Tesoros de Mongolia; The UNESCO Courier: a ... - unesdoc - Unesco
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por Elizabeth Badinter<br />
maternidad. Ya no es ésta una obligación<br />
moral ni una necesidad fisiológica, se la<br />
elige en vez <strong>de</strong> sufrirla como antes, trans¬<br />
formándose en algo contingente y volunta¬<br />
rio, no entregado a los caprichos <strong>de</strong> la natu¬<br />
raleza.<br />
La mujer <strong>de</strong> la segunda mitad <strong>de</strong>l siglo<br />
XX pue<strong>de</strong> difícilmente i<strong>de</strong>ntificarse con su<br />
madre. Por primera vez en nuestra historia,<br />
aquella pue<strong>de</strong> realizarse como ser humano<br />
al margen <strong>de</strong> la simple procreación. Una <strong>de</strong><br />
las causas <strong>de</strong> esta evolución está probable¬<br />
mente ligada a la prolongación <strong>de</strong> la espe¬<br />
ranza <strong>de</strong> vida femenina. El periodo <strong>de</strong> ma¬<br />
ternidad activa sólo representa actualmente<br />
. un promedio <strong>de</strong> 15 años en la vida <strong>de</strong> una<br />
mujer, es <strong>de</strong>cir una simple etapa entre las<br />
<strong>de</strong>más.<br />
Este cambio <strong>de</strong> actitud en relación con la<br />
maternidad ha modificado los estereotipos<br />
tradicionales relativos a la i<strong>de</strong>ntidad feme¬<br />
nina, pero también los que <strong>de</strong>finían hasta<br />
hace poco la masculina. La pasividad, la<br />
paciencia, la abnegación y el altruismo han<br />
<strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser rasgos esencialmente femeni¬<br />
nos. Primeramente, las mujeres ya no se<br />
reconocen en esa imagen sumaria que ocul¬<br />
ta la otra parte <strong>de</strong> ellas mismas, unos rasgos<br />
vivos que antes se atribuían exclusivamente<br />
al hombre: la ambición, la actividad, el<br />
egoísmo, la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia. Por otra parte,<br />
como <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace 10 o 15 años ellas no han<br />
cesado <strong>de</strong> presionar a sus compañeros para<br />
que compartan los <strong>de</strong>beres y las alegrías <strong>de</strong><br />
la "maternidad", los hombres dan muestras<br />
a su vez <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s antes exclusivamente<br />
femeninas: ternura, abnegación y amor por<br />
los niños... Se observa así un cambio en la<br />
actitud <strong>de</strong> los padres jóvenes que se ocupan<br />
<strong>de</strong> su bebé, reflejado en la adopción <strong>de</strong><br />
gestos, preocupaciones y sentimientos que<br />
antes se consi<strong>de</strong>raban naturalmente feme¬<br />
ninos.<br />
Así, en muy poco tiempo, las característi¬<br />
cas propias <strong>de</strong> la paternidad y <strong>de</strong> la materni¬<br />
dad han comenzado a confundirse. Si la<br />
madre ya no es la única en dispensar amor,<br />
tampoco el padre es ya la encarnación ex¬<br />
clusiva <strong>de</strong> la autoridad, la ley y el mundo<br />
exterior. Todas estas funciones las compar¬<br />
ten ahora ambos sexos y las actitu<strong>de</strong>s varían<br />
más en razón <strong>de</strong>l temperamento personal<br />
que <strong>de</strong> las diferencias sexuales.<br />
Y si las mujeres ya no se <strong>de</strong>finen ante<br />
todo como madres, tampoco se reconocen<br />
como "la esposa <strong>de</strong>...". Viven alternando<br />
entre el celibato y la vida conyugal, <strong>de</strong> tal<br />
"El nivel <strong>de</strong> civilización a que han llegado<br />
las diversas socieda<strong>de</strong>s humanas es pro¬<br />
porcional a la In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> que gozan<br />
las mujeres", escribía en Peregrinaciones<br />
<strong>de</strong> una paria Flora Tristan (1803-1844), una<br />
<strong>de</strong> las precursoras francesas <strong>de</strong>l movi¬<br />
miento feminista. Hija <strong>de</strong> un nobleperuano<br />
y <strong>de</strong> madre francesa, fue esposa <strong>de</strong> un<br />
grabador y litógrafo, André Chazaf, y<br />
altuela <strong>de</strong> un pintor mundialmente célebre,<br />
Paul Gauguin (1848-1903).<br />
modo que la autonomía gana la partida a la<br />
complementaridad. Hoy las mujeres, como<br />
los hombres, se <strong>de</strong>finen en función <strong>de</strong> sí<br />
mismas y ya no, como antes, en función <strong>de</strong>l<br />
otro. De esta manera, la todavía <strong>de</strong>seada<br />
relación <strong>de</strong> pareja ha perdido terreno en la<br />
práctica, en provecho <strong>de</strong> los espacios <strong>de</strong><br />
soledad.<br />
Este nuevo estilo <strong>de</strong> vida propicia la ma¬<br />
nifestación <strong>de</strong> nuevas características psico¬<br />
lógicas y sociales en ambos sexos. Hombres<br />
y mujeres exteriorizan hoy la "cara oculta"<br />
<strong>de</strong> sí mismos que la educación <strong>de</strong> antaño<br />
Elpresente artículo está tomado <strong>de</strong> Le rapport <strong>de</strong>s<br />
sexes: égalité, différence, altérité (La relación<br />
entre los sexos: igualdad, diferencia y alteridad),<br />
documento presentado por Elisabeth Badinter al<br />
Coloquio internacional <strong>de</strong> expertos sobre las nue¬<br />
vas funciones <strong>de</strong> la mujer y <strong>de</strong>l hombre en la vida<br />
privada y pública que se celebró con los auspicios<br />
<strong>de</strong> la <strong>Unesco</strong> en Atenas, <strong>de</strong>l 26 al 29 <strong>de</strong> noviembre<br />
<strong>de</strong> 1985.<br />
reprimía. Con ello vuelve la bisexualidad<br />
originaria, barriendo a su paso la <strong>de</strong>sigual¬<br />
dad y la estricta complementaridad <strong>de</strong> los<br />
sexos.<br />
Otro nuevo elemento viene a modificar<br />
un estereotipo milenario: el <strong>de</strong>l macho gue¬<br />
rrero, imagen que ha perdurado a lo largo<br />
<strong>de</strong> la historia. Efectivamente, la amenaza<br />
<strong>de</strong> un conflicto nuclear y planetario anula<br />
en nuestra imaginación la especificidad gue¬<br />
rrera <strong>de</strong>l sexo masculino. Frente a tal con¬<br />
flicto hombres y mujeres nos sentimos<br />
igualmente vulnerables, sus víctimas inme-^<br />
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