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artículos y entrevistas. Es visitado por innúmeros amigos y admiradores, y también, nuevamente,<br />

por su primer hijo, Rubén Darío Contreras, quien, en esta ocasión, se revela como un eminente<br />

pianista. Darío quiere continuar su viaje y trasladarse a la Argentina; sueña con recuperar su sa-<br />

lud en las soledades de Neuquén, en Patagonia, donde tiene un amigo (ver Darío, Cartas 381),<br />

pero “desgraciadamente no le llegan los recursos para movilizarse, y Cabrera pagará las cuentas<br />

del hotel, pero de ninguna manera el pasaje a Buenos Aires” (Torres, La dramática 1980 865). Y<br />

¿por qué no le llegan sus habituales recursos, es decir, las remesas de La Nación? ¿Ya no escribe<br />

crónicas? En “Apuntaciones de hospital”, había anunciado una crónica sobre “el desarrollo<br />

mental de la mujer en los Estados Unidos”, donde seguramente hubiera mencionado a Helen S.<br />

Woodruff, a Alice Stone Blackwell, a Isabel F. Hapgood y a Agnes Blake Poor, la primera,<br />

difusora, y las otras traductoras de sus poemas (Darío, Escritos 308). En “De New York a Buenos<br />

Aires por el Pacífico” se refiere a “Mr. Archer M. Huntington, el multimillonario hispanista de la<br />

Quinta Avenida, de cuya labor he de hablaros en otra ocasión” (Darío, “De New York”). En el<br />

Hotel Imperial comienza a redactar una crónica titulada “En la tierra del Quetzal”, que queda<br />

inconclusa (ver Torres, La dramática 1980 867). En fin, en todo el año 1915, el diario bonaerense<br />

sólo publica cinco crónicas de Darío, todas escritas en Nueva York (ver Zanetti 171). La<br />

explicación es que “indudablemente Estrada Cabrera ha dado orden de que no se dé curso a las<br />

cartas del poeta a La Nación, y es por eso que han pasado siete meses sin recibir de allá los re-<br />

cursos para irse” (Torres, La dramática 1980 868). Finalmente, como reaparece Bermúdez, con<br />

una nueva intriga, y como también reaparece Rosario Murillo, esposa legal de Darío, el poeta se<br />

va con ella, a morir en Nicaragua.<br />

En estos seis meses, ¿recibió Darío la visita de Chocano? Indudablemente, aunque ni<br />

Watland, ni Torres Bodet, ni Torres mencionan el hecho. En los últimos meses del año, ya<br />

terminada su misión en México, Chocano “estaba reintegrado a su hogar guatemalteco;<br />

saboreando la compañía de Rubén” (Sánchez 338). Federico Hernández de León, escritor y<br />

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