta peor imposible [expresa]. Nada más llegar me
ofreció un contrato por una baja maternal en el servicio de cirugía. La planta era caótica. Llevaba 12 pacientes por la mañana y
17 pacientes por la tarde y noche. Algunas noches cuando faltaba el fijo de noche llevaba hasta 30 pacientes. Me costó mucho
adaptarme a la nueva situación. Al principio no sabía trabajar quería hacer las higienes [ríe] si aquí tenemos a las auxiliares
[ríe]. Los médicos llegaban a cualquier hora y te dejaban el tratamiento por allí y no te comentaban nada del paciente. Los
pacientes se iban a quirófano y regresaban y no me enteraba. Había un descontrol y falta de comunicación enorme que
repercutía en el enfermo. Es normal que la gente esté tan descontenta con los hospitales y los profesionales de enfermería tan
quemados con el sistema [Exclama].
Después de aquel contrato vino uno otro, otro y otro, así estuve tres años más. En el fondo muy descontenta con el sistema
sanitario. Yo no cuidaba a los pacientes integralmente. Mis superiores no me incentivaban ni reconocían mis logros y los
pacientes-familiares sólo y únicamente lo que hacían era quejarse continuamente [verbaliza rápido].
Una esperanza. Después de estos tres años de precariedad laboral, con contratos cortos y con pocas perspectivas de
futuro profesional, me ofrecieron un contrato que bien desde el inicio sabía que no era un buen contrato, pero me
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proporcionaban una continuidad en un mismo centro de trabajo y en mi propio pueblo. Eran un centro de atención primaria, con
no mucha carga de trabajo, un buen equipo y unas relaciones entre nosotros que hacían que disfrutará de mi trabajo. El puesto
a cubrir era de nueva creación y el contrato que me ofrecieron era eventual y renovable indefinidamente [se sienta en el borde
de la silla].
Ahora bien, no todo eran cosas buenas. El objetivo del contrato era cubrir la atención continuada, las guardias, de los fines de
semanas y de los festivos. Secundariamente, tenía guardias entre semana y a su vez, me ofrecían aquellas que los enfermeros
del centro de salud no querían hacer. Económicamente el contrato no podía ser peor, pues no tenía ni sueldo base ni
complementos, me pagaban por horas de atención continuada [apoya los brazos en la mesa].
El principio del mal. Conforme iban pasando los meses la situación empeoraba lentamente. El trato con la adjunta de
enfermera de la zona básica no era muy cordial. Las relaciones empezaban a ponerse tensas. Hablé varías veces para mejorar
mi situación laboral y profesional; como librar un fin de semana al mes, mejorar condiciones económicas, cambiar la sistemática
de trabajo. Pero la única respuesta que obtenía era que si no estaba a gusto que no renovara el contrato, que ellos avisarían a
otro enfermero [habla deprisa].
Yo percibía cierta actitud clasista con respecto al hecho de ser enfermera. Pensé que había dos tipos de enfermeras, las
enfermeras de clase alta, las veteranas, las mayores, las que habían tenido suerte en la bolsa de contratación en los buenos
tiempos, y las enfermeras de clase baja, las que empiezan, las que nacieron diez años después, las que terminaron la carrera
cuando el mercado laboral estaba ya saturado, las que tienen que aguantar los contratos basuras y la mala praxis de los
gestores de salud, que lo único que consiguen es bajar la calidad de atención al ciudadano y parar las ansias de evolucionar
profesionalmente a enfermeras muy preparados y muy motivadas por desarrollar sus proyectos [exclama].
Síndrome del burnout. Esta situación en sí, sumado al cansancio físico de tantas guardias casi seguidas, llegué a un
agotamiento general y a un sentimiento de fracaso profesional. Mis metas propuestas no se estaban realizando. Al final del año
sufría ansiedad, nerviosismo, miedo generalizado, trastornos gastrointestinales, perdida de peso, insomnio, consumo excesivo
de café por la mañana y consumo de benzodiacepina para poder dormir sin prescripción medica. y un vació profesional que no
podía soportar. Las jornadas laborales se hacían eternas. Ya no podía más [exclama negando con la cabeza].
Recuerdo una guardia que me tome cinco cafés por la mañana. No había dormido bien la noche anterior pensando en la
guardia. A la una del medio día tenia un dolor de cabeza insoportable. Me eche un rato para poder dormir la siesta. No pude,
empezó a llegar gente a partir de las tres de la tarde por cosas banales y me tenía que levantar para poner inyectable. Estaba
furiosa a la quinta vez que me levante, le grite al medico que porque mandaba tantas inyecciones por que no le daba pastillas.
Él me contestó que él era el médico. Yo muy furiosa le dije que la próxima inyección la iba a poner él [habla deprisa]. Luego
fuimos a un aviso domiciliario y el caso a tratar fue indigno como enfermera, pues la paciente había llegado a ese extremo por
negligencia enfermera. Una cura mal cuidada tenía signos y síntomas de necrosis gangrenosa con el pronóstico de amputación
[se les llena los ojos de lagrimas]. Cuando le pregunte al familiar que enfermero la curaba, no daba crédito. Era el enfermero
mejor visto en el centro de salud, el que más trabajaba y el que mejor hacia los planes de cuidados según él. Salí de la casa
casi llorando [se le saltan las lágrimas]. Por la noche cansada de tanto trabajo me tome un diacepan 10 y me acosté. A la hora,
un aviso domiciliario con mucha urgencia que fuéramos corriendo. Yo estaba muy cabreada. No me tenía en pie, con el efecto
del diacepan. Cuando llegue al domicilio comencé a discutir con los familiares que esa no eran formas de poner el aviso que
estábamos para cubrir la atención sanitaria a un pueblo y que ellos no eran los únicos. Tuvimos un enfrentamiento brutal. El
médico tuvo que intervenir y mandarme a la ambulancia pues la cosa estaba calentita [habla con tono ansioso]. Cuando llegue
al centro de salud me preguntó que si me pasaba algo pues estaba muy irritable y que estaba insoportable, lo único que le
conteste era que me sentía una fracasada y que estaba harta de todo esto [balbucea].
Al día siguiente, fui a la consulta de mi médico y tras explicarle el problema me diagnosticó, que padecía el síndrome del
burnout y me dio la baja laboral. A partir de entonces empecé a pensar y reflexionar sobre mí. Me planteé varias posibilidades,
dejar la profesión, enfrentarme con el problema creado, plantarles cara a los superiores y soportar la presión hasta que yo
quisiese y marcharme de allí con el hecho de ser más fuerte que ellos [habla como si pensara en voz alta].
Solución. Mi decisión fue la más acertada para mí. Eso pensé y resultó lo mejor. El tiempo me ha dado la razón. Puse el
freno y acabé con la situación. Unos días antes que mi contrato acabara fui a comunicar que no quería seguir trabajando allí,
pues a parte de afectar mi salud, afectaba mi vida laboral y yo quería seguir progresando y probar otros campos de la
enfermería [exclama con una sonrisa en los labios].
Consejos para no quemarse. El secreto para no quemarse, según mis experiencias laborales [empieza enumerar con
los dedos] es, levantarse cada mañana con ganas de trabajar aunque no las tengas; poner una sonrisa en los labios cada vez
que trates con los superiores y fundamentar tu punto de vista cuando no estés de acuerdo con ellos; tener mucha empatía con
los enfermos, pues ellos no tienen la culpa del mal funcionamiento del sistema, y siempre terminan agradeciendo tu trabajo;
mantener una relación cordial con tus compañeros, si se dejan, sino, tu a lo tuyo; pensar que eres un buen enfermero que
cuidas mejor que nadie, no es narcisismo, es autoestima que llena mucho; realizar tu trabajo con fundamento, sabiendo lo que
estás haciendo y por qué lo estas haciendo; no callar ante juicios negativos hacia ti, exprésate y da tus explicaciones; mantener
una formación continuada aunque no te la den, siempre hay libros nuevos, revistas que informan mucho.
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