Que el dolor no nos sea indiferente - Misioneros de la Consolata

Situación de la Mujer en Tiempos de Jesús:
El varón judío de esa época daba gracias a Dios diariamente
por tres motivos:
Por no haber nacido pagano (de otro pueblo distinto
al judío)
Por no haber nacido mujer
Por no pertenecer al grupo de los que ignoran la Ley
de Dios.
La sociedad de ese tiempo considera a la mujer como
menor de edad, sea casada, soltera o viuda. No contaba
como testigo, no podía enseñar a los niños, ni aparecer sola
en público ni siquiera ante las visitas. Formaba parte del
inventario de las posesiones de los varones, junto a la mula,
el ganado y la hacienda (Ex 20,17).
Según la ley podía ser repudiada por su marido por motivos
intranscendentes (como por ejemplo: quemar la sopa).
En las sinagogas había lugares especiales para las mujeres,
y en el templo no podían traspasar el atrio reservado para
ellas. No podía leer, hablar, aprender, ni explicar la Ley Santa.
Particularmente no podían seguir o escuchar a los rabinos.
Sólo el nacimiento de un niño llevaba alegría al hogar. El de
la niña provocaba tristeza y preocupación, como lo expresa el
siguiente texto bíblico: “Una hija es para su padre una causa
secreta de inquietud; el cuidado que le ocasiona le quita el
sueño; si es joven, por el temor a que demore en casarse; si
está casada, a que su marido le tome fastidio” (Eclesiástico
o Siracides 42, 9 y sig).
18 Revista Misiones Consolata 2010
Jesús y la Mujer.
El Evangelio de Lucas desde el principio la muestra
digna de una vocación especial para colaborar con
el plan de Dios: Isabel, María, etc. En el relato de la
Anunciación se reconoce la libertad para decidir
libremente en María, no se le impone algo a hacer sino
que se le pide su colaboración con el proyecto de Dios
Lc 1, 26- 38.
En el relato de Marta y María (Lc 10, 3-42): Jesús
demuestra su clara preferencia por la mujer, no en
su papel tradicional sino en el de la escucha activa
de la Palabra. Es discípula a sus pies, y portadora y
transmisora del mensaje (Jn 20, 1- 10)
La mujer aparece como figura central de sus parábolas
( Lc 15, 8-10) , y como ejemplo de fe: la cananea (Mc
7,24-30), la viuda generosa ((Mc 12, 41- 44), la viuda
insistente (Lc 18, 1-5)
En el relato de Lc 11, 27 –28, cuando le dicen “Feliz el
vientre que te llevó ...” (función tradicional y exclusiva
que la sociedad reservaba a la mujer) Jesús replicó
“Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y
la observan”, colocando a la mujer en el lugar nuevo,
de persona oyente de la Palabra de Dios, igual que el
varón
Permite que las mujeres lo sigan y compartan su vida
(Lc 8, 1-3)
Conversa en público y a solas con la mujer Samaritana
(Jn 4)
Cura a la suegra de Pedro ( Mc 1, 29 –31), a la
hemorroísa (Lc 8, 43), a la hija de Jairo (Lc 8, 51) , a la
mujer encorvada (Lc 13, 10 –16)
Esta acción inclusiva de Jesús fue resumida y
expresada en San Pablo de la siguiente forma: “no
se hace diferencia entre hombre y mujer, pues todos
ustedes son uno solo en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 28)