DOMINGO V DE PASCUA (C) Homilía del P. Joan M. Mayol, monje ...
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<strong>DOMINGO</strong> V <strong>DE</strong> <strong>PASCUA</strong> (C)<br />
<strong>Homilía</strong> <strong>del</strong> P. <strong>Joan</strong> M. <strong>Mayol</strong>, <strong>monje</strong> de Montserrat<br />
2 de mayo de 2010<br />
Hch 14, 21-27; Ap 21, 1-5; Jn 13, 31-35<br />
La solemnidad de la Pascua que estamos celebrando, queridos hermanos, llega hoy a<br />
su quinto Domingo, en él el Espíritu vuelve a hacernos recordar y nos ayuda a<br />
entender dos aspectos importantes <strong>del</strong> Misterio Pascual <strong>del</strong> Señor. La contemplación<br />
de la pasión como glorificación de Jesús y <strong>del</strong> Padre, y el mandamiento nuevo de<br />
Jesús que revela la identidad a la que están llamados a sus discípulos.<br />
¿Cómo se convierte en gloria la cruz, para Jesús y para el Padre? Antes que nada,<br />
hay que saber que para el cuarto evangelio dar gloria a Dios -como podemos leer en el<br />
episodio <strong>del</strong> ciego de nacimiento- es reconocer, manifestar, decir públicamente la<br />
verdad.<br />
Y en la pasión aparece la gloria verdadera <strong>del</strong> Señor, la verdad de Jesús. Porque Él es<br />
el verdadero Mesías, pacífico y salvador, que proclama con sus palabras la salvación<br />
de Dios y con sus obras la lleva a cabo, pero no impone la verdad de Dios por la<br />
fuerza. Es esta la voluntad <strong>del</strong> Padre. Porque la violencia sólo engendra más violencia,<br />
y había que romper esta inercia para liberar verdaderamente al hombre de esta trampa<br />
mortal. Si no nos desembarazamos de la ley <strong>del</strong> talión todos acabaremos ciegos y<br />
desdentados. En Jesús está el punto de apoyo válido para todo aquel que quiera vivir<br />
la vida nueva que nos ha traído su resurrección. Arquímedes pedía un punto de apoyo<br />
para mover el mundo, la fe cristiana tiene en el amor de Jesús el punto de apoyo más<br />
seguro, no tanto para mover el mundo sino para mover el corazón <strong>del</strong> hombre y, con<br />
él, cambiar la injusticia que pesa siempre sobre los más pobres. El amor de Jesús, de<br />
hecho, cambia desde la base mucha de esta injusticia por medio de la solidaridad de<br />
tantos cristianos que comparten de una manera especial la cruz de Jesús y su gloria<br />
convirtiéndose, como él, en esperanza y vida nueva de los más desfavorecidos.<br />
Hermanos, no se puede entender el mandamiento <strong>del</strong> amor sin este punto de inflexión<br />
que es la pasión <strong>del</strong> Señor. La novedad <strong>del</strong> mandamiento de Jesús no está en el<br />
amarse unos a otros -que no sería poco- sino en hacerlo tal como lo ha hecho Jesús -y<br />
esto sí que es otra cosa-. Jesús nos ha amado haciéndonos conocer el amor de Dios<br />
y, animándonos a perseverar en medio de los sufrimientos, nos hace concoer esta<br />
verdad que es la vida de todo hombre.<br />
Vivir en el amor de Dios, darlo a conocer, ser fieles a su voluntad de salvación. Esta es<br />
la misión de la Iglesia, en esta misión encuentra su identidad el cristiano, porque no se<br />
trata de dar a conocer algo aprendido de memoria sino que, experimentando como<br />
Jesús el amor de Dios - "Como el Padre me ha amado, así os he amado Yo"-<br />
comunicarlo con obras y de verdad con nuestra manera de convivir.<br />
El ejemplo de las primeras comunidades nos habla de los efectos de esta novedad <strong>del</strong><br />
evangelio: el amor sincero entre ellos atraía numerosas vocaciones, y todos se<br />
admiraban no tanto por su alta espiritualidad sino por la naturalidad profunda que<br />
hacía que entre los creyentes nadie pasara necesidad. La nueva Jerusalén no es un<br />
salto a<strong>del</strong>ante desencarnado de las realidades profanas, es un universo nuevo que<br />
entrelaza el cielo y la tierra tal como nos ha dicho hoy el Apocalipsis. Su punto de<br />
apoyo es el amor de Jesús.
A través de toda comunidad que puede ser reconocida como discípula de Cristo, Dios<br />
trata de incorporar a toda persona a la comunión de vida en él, porque esa es la razón<br />
por la cual ha sido creada y sólo logrando esta plenitud será acabada como tal. El<br />
camino para llegar es este amor en la verdad que hace posible que todo sea nuevo y<br />
se mantenga nuevo, <strong>del</strong> que Jesús nos ha dado ejemplo entregando su vida por<br />
nosotros. Juan lo reúne admirablemente en el mandamiento nuevo y la cruz de Jesús<br />
entendidos ambos como glorificación de Dios y <strong>del</strong> hombre.<br />
Y es que la cruz resume y ejemplifica la calidad de este verdadero amor. La cruz de<br />
Jesús manifiesta el amor compasivo y misericordioso de Dios que es consuelo<br />
entrañable y vida más fuerte que la muerte. Por eso, no en vano la cruz preside<br />
siempre la celebración de la fe. En ella Jesús sigue manifestándonos este amor de<br />
Dios que nunca envejece, en ella amorosamente, sin palabras, no se cansa de<br />
repetirnos: "Pues tú, ve y haz igual".