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Estar juntos entre ideal y real - Figlie di Maria Ausiliatrice

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testimonio de unión, fraternidad, compromiso,<br />

humildad, responsabilidad a partir<br />

de los pequeños detalles, de las atenciones<br />

coti<strong>di</strong>anas. He tenido la oportunidad<br />

de vivir con hermanas que concretamente<br />

han sido verdaderos testimonios del Evangelio<br />

y que con su presencia han dado su<br />

vida hasta consumirse. Recuerdo, por<br />

ejemplo, a S. Inés Molina, con la que estuve<br />

sólo un año, pero de la cual aprendí<br />

“grandes cosas”; era una hermana humilde,<br />

atenta al detalle con cada persona, fraterna,<br />

afectuosa, le gustaba dar vida a la<br />

comunidad con su arte culinario. No obstante<br />

la edad siempre estaba <strong>di</strong>spuesta para<br />

el trabajo, solícita a salir al encuentro de<br />

las necesidades de los demás, fiel testimonio<br />

del “voy yo salesiano”, nunca decía<br />

que no.<br />

También recuerdo a S. Teresa Luna, hermana<br />

<strong>entre</strong> las hermanas, que con sus 92 años<br />

y su sobresaliente sentido del humorismo,<br />

daba a la comunidad un tono de alegría,<br />

de gozo, fruto de una relación con Dios, rica<br />

de agradecimiento por el don de la vida<br />

y de la vocación salesiana. Sor Tere, como<br />

AÑO LIX • MENSUAL /SEPTIEMBRE OCTUBRE 2012<br />

la llamábamos familiarmente, durante los<br />

encuentros comunitarios, o en algún momento<br />

de conflicto sabía encontrar el golpe,<br />

el chiste, la anécdota, la poesía, la historia<br />

que ayudaba a superar la situación de<br />

tensión, o sencillamente a crear un clima<br />

gozoso y alegre. La recuerdo como una<br />

hermana siempre <strong>di</strong>sponible a la escucha<br />

de las demás, a la asistencia de los niños<br />

en el comedor, durante la comida o en el<br />

momento de la salida de la escuela.<br />

En mi mente veo otros rostros, otras hermanas<br />

con las que he compartido la vida y<br />

que han dado una aportación significativa<br />

a la comunidad, en la <strong>real</strong>ización concreta<br />

del espíritu de familia característico de<br />

nuestro carisma. Hermanas de las cuales<br />

no se han escrito libros, ni biografías, pero<br />

que permanecen en la vida y en el corazón<br />

de quien ha vivido con ellas, y que estoy<br />

segura que Dios recompensará porque<br />

han sido portadoras de vida, testimonios<br />

coherentes de lo que profesaron en un<br />

tiempo.<br />

Es importante tener bien fijo en la mente<br />

el artículo 50 de las Constituciones que<br />

nos invita a vivir el espíritu de familia en<br />

nuestras comunidades. Conscientes de<br />

que esto exige el esfuerzo de todas, la capacidad<br />

de vivir coti<strong>di</strong>anamente el amor<br />

fraterno en un clima de alegría, confianza,<br />

implicando a los jóvenes, a las personas<br />

que trabajan en nuestros ambientes educativos.<br />

En este tiempo de constante cambio<br />

es necesario vivir el espíritu de familia<br />

a partir de la atención, de la acogida gratuita<br />

de cada persona con la que nos relacionamos,<br />

de la escucha incon<strong>di</strong>cional del<br />

otro, por la presencia animadora <strong>entre</strong> los<br />

jóvenes, cuidando el <strong>di</strong>álogo y la comunicación<br />

interpersonal.<br />

mara@cgfma.org<br />

en búsqueda culturas<br />

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