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Biodiversidad y Cambio Climático en los Andes Tropicales

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paTrones cLimáTicos <strong>en</strong> Los<br />

andes: paTrones acTuaLes,<br />

T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias observadas de<br />

cambios y esc<strong>en</strong>arios fuTuros<br />

el levantami<strong>en</strong>to de la Cordillera de <strong>los</strong> <strong>Andes</strong> alteró <strong>los</strong> patrones<br />

globales de circulación del aire <strong>en</strong> la Tierra, especialm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> términos de <strong>los</strong> caminos de circulación y <strong>en</strong> el transporte<br />

del vapor de agua <strong>en</strong> Sudamérica. Los <strong>Andes</strong> ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una gran<br />

influ<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>los</strong> patrones climáticos regionales, debido a que<br />

conti<strong>en</strong><strong>en</strong> a la segunda meseta más alta y ext<strong>en</strong>sa del mundo<br />

y constituy<strong>en</strong> la única barrera a <strong>los</strong> patrones de circulación del<br />

Hemisferio Sur (Gregory-Wodzicki, 2000).<br />

La circulación del aire <strong>en</strong> <strong>los</strong> Altos <strong>Andes</strong> está influ<strong>en</strong>ciada por la interacción<br />

<strong>en</strong>tre la Zona de Converg<strong>en</strong>cia Inter-Tropical (ITCZ por sus siglas<br />

<strong>en</strong> inglés) y la orografía andina. Ambos factores incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> el clima local<br />

al g<strong>en</strong>erar un <strong>en</strong>friami<strong>en</strong>to adiabático de las columnas de aire cali<strong>en</strong>te y<br />

<strong>los</strong> procesos de convección originados por <strong>los</strong> cambios <strong>en</strong> la temperatura<br />

diurna (Gregory-Wodzicki, 2000).<br />

La estructura y fisonomía de la vegetación <strong>en</strong> <strong>los</strong> Altos <strong>Andes</strong> están determinadas,<br />

<strong>en</strong> gran medida, por la interacción <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> factores de temperatura<br />

y precipitación, <strong>los</strong> mismos que controlan otros factores como la<br />

humedad. La variabilidad de temperatura <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>Andes</strong> <strong>Tropicales</strong> dep<strong>en</strong>de<br />

principalm<strong>en</strong>te de dos aspectos: el gradi<strong>en</strong>te altitudinal y la humedad del<br />

aire, ambos determinados por el clima local. La tasa de cambio <strong>en</strong> el promedio<br />

de temperatura con respecto a la altitud está típicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre 0,6<br />

y 0,7 ºC/100 m (van der Hamm<strong>en</strong> y Hooghiemstra, 2000; Castaño, 2002),<br />

pero exist<strong>en</strong> reportes de valores tan bajos como 0,5 ºC/100 m como ocurre<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> páramos húmedos del Podocarpus (Richter et al., 2008) o El Cajas<br />

(Buytaert et al., 2006). La humedad del aire no solo disminuye el lapso de<br />

proporción, sino que también disminuye la variación diaria de temperatura<br />

por lo que regiones más húmedas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a t<strong>en</strong>er m<strong>en</strong>or fluctuación<br />

térmica diaria y a lo largo del año.<br />

Contrariam<strong>en</strong>te a la temperatura, la precipitación <strong>en</strong> <strong>los</strong> <strong>Andes</strong> no sigue<br />

un patrón lineal sino que está determinada por la orografía andina y la<br />

influ<strong>en</strong>cia de <strong>los</strong> vi<strong>en</strong>tos prevaleci<strong>en</strong>tes localm<strong>en</strong>te, lo que determina su<br />

alta variabilidad temporal y espacial (Buytaert et al., 2010). Registros climáticos<br />

reportan valores desde áreas m<strong>en</strong>ores a 200 mm al año hasta <strong>los</strong><br />

3.000 mm (Kille<strong>en</strong> et al., 2007; Luteyn, 2002), y con algunos extremos <strong>en</strong><br />

áreas limitadas, sobre <strong>los</strong> 3.000 mm (B<strong>en</strong>dix y Rafiqpoor, 2000).<br />

En <strong>los</strong> <strong>Andes</strong> de Colombia y Ecuador, <strong>los</strong> flancos occid<strong>en</strong>tales inferiores<br />

están influidos principalm<strong>en</strong>te por las masas de aire originadas <strong>en</strong> el<br />

Pacífico, mi<strong>en</strong>tras que la cordillera ori<strong>en</strong>tal está dominada por vi<strong>en</strong>tos<br />

húmedos del Atlántico Tropical y la cu<strong>en</strong>ca amazónica (Vuille y Bradley,<br />

2000). Los páramos localizados <strong>en</strong> las verti<strong>en</strong>tes interiores de las<br />

cordilleras se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran expuestos a influ<strong>en</strong>cias variables <strong>en</strong>tre las<br />

masas de aire oceánicas y contin<strong>en</strong>tales con dos períodos de lluvia <strong>en</strong>tre<br />

febrero–mayo y octubre–noviembre. Por el contrario, dos períodos de<br />

estiaje son claram<strong>en</strong>te definibles, el primero se exti<strong>en</strong>de de junio a septiembre<br />

y es mucho más pronunciado que el segundo, el cual ocurre<br />

<strong>en</strong>tre diciembre–<strong>en</strong>ero. Conforme las masas de aire pierd<strong>en</strong> su humedad,<br />

<strong>en</strong> <strong>los</strong> flancos externos de las cordilleras se g<strong>en</strong>era un efecto de sombra<br />

de lluvia que define valores de precipitación anuales relativam<strong>en</strong>te bajos,<br />

que fluctúan <strong>en</strong>tre 800 a 1500 mm al año <strong>en</strong> <strong>los</strong> ecosistemas altoandinos<br />

de la verti<strong>en</strong>te interior de la cordillera (Vuille y Bradley, 2000).<br />

En el caso de <strong>los</strong> páramos, debido a su ubicación cerca del ecuador, la<br />

radiación solar diaria es casi constante a lo largo del año. Esta constancia<br />

contrasta considerablem<strong>en</strong>te con el ciclo diario, que es bastante marcado.<br />

Variaciones de temperatura del aire de más de 10 ºC <strong>en</strong> un mismo día son<br />

comunes (Vuille y Bradley, 2000). Estas variaciones típicas de temperatura<br />

determinan el rol de la escarcha y nieve. Debido a la falta de estacionalidad,<br />

la línea de nieve es muy abrupta y constante a lo largo del año. Entre<br />

4.000 y 5.000 m de altitud, la escarcha frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te ocurre durante la<br />

noche pero la temperatura máxima diaria es sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te alta para prev<strong>en</strong>ir<br />

la acumulación de nieve y hielo. Debajo de <strong>los</strong> 4.000 m de altitud,<br />

la escarcha no ocurre regularm<strong>en</strong>te y cuando lo hace, se restringe a unas<br />

pocas horas antes de la salida del sol.<br />

Los <strong>Andes</strong> C<strong>en</strong>trales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una estacionalidad mucho más marcada,<br />

claram<strong>en</strong>te sectorizada <strong>en</strong>tre el régim<strong>en</strong> de humedad dominante <strong>en</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>Andes</strong> Ori<strong>en</strong>tales respecto de la aridez de la cordillera occid<strong>en</strong>tal a partir<br />

de <strong>los</strong> 15°S hasta <strong>los</strong> 22°S (Vuille, 1999). En esta región, <strong>los</strong> <strong>Andes</strong><br />

alcanzan una elevación promedia de 3.500 a 4.000 m, lo que determina<br />

que actú<strong>en</strong> como una barrera que separa y define la difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> el<br />

clima de ambas cordilleras. Hacia el oeste, <strong>los</strong> anticiclones del Pacífico<br />

sur g<strong>en</strong>eran condiciones estables y secas que determinan que la humedad<br />

<strong>en</strong> las masas de aire no precipite, resultando <strong>en</strong> el clima más seco del<br />

mundo a lo largo de la puna xerofítica de Bolivia y la costa norte de Chile<br />

(Vuille, 1999). Hacia el este, <strong>en</strong> el interior del contin<strong>en</strong>te, las condiciones<br />

climáticas cali<strong>en</strong>tes del Chaco predominan durante <strong>los</strong> meses de verano<br />

(diciembre–marzo), lo que establece condiciones ambi<strong>en</strong>tales húmedas<br />

y cali<strong>en</strong>tes.<br />

La precipitación <strong>en</strong> el Altiplano está asociada con un verano dominado<br />

por fuertes convecciones térmicas diarias y flujos de humedad prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes<br />

de la cu<strong>en</strong>ca amazónica (Garreaud, 1999; Vuille, 1999). Más del<br />

80 por ci<strong>en</strong>to de la precipitación anual (350–400 mm) ocurre durante <strong>los</strong><br />

meses de verano, comúnm<strong>en</strong>te durante la tarde y noches, por efectos de<br />

convección térmica, debido a la alta radiación solar del Altiplano (Vuille,<br />

1999).<br />

Estos patrones climáticos de la puna produc<strong>en</strong> un balance hídrico estacional<br />

negativo, <strong>en</strong> particular al final de la época seca (septiembre–octubre),<br />

lo cual condiciona a la vegetación que se desarrolla bajo estas condiciones.<br />

La bruma y la neblina at<strong>en</strong>úan <strong>los</strong> efectos de desecación al<br />

reducir las fluctuaciones diarias de temperatura y disminuir el tiempo<br />

de exposición directa a <strong>los</strong> altos valores de radiación (Smith y Young,<br />

1987). En estaciones con alta nubosidad, la radiación solar total al nivel<br />

del suelo es baja durante el día, mi<strong>en</strong>tras que la humedad relativa alta<br />

<strong>en</strong> la noche reduce significativam<strong>en</strong>te las heladas, debido a la radiación<br />

de onda larga prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de la tierra y la vegetación. Un efecto opuesto<br />

22 biodiversidad y cambio climático <strong>en</strong> <strong>los</strong> andes <strong>Tropicales</strong> introducción<br />

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