Que el dolor no nos sea indiferente - Misioneros de la Consolata

de la tarde. Muy cansados pero muy contentos. Veo cómo
poco a poco María conquista el corazón de algunos jóvenes,
que ven en María un modelo de Fe, una Madre que no
abandona a sus hijos y sabemos que cada vez que rezamos
juntos:” Maariyyaan Waaqa nuuf kadhu!” María Consolata
nos bendice.
“Hay de mi si no predicara el Evangelio”... 1 Cor 1:9
Nuestro Padre fundador el Beato José Allamano, nos presentó
a San Pablo como modelo Misionero. Su celo apostólico
y su pasión por Jesús, son virtudes que nos ayudan a
vivir “La Misión” como un don, donde Jesús comparte con
nosotros su ser enviado por el Padre.
Experimento que la Misión tiene dos dimensiones: el dar
y el recibir, en esta realidad el misionero también es Evangelizado.
Desde hace dos años me encuentro compartiendo mi Fe en
nuestra misión de Shambu, junto al pueblo Oromo en Etiopia.
Gracia y desafío se unen al hacer el camino de acercamiento
a una cultura distinta. La invitación es, reconocer la presencia
del Dios Vivo en medio del pueblo, apreciar y amar esta
presencia y luego poco a poco, la predicación del Evangelio
se va haciendo vida, por medio de gestos, actitudes y oración
compartida. Así iniciamos con un pequeño grupo de adolescentes,
primero limpiando la Iglesia y practicando la lengua
Oromo, luego preparando la liturgia Dominical, algunos jóvenes
se unieron al grupo y comenzamos a escribir las oraciones
que expresan nuestra Fe y algunos cantos en Oromo, la
lengua local. El celo apostólico se necesita para ser perseverante
en el deseo de compartir el don de la Fe. Aunque no
todos asisten siempre a los encuentros, al terminar el primer
año ya teníamos un lindo trabajo en común, las oraciones en
la lengua Oromo motivaban a la comunidad a reunirse para
rezar.
Algunos de los jóvenes pidieron recibir los sacramentos y
así iniciamos la catequesis para los sacramentos del Bautismo
y Primera Comunión. A pesar de mi dificultad con la
lengua local, los jóvenes se mostraban muy animados, con
muchos deseos de aprender, nuestros lazos de amistad se
Hna Paola, en el momento de la Profesión Perpetua (Consagración a la
Misión para toda la vida)
fortalecieron y juntos iniciamos la programación de las
actividades: celebraciones, encuentros, preparación de
material en Oromo y peregrinación con nuestra Madre
Consolata.
Un día, mientras estábamos compartiendo el Evangelio
de Juan, que narra el Bautismo de Jesús... yo dije: “Cuando
ustedes reciban el Bautismo, estén atentos para poder
escuchar la voz de Dios que va a decir: Este es mi hijo muy
amado, en quien yo me complazco... Pude ver en los ojos
de Dessalem y Mustafa, la alegría de sentir que Dios los
amaba. Sonriendo y haciendo gestos con la cabeza, repetían
SI, SI. Esta misma alegría percibí cuando llamé cerca
del altar a los cinco jóvenes que se preparaban para el sacramento
de la Primera Comunión y poniendo el Cáliz y la
patena sobre el altar les decía: Jesús dijo, este es mi cuerpo…
esta es mi sangre que será derramada para el perdón
de los pecados, hagan esto en conmemoración mía. Uno
de ellos miró la Cruz y dijo: “Con su sangre lavó nuestros
pecados y se hizo Pan para hacernos fuertes en nuestras
debilidades...”
Confieso que al recordar las palabras de San Pablo: “ay
de mi si no predicara el Evangelio”, redescubro la realidad
que si no predico, no comparto y al mismo tiempo no dejo
que la persona que está frente a mí, sea un Evangelio vivo
donde Jesús me interpela, me invita a amarlo y seguirlo.
Los jóvenes me han bendecido y me ayudan a profundizar
el don recibido por medio del Bautismo, donde somos
consagrados al Dios Vivo y en donde también recibimos la
“Misión” de ser Reyes, Profetas y Sacerdotes de su Reino
de hermandad aquí en la tierra.
Cada día, cada bautizado tendría
que decir como San Pablo: “ay de mi
si no predicara el Evangelio”... a mi
hija, hijo, a mi esposa, esposo, a mis
compañeros de trabajo, a mis vecinos,
a los que están enfermos, a los
que encuentro por las calles pidiendo,
a los que queremos y a los que
no queremos bien. Cada día Dios nos
confía personas que necesitan escuchar
el Evangelio de la Fe, de la Paz,
del Perdón, de la Amistad Sincera,
de la palabra verdadera, del dar sin
esperar recompensa... y cada día, en
cada persona que encontramos hay
un Evangelio que quiere ser escuchado.
¡Ay de mi si no predicara y no escuchara
el Evangelio!
Marzo Abril
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