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BIBLIOTECA DiMCO - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...

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<strong>BIBLIOTECA</strong> <strong>DiMCO</strong><br />

J Ε A N H G Β Ν O<br />

CLAUDIO IY1AGRIS: ¿LOS POETAS EXPULSADOS DE LA REPÚBLICA?<br />

POEMAS DE GERARDO DENIZ, VICENTE QUIRARTE Y JOHN HUDCINS<br />

IHARA SAIKAKU, ALFONSO MONTELONGO, LUIS RAMÓN BUSTOS


<strong>BIBLIOTECA</strong> DE MÉXICO<br />

NOL<br />

«ACONACULTA<br />

NÚMERO SESENTA Y UNO<br />

ENERO-FEBRERO DEL 2001 · Í30.00<br />

PLAZA DE LA CIUDADELA 4, CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXIC<br />

TELÉFONO 57 09 11 07 FAX 57 09 11 73<br />

CERTIFICADO DE LICITUD DE TÍTULO NÚM. 6270<br />

CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO NÚM. 4830<br />

CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES<br />

REVISTA <strong>BIBLIOTECA</strong> DE MÉXICO<br />

DIRECTOR FUNDADOR: JAIME GARCÍA TERRÉS t<br />

2<br />

40<br />

42<br />

44<br />

47<br />

DIRECTOR: EDUARDO LIZALDE<br />

EDITORES: JAIME MORENO VILLARREAL Y RAFAEL VARGAS.<br />

SECRETARIO DE REDACCIÓN: MAURICIO MONTIEL FIGUERAS.<br />

CONSEJO DE REDACCIÓN: JUAN ALMELA. FERNANDO ÁLVAREZ DEL CASTILLO,<br />

m<br />

JOSÉ DE LA COLINA, SERGIO GONZÁLEZ RODRIGUEZ, MANUEL PORRAS t.<br />

ANTONIO SABORIT, JUAN VILLORO.<br />

COORDINACIÓN ADMINISTRATIVA: MIGUEL GARCÍA RUIZ<br />

DISEÑO: GERMÁN MONTALVO, MELBA ZARED LAMADRID Y MARÍA ARTIGAS<br />

ASITENCIA: PAOLA ÁLVAREZ<br />

COLOR: LASSER REPRODUCCIONES<br />

IMPRENTA: OFFSET ESTILO<br />

PORTADA: DETALLE EN GRANO ABIERTO DE UNA FOTOGRAFÍA DE J05É<br />

REVUELTAS EN LECUMBERRI, 1969, QUE APARECE COMPLETA EN LA PÁGINA 56<br />

IA. FORROS: FOTOGRAFÍA DE JEAN GIONO, CA. 1949<br />

GERARDO DENIZ<br />

ABATE<br />

CLAUDIO MAORIS<br />

¿LOS POETAS EXPULSADOS<br />

DE LA REPÚBLICA?<br />

LUIS RAMÓN BUSTOS<br />

CALDOS Y LOS VAIVENES<br />

DE LA FAMA<br />

ALFONSO MONTELONGO<br />

LA RESPUESTA A SOR FlLOTEA<br />

O LA VERDAD QUE SE LEVANTA<br />

PHILLIPE OLLÉ-LAPRUNE<br />

GIONO, UN ESCRITOR<br />

EN BUSCA DE LO ABSOLUTO<br />

BERNARD FAUCONNIER<br />

RETRATO DE UN PADRE<br />

VICENTE QUIRARTE<br />

SIN CONVITE A TU FIESTA<br />

DE FANTASMAS<br />

PIERRE CITRON<br />

EL DIARIO DE JEAN GIONC<br />

JEAN GIONO<br />

TRES HISTORIAS PARA LA<br />

TELEVISIÓN<br />

IHARA SAIKAKU<br />

MAESTRA DE ETIQUETA Y DE<br />

ESTILO EPISTOLAR<br />

EDUARDO LIZALDE<br />

JOSÉ REVUELTAS, 1914-1976<br />

JOSÉ REVUELTAS<br />

TRES CARTAS INÉDITAS<br />

PHILLIPE CHERON<br />

JOSÉ REVUELTAS: LA CÁRCEL<br />

DEL DOGMA,EL ÁRBOL DE ORO<br />

DE LA LITERATURA<br />

FLORENCE OLIVIER<br />

AURA DE LO GROTESCO Y LO<br />

MONSTRUOSO EN LA OBRA DE<br />

JOSÉ REVUELTAS<br />

JAVIER DURAN<br />

NOTAS SOBRE EL MÉXICO<br />

DE AFUERA<br />

JOHN HUDGINS<br />

FAMA<br />

LUIS E. MARENTES<br />

EL APANDO: METÁFORA<br />

DE LA OPRESIÓN Y LA<br />

RESISTENCIA


GERARDO DENIZ<br />

A Β A Τ Ε<br />

Nacido en España en 1934, el poeta y narrador<br />

mexicano GERARDO DÍNIZ acaba <strong>de</strong> publicar una<br />

breve antología bilingüe con el sencillo título <strong>de</strong><br />

Poemas/Poems, bajo el doble sello <strong>de</strong> Ditona y<br />

Lost Road Publishers.<br />

Cuando <strong>de</strong>seo escalar primermundo <strong>de</strong>l mío,<br />

me coloco junto a Liszt chocho-<br />

tras el atril aguas entre frondas,<br />

ninfas trescuartos con pincel <strong>de</strong> guasa,<br />

cuando se las mordisquea,<br />

genial entre troncos aromáticos<br />

surtidores <strong>de</strong> la Villa d'Este,<br />

trenodias dudando <strong>de</strong> sí propias<br />

al enlazar talcuál ciprés planchado-<br />

hasta que <strong>de</strong> pronto se arremanga con soltura,<br />

salta a una escoba (apoyada en el piano<br />

junto a la calabaza con vela ar<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro<br />

aunque en fotos nunca salga)<br />

y huye por la chimenea.<br />

se abren las esclusas <strong>de</strong>l más allá,<br />

que los norteamericanos rigieron con injusticia.<br />

(Liszt, empero, se llevó bien<br />

con las discípulas<br />

asimismo gringas.<br />

¿Cómo <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar idiomas —cuales sean- <strong>de</strong> la fuente,<br />

travesura entre árboles<br />

no <strong>de</strong> ellas, ni tuyas, sino para<br />

pisarse la sotana?)<br />

<strong>de</strong>letrea<br />

Noche, 1 <strong>de</strong> noviembre;


La literatura se asemeja a un periódico y a<br />

veces a un periodicucho <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> su<br />

cotidianeidad baja y estrujante; Dostoievs­<br />

ky o Dickens -pero también Dante y la Bi­<br />

blia- son cronistas <strong>de</strong> lo efímero, sobre el<br />

que ellos proyectan la luz <strong>de</strong> lo eterno, vio­<br />

lenta como un reflector que ra sga la no­<br />

che o como la lamparita <strong>de</strong> bolsillo <strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>tective en un lugar tenebroso. En este<br />

<strong>de</strong>scenso al quinto infiemo pue<strong>de</strong> haber sal­<br />

vación, la caridad <strong>de</strong> quien participa en el<br />

fango <strong>de</strong> la existencia para asumirlo sobre sí<br />

mismo como un Mesías doliente, pero tam­<br />

bién complicidad, la complacencia en la mi­<br />

seria antes que la esperanza <strong>de</strong> lenificarla.<br />

En su fi<strong>de</strong>lidad al fluir limoso <strong>de</strong> los<br />

acontecimientos, la literatura también es<br />

un sismógrafo <strong>de</strong> los acontecimientos po­<br />

líticos, que en el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su inmedia­<br />

tez, a menudo, no <strong>de</strong>jan entrever su lógica<br />

y su significado. Ca rla Bo, volviendo a evo­<br />

ca r los momentos confusos y dramáticos<br />

en el país y en el parlamento que llevaron<br />

a la elección <strong>de</strong> Scalfaro como Presi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong> la República, <strong>de</strong>cía que esos turbios y<br />

convulsos acontecimientos parecían estar<br />

esperando a que un narrador les diese for­<br />

ma. En su ensayo sobre las relaciones en­<br />

tre narrativa, periodismo y secciones cultu­<br />

rales, Letterotura bastardo, Claudia Marabini,<br />

recordando que literatura, antes que nada,<br />

significa «ponerse, lo más posible, en los<br />

zapatos <strong>de</strong> los otros», observa cómo el sa n­<br />

gri ento embrollo <strong>de</strong> los últimos años o lus­<br />

tros <strong>de</strong> nuestra vida colectiva -el asesinato<br />

<strong>de</strong> Moro, la muerte <strong>de</strong> Calvi, «Manos Lim­<br />

pias» y tantos otros acontecimientos ora luc­<br />

tuosos ora tragicómicos- es el material <strong>de</strong><br />

un gigantesco, laberíntico feuilleton que<br />

espera a su narrador. Quizá cuando tenga­<br />

mos - si es que llegamos a tener- esta gran<br />

novela, podremos saber qué es lo que ha<br />

sido esta Italia, <strong>de</strong> la que nadie -ni siquiera<br />

quienes vivieron esos años muy cerca <strong>de</strong><br />

los acontecimientos, en el ojo <strong>de</strong>l huracán­<br />

ha logrado verl e el rostro.<br />

Quizá nunca como en nuestra época la<br />

literatura ha reclamado y <strong>de</strong>sarrollado una<br />

función cognoscitiva: en el periodo com­<br />

prendido entre el fin <strong>de</strong> siglo y los años<br />

treinta -la gran estación cultural <strong>de</strong>l siglo<br />

XIX, la frontera más avanzada que haya al­<br />

canzado la literatura- escritores como Mu­<br />

sil , Joyce, Proust, Svevo, Mann, Broch, Faulk­<br />

ner y. otros le exigieron a la narrativa ese<br />

conocimiento <strong>de</strong>l mundo que precisamen­<br />

te el enorme <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las ciencias no<br />

permitía confiar a estas ultimas, porque ellas,<br />

con su extrema especialización que hacía a<br />

cada una inaccesible para los cultores <strong>de</strong><br />

todas las <strong>de</strong>más y aún más para el hombre<br />

Claudio MagFÍs<br />

medio, habían hecho pedazos todo sentido<br />

<strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong>l mundo. Sólo una novela<br />

que asumiese esas problemáticas científicas,<br />

mostrando cóm o vivían los hombres ese<br />

mundo disgregado, podía y pue<strong>de</strong> atrapar<br />

el sentido <strong>de</strong> la rea lidad y <strong>de</strong> su disolución,<br />

imitada pero también atrapada a fondo y<br />

dominada en las mismas formas experimen­<br />

tales <strong>de</strong> la narración, en la disgregación y<br />

recreación <strong>de</strong> las estructuras narrativas.<br />

La li teratura <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> lo individ ua l, lo<br />

particular, la s cosas, los colores, los se n­<br />

tidos y lo sensible contra lo falso univer­<br />

sal que regimienta y nivela a los hom­<br />

bres y se opone a la abstracción que los<br />

esteriliza . A la Historia , que preten<strong>de</strong><br />

encarnar y realizar lo universal, la litera­<br />

tura le contrapone lo que ha quedado a<br />

la s márgenes <strong>de</strong>l <strong>de</strong>venir histórico, dá n­<br />

dole voz y memoria a lo que ha recha ­<br />

zado, removido, <strong>de</strong>struido y borrado <strong>de</strong><br />

la carrera <strong>de</strong>l progreso. La literatura <strong>de</strong>­<br />

fien<strong>de</strong> la excepción y lo <strong>de</strong>sechado con­<br />

tra la norma y la s reglas ; nos recuerda<br />

que la totalidad <strong>de</strong>l mundo está rota y<br />

que no se pue<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> preten<strong>de</strong>r re­<br />

construir una imagen armoniosa y unita­<br />

ria <strong>de</strong> la rea lidad.<br />

Des<strong>de</strong> hace casi dos siglos la más alta<br />

literatura occi<strong>de</strong>ntal se enfrentó a la historia<br />

como la otra ca ra <strong>de</strong> la luna, como la zona<br />

4<br />

que ha sido <strong>de</strong>jada en la sombra por el <strong>de</strong>­<br />

venir y por el curso <strong>de</strong>l mundo. Esta <strong>de</strong>nun­<br />

cia <strong>de</strong> la insuficiencia <strong>de</strong> lo existente, este<br />

sentimiento <strong>de</strong> una gran carencia en la vida<br />

y en la historia, es la exigencia <strong>de</strong> algo irreductiblemente<br />

diferente, <strong>de</strong> una re<strong>de</strong>nción<br />

mesiánica y revolucionaria, negada, por otra<br />

parte, por toda revolución históricamente llevada<br />

a la práctica. Des<strong>de</strong> su nacimiento -es<br />

<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Romanticismo y ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> fi­<br />

nales <strong>de</strong>l siglo XVIII-la literatura contempo­<br />

ránea está marcada por el sentimiento <strong>de</strong><br />

una profunda herida que la historia parece<br />

haber infligido al individuo, impidiéndole rea­<br />

lizar plenamente su personalidad en con-<br />

cordancia con la evolución social y hacién­<br />

dole sentir la imposibilidad y la ausencia <strong>de</strong><br />

la vida verda<strong>de</strong>ra, el exilio <strong>de</strong> los dioses y la<br />

fragmentariedad <strong>de</strong> su propia existencia. El<br />

progreso social, que no es en absoluto <strong>de</strong>s­<br />

conocido a la gran literatura innovadora,<br />

como suce<strong>de</strong>, en cambio, con las reaccio­<br />

narias nostalgias <strong>de</strong> resonancias románticas,<br />

pone aún más en evi<strong>de</strong>ncia el malestar y la<br />

incertidumbre <strong>de</strong> lo particular.<br />

La poesía <strong>de</strong> los mo<strong>de</strong>rnos -escribe<br />

August Wilhelm Sch legel, fundador <strong>de</strong>l<br />

Romanticismo- es la nostalgia <strong>de</strong> una im­<br />

posible plenitud <strong>de</strong>l vivir y, por lo tanto, ex­<br />

presa el vacío, la ausencia, el incumplimien­<br />

to <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> la representación que<br />

preten<strong>de</strong> se ri e fiel, sin ce<strong>de</strong>r a la tentación<br />

<strong>de</strong> embellecerla retóri ca mente, como si<br />

todo estuviese en su luga r y sin proble­<br />

mas. Gran parte <strong>de</strong> la literatura contempo­<br />

rán ea aún es romántica, en el sentido en<br />

que fue el Romanticismo (observa Giuse­<br />

ppe Bevilacqua) el que soñó la utópica re­<br />

<strong>de</strong>nción global <strong>de</strong> la sociedad y <strong>de</strong> la vida<br />

-<strong>de</strong>silusionado por el fracaso <strong>de</strong> la revo­<br />

lución, que por reacción indujó a muchos<br />

románticos a alinearse políticamente en po­<br />

siciones conservadoras y retrógradas- y el<br />

que confió a la poesía la ta rea, igua lmente<br />

imposible, <strong>de</strong> rea li za r un absoluto poético­<br />

existencial (la vida verda<strong>de</strong>ra, el vivir poéti-


camente) en una sociedad que, entre más<br />

perfecta se preten<strong>de</strong>, más sofocante e in-<br />

vivible nos parece.<br />

«Querer vivir es cosa <strong>de</strong> megalómanos»,<br />

escribió Ibsen en un apunte, señalando así<br />

que sólo la certeza <strong>de</strong> lo arduo y temerario<br />

que es aspirar a la vida plena y auténtica<br />

pue<strong>de</strong> permitirnos ir hacia ella. El arte mo­<br />

<strong>de</strong>rno ha asumido, en su propia estructura<br />

formal, la disonancia <strong>de</strong> la condición hu­<br />

mana y ha rechazado toda consumación<br />

artística, sintiéndola falsa respecto a la exis­<br />

tencia, como también sería falsa una llana<br />

estatua neoclásica <strong>de</strong> la Victoria levantada<br />

para celebrar la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong>l nazismo <strong>de</strong>s­<br />

pués <strong>de</strong> Auschwitz.<br />

No sólo las obras más arduas y difíciles,<br />

como las <strong>de</strong> Joyce y <strong>de</strong> Beckett, sino tam­<br />

bién algunas aparentemente más accesi­<br />

bles pero igualmente radicales en la repre­<br />

sentación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sencanto y <strong>de</strong> la nada,<br />

como La Educación Sentimental <strong>de</strong> Flau­<br />

bert, han rechazado toda retórica <strong>de</strong> noble<br />

y fácil humanidad. La literatura que ha ex­<br />

presado las verda<strong>de</strong>s más radicales sobre<br />

la condición existenaal e histórica es la lite­<br />

ratura <strong>de</strong> la negación y <strong>de</strong>l rechazo, que<br />

pone el acento sobre el malestar <strong>de</strong> la cul­<br />

tura y sobre la laceración <strong>de</strong>l yo individual,<br />

ya no Su Majestad el Yo que emite actos<br />

<strong>de</strong> Gobierno, sino un yo cada vez más es­<br />

cindido y hecho añicos, reducido a un pro­<br />

visorio y oscilante punto inconsciente <strong>de</strong><br />

acontecimientos y sensaciones, poco más<br />

que el sedimento <strong>de</strong>jado por una tradición<br />

y por una historia volatizadas.<br />

Bartleby el escribiente, el inmortal pro­<br />

tagonista <strong>de</strong>l cuento homónimo <strong>de</strong> Melvi­<br />

lle, respon<strong>de</strong> a cada pregunta, ofrecimien­<br />

to u or<strong>de</strong>n: «Preferiría no hacerlo, Señor».<br />

En este firme y extremo no, semejante a la<br />

renuncia <strong>de</strong> los personajes kafkianos, exis­<br />

te un amor a la vida más profundo que todo<br />

fácil consenso, un amor que se expresa en<br />

la soledad, en el silencio, en una anarquía<br />

mucho más radical por cuanto es tímida y<br />

huraña. También la ironía pue<strong>de</strong>, a la vez,<br />

ocultar y revelar el abismo, como la leve,<br />

<strong>de</strong>moniaca y vertiginosa ironía <strong>de</strong> Svevo,<br />

una <strong>de</strong> las miradas más inexorables dirigi­<br />

das a la Medusa. La enseñanza <strong>de</strong> la litera­<br />

tura, su papel en la formación <strong>de</strong> la perso­<br />

nalidad es, hoy más que nunca, la liberación<br />

<strong>de</strong> los falsos ídolos, <strong>de</strong> todo aquello que<br />

preten<strong>de</strong> reemplazar los valores auténticos.<br />

Como dicen los versos <strong>de</strong> un gran poeta<br />

que ha honrado al Senado, Eugenio Món­<br />

tale: "Solo esto po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cine, / lo que<br />

no somos, lo que no queremos". Para la<br />

literatura vale igualmente lo que está dicho<br />

en El Evangelio a propósito <strong>de</strong> la palabra<br />

<strong>de</strong> Cristo: también ella nos trae, no la paz,<br />

sino la espada; vino a separar al hijo <strong>de</strong>l<br />

padre y al hermano <strong>de</strong>l hermano, a espar­<br />

cir <strong>de</strong>sasosiego, a poner en duda todo or­<br />

<strong>de</strong>n social y político. Botero, el teórico <strong>de</strong> la<br />

Ragion diStato, <strong>de</strong>cía que las letras no les<br />

son muy útiles al Príncipe, porque inducen<br />

a la melancolía. Acto <strong>de</strong> comunicación y<br />

por consiguiente acto social por excelen­<br />

cia, la literatura también posee su irreducti­<br />

ble núcleo antisocial como bien lo sabía<br />

Platón. A menudo comprometida política­<br />

mente, la literatura es también sabotaje <strong>de</strong><br />

todo proyecto político.<br />

En la negación la literatura pue<strong>de</strong> ex­<br />

presar un apasionado sí a la vehemente<br />

vida, como la llamaba Saba. Ella también<br />

es liberadora porque está libre <strong>de</strong>l princi­<br />

pio <strong>de</strong> no contradicción; pue<strong>de</strong> proferir ver­<br />

da<strong>de</strong>s antitéticas, porque no formula juicios<br />

teóricos, ni mucho menos proclama i<strong>de</strong>o­<br />

logías, sino que expresa experiencias y por<br />

consiguiente pue<strong>de</strong> expresar tanto fe en<br />

Dios como negarlo, y la literatura expresa<br />

esta experiencia sin <strong>de</strong>jarse constreñir en<br />

la formulación <strong>de</strong> cualquier credo. En los<br />

cuentos <strong>de</strong> Singer se encuentran la epifa­<br />

nía <strong>de</strong> la fe y la epifanía <strong>de</strong> la nada más<br />

radical, y no es posible saber -y carece <strong>de</strong><br />

importancia preguntárselo en éste y otros<br />

ejemplos <strong>de</strong> contradicción— si Singer es<br />

creyente o no. Shakespeare no es reduci­<br />

ble al poeta <strong>de</strong> la fábula sin sentido narra­<br />

da por un idiota, como es <strong>de</strong>finida la vida<br />

en Macbeth, ni al cantor <strong>de</strong>l encanto <strong>de</strong><br />

Julieta: es ambas cosas, es todo o nada,<br />

todos y ninguno, como todo poeta <strong>de</strong>bería<br />

ser: alguien que <strong>de</strong>saparece en una plurali­<br />

dad <strong>de</strong> hombres, como Homero.<br />

Todo escritor sabe bien —la advierte físi­<br />

camente— la diferencia que existe entre lo<br />

que escribe para sí mismo, para expresar<br />

su posición o su juicio, y lo que dice ha­<br />

blando a través <strong>de</strong> sus personajes o <strong>de</strong> sus<br />

paisajes, escuchando lo que ellos le sugie­<br />

ren y que quizá hasta ese momento él ig­<br />

noraba que llevaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí. En la lite­<br />

ratura todo es metáfora, algo que dice algo<br />

<strong>de</strong> otro; un no pue<strong>de</strong> ser un sí, y ésta es su<br />

libertad, su ángulo <strong>de</strong> trescientos sesenta<br />

grados abierto sobre el mundo. En la litera­<br />

tura no cuentan las respuestas dadas por<br />

un escritor, sino las preguntas que plantea<br />

y que siempre son más amplias que toda<br />

respuesta, por concluyeme que sea. En la<br />

vida, <strong>de</strong> la misma manera, las personas que<br />

cuentan para nosotros no son tanto las que<br />

comparten nuestras respuestas acerca <strong>de</strong><br />

las cosas últimas, como las que se plan­<br />

tean nuestras mismas preguntas en torno<br />

a esas cosas.<br />

La literatura tiene su férrea necesidad,<br />

pero ama el juego. La necesidad supraper-<br />

sonal, a menudo, traspasa el <strong>de</strong>seo y la vo­<br />

luntad <strong>de</strong>l mismo autor; a veces queremos<br />

<strong>de</strong>cir algo que nos es querido pero que el<br />

texto rechaza, o bien silenciar algo que el<br />

texto exige. En la fábula La Radura (El claro<br />

<strong>de</strong>l bosque) <strong>de</strong> Mansa Madien, la pequeña<br />

Dafne quisiera escribir cuentos sobre sus tri­<br />

bulaciones personales eliminando el episo­<br />

dio <strong>de</strong>l mirlo que se tragó la serpiente, pues<br />

turba su encanto <strong>de</strong>l mundo, pero se da<br />

cuenta <strong>de</strong> que no pue<strong>de</strong> hacerlo. Sin em­<br />

bargo, la literatura ama el juego, la libertad<br />

<strong>de</strong> inventar la vida como el Barón Münchhau-<br />

sen; <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r hacer ligera incluso a la trage-<br />

MENTIBEftt<br />

DEL GENIO Y LOS LAURELES<br />

El popular y antiguo dicho: "cría<br />

fama y échate a dormir" hace re­<br />

ferencia naturalmente a la con­<br />

dición <strong>de</strong> los afortunados morta­<br />

les que, en cualquier actividad,<br />

incluida la literatura, han <strong>de</strong>sco­<br />

llado sobre sus congéneres y<br />

pue<strong>de</strong>n permitirse plácidamente<br />

—como también se dice- "dor­<br />

mir en sus laureles" y no esfor­<br />

zarse nunca más en realizar las<br />

arduas empresas creativas que<br />

los llevaron ya a la fama o la ce­<br />

lebridad.<br />

Pero, por lo pronto, en el te­<br />

rreno <strong>de</strong> las artes y la literatura,<br />

don<strong>de</strong> los juicios <strong>de</strong> valor son<br />

siempre más controvertibles y ex­<br />

puestos que en el terreno <strong>de</strong> las<br />

ciencias, por ejemplo, el asunto<br />

<strong>de</strong> la celebridad o la gran<strong>de</strong> fama<br />

pública tiene muchos rostros.<br />

Suele un creador —ya lo sabe­<br />

mos, por un golpe <strong>de</strong> suerte, una<br />

coyuntura social favorable o una<br />

exitosa promoción comercial, con­<br />

seguir un reconocimiento univer­<br />

sal gracias a un libro, un cuadro,<br />

una obra musical que los espe­<br />

cialistas en la materia consi<strong>de</strong>ran<br />

mediocre y aun menos que me­<br />

diocre. Pero también ocurre que<br />

los más calificados críticos, edito­<br />

res y cofra<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un <strong>de</strong>terminado<br />

escritor, consigan la riqueza y la<br />

gloria para autores cuyas criatu­<br />

ras no resisten el paso <strong>de</strong>l tiempo<br />

y se <strong>de</strong>sploman en pocas déca­<br />

das o quinquenios, arrastrados<br />

por la fuerza <strong>de</strong> las aguas estéti­<br />

cas, crueles e impre<strong>de</strong>cibles, so­<br />

bre las que navegan creadores<br />

más visionarios y a<strong>de</strong>lantados. Se<br />

dan casos extremos <strong>de</strong> celebridad<br />

y reconocimiento incontestables<br />

en que se favorece a ciertos auto­<br />

res <strong>de</strong> genio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong>


dia; como un globo <strong>de</strong> colores que se escapa<br />

<strong>de</strong> las manos y que se va por el aire por<br />

su cuenta; <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r la profundidad en<br />

la superficie como <strong>de</strong>cla Hofmannsthal; <strong>de</strong><br />

disimular los abismos más inquietantes en<br />

la levedad <strong>de</strong> la sonrisa y <strong>de</strong> lo aparentemente<br />

fútil como suce<strong>de</strong> en Sterne; y <strong>de</strong><br />

hacer sentir <strong>de</strong> tal modo, aún con mas intensidad<br />

los vértigos <strong>de</strong> ese oscuro abismo.<br />

Inventa el lenguaje, transgre<strong>de</strong> la gramática<br />

y la sintaxis, pero creando un nuevo or<strong>de</strong>n;<br />

crea palabras, casi como regresando cada<br />

vez al origen <strong>de</strong> la vida. Esta airosa libertad<br />

es quizá el don más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> la literatura,<br />

una levadura que vivifica a la persona.<br />

Hay una irresponsabilidad que la literatura<br />

reivi ndica como su <strong>de</strong>recho inalienable<br />

y que protege <strong>de</strong> la insoportable seriedad<br />

<strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> sus obligaciones y <strong>de</strong><br />

sus tábanos, recordando que es necesario<br />

ir a la escuela, pero también irse <strong>de</strong> pinta.<br />

La literatura enseña a reírnos <strong>de</strong> eso que<br />

se respeta y a respetar eso <strong>de</strong> lo que nos<br />

reímos, como suce<strong>de</strong> en la escuela, con<br />

ciertos profesores venerados y <strong>de</strong> los que<br />

uno se burla, con una afeduosa ironía y<br />

autoironía que es lo opuesto al acre y presumible<br />

escarnio. Esta resuelta <strong>de</strong>senvoltura<br />

<strong>de</strong> la persona es una aditud clásica y<br />

la clasicidad hace libres, como dice un personaje<br />

<strong>de</strong> Fontane, el gran narrador prusiano<br />

<strong>de</strong>l siglo XIX, porque da sentido <strong>de</strong>l<br />

espesor, <strong>de</strong> la complejidad pero también<br />

<strong>de</strong> lo absurdo y <strong>de</strong> la vanidad <strong>de</strong> las cosas,<br />

enseñando a acepta rl as y amarlas sin llegar<br />

a idolatrarla s. Entre las tantas razones<br />

para estudiar las literaturas y las lenguas<br />

clásicas está lo gratuito <strong>de</strong> esas lenguas<br />

muertas, <strong>de</strong> esas perífrasi s, <strong>de</strong> esas conjunciones<br />

y <strong>de</strong> todos esos «esse vi<strong>de</strong>atur¡¡<br />

que no parecen servir para nada y que<br />

quizá, también por eso, ayudan a enten<strong>de</strong>r<br />

a los hombres con <strong>de</strong>silusionada benevolencia<br />

y sobre todo enseñan, con el<br />

Claudi!» Magris en 1991. Fotografía <strong>de</strong> Gabriela Bautista<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l lenguaje, la corrección moral :<br />

muchas bellaquerías nacen cuando se enmaraña<br />

al lenguaje y se pone al sujeto en<br />

el acusativo o el objeto diredo en el nominativo,<br />

enredando los papeles e intercambiando<br />

los roles entre vídimas y culpables,<br />

aboliendo distinciones y jerarquías en un<br />

timo amontonado <strong>de</strong> conceptos y sentimientos<br />

que <strong>de</strong>forman la verdad. Quizá, si<br />

aprendiéramos lo gratuito <strong>de</strong> todos esos<br />

proparoxítonos y properisponemas o <strong>de</strong><br />

ese bendito paradigma <strong>de</strong>l verbo hystemi,<br />

el resto ya sería ganancia.<br />

Irresponsabilidad, juego <strong>de</strong> la literatura.<br />

Pero el verda<strong>de</strong>ro juego es algo muy serio:<br />

lo saben los niños, que juegan a policlas y<br />

ladrones conscientes <strong>de</strong> la ficción, pero con<br />

una seriedad y una pasión que raramente,<br />

más tar<strong>de</strong>, investirán en las ficciones aparentemente<br />

reales <strong>de</strong> sus adivida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

adultos. Existe también un juego estéril y<br />

árido, <strong>de</strong>l que a menudo se complacen los<br />

literatos, una ari<strong>de</strong>z enmascarada por las<br />

palabras que celebran los sentimientos, casi<br />

una proterva autorización a no participar<br />

en la vehemente vida en el ado mismo<br />

en el que se le canta. Quien ame la literatura<br />

<strong>de</strong>be hacer cuentas a fondo, como lo<br />

aclaró <strong>de</strong> una vez por todas Thomas Mann,<br />

con el peligro - que siempre tiene incumbencia-,<br />

<strong>de</strong> que el amor por la palabra se<br />

convierta en idolatría, fetichismo. En todo<br />

escritor, no sólo en un esteta común y corriente,<br />

serpentea la tentación que la tradición<br />

le atribuye, probablemente con injusticia,<br />

a Nerón, es <strong>de</strong>cir, el impulso a<br />

preocuparse, cuando Roma estaba en llamas,<br />

más en los versos que lloran la hoguera<br />

y sus vídimas que en las vídimas<br />

mismas y en su dolor. Muchos escritores,<br />

incluso gran<strong>de</strong>s, que han sabido hablarle al<br />

corazón han revelado tener un corazón muy<br />

pequeño y árido; los grandísimos escritores<br />

-basta pensar en Tolstoi o en Dostoievs-<br />

6<br />

ky- han sido, por otra parte, los primeros<br />

en <strong>de</strong>nunciar, incluso en sí mismos, esta<br />

mezquindad humana <strong>de</strong> la literatura. Es el<br />

mismo ejercicio <strong>de</strong> esta última -un ejercicio<br />

ascético y totalizante, que absorbe la<br />

atención y la energla <strong>de</strong> toda la personael<br />

que comporta este riesgo, inevitable y<br />

necesario, <strong>de</strong> inhumanidad. La escritura<br />

busca la vida, pero pue<strong>de</strong> per<strong>de</strong>rla precisamente<br />

porque está toda concentrada en sí<br />

misma y en su propia búsqueda.<br />

Una vez, en París, durante una discusión<br />

sobre mi Danubio, Maurice Na<strong>de</strong>au<br />

me preguntó si para mí, viajero danubiano,<br />

la literatura era un medio para alcanzar<br />

el sentido <strong>de</strong> la vida o un obstáculo en<br />

dicho camino. Luego <strong>de</strong> muchas vacilaciones<br />

le dije que, si realmente tenía que respon<strong>de</strong>rle,<br />

la literatura era 50,001 salvación<br />

y 49,999 perdición y que ella sólo pue<strong>de</strong><br />

ser salvación si uno está consciente <strong>de</strong> este<br />

su alto potencial negativo.<br />

Nadie ha entendido como Kafka este<br />

intrincado nudo <strong>de</strong> bien y <strong>de</strong>l mal enraizado<br />

en la literatura. ti dice que hubiera querido<br />

ser Amshel, como suena su nombre<br />

judío, es <strong>de</strong>cir, arraigado en aquel tejido <strong>de</strong><br />

valores y afedos humanos, en aquella plenitud<br />

vital y moral que para él estaba representada<br />

por el judaísmo. La literatura fue<br />

para él el camino <strong>de</strong> esta búsqueda <strong>de</strong> lo<br />

humano, pero lo enredó en esta búsqueda,<br />

a la que él le terminó por <strong>de</strong>dicar toda su<br />

energía y su atención, extraviando la meta<br />

porque había sido atrapado por el ansia <strong>de</strong><br />

llegar a ella. Así, él no pudo convertirse en<br />

Amshel, el hombre completo, y se convirtió<br />

en Franz Kafka, gran escritor porque es hombre<br />

manco y culpable <strong>de</strong> su perfección literaria<br />

que era también mutilación humana.<br />

Pero sin Franz Kafka no sabríamos lo que<br />

significa ser Amshel, lo que significa esa vida<br />

que al escritor le hizo falta.<br />

Ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> los libros,<br />

La Odisea, la literatura es un viaje en la<br />

vida. La literatura mo<strong>de</strong>rna no es un viaje<br />

por mar, sino a través <strong>de</strong>l polvo y <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>solación, como el <strong>de</strong> Don Quijote, a través<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto. La literatura no pue<strong>de</strong> ser<br />

reclutada por religión, filosofía o política alguna<br />

que proclame haber llegado ya a La<br />

Tierra Prometida o que está a punto <strong>de</strong> llegar<br />

a ella, arrastrando trás <strong>de</strong> sr a sus secuaces.<br />

Sin embargo, la literatura, el arte, señalan<br />

el camino hacia La Tierra Prometida, la<br />

dirección correda. Es comprensible que los<br />

poetas sean expulsados <strong>de</strong> la República,<br />

como inmigrantes ilegales y clan<strong>de</strong>stinos.<br />

Pero estos vagabundos, al igual que los<br />

nómadas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto, son los guías que nos<br />

muestran las pistas para atravesa rlo.<br />

Traducción <strong>de</strong> María Teresa Meneses<br />

El ensayista y narrador CLAUDia MAGRIS (Trieste,<br />

1939) es uno <strong>de</strong> los escritores Italianos más<br />

difundidos en nuestro idioma. En estos meses<br />

Anagrama ha puesto en CIrculación su más re­<br />

Ciente libro: Utopla y <strong>de</strong>sencanto.


Caldos<br />

Y Lüb VAIVENES DE LA FAMA<br />

Luis RAMÓN BUSTOS<br />

Suce<strong>de</strong> a menudo que los libros menos la biblioteca <strong>de</strong> mi padre, alguna mañana en<br />

conocidos <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s maestros <strong>de</strong> la que escapé <strong>de</strong> la obligación <strong>de</strong> la preparato-<br />

literatura resultan ser los más interesantes na, encontré el tomo, con el sello <strong>de</strong> alguna<br />

o entretenidos. Andando con tal pensa- editorial española (no recuerdo cuál), y lo leí<br />

miento, acudí a la calle <strong>de</strong> Donceles en primero con reticencia y <strong>de</strong>spués con autén-<br />

pos <strong>de</strong> la novela El Abuelo, <strong>de</strong> Benito Pé- tico agrado. De entonces a acá, hubo alguna<br />

rez Caldos. A ese corredor oloroso a polvo relectura y <strong>de</strong>spués un olvido <strong>de</strong> décadas,<br />

<strong>de</strong> página, don<strong>de</strong> es posible hallar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Pocos meses atrás me percaté <strong>de</strong> que esta<br />

libros <strong>de</strong> texto hasta ediciones <strong>de</strong>l Quijote novela y Misericordia, habían sido publicadas<br />

<strong>de</strong>l siglo XVII, suelo ir en busca <strong>de</strong> los li- el mismo año (1897) y que son consi<strong>de</strong>ra­<br />

dos rancios que son <strong>de</strong> mi preferencia. das por la crítica como sus últimas novelas<br />

Allí, "Los Hermanos <strong>de</strong> la Hoja" (acaso no <strong>de</strong> calidad; Misericordia tiene abundantes<br />

sea tan fortuito este nombre alusivo a la ediciones en el mercado, pero El Abuelo re-<br />

novela <strong>de</strong> Inclán, ya que lo oficios <strong>de</strong> con- sulta casi un incunable. Recorrí muchísimas<br />

trabandista <strong>de</strong> tabaco y <strong>de</strong> comerciante <strong>de</strong> librerías: en las <strong>de</strong>l sur, <strong>de</strong>l centro y <strong>de</strong> la<br />

libros viejos tienen bastante parecido), Con<strong>de</strong>sa, no pu<strong>de</strong> hallar ni rastro <strong>de</strong> ella. En<br />

poseen una sene <strong>de</strong> librerías don<strong>de</strong> el in- Porrúa Hermanos, hallé algunos tomos <strong>de</strong><br />

cauto pue<strong>de</strong> caer redondito: si uno va a las Obras completas <strong>de</strong> Galdós; su tomo VI<br />

ven<strong>de</strong>r libros —seguramente apremiado incluye mi elusiva narración. Pese a que es-<br />

por necesidad hambruna, resulta que va- taban incompletas, no me quisieron ven<strong>de</strong>r<br />

len unos pocos pesos (iy a veces ni eso!); el tomo suelto y un tanto <strong>de</strong>sanimado pro-<br />

y si ven<strong>de</strong> una biblioteca entera, no pagan seguí en mi afán. Finalmente compré el mis-<br />

más <strong>de</strong> lo que valen cincuenta libros nue- mo tomo a "Los Hermanos <strong>de</strong> la Hoja", por<br />

vos. Y claro, cuando uno es el comprador, la módica cantidad <strong>de</strong> quinientos pesos. Mal<br />

entonces los libros readquieren mágicamen- negocio, pues, para mí, mas estupendo para<br />

te su valor, y son pon<strong>de</strong>rados su edición, la los hermanitos <strong>de</strong> Donceles,<br />

calidad <strong>de</strong>l papel, el que esté agotado en el Misericordia y El Abuelo, obras <strong>de</strong> ma-<br />

mercado, el año en que se publicó y sus durez, resultaron un gustoso pretexto para<br />

características tipográficas. Gajes <strong>de</strong>l oficio, <strong>de</strong>sempolvar al viejo y bonachón canario,<br />

dicen esos maestros <strong>de</strong> la compra-venta; Aquel hombre callejero y fisgón, que con<br />

pero a mí me parece sólo un vil <strong>de</strong>spojo. los años se naturalizó madrileño a fuerza<br />

Mis <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> saborear El Abuelo pro- <strong>de</strong> curiosear obsesivamente por esa ciu-<br />

venían <strong>de</strong> un viejo recuerdo adolescente: en dad, tiene aún mucho que <strong>de</strong>cir y aún<br />

lyiENTIBEft»<br />

sus Sus Sus primeras obras -así<br />

sean sólo miembros <strong>de</strong> una<br />

minoría crítica calificada los que<br />

advierten el fenómeno—, pero al<br />

fin <strong>de</strong> cuentas todos los<br />

verda<strong>de</strong>ros innovadores y todos<br />

los autores <strong>de</strong> obras atípicas,<br />

inimitables e irrenunciables para<br />

los públicos y los artistas <strong>de</strong> una<br />

era o varias, son siempre como<br />

bombas <strong>de</strong> tiempo, <strong>de</strong> alto po<strong>de</strong>r,<br />

que conforme pasan los años, los<br />

siglos, y a veces los milenios, continúan<br />

expandiendo sus capacida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> conmoción espiritual en<br />

tpdos los ámbitos. Y rara vez, por<br />

cierto, esos propios supremos<br />

gestores <strong>de</strong> obras únicas saben en<br />

yjda hasta qué punto serán venerados<br />

por la posteridad, y en muchas<br />

ocasiones, ni siquiera se ocupan<br />

<strong>de</strong> pensar en el tema.<br />

Por eso mismo, la preocupación<br />

principal <strong>de</strong> editores, críticos<br />

y escritores sensatos, es impedir<br />

que se pierda la memoria <strong>de</strong> esas<br />

figuras capitales, con frecuencia<br />

oscurecidas o sepultadas durante<br />

décadas por el huracán <strong>de</strong> los<br />

bestsellers y las estrellas golondrinas<br />

que la publicidad, la fortuna,<br />

la ignorancia o la moda imponen<br />

a las huestes ingenuas <strong>de</strong> sus seguidores.<br />

Escritores muy famosos en su<br />

momento, pero <strong>de</strong>saparecidos<br />

apenas hace un cuarto <strong>de</strong> siglo o<br />

más, comienzan en México y en<br />

otros países a eclipsarse para los<br />

lectores; lo que no ocurre con<br />

aquellos que se han convertido en<br />

paradigmas <strong>de</strong> una época, una<br />

lengua y una cultura entera, sea<br />

en los tiempos antiguos o los<br />

mo<strong>de</strong>rnos.<br />

Un personaje <strong>de</strong> obra tan vasta,<br />

singular, brillante y <strong>de</strong>cisiva como<br />

Benito Pérez Galdós (1843-1920),<br />

pongamos por caso, el Dickens, el<br />

Balzac, o el Emilio Zola ibérico, alcanzó<br />

gran<strong>de</strong> gloria al final <strong>de</strong> su<br />

vida y se tranformó en el novelista<br />

emblemático <strong>de</strong> su lengua. Pero,<br />

como bien lo recuerda Luis Ramón<br />

Bustos en el ensayo que aquí publicamos,<br />

también sufrió Don Benitp<br />

el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> sus lectores coterráneos<br />

que durante décadas<br />

prefirieron leer por carretadas en<br />

malas traducciones españolas a<br />

numerosos autores <strong>de</strong> lengua inglesa^<br />

francesa o rusa, que en su enérgico<br />

y pulcro castellano al autor <strong>de</strong><br />

Los Episodios Nacionales.<br />

No importa que las obras <strong>de</strong><br />

Caldos -y los personajes <strong>de</strong> sus<br />

povelas— hayan servido <strong>de</strong> buen


más que contar; sólo que las nuevas ge­<br />

neraciones lo <strong>de</strong>sconocen por completo,<br />

pues incluso cuando les obligan a leer<br />

Doña Perfecto o MarianeJa, lo hacen <strong>de</strong><br />

mala gana y a ojo <strong>de</strong> pájaro. Por ello no<br />

es un ejercicio banal retroce<strong>de</strong>r a su épo­<br />

ca y <strong>de</strong>linear -como quien a hurtadillas<br />

persigue un fantasma añoso- la vida <strong>de</strong>l<br />

autor y 105 vaivenes <strong>de</strong> su fama literaria.<br />

En aquella España en crisis, plagada por<br />

guerras civiles, revoluciones petar<strong>de</strong>ras, aso­<br />

nadas militares y regresos a la monarquía;<br />

en aquella España <strong>de</strong> Isabel II (1834-1868),<br />

<strong>de</strong> la Primera República (1868-1874) y <strong>de</strong><br />

la Restauración Monárquica (1875-1931),<br />

don<strong>de</strong> la clase media empieza a levantar<br />

cabeza y la clase alta, añorosa <strong>de</strong> esplen­<br />

dores, se resiste a <strong>de</strong>jar sus privilegios; en<br />

aquella España ávida <strong>de</strong> lagrimones román­<br />

ticos y consciente <strong>de</strong> que los tiempos ha­<br />

bían ya mudado, Benito Pérez Galdós vino<br />

a ser un espejo que reflejó a la sociedad<br />

entera y una pregunta dolorosa -que aún<br />

las nuevas generaciones no respon<strong>de</strong>n­<br />

respecto a la <strong>de</strong>bacle <strong>de</strong>l espíritu hispáni­<br />

co. Espejo y pregunta que en un principio<br />

no fueron percibidos cabalmente, ni por la<br />

crítica ni por el público.<br />

Benito Pérez Galdós (1843- 1920) na-<br />

Retrato <strong>de</strong> Benito Pérez Cialdós (1843-1910) por Joaquín Sorolla<br />

ció en Las Palmas <strong>de</strong> Gran Canaria; sin<br />

embargo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus primeras novelas -Lo<br />

Fontana <strong>de</strong> Oro (1870), Lo Sombro (1871),<br />

EJ Audaz (1872), Doña Perfecto (1876),<br />

Glorio (1877), MarianeJa y Lo FamiJia <strong>de</strong><br />

León Roch (1878)- <strong>de</strong>scribió la vida ente­<br />

ra <strong>de</strong> la. península. Estos inicios tuvieron<br />

poca resonancia entre la crítica y apenas<br />

<strong>de</strong>spertaron un pequeño eco entre 105 lec­<br />

tores. Igual suerte corrió MarianeJa, su no­<br />

vela <strong>de</strong> más evi<strong>de</strong>nte parentesco con el<br />

folletón romántico, y aunque esta historia<br />

terminó siendo favorita como instrumento<br />

<strong>de</strong> lectura escolar, en su momento <strong>de</strong> apa­<br />

rición fue poco apreciada. Décadas <strong>de</strong>s­<br />

pués, con Doña Perfecto ocurrió algo com­<br />

pletamente inesperado: la crítica le favoreció<br />

con entusiasmos <strong>de</strong>smesurados y con 105<br />

años este reconocimiento <strong>de</strong>cayó y se le<br />

tuvo por un trabajo menor. Giner <strong>de</strong> 105<br />

Ríos incluso la distinguió como el mejor tra­<br />

bajo galdosiano o el único salvable, ya que<br />

este avispado critico pensaba que nuestro<br />

autor carecía <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s. Ahora,<br />

con cientoveintiún años <strong>de</strong> edad entre sus<br />

páginas, Doña Perfecto sirve casi exclusi­<br />

vamente como libro <strong>de</strong> cabecera para mejor<br />

dormir a 105 adolescentes. Con MarianeJo<br />

ocurrió lo opuesto: 105 chamacos<br />

8<br />

secundarinos la leen con gusto sentimen­<br />

talón y poniendo ojitos melosos.<br />

Si con la crítica especializada -siempre<br />

tan sagaz y generosa- el escritor canario<br />

no tuvo <strong>de</strong>masiados a<strong>de</strong>ptos al comienzo<br />

<strong>de</strong> su carrera novelística, si con el público<br />

apenas obtuvo algunos reconocimientos,<br />

asaz distinta fue su suerte cuando <strong>de</strong>cidió<br />

publicar sus Episodios Nocionales (bajo el<br />

tutelaje amistoso <strong>de</strong> su director <strong>de</strong> El Debate,<br />

José Luis Alvareda), ya que su resonancia<br />

fue mayúscula, llegando a ser estos<br />

relatos históricos libros <strong>de</strong> sobremesa <strong>de</strong><br />

muchísimas familias españolas <strong>de</strong> clase<br />

media y baja. Vamos, que hasta los leían<br />

los más pobres <strong>de</strong> los pobres, incluso algu­<br />

no que otro ganapán <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> Madrid, tal<br />

vez hasta uno <strong>de</strong> aquellos que le sirvieron<br />

<strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo para su Misericordia. El éxito<br />

«masivo» <strong>de</strong> los Episodios fue punta <strong>de</strong> lan­<br />

za para intentar todo lo intentable: fraguó<br />

relatos a partir <strong>de</strong> anécdotas callejeras, pin­<br />

tó tipos estrambóticos y tipos muy comu­<br />

nes, entreverándolos <strong>de</strong> tal modo que por<br />

su interés dramático <strong>de</strong>spertaran la curiosi­<br />

dad <strong>de</strong> 105 lectores. Leyó y releyó la historia<br />

<strong>de</strong> la España <strong>de</strong>cimonónica y con ladrillos<br />

<strong>de</strong> esa construcción errática forjó estructu­<br />

ras bien sólidas, que fueron un espejo para


varias generaciones <strong>de</strong> peninsulares. Para<br />

muchos <strong>de</strong> ellos aquel Galdós significó una<br />

recompensa ante tanta <strong>de</strong>rrota, una mane­<br />

ra <strong>de</strong> no sentirse tan vulnerables frente a<br />

un mundo que ya no creía ni mínimamen­<br />

te en las viejas glorias <strong>de</strong> España. Tal vez su<br />

éxito naciera <strong>de</strong> esta especie <strong>de</strong> mentira<br />

piadosa, aunque también los Episodios tie­<br />

nen el toque <strong>de</strong> su genialidad narrativa y<br />

en ellos, con amenidad y gran oficio, revela<br />

hasta qué punto se pue<strong>de</strong>n entreverar los<br />

hilos que unen historia y novela.<br />

Para cuando las siguientes generaciones<br />

<strong>de</strong> españoles ilustrados entran en contacto<br />

con sus libros, los vientos le favorecen com­<br />

pletamente. Hacia la vuelta <strong>de</strong>l siglo XIX, Gal­<br />

dós era ya El Escritor <strong>de</strong> España, el dramatur­<br />

go <strong>de</strong> los teatros a reventar, el historiador que<br />

con toque risueño hacía cotidiano el pasado,<br />

el novelista que pintando tipos singulares y<br />

simplones retrataba la manera <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> todo<br />

un pueblo. Exitoso, galardonado, se paseaba<br />

por Madrid <strong>de</strong>spertando curiosida<strong>de</strong>s o vera­<br />

neaba en Santan<strong>de</strong>r, entre murmullos <strong>de</strong><br />

escritores nóveles que acudían a su tertulia.<br />

Consagrado plenamente, sus textos circula­<br />

ban por todas las aulas <strong>de</strong>l país y no había<br />

biblioteca que careciera <strong>de</strong> ellos.<br />

Gran<strong>de</strong>s especialistas e historiadores <strong>de</strong><br />

la literatura escribieron ensayos y biogra­<br />

fías durante aquellos años: Navarro Le<strong>de</strong>s-<br />

ma, Clarín, Menén<strong>de</strong>z Pelayo, Emilio Pardo<br />

Bazán y otros. Pero quien realmente le es­<br />

tudió a fondo y aportó las líneas claves <strong>de</strong><br />

su trayectoria literaria fue Azorín, que con<br />

sus dotes generosas dio la señal para una<br />

revaloración <strong>de</strong> la obra galdosiana. Sin Azo­<br />

rín, sin sus textos penetrantes y esclarece-<br />

dores, la obra crítica <strong>de</strong> Casalduero, Ricar­<br />

do Gullón, Pattison, Berkowitz, Julián Marías<br />

y José F. Montesinos, sus biógrafos e histo­<br />

riadores mejor dotados, sería francamente<br />

imposible. De Azorín, <strong>de</strong> su pluma, salie­<br />

ron los puntos cardinales que dieron direc­<br />

ción a todos los estudios posteriores. Sin<br />

embargo, para el resto <strong>de</strong> la Generación<br />

<strong>de</strong>l 98 y para casi todos los que pertene­<br />

cieron a la <strong>de</strong>l 27, Benito Pérez Galdós sig­<br />

nificó poco. Se le llegó a motejar <strong>de</strong> escri­<br />

tor garbancero por su supuesta índole<br />

grosera y popular; los tiempos apuntaban<br />

—con el arte <strong>de</strong>l siglo XX dirigido por las<br />

vanguardias— hacia una sofisticación que,<br />

en su ceguera elitista, no pudo apreciar su<br />

profundo humanismo. Cegueras <strong>de</strong> anta­<br />

ño que no se curaron en España hasta muy<br />

recientemente, pues aún el centenario <strong>de</strong><br />

su nacimiento (1943) no tuvo el lucimien­<br />

to intelectual que se esperaba, ya que el<br />

homenaje corrió a cargo <strong>de</strong>l gobierno y <strong>de</strong>l<br />

pueblo, sin una presencia significativa <strong>de</strong><br />

los escritores. En la actualidad, con la pers­<br />

pectiva <strong>de</strong> una centuria, sin los dogmas que<br />

hacen que una generación literaria nueva<br />

rechace virulentamente a la anterior, con el<br />

trabajo <strong>de</strong> muchos galdosianos que lo han<br />

aquilatado serenamente, su figura adquirió<br />

su verda<strong>de</strong>ra medida y es ya, otra vez, maes­<br />

tro indiscutido.<br />

1<br />

En México, los vaivenes <strong>de</strong> su fortuna<br />

literaria han corrido por diferentes sen<strong>de</strong>­<br />

ros. Hacia el siglo XIX, sus contemporáneos<br />

<strong>de</strong> acá no le valoraron <strong>de</strong>bidamente, un<br />

poco por ignorancia y un mucho porque se<br />

trataba <strong>de</strong> un escritor español (en aquellos<br />

tiempos afrancesados nada <strong>de</strong> aquel país<br />

interesaba). Nuestros escritores <strong>de</strong> fines <strong>de</strong>l<br />

siglo XIX lo leyeron muy poco y fuera <strong>de</strong><br />

algunas noticias superficiales, en realidad<br />

<strong>de</strong>sconocieron su hondura, su gran oficio y<br />

calidad. Con el auge <strong>de</strong> la Novela <strong>de</strong> la Re­<br />

volución Mexicana, con el interés <strong>de</strong>sperta­<br />

do por la problemática social en la literatu­<br />

ra, el nombre <strong>de</strong> Galdós, como fiel retratista<br />

<strong>de</strong> todas las clases sociales <strong>de</strong> España, fue<br />

recuperado y ensalzado. Sus libros cono­<br />

cieron mejores tiempos y las ediciones es­<br />

pañolas y argentinas <strong>de</strong> sus obras llegaron<br />

ampliamente a nuestras librerías.<br />

Hacia los años cuarenta, Aguilar Editor,<br />

hizo circular con mayor profusión sus obras<br />

completas, y entonces pudieron conocer­<br />

se algunas antes leídas. Por ejemplo, sus<br />

textos biográficos, sus últimas novelas y<br />

Episodios Nacionales, sus bitácoras <strong>de</strong> via­<br />

je, sus amorosos bocetos <strong>de</strong> Toledo, su<br />

Guía <strong>de</strong> Madrid y otras obras reunidas bajo<br />

el titulo genérico <strong>de</strong> Miscelánea. Nuestros<br />

escritores, nuestros lectores, por vocación<br />

realista, acogieron con beneplácito dicha<br />

edición. Incluso en primarias, secundarias<br />

y preparatorias, algunas <strong>de</strong> ellas tuvieron<br />

cabida: Doña Perfecta, Mananela, Trafal­<br />

gar, La Corte <strong>de</strong> Carlos IV, Fortunata y Ja­<br />

cinta, sirvieron <strong>de</strong> incitación hacia la lectu­<br />

ra a muchos profesores <strong>de</strong> español y<br />

literatura. Ahora en estos tiempos <strong>de</strong> com­<br />

putación <strong>de</strong>saforada, y programas televisi­<br />

vos intergalácticos, los profesores continúan<br />

buscando interesar a los jóvenes en dichas<br />

novelas. Pero si el mismísimo Principito<br />

causa bostezos, qué esperar <strong>de</strong> Fortunata<br />

y Jacinta o Doña Perfecta que, con su ex­<br />

ceso <strong>de</strong> páginas y su olor a vejez, escasa­<br />

mente parecen atractivas.<br />

Leyendo El Abuelo —como quien recono­<br />

ce lo ya andado-, me fui a<strong>de</strong>ntrando gustoso<br />

en la charla <strong>de</strong> aquel curioso empe<strong>de</strong>rnido,<br />

<strong>de</strong> aquel infatigable caminador <strong>de</strong> la ciudad<br />

<strong>de</strong> Madrid que fue Benito Pérez Galdós. Su<br />

trama sencilla, basada en la fábula medioeval<br />

<strong>de</strong>l Rey Ciego que <strong>de</strong>be reconocer a su ver­<br />

da<strong>de</strong>ra nieta, me <strong>de</strong>volvió a los años en que<br />

la lectura era para mí un gran placer, no una<br />

obligación <strong>de</strong> trabajo. Novela dialogada, trans­<br />

parente y límpida, ingenua y sabia, que revela<br />

la mano <strong>de</strong>l maestro, en sus páginas supe<br />

reencontrara ese escritor imperece<strong>de</strong>ro, siem­<br />

pre joven y siempre actual.<br />

Luis RAMÓN BUSTOS (México, D. R, 1955) Ensa­<br />

yista y periodista, es un atento lector <strong>de</strong> la<br />

literatura <strong>de</strong>l siglo XIX, como lo probó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su<br />

primera colaboración con esta revista, el ensayo<br />

sobre la correspon<strong>de</strong>ncia entre el portugués Ega<br />

<strong>de</strong> Queiroz y el brasileño Machado <strong>de</strong> Assis,<br />

aparecido en nuestro número 52.<br />

pasto a los productores cinema­<br />

tográficos y series hispanas para<br />

la TV (muchas <strong>de</strong> ellas magistra­<br />

les como Fortunata y Jacinta); el<br />

gran público suele admirar esas<br />

obras sin advertir la estatura <strong>de</strong>l<br />

escritor en que se apoyan y, por<br />

supuesto, sin animarse a comprar<br />

y leer sus libros.<br />

Muchos otros escritores favo­<br />

recidos por la fama y el prestigio<br />

intelectual suelen sufrir el <strong>de</strong>scon­<br />

suelo <strong>de</strong> no ser ensalzados por<br />

alguna sección <strong>de</strong> su obra que sus<br />

lectores no aprecian. Por ejemplo,<br />

Jean Giono, <strong>de</strong> quien se publican<br />

aquí fragmentos <strong>de</strong> su Diario y tres<br />

<strong>de</strong>sconocidas historias suyas para<br />

la televisión, hubiera querido al­<br />

canzar algún reconocimiento como<br />

autor <strong>de</strong> ciertas obras <strong>de</strong> ficción;<br />

así lo hace ver la entrevista <strong>de</strong> Ber­<br />

nard Faugonnier con Sylvie Giono<br />

("Mi padre", que también publica­<br />

mos), cuando afirma que fue "un<br />

fabulador injustamente soslayado<br />

τ nuestras latitu<strong>de</strong>s".<br />

Aun los autores <strong>de</strong> obras ma-<br />

úsculas, que son la piedra angu-<br />

ar <strong>de</strong> los cinco siglos <strong>de</strong> literatu­<br />

ra que los suce<strong>de</strong>n, llegaron a<br />

creer que no eran esas, sino otras<br />

predilectas suyas las que los con­<br />

ducirían a la posteridad. No es<br />

necesario ofen<strong>de</strong>r la cultura <strong>de</strong><br />

nuestros <strong>de</strong>socupados lectores<br />

recordando que el propio don<br />

Miguel <strong>de</strong> Cervantes tenía en más<br />

alta estima estética su Persiles que<br />

su Don Quijote.<br />

En la presente entrega <strong>de</strong> la<br />

revista, y para conmemorar el vi-<br />

gésimoquinto aniversario luctuoso<br />

<strong>de</strong> José Revueltas (1914-1976),<br />

publicamos tres cartas inéditas<br />

suyas <strong>de</strong> los años 30, con un apun­<br />

te <strong>de</strong> Andrea Revueltas y un ensa­<br />

yo <strong>de</strong> Philippe Cheron (ambos<br />

editores <strong>de</strong> la vasta obra completa<br />

<strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> Los Días Terrenales),<br />

sobre la obra narrativa <strong>de</strong>l autor<br />

<strong>de</strong> enorme talento, que adquirió<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la juventud consi<strong>de</strong>rable<br />

fama y fue objeto <strong>de</strong> controversia<br />

política constante, pero que no<br />

consiguió tampoco el aplauso<br />

mayor por la sección <strong>de</strong> su trabajo<br />

novelístico y ensayístico, aunque sí<br />

lo hizo por sus magistrales cuen­<br />

tos y relatos cortos <strong>de</strong> la juventud<br />

y <strong>de</strong> la madurez, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su Dios en<br />

la Tierra, <strong>de</strong> 1944, hasta Dormir<br />

en Tierra, <strong>de</strong> 1960, El Apando, <strong>de</strong><br />

1969 o Material <strong>de</strong> los sueños, <strong>de</strong><br />

1974. En páginas interiores hace­<br />

mos otro breve comentario sobre<br />

Revueltas y su obra.


LA A<br />

ESPUEST<br />

o la verdadque se levanta<br />

ALFONSO MONTELONGO


Loin d'étre oux lois d'un homme osservie,<br />

Moriez-vous, mo soeur, o la philosphie l<br />

Moliére<br />

A más <strong>de</strong> trescientos años <strong>de</strong> que murió sor Juana, nuestras<br />

certidumbres acerca <strong>de</strong> su vida no son tantas como<br />

podría creerse, dada la cantidad <strong>de</strong> escritos que ha suscita­<br />

do. El crítico maneja un conjunto <strong>de</strong> datos sospechosos, pues<br />

no hay otros; acepta algunos, rechaza los <strong>de</strong>más, y sobre tal<br />

fundamento edifica biografías verosímiles y/o agradables a<br />

su paladar. Este carácter especulativo general no quiere <strong>de</strong>­<br />

cir que todos los ensayos biográficos sorjuanescos sean igua­<br />

les, claro; hay algunos que arrastran al lector con blanda y<br />

apetecida violencia, que provocan admiración no sólo por la<br />

poetisa, sino también por el crítico. Tal es el caso <strong>de</strong> Sor<br />

Juana Inés <strong>de</strong> la Cruz o las trampas <strong>de</strong> la fe, <strong>de</strong> Octavio Paz,<br />

y «Sor Juana y los hombres», <strong>de</strong> Antonio Alatorre. Éstos son<br />

los que me han impulsado a escribir lo que sigue.<br />

Correré el riesgo <strong>de</strong> establecer relaciones <strong>de</strong>scabella­<br />

das, pero aspiro a tener antepasados ilustres: Alfonso Reyes<br />

equiparó a sor Juana con Paul Valéry; Paz, con Stéphane<br />

Mallarmé; Robert Graves <strong>de</strong>scubrió lo irlandés <strong>de</strong> la monja y<br />

por eso la comparó con la poetisa medieval Liadan <strong>de</strong> Cor­<br />

kaguineyJ ; yendo un paso más lejos, Xavier Villaurrutia la<br />

equiparó a Simbad y Ulises, figuras francamente mitológi­<br />

cas. Aunque por supuesto no me creo capaz <strong>de</strong> igualarlos,<br />

me propongo analizar el principal documento sobre la vida<br />

<strong>de</strong> la poetisa, su Respuesta a sor Filoteo <strong>de</strong> la Cruz, aplican­<br />

do un concepto actual <strong>de</strong> autobiografía. Para terminar me<br />

uniré al coro <strong>de</strong> especulaciones sobre la «conversión» <strong>de</strong> la<br />

inmensa escritora colonial.<br />

A continuación refiero en pocas palabras la historia <strong>de</strong> la<br />

Respuesta. En 1690, a instancias <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong> Puebla,<br />

Manuel Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Santa Cruz, sor Juana escribió la Carta<br />

otenogórica en la que criticaba un sermón pronunciado por<br />

el célebre pensador jesuita Antonio Vieira unos cuarenta años<br />

antes. Se dice que este acto fue <strong>de</strong> rebeldía y causó represa­<br />

lias contra su autora. Me permito dudarlo, pues el teólogo<br />

portugués le había mejorado la plana a San Agustín, Santo<br />

Tomás y San Juan Crisóstomo, por lo que sor Juana <strong>de</strong>fen­<br />

dió a las gran<strong>de</strong>s autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la Iglesia; pero ya volveré a<br />

este punto. De cualquier modo, en noviembre <strong>de</strong> ese año el<br />

obispo publicó la Carta junto con una admonición a la mon­<br />

ja firmada por él con el seudónimo <strong>de</strong> sor Filotea. En ésta la<br />

'Éstas son las palabras <strong>de</strong>l gran escritor:<br />

Now, though both Liadan and Juana were young and famous women poets<br />

who took vows of celibacy and submitted to ecclesiastical discipline, it was<br />

Juana's Irishness, rather, that the first led me compare them. Juana not only<br />

combined Christian ethics with pagan emotion, and profound learning with<br />

easy Iyricism, like the o/lomhs, but had inherited their technique by way of<br />

the early medieval Latin hymns and the anti-monastic ballads of the Golliards.<br />

." •<br />

Ahora bien, aunque tanto Liadan como Juana fueron poetisas jóvenes y<br />

famosas que hicieron votos <strong>de</strong> celibato y se sometiron a disciplina eclesiástica,<br />

lo irlandés <strong>de</strong> Juana fue lo que me llevó a compararlas. Juana no sólo<br />

combinaba la ética cristiana con la emoción pagana y el saber profundo<br />

con la facilidad lírica, como los o/lomhs, sino que había heredado su técnica<br />

a través <strong>de</strong> los primeros himnos latinos medievales y las baladas antimonásticas<br />

<strong>de</strong> los goliardos.<br />

Las traducciones <strong>de</strong> citas son mías. (A)<br />

11<br />

exhortaba a <strong>de</strong>jar las letras profanas por las sacras y critica ba<br />

su opinión <strong>de</strong> que «la mayor fineza <strong>de</strong> Cristo» (la mejor prueba<br />

<strong>de</strong> su amor) es no hacer ninguna, lo cual, en el catolicismo,<br />

es atribuir <strong>de</strong>masiada importancia al libre albedrío.<br />

Luego <strong>de</strong> tres meses, sor Juana contestó con la Res­<br />

puesta, la cual, como afirma Paz, es «un documento único<br />

en la historia <strong>de</strong> la literatura hispánica, en don<strong>de</strong> no abun­<br />

dan las confi<strong>de</strong>ncias sobre la vida intelectual, sus espejis­<br />

mos y sus <strong>de</strong>sengaños». En ella expone estos puntos bási­<br />

cos: la contradicción entre vida religiosa y estudios profanos<br />

es formal, no esencial; éstos últimos son peldaños legítim os<br />

hacia los sacros, más arduos y elevados; el ejercicio honesto<br />

<strong>de</strong> la poesía no es censurable; todas las mUjeres merecen la<br />

oportunidad <strong>de</strong> cultivarse en las artes y ciencia s, tantos las<br />

sacras como las profanas; nada <strong>de</strong> lo anterior contraviene<br />

los mandatos <strong>de</strong> la Iglesia.<br />

Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la retórica clá sica,2 la Res­<br />

puesta es una cruza <strong>de</strong> discurso forense (oratio) y «carta<br />

familiar», género <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong>l anterior; sor Juana <strong>de</strong>muestra<br />

manejar ambos con virtuosismo. Su estructura correspon<strong>de</strong><br />

a la <strong>de</strong>l primero: «exordio» (o introducción), «narración» (re­<br />

cuento <strong>de</strong> los hechos <strong>de</strong>l caso, líneas 216-844), «prueba»<br />

(confirmación o <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong>l argumento y refutación<br />

<strong>de</strong> las afirmaciones contrarias, 11. 845- 141 8) Y «perora ción»<br />

(o conclusión, 1419-38). Dada su intención <strong>de</strong> informali­<br />

dad, la «narración» es la parte más extensa, no la «prueba», a<br />

diferencia <strong>de</strong> la Carta otenogórica.<br />

Esta aparente informalidad se <strong>de</strong>be a que el obispo la<br />

había reprendido por sus «excesivos» conocimientos profa­<br />

nos. No le convenía respon<strong>de</strong>r con un <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> saber<br />

escolástico en tono formal ; por eso disimuló el carácter <strong>de</strong><br />

su contestación, <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos intelectuales, con<br />

el maquillaje <strong>de</strong> la confi<strong>de</strong>ncia.<br />

El «exordio", cuya función es obtener la atención y bene­<br />

volencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stinatario, introduce la nota <strong>de</strong> «mo<strong>de</strong>stia afec­<br />

tada» que recomienda Cicerón ; luego sor Juana presenta<br />

cautelosamente parte <strong>de</strong> la exposición. Tras <strong>de</strong>clararse hu­<br />

mil<strong>de</strong> y arrepentida (11. 117-20), justifica su inclinación a las<br />

letras, por ser un impulso <strong>de</strong> origen divino, y su escaso cul­<br />

tivo <strong>de</strong> las letras sacras, porque se las prohibe «el sexo, la<br />

edad y, sobre todo, las costumbres». Después, apelando a la<br />

simpatía <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stinatario, refiere las amonestaciones y difi­<br />

culta<strong>de</strong>s que ha pa<strong>de</strong>cido. Para terminar esta sección pro­<br />

mete <strong>de</strong>cir cosas que nunca ha dicho (11. 207- 14).<br />

A lo largo <strong>de</strong> la carta sor Juana insiste en presentarse<br />

como servidora humil<strong>de</strong> y respetuosa. Por un lado pone a<br />

su interlocutor en las nubes; por otro, rebaja su s propios<br />

méritos hasta el punto <strong>de</strong> que consi<strong>de</strong>ra necesario anticipar­<br />

se a la acusación <strong>de</strong> insinceridad (11. 44-45).<br />

En la «narración» muestra qué la lleva a estudiar y los<br />

sufrimientos que le ha acarreado hacerlo; tanto el principio<br />

como el fin <strong>de</strong> esta parte están claramente señalados, lo<br />

cual pue<strong>de</strong> ser indicio <strong>de</strong> la importancia que le atribuye. En<br />

ella expone sus méritos y los obstáculos que ha vencido.<br />

En las líneas 835-38 presenta sus puntos principales; luego<br />

pone el caso en manos <strong>de</strong>l juez (11. 840-42), cambiando al<br />

tono más formal <strong>de</strong> la «prueba», que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> el <strong>de</strong>recho<br />

' En este párrafo y los siguientes seis adopto i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> Rosa Perelmuter<br />

Pérez.


femenino a estudiar y escribir, enumerando mujeres célebres<br />

por su saber en la antigüedad y en su propia época. 3<br />

Demuestra que redactar la Corto no fue un <strong>de</strong>lito, que no lo<br />

es componer versos, y que su condición femenina no podría<br />

volver criminales dichas activida<strong>de</strong>s. Sor Juana <strong>de</strong>dica el<br />

resto <strong>de</strong> la « prueba» a mitigar la impresión <strong>de</strong> que ha escrito<br />

una <strong>de</strong>fensa, llegando a negar abiertamente el carácter <strong>de</strong> la<br />

misiva (11. 1303-10). Después vuelve al tono h"umil<strong>de</strong> empleado<br />

en el «exordio» (11. 1321 -52). Para terminar esta sección<br />

vuelve a subrayar los aspectos favorables <strong>de</strong> su carácter<br />

(generosidad, indiferencia ante la fama, etc.).<br />

Para no <strong>de</strong>struir el efecto <strong>de</strong> intimidad creado, la «peroración»<br />

apela a las emociones <strong>de</strong>l juez (en lugar <strong>de</strong> recapitular<br />

los argumentos, como el discurso forense tradicional),<br />

siguienJo una recomendación <strong>de</strong> Quintiliano.<br />

El propósito <strong>de</strong> esta <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> la Respuesto<br />

es subrayar su carácter artificioso, que es precisamente<br />

lo que <strong>de</strong>seo comentar. Varios poetas ilustres han<br />

interpretado la vida y obra <strong>de</strong> sor Juana: Octavio Paz, Gabriela<br />

Mistral, Pedro Salinas y Amado Nervo; el padre Diego Calleja<br />

es el primero reconocido como tal, pero, en mi opinión,<br />

la propia monja <strong>de</strong>bería encabezar la lista.<br />

Fre<strong>de</strong>rick Luciani nos recuerda que, cuando sor Juana escribió<br />

la Respuesto, los lectores <strong>de</strong> ambos lados <strong>de</strong>l Atlántico la<br />

llamaban ya Fénix y Décima Musa; no podía sino tener presente<br />

a la sor Juana textual que circulaba. Es seguro que también<br />

ella releyó su vida en términos literarios, que le sirvieron <strong>de</strong><br />

paradigma las biografías <strong>de</strong> mujeres (históricas y ficticias) que<br />

habían leído. Así, es muy posible que se apropiara <strong>de</strong> una forma<br />

literaria como la erudita «mujer esquiva» <strong>de</strong> las comedias<br />

<strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> Oro (entre otras, la doña Leonor <strong>de</strong> Los empeños<br />

<strong>de</strong> uno coso), que solía disfrazarse <strong>de</strong> hombre, e inventara<br />

algunas anécdotas como parte <strong>de</strong> su <strong>de</strong>fensa feminista. Decir<br />

esto no significa cuestionar su vali<strong>de</strong>z fundamental, ya que sor<br />

Juana vivió la mayor parte <strong>de</strong> su vida en el reino <strong>de</strong> los libros. 4<br />

En la Respuesto hay mentiras evi<strong>de</strong>ntes que apoyan esta<br />

i<strong>de</strong>a. Por ejemplo: no juzgo que se habrá visto una copla<br />

mía in<strong>de</strong>cente. Demás, que yo nunca he escrito cosa alguna<br />

por mi voluntad, sino por ruegos y preceptos ajenos» (11.<br />

1263-65); «en lo poco que se ha impreso mío, no sólo mi<br />

nombre, pero ni el consentimiento para la impresión ha sido<br />

dictamen propio, sino libertad ajena que no cae <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> mi<br />

dominio» (11. 1384-87). Respecto a la <strong>de</strong>cencia <strong>de</strong> sor Juana,<br />

recuér<strong>de</strong>nse los sonetos satírico-burlescos que le <strong>de</strong>bemos;<br />

'Aquí viene a cuento esta afirmación <strong>de</strong> Angelo Morino:<br />

[L)o que Sor Juana Inés preten<strong>de</strong> fundamentar, con su búsqueda <strong>de</strong> testimonios<br />

<strong>de</strong>l pasado, es una tradición inexistente. La monja alcanza sólo a<br />

trazar una línea <strong>de</strong> excepciones nunca organizadas en un sistema reconocido.<br />

(27)<br />

' Luciani termina su atinada crítica a Las trampas <strong>de</strong> la fe con estas palabras:<br />

[L)ike the Sor Juana of the Reply of Sor Filotea, the Paz of the Pitfalls of<br />

Faith is "late Paz", a Paz who has long ago passed into the literary canon ... He<br />

is also, like the late Sor Juana, a writer at the peak of his talents. That is why<br />

Sor Juana he "restores" seems so palpably alive, <strong>de</strong>spite the obvious -and<br />

acknowledged- lIusioriness of the portrait. as consummate writer, Paz cannot<br />

read fidions without engen<strong>de</strong>ring new ones, or dissed a metaphor<br />

without bringing it to new life. (22)<br />

Al igual que Sor Juana <strong>de</strong> la Respuesta a Sor Filotea, el Paz <strong>de</strong> Las trampas<br />

<strong>de</strong> la fe es "Paz maduro", un Paz que lleva mucho tiempo <strong>de</strong> pertenecer al<br />

canon literario ... A<strong>de</strong>más, al igual que la Sor Juana madura, es un escritor en<br />

la plenitud <strong>de</strong> su talento. Por eso la Sor Juana que "reconstruye" parece tan<br />

viva, no obstante el obvio (y reconocido) cará<strong>de</strong>r ilusorio <strong>de</strong>l retrato. Como<br />

escritor consumado, Paz no pue<strong>de</strong> leer ficciones sin engendrar otras, ni<br />

analizar metáforas sin da rles vida nueva.<br />

11<br />

en cuanto a su indiferencia ante las publicaciones, Octavio<br />

Paz <strong>de</strong>scribe sus afanes por verse en letras <strong>de</strong> mol<strong>de</strong>: juntó<br />

sus poemas, los mandó copiar, los envió a España y escribió<br />

un prólogo en verso que va al frente <strong>de</strong>l volumen. Los textos<br />

que componen el segundo tomo <strong>de</strong> sus obras también fueron<br />

recopilados, copiados y enviados a España por ella.<br />

Estas reflexiones suscitaron otras sobre la naturaleza <strong>de</strong><br />

la Respuesto. En primer lugar, ¿es autobiografía? En segundo,<br />

¿cuál es el valor documental <strong>de</strong> una autobiografía? Según<br />

los criterios <strong>de</strong> Philippe Lejeune (para mí, por ahora, la<br />

máxima autoridad en este campo), la Respuesto tiene mucho<br />

en común con la autobiografía, y lo que la diferencia no<br />

es su carácter <strong>de</strong> auto<strong>de</strong>fensa. En efecto, el documento reúne<br />

las características <strong>de</strong>finitorias <strong>de</strong>l género:<br />

1. La forma <strong>de</strong>l lenguaje:<br />

a) relato<br />

b) en prosa<br />

2. El tema tratado: vida individual; historia <strong>de</strong> una personalidad<br />

3. La situación <strong>de</strong>l autor:<br />

a) i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>l autor con el narrador y el personaje<br />

b) visión retrospectiva <strong>de</strong>l relato<br />

Lejeune sitúa el nacimiento <strong>de</strong> la autobiografía alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> 1760; al igual que a su coetáneo, el diario íntimo, la<br />

consi<strong>de</strong>ra uno <strong>de</strong> los signos <strong>de</strong> la transformación <strong>de</strong>l concepto<br />

<strong>de</strong> persona ligado íntimamente al comienzo <strong>de</strong> la civilización<br />

industrial y al encumbramiento <strong>de</strong> la burguesía. Para<br />

él, emplear esta categoría para clasificar textos anteriores es<br />

exponerse, por una parte, a errores <strong>de</strong> lectura (falsear los<br />

textos para hacerlos entrar en nuestras categorías) ; por otra,<br />

a un error global sobre la literatura <strong>de</strong> esa época. La existencia<br />

<strong>de</strong> una verda<strong>de</strong>ra historia <strong>de</strong> la personalidad, el sentimiento<br />

<strong>de</strong> la originalidad e incluso la distinción entre biografía<br />

y autobiografía son fenómenos mo<strong>de</strong>rnos. Sin embargo,<br />

me gustaría señalar los principales rasgos que la epístola <strong>de</strong><br />

sor Juana comparte con género tan actual.<br />

En primer lugar tenemos un «pacto autobiográfico» (una<br />

especie <strong>de</strong> acta <strong>de</strong> nacimiento <strong>de</strong>l discurso) en el que el<br />

autor se interroga sobre el sentido, los medios y el alcance<br />

<strong>de</strong> su gesto; afina la voz, elige el tono, el registro en el que<br />

va a hablar; <strong>de</strong>fine a su lector y a las relaciones que se propone<br />

tener con él; en general. escoge su papel. Es la clave<br />

<strong>de</strong>l discurso: «y hablando con más especialidad os confieso,<br />

con la ingenuidad que ante vos es <strong>de</strong>bida y con la verdad y<br />

claridad que en mí siempre es natural y costumbre ... » (11.<br />

128-31). A<strong>de</strong>más, no basta que el autor use palabras como<br />

éstas, es menester que el lector tenga razones para creerlas.<br />

En segundo, esa conducta exhibida, esa interrogación<br />

sobre lo que se hace no termina con el pacto autobiográfico;<br />

a lo largo <strong>de</strong> la obra la presencia <strong>de</strong>l narrador sigue siendo<br />

explícita y a veces indiscreta. Esto es lo que distingue al<br />

relato autobiográfico <strong>de</strong> otras formas <strong>de</strong> relato en primera<br />

persona : establece una relación constante entre el pasado y<br />

el presente; pone en escena la escritura.<br />

En tercero, la autobiografía no es simplemente un relato<br />

en el que predominan los recuerdos íntimos; implica un<br />

esfuerzo <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar esos recuerdos y formar una historia <strong>de</strong><br />

la personalidad <strong>de</strong>l autor. Escribir una autobiografía es tratar


<strong>de</strong> captar la propia persona en su totalidad, en un movimiento<br />

<strong>de</strong> recapitulación y síntesis <strong>de</strong>l yo. Uno <strong>de</strong> los medios más<br />

seguros para reconocer una autobiografía es ver si el relato <strong>de</strong><br />

la infancia ocupa un lugar significativo o, más en general, si el<br />

relato pone el acento en la génesis <strong>de</strong> la personalidad.<br />

En cuarto, la retórica <strong>de</strong> la autobiografía se <strong>de</strong>sarrolla en<br />

dos direcciones: lo inconfesable y lo inefable. Por un lado, mostrándose<br />

al <strong>de</strong>stinatario por amor a la verdad, el autor tiene que<br />

vencer la vergüenza. Lo que da valor a la confesión es la reticencia,<br />

por lo que es necesario exhibirla : «Si yo pudiera pagaros<br />

algo <strong>de</strong> lo que os <strong>de</strong>bo, Señora mía, creo que sólo os pagara en<br />

contaros esto, pues no ha salido <strong>de</strong> mi boca jamás, excepto<br />

para quien <strong>de</strong>bió salif) (11. 207-10). Por otro, el autor no se cree<br />

capaz <strong>de</strong> referir ciertas emociones; hay momentos misteriosos,<br />

cuya vibración percibe, que están más allá <strong>de</strong> todo lenguaje: « ...<br />

<strong>de</strong> manera que aquellas cosas que no se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir, es<br />

menester <strong>de</strong>cir siquiera que no se pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>cir, para que se<br />

entienda que el callar no es no haber qué <strong>de</strong>cir, sino no caber<br />

en las voces lo mucho que hay que <strong>de</strong>cif) (11. 79-83).<br />

En quinto y último, el autor escribe casi <strong>de</strong> mala gana, a<br />

pesar <strong>de</strong> su vanidad ; lo hace por altruismo, por generosidad<br />

o por sentido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber: 5<br />

Y, a la verdad, yo nunca he escrito sino violentada y forzada y sólo<br />

por dar gusto a otros; no sólo sin complacencia, sino con positiva<br />

repugnancia, porque nunca he juzgado <strong>de</strong> mí que tenga el caudal <strong>de</strong><br />

letras e ingenio que pi<strong>de</strong> la obligación <strong>de</strong> quien escribe. (11. 167-72)<br />

Examinemos ahora la veracidad <strong>de</strong> la autobiografía. No<br />

es seguro que la verdad exista in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> quien<br />

la busca e in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> discurso que<br />

emplea. Sin embargo, a diferencia <strong>de</strong> la mitomanía ingenua<br />

que diariamente ejercemos al pensar en nosotros mismos, el<br />

autobiógrafo intenta hacerse consciente <strong>de</strong> su mito y darle el<br />

máximo <strong>de</strong> realidad. En ello insiste Ralph-Rainer Wuthenow:<br />

11 faut tenir compte du fait qu'on ne peut qu'assez naivernent<br />

considérer une histoire <strong>de</strong> soi comme source historique ou document<br />

d'une vie qui serait hors <strong>de</strong> toute fidion. Au contraire: la fiction<br />

y entre malgré I'intention <strong>de</strong> l' auteur d' etre sincere, car se souvenir<br />

c'est aussi un peu s'inventer.<br />

[Hay que tener en cuenta el hecho <strong>de</strong> que se ría muy ingenuo ver<br />

una historia <strong>de</strong> sí mismo como fuente histórica o documento <strong>de</strong> una<br />

vida, al margen <strong>de</strong> toda ficción. Al contrario, la ficción se mezcla<br />

aunque el autor tenga la intención <strong>de</strong> ser sincero, pues recordarse<br />

también es un poco inventarse.]<br />

Si bien tenemos el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> exigir a la autobiografía un<br />

proyecto <strong>de</strong> sinceridad, tenemos el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> no <strong>de</strong>jarnos<br />

engañar por la oposición sinceridad/ficción que implica.<br />

Debemos tener presente que la autobiografía no es más<br />

que una ficción producida en condiciones particulares.<br />

Es interesante observar los paralelismos <strong>de</strong> la Respuesta<br />

con otras ilustres autobiografías. A continuación señalaré<br />

(y nada más) algunos.<br />

1. El Discours <strong>de</strong> la métho<strong>de</strong> <strong>de</strong> René Descartes tal vez<br />

' Los autobiógrafos religiosos anteriores a la Revolución Industrial escribier·<br />

on casi siempre por ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> sus superiores; su relato <strong>de</strong>bía servir <strong>de</strong><br />

obra para la edificación <strong>de</strong> la comunidad o <strong>de</strong> base para alguna hagiografía.<br />

13<br />

sea el prototipo <strong>de</strong> la autobiografía por la forma al mismo<br />

tiempo sencilla y po<strong>de</strong>rosa en que el relato exp li ca cómo se<br />

construye una personalidad intelectual en reacción contra el<br />

mundo que la ro<strong>de</strong>a ; a<strong>de</strong>más, el Discours ocupa un sitio<br />

muy especial en la producción <strong>de</strong> Descartes: no funciona<br />

como obra teórica, sino como balance personal. 6<br />

2. La experiencia que inspiró Les confessions <strong>de</strong> Jean­<br />

Jacques Rousseau fue la <strong>de</strong> una gran inadaptación: su<br />

lucha se <strong>de</strong>bió a que en realidad nunca pudo encontrar<br />

su lugar en su profesión ni en algún estado civi l (padre <strong>de</strong><br />

familia, esposo, etc.) . Me parece que esta experiencia tiene<br />

mucho en común con la <strong>de</strong> sor Juana. Por otra parte,<br />

como bien señala Marie-Cécile Bénassy-Berling (


3. Los escritos científicos <strong>de</strong> Johann Wolfgang von Goethe<br />

contienen muchas reflexiones <strong>de</strong> carácter autobiográfico; el<br />

autor explica las circunstancias personales <strong>de</strong> sus observa­<br />

ciones, experimentos y <strong>de</strong>scubrimientos, pues no quiere<br />

separar las ciencias naturales <strong>de</strong>l individuo que se ocupa <strong>de</strong><br />

ellas. Como el individuo es quien practica el conocimiento<br />

<strong>de</strong> la naturaleza, empieza a conocerse dirigiéndose a la na­<br />

turaleza en vez <strong>de</strong> observarse a sí mismo. Esto es lo que<br />

hace sor Juana en las 11. 736-834 <strong>de</strong> la Respuesto .<br />

4. Las circunstancias en las que el car<strong>de</strong>nal John Henry<br />

Newman escribió su Apología pro vito suo hacen sospe­<br />

char <strong>de</strong> su franqueza : en lugar <strong>de</strong> la tranquila relación<br />

retrospectiva <strong>de</strong>l autobiógrafo tradicional, es una obra pu­<br />

blicada en siete partes semanales para respon<strong>de</strong>r a una<br />

acusación <strong>de</strong> falsedad.<br />

Por último, como dije al principio, quiero <strong>de</strong>jar claro que<br />

no estoy <strong>de</strong> acuerdo con la opinión dominante (la <strong>de</strong> Paz)<br />

sobre la «conversión» final <strong>de</strong> sor Juana: que fue víctima <strong>de</strong><br />

una intriga entre jerarcas <strong>de</strong> la Iglesia. Según esta hipótesis,<br />

el obispo <strong>de</strong> Puebla estaba resentido con el arzobispo <strong>de</strong><br />

México, Francisco Aguiar y Seixas, quien se había valido <strong>de</strong><br />

artimañas para apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> ese puesto, que Fernán<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> Santa Cruz merecía. Así pues, indujo a la monja a escri­<br />

bir la Corto otenogórico, que atacaba a Vieira e indirecta­<br />

mente a su amigo Aguiar y Seixas; <strong>de</strong>spués la publicó, fin­<br />

giendo repren<strong>de</strong>r a su autora. Esta contestó con la insolente<br />

Respuesta, que la hizo per<strong>de</strong>r a su protector y ganar el<br />

odio <strong>de</strong>l arzobispo. Aterrada por vagas presiones <strong>de</strong> esos<br />

dignatarios, resolvió abandonar su verda<strong>de</strong>ra vocación para<br />

salvar una vida que así <strong>de</strong>spojada carecía <strong>de</strong> valor.<br />

Este final no está a la altura <strong>de</strong>l mito <strong>de</strong> sor Juana. No se<br />

entien<strong>de</strong> cómo podía cerrársele el mundo a una mujer que<br />

había <strong>de</strong>mostrado tanta habilidad en los asuntos terrena­<br />

les. Yo preferiría creer que fue una <strong>de</strong>cisión libre, tan libre<br />

como pue<strong>de</strong> ser una <strong>de</strong>cisión humana. Reyes lo dice así:<br />

«Cuando ya nada le faltaba, <strong>de</strong>scubre que le falta todo»<br />

(106). En los artículos «Hipótesis sobre la 'conversión' final<br />

<strong>de</strong> sor Juana» y «Más sobre la conversión <strong>de</strong> sor Juana»,<br />

Bénassy-Berling apuntala esta i<strong>de</strong>a. Sus argumentos son<br />

los que siguen:<br />

a) En la Respuesto la monja no se muestra particularmente<br />

medrosa. No hablaría <strong>de</strong> la Inquisición si ésta la<br />

hubiera amenazado; no compararía sus pa<strong>de</strong>cimientos con<br />

los <strong>de</strong> Cristo si altos clérigos hubieran intentado someterla<br />

al or<strong>de</strong>n.<br />

b) Al obispo <strong>de</strong> Puebla no le <strong>de</strong>sagradó la Respuesto,<br />

puesto que, unas semanas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recibirla, dio su visto<br />

bueno para la impresión <strong>de</strong> los Villancicos o Santo Cotorino,<br />

aún más atrevidos que la misiva. Por otra parte, Fernán<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> Santa Cruz ayudó a sor Juana, pero no podía <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rla<br />

más abiertamente: habría sido inmiscuirse en los asuntos<br />

<strong>de</strong> una diócesis ajena.<br />

c) No es probable que hubiera enemistad entre el obispo<br />

<strong>de</strong> Puebla y el arzobispo <strong>de</strong> México. En realidad, Fernán<strong>de</strong>z<br />

<strong>de</strong> Santa Cruz rechazó otros altos cargos: <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1692 insis­<br />

tió en renunciar a su obispado y, en 1696, no aceptó el<br />

cargo <strong>de</strong> virrey <strong>de</strong> la Nueva España.<br />

d) En enero <strong>de</strong> 1692, tras la publicación <strong>de</strong> los Villancicos,<br />

sor Juana compró una celda (<strong>de</strong> varias habitaciones)<br />

en el convento. Esto iba contra su voto <strong>de</strong> pobre­<br />

za, por lo que requería una dispensa <strong>de</strong>l arzobispo; éste<br />

15<br />

le <strong>de</strong>mostró su «i nquina» co ncediéndosela en menos <strong>de</strong><br />

una semana.<br />

e) Lo que sor Juana hi zo en 1694, ya lo había intentado<br />

en 1667, cuando pasó tres meses en un co nvento <strong>de</strong> carmelitas<br />

<strong>de</strong>scalzas.<br />

Pasando al terreno <strong>de</strong> las especulaciones, postulo que<br />

en ese tiempo la monja resolvió que le era imposible su­<br />

perarse en lo artístico y por ello <strong>de</strong>cidió cambiar <strong>de</strong> vida.<br />

Otros gran<strong>de</strong>s autores han renunciado a la escritura : Nikolai<br />

Gogol, Arthur Rimbaud, Juan Rulfo ... Para mí, estos ca­<br />

sos son <strong>de</strong>l todo incomprensibles, pero su realidad es sólida,<br />

contun<strong>de</strong>nte, irrefutable.<br />

Obras citadas<br />

A1atorTe, Antonio. «Sor Juana y los hombres.» EstudioS [ Méxlcol7 ( 1986): 7-27<br />

Bénassy-Berling, Marie-Cécile. «Hipótesis sobre la 'conversión' final <strong>de</strong><br />

sor Juana .» UniverSidad <strong>de</strong> MéXICO 30.3 (1975): 2 1-24.<br />

- «Une intelleduelle dans I'Amérique coloniale: Sor Juana Inés <strong>de</strong> la<br />

Cru z.» Les longues néolotlnes 187 (1968): 3-35.<br />

- «Más sobre la conversión <strong>de</strong> sor Juana.» Nuevo Revisto <strong>de</strong> Fdologío<br />

Hispánica 32 (1983) 462-71.<br />

Cruz, Sor Juana Inés <strong>de</strong> la. Corto otenogórlco. Obras completos. Ed. Alberto<br />

G. Salceda. Vo l. 4. México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1957. 41 2-39<br />

-- Festejó <strong>de</strong> los empeños <strong>de</strong> uno caso. Obras completos. Ed. Alberto<br />

G. Salceda. Vol. 4. México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1957 3- 184<br />

-- Respuesto o sor Filo tea. Obras completos. Ed. Alberto G. Salceda.<br />

Vol. 4. México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1957440-75<br />

Graves, Robert. «Juana Inés <strong>de</strong> la Cruz.» Encounter 1.3 ( 1953): 5- 13 ..<br />

Lejeune, Philippe. L'outoblógrophle en Fronce. Paris: Armand Colin, 197 1.<br />

Luciani, Fre<strong>de</strong>rick. «Odavio Paz on Sor Juana Inés <strong>de</strong> la Cruz: The Metaphor<br />

Incarnate.» LoM American Llterory Revlew 15 (1987): 6-25.<br />

Morino, Angelo. «Respuesta a sor Juana Inés.» Cua<strong>de</strong>rnos Hispanoamericanos<br />

die. 1987: 7-36.<br />

Paz, Odavio. Sor Juana Inés <strong>de</strong> lo Cruz O los trompos <strong>de</strong> lo fe . 3a. ed.<br />

México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1983.<br />

Perelmuter Pérez, Rosa. «La estrudura retórica <strong>de</strong> la Respuesto o sor<br />

Flloteo .» Hlspomc Revlew 51.2 (1983): 147-58<br />

Reyes, Alfonso. «Virreinato <strong>de</strong> filigrana .» Letras <strong>de</strong> lo Nuevo España. Por<br />

Reyes. Tierra Firme, México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1948. 87-1 18.<br />

Villaurrutia, Xavier. «Sor Juana Inés <strong>de</strong> la Cru z.» Obras. Por Vi llaurrutia.<br />

2a. ed. México: Fondo <strong>de</strong> Cultura Económica, 1966. 773-85.<br />

Wuthenow, Ralph-Rainer. «Le passé composé.» Auloblogrophle el blographle:<br />

Colloque <strong>de</strong> Hei<strong>de</strong>lberg. Ed. Mireille Ca lle-Gruber y Arnold Rothe.<br />

Paris: A.-G. Nizet, 1989. 39-52.<br />

El escritor mexicano ALFONSO MONTELONCO, profesor <strong>de</strong> literatura en la State<br />

University of New Jersey, Rudgers, ha colaborado en dos ocasiones más<br />

con nuestra revista (véanse los números 43 y 55).


s Sylvie Giono <strong>de</strong>dica a su padre un hermoso libro <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción filial, j<br />

La Provence gourman<strong>de</strong> <strong>de</strong> Jean Giono, servido con espléndidas fotos <strong>de</strong><br />

André Martin. En una obertura y cuatro estaciones, entramos primero a los !<br />

paisajes <strong>de</strong> Giono a través <strong>de</strong> una antología <strong>de</strong> textos en don<strong>de</strong> canta<br />

a la gloria <strong>de</strong> los sentidos. Luego, Sylvie Giono presenta algunas recetas <strong>de</strong><br />

platillos que se encontraban en la mesa <strong>de</strong>l Paráis. Al final <strong>de</strong>l volumen I<br />

venen i as «recetas literarias» <strong>de</strong>l mismo Jean Giono.<br />

Uno <strong>de</strong> los rasgos característicos <strong>de</strong>l escritor fue la relación distante que a<br />

veces mantenía con la realidad, por lo que no se gar^gtiza jpie sus recetas<br />

aparezcan en los platos tal y como él las .(Ni J<br />

Actualmente, la casa <strong>de</strong>l Paráis en Manosque, provista <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ras<br />

riquezas, ha permanecido tal y como estaba cuando Giono vivía. La asocia­<br />

ción que administra el patrimonio Giono, una especie <strong>de</strong> multinacional fami­<br />

liar dirigida por su hija, se ha instalado allí y la viuda <strong>de</strong>l escritor, casi<br />

centenaria, sigue viviendo en ella. Amplia, llena <strong>de</strong> libros V ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong><br />

un jardín, domina la ciudad. Des<strong>de</strong> su estudio en el primer piso, Giono veía<br />

los techos <strong>de</strong> Manosque que le hicieron imaginar la aventura <strong>de</strong><br />

Angelo en Le hussardsurle toit (El húsar en el tejado). En una <strong>de</strong> las recáma­<br />

ras <strong>de</strong> la planta baja, en don<strong>de</strong> a Giono le gustaba fumar su pipa <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

comer y antes <strong>de</strong> retomar el trabajo, yace una magnífica cabeza tallada en<br />

piedra, manchada por la transpiración <strong>de</strong> la palma <strong>de</strong> su mano, que parece<br />

un vestigio precolombino. De hecho, ésta adornaba la fachada <strong>de</strong><br />

una granja en la región <strong>de</strong> Die, y tanto había impresionado a Giono, que para<br />

comprarla tuvo que adquirir la granja al campesino que se negaba a ven<strong>de</strong>rle<br />

solamente la cabeza. La biblioteca , <strong>de</strong> una riqueza prodigiosa,<br />

revela el eclecticismo y la bulimia <strong>de</strong> lectura <strong>de</strong> Giono.


eun<br />

(ENTREVISTA CON SYLVIE GIONO)<br />

Hablemos primero <strong>de</strong> su libro. Giono goloso es un buen<br />

pretexto para entrar en la familiaridad <strong>de</strong>l personaje ...<br />

Así es, se trata <strong>de</strong> un paseo por los gustos <strong>de</strong> mi padre. Son<br />

los platillos que él comía, que su madre le hacía, que mamá<br />

continuó haciéndole, y <strong>de</strong>spués, cuando venía a comer a casa,<br />

le hacía yo. Él se alimentó <strong>de</strong> todas esas recetas porvenzales.<br />

¿Cuáles eran sus gustos culinarios?<br />

Era un hombre <strong>de</strong> olfato muy fino. No le gustaban los platillos<br />

complicados. Habría <strong>de</strong>testado la llamada «nueva cocina»; todas<br />

esas mezclas estéticas <strong>de</strong> salado-dulce, <strong>de</strong> kiwis, <strong>de</strong> pequeños<br />

jitomates no le importaban en lo más mínimo. Lo<br />

que le gustaba eran los abundantes platillos familiares; nada<br />

<strong>de</strong> entradas y nada <strong>de</strong> postres ni ensaladas. Estofados, encebollados<br />

y <strong>de</strong>más platillos copiosos y cocidos a fuego lento, o<br />

simplemente picar: gruesas rebanadas <strong>de</strong> pan <strong>de</strong> campo untadas<br />

con ajo y aceite, salchichón o queso <strong>de</strong> cabra. Cuando<br />

se iba a caminar por las colinas, ésa era su comida -pan <strong>de</strong><br />

campo, salchichón y queso-, y <strong>de</strong>spués, a la hora <strong>de</strong> la comida,<br />

sus suculentos platos. Es lo que le hizo tanto daño. Adoraba<br />

las menu<strong>de</strong>ncias -higado, corazón, riñones, tripas- y el<br />

queso <strong>de</strong> puerco lo volvía loco. Pero todo eso, junto con los<br />

platos <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> animales silvestres y los estofados, le producía<br />

gota, que <strong>de</strong>sgraciadamente tuvo en el pulgar <strong>de</strong>l pie <strong>de</strong>recho.<br />

Cuando tenía crisis <strong>de</strong> gota no podía escribir, y en esos<br />

momentos <strong>de</strong>cía que sufría una crisis <strong>de</strong> injusticia aguda ...<br />

¿Solía ir <strong>de</strong> caza?<br />

Para nada. Comía carne <strong>de</strong> animales silvestres cuando al-<br />

Con su hija Sylvie<br />

19<br />

guien le llevaba, pero si hubiese tenido que alimentarse <strong>de</strong><br />

la caza, se habría vuelto vegetariano. Mi padre nunca tuvo<br />

una escopeta o cualquier otra cosa que pudiera matar.<br />

Pacifista hasta el final ..<br />

Sí, pero también algo cobar<strong>de</strong>, pues teníamos un gallinero y<br />

<strong>de</strong> vez en cuando teníamos que sacrificar una gallina vieja<br />

para prepararla a la cacerola, y tenía que venir el vecino a<br />

matarla ¡porque mi padre jamás habría matado una gallina l<br />

¿Esta casa no ha cambiado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su muerte?<br />

La casa sigue como si mi padre estuviera en ella; trabaJamos,<br />

siempre es alegre, mi madre está aquí. ..<br />

¿Qué edad tiene su madre?<br />

Va a cumplir 98 años el dos <strong>de</strong> febrero, el día <strong>de</strong> las crepas.<br />

Mi padre le llevaba dos años.<br />

Giono salía poco <strong>de</strong> esta casa ...<br />

Era un viajero sentado. Viajaba a través <strong>de</strong> sus libros. Pero<br />

salía todos los días, iba al correo, se paseaba por el canal <strong>de</strong><br />

riego que pasa justo <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la casa, y al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la colina,<br />

a ocho kilómetros, hay una vista espectacular <strong>de</strong>l valle<br />

<strong>de</strong>l Durance.<br />

Sus viajes ...<br />

Los hizo muy tar<strong>de</strong>. Tenía ya más <strong>de</strong> cincuenta años cuando<br />

empezó a viajar. Mi hermana y yo hicimos un viaje a Italia<br />

cuando jóvenes. Regresamos llenas <strong>de</strong> entusiasmo y le con-


tamos' nuestra visión <strong>de</strong> Italia (por una vez nos tocaba hablar en<br />

lugar <strong>de</strong> él) y él quilO ir a ver por sí mismo. Preparó su viaje<br />

durante dos años, como un alpinista que va a escalar una montaña<br />

muy lejana, y se fue con unos amigos y mi madre en un<br />

automóvil pequeño. Fue en 1954 o 1955. Después volvió varias<br />

veces. Adoraba Italia; allí encontraba sus raíces. También fue a<br />

visitar a mi hermana que trabajaba como maestra en Chichester,<br />

en Inglaterra, y viajaron por Escocia, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubñó el país en<br />

que le habría gustado vivir, pues es un país <strong>de</strong> brumas, <strong>de</strong> montañas,<br />

un país poco habitado. A él no le gustaban los lugares en<br />

don<strong>de</strong> hay <strong>de</strong>masiada gente. Le gustaba Manosque cuando sólo<br />

tenía cinco mil habitantes; cuando comenzó a volverse una ciudad<br />

importante y fea por crecer anárquicamente, sin planeación<br />

arquitectónica y <strong>de</strong> mal gusto, le <strong>de</strong>sagradó profundamente. En<br />

Escocia no había falta <strong>de</strong> gusto ... Regresó muy asoleado, mientras<br />

que aquí no le gustaba el sol, siempre se tapaba.<br />

Él mismo <strong>de</strong>cía que se sentía más hombre <strong>de</strong>l norte que<br />

<strong>de</strong>l sur<br />

Ciertamente, él tenía la piel blanca, los ojos azules, el cabello<br />

claro y su madre era <strong>de</strong> Picardie ... pero en ese sentido era<br />

un verda<strong>de</strong>ro provenzal. Los provenzales <strong>de</strong>sconfían <strong>de</strong>l sol,<br />

pues quema; nunca verá usted a un campesino sin camisa.<br />

Aquí todos se cubren para salir al sol. Hay que ser parisino<br />

para tirarse <strong>de</strong>snudo al sol. Él <strong>de</strong>testaba esos cuerpos <strong>de</strong>snudos<br />

estirados sobre la playa, ipara él era como carne secándose<br />

l<br />

Su padre tenía hábitos <strong>de</strong> trabajo muy regulares. En<br />

esta casa uste<strong>de</strong>s lo vieron durante años, ¿cómo era<br />

Giono en la vida cotidiana?<br />

iEra muy sencillo! Teníamos la posibilidad <strong>de</strong> tener a nuestro<br />

padre todo el tiempo aquí. iÉI no necesitaba salir para trabajar!<br />

Se levantaba por la mañana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que nos íbamos,<br />

<strong>de</strong>sayunaba y subía tranquilamente a su estudio. Trabajaba<br />

la mañana, atendía su co rrespon<strong>de</strong>ncia, luego otra<br />

vez en la tar<strong>de</strong>. De hecho, trabajaba todo el tiempo. Para él<br />

la palabra «trabajo» nunca existió, era su placer.<br />

No era muy madrugador. ..<br />

No, pero eso no quiere <strong>de</strong>cir que no trabajaba. En su cama,<br />

a medio dormir, ya empezaba a trabajar. A fin <strong>de</strong> cuentas,<br />

creo que lo que se llama la verda<strong>de</strong>ra vida, la vida activa, la<br />

vida real, no le interesaba. Para él, el trabajo era un estado,<br />

un estado <strong>de</strong> gracia, era encontrar un equilibrio. Murió cuando<br />

ya no pudo escribir más. Ya no tenía razón <strong>de</strong> ser.<br />

¿Alguna vez lo escuchó quejarse <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> ganas o<br />

<strong>de</strong> insipración, <strong>de</strong> la dificultad al escribir un libro?<br />

Claro, había momentos en que la inspiración se acababa, en<br />

los que se bloqueaba . Entonces no insistía, hacía otra cosa.<br />

Escribía, siempre escribía. Comenzaba otra novela o escribía<br />

una crónica, o hacía un prólogo ... Siempre tenía algo a la<br />

mitad. Eso no le angustiaba. Por ejemplo, le llevó años escribir<br />

Le hussord sur le toit, pero entre tanto escribió Noé, Ennemon<strong>de</strong><br />

y Un roi son s divertissement, todo en paralelo.<br />

iLlegó a suce<strong>de</strong>r que su hermana y usted entraran a su<br />

estudio? ¿Verlo trabajar? iLas aceptaba? iLas sacaba<br />

<strong>de</strong> allí?<br />

iJamás, jamás l Mi padre era la amabilidad en persona y<br />

10<br />

teníamos permiso <strong>de</strong> hacer cualquier cosa. No abusábamos,<br />

pues teníamos mucho respeto por lo que él hacía. Sabíamos<br />

que él trabajaba. Decíamos que él hacía su tarea. Pero<br />

no teníamos prohibición alguna, podíamos ir a molestarlo<br />

cuando quisiéramos, incluso cuando escribía ... Sentíamos que<br />

le molestaba, pero nunca tuvo para nosotros alguna palabra<br />

mala o agresiva. Cuando sentía que lo necesitábamos -tenía<br />

mucha psicología-, nos mantenía junto a él y nos daba<br />

libros, <strong>de</strong> los ilustrados, y continuaba escribiendo.<br />

iLas ayudaba con sus tareas <strong>de</strong> la escuela?<br />

No, ilo <strong>de</strong>testaba! Sólo le encantaba ayudarnos en nuestras<br />

tareas <strong>de</strong> matemáticas. No era muy ducho en ellas, pero<br />

quería ayudarnos. Tal vez era un genio matemático, pues<br />

cuando nos ayudaba el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las operaciones era<br />

completamente falso, pero siempre llegaba a resultados verda<strong>de</strong>ros,<br />

lo que ocasionaba que tuviéramos pésimas notas<br />

y que algunas veces nos castigara el profesor, pensando que<br />

habíamos copiado y pegado el resultado a un razonamiento<br />

completamente falso ...<br />

¿Era un padre autoritario, un pater familias provenzal, o<br />

un padre liberal?<br />

iMuy liberal! En aquella época mi hermana y yo <strong>de</strong>bimos<br />

haber sido las únicas en hacer exactamente lo que queríamos.<br />

iNo se inmiscuía más que en las matemáticas! A tal<br />

punto que el año en que pasé mi examen <strong>de</strong> bachillerato,<br />

regresé <strong>de</strong> Digne muy insatisfecha <strong>de</strong>l examen y no sabía<br />

cómo <strong>de</strong>círselo a mis padres. Llegué, mi hermana me abrió<br />

la puerta y me dijo: «iVen pronto! Papá acaba <strong>de</strong> recibir un<br />

nuevo disco <strong>de</strong> Vivaldi». Nos sentamos a la mesa, hablamos<br />

<strong>de</strong> todo, <strong>de</strong> Vivaldi, <strong>de</strong> las pastas, y nadie me hizo una sola<br />

pregunta sobre el examen que acababa <strong>de</strong> hacer. Al fin, en<br />

la tar<strong>de</strong>, papá me dijo: «Por cierto, ¿cómo te fue?» Le dije<br />

que no estaba contenta, y el me dijo: «Querida, no importa.<br />

Si no lo pasas, lo volverás a presentar, y si lo pasas, iqué<br />

bueno!» Le valía por completo.<br />

No tenía parámetros sociales ...<br />

Ninguno. Él era autodidacta y se las arreglaba muy bien, por<br />

lo que para él los exámenes no tenían ningún valor. Lo que<br />

contaba era el carácter.<br />

(Tuvo la sensación o le hicieron sentir que usted era la<br />

hija <strong>de</strong> un padre célebre?<br />

En lo absoluto. En primer lugar, no sabíamos muy bien qué<br />

es lo que hacía nuestro padre, e incluso había cierto <strong>de</strong>sprecio<br />

hacia él porque no era ca mpesino ni comerciante. La<br />

gente se preguntaba cómo hacía para vivir bien sin salir <strong>de</strong><br />

su casa. Había una cierta curiosidad cuando, al iniciar cursos,<br />

el maestro nos preguntaba el oficio <strong>de</strong> nuestros padres, y yo<br />

<strong>de</strong>cía: «Hombre <strong>de</strong> letras». Me ponía muy contenta porque<br />

era la única, pero <strong>de</strong>spués no se hablaba más <strong>de</strong>l asunto.<br />

Hacía algunos viajes obligatorios a París. Le agradaban,<br />

siempre y cuando no duraran mucho.<br />

Decía que el monumento más hermoso <strong>de</strong> París es la<br />

estación <strong>de</strong>l ferrocarril que va a Lyon ...<br />

Sí, el reloj <strong>de</strong> la gore <strong>de</strong> Lyon, pues lo veía en el momento<br />

en que iba a tomar el tren <strong>de</strong> regreso. Cuando mi hermana<br />

Aline v:vió en París le gustaba ir allá y pasear con ella, pero


era muy tímido. Le gustaba más bien que la gente lo visitara<br />

aquí, en pequeños grupos. Se sentía con energía. Los recibía,<br />

contaba historias, era el más feliz. Le agradaba seducir,<br />

pero no era <strong>de</strong> espíritu muy vivo, que brillara, como el espíritu<br />

parisino.<br />

lríene recuerdos <strong>de</strong> momentos difíciles <strong>de</strong> su vida? La<br />

guerra, la cárcel ...<br />

La primera vez que lo llevaron a la cárcel, en 1939, yo tenía<br />

sólo cuatro años y no recuerdo nada, pero mi madre me <strong>de</strong>cía<br />

que yo estaba muy orgullosa <strong>de</strong> mi padre. Yo iba a la escuela y<br />

al estar brincando la cuerda, cantaba: «Mi papá está en la cárceL»<br />

y qué, ¡él no había matado a nadie!, fue por <strong>de</strong>lito <strong>de</strong><br />

opinión. ¡No veo porque no podría estar orgullosa <strong>de</strong> mi padre!<br />

Después, la época <strong>de</strong> la guerra fue un momento muy difícil. No<br />

teníamos dinero en la casa, mi padre ya no se leía, ya no se<br />

editaba. Tengo toda la correspon<strong>de</strong>ncia con Grasset y Gallimard,<br />

en la que él mendigaba sin parar mil francos para terminar el<br />

mes, dos mil francos para pagar los impuestos ... Y durante todo<br />

ese tiempo eramos doce o catorce los que comíamos aquí,<br />

pues él recibía a todo mundo: primos comunistas que habían<br />

llegado sabiendo que él los protegería; un alemán, Charles Fiedler,<br />

que huía <strong>de</strong> la Gestapo y que vivió aquí cuatro años ... La<br />

mesa estaba siempre llena y mamá tenía enormes dificulta<strong>de</strong>s<br />

para dar <strong>de</strong> comer a tanta gente. Por suerte teníamos una granja.<br />

Papá se iba en bicicleta a buscar provisiones a la granja. Para<br />

mí, toda esta época está llena <strong>de</strong> buenos recuerdos. La casa<br />

estaba siempre repleta <strong>de</strong> gente ... En esta época había muchas<br />

dificulta<strong>de</strong>s para po<strong>de</strong>r escribir. Una noche, la casa sufrió un<br />

atentado con explosivos. Debió haber sido en 1942. El muro<br />

casi mata a mi hermana. La casa fue invadida por la policía. Fue<br />

un miembro <strong>de</strong> la Resistencia que lo hizo, un amigo <strong>de</strong> papá.<br />

Poco <strong>de</strong>spués le escribió para disculparse, explicándole que<br />

estaba moralmente obligado a hacerlo para po<strong>de</strong>r conservar su<br />

influencia en el movimiento. Mi padre le dijo que ¡mejor habría<br />

sido que le previniera para hacemos salir <strong>de</strong> la casa! Después lo<br />

volvieron a meter a la cárcel, por cierto, gracias a los habitantes<br />

<strong>de</strong> Manosque. Estuvo diez meses en Saint-Vincent Nosotras lo<br />

íbamos a ver con mi madre. El autobús nos <strong>de</strong>jaba abajo y<br />

<strong>de</strong>bíamos subir toda la cuesta a pie en la nieve. Pero todo esto<br />

pasaba sin angustia. Él se fue prometiéndonos que todo saldría<br />

bien. Trataba siempre <strong>de</strong> tranquilizamos, y cada vez que había<br />

problemas, incluso problemas <strong>de</strong> dinero, nos enterábamos<br />

<strong>de</strong>spués, nunca en el momento. Teníamos que vivir felices.<br />

Toda su vida qUilO protegemos.<br />

En la cárcel, incluso si sentía amargura, no nos lo <strong>de</strong>cía. Eso<br />

se vertía en sus novelas. Estaba lleno <strong>de</strong> historias, y esas cárceles<br />

eran una mina fabulosa para contamos historias. Sin duda<br />

estaba amargado, pero eso se encuentra en su estudio <strong>de</strong>l<br />

carácter, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la guerra. Esa fue su terapia.<br />

Contaba historias todo el tiempo. Vivimos una vida <strong>de</strong> imagi-<br />

Jean Giono escribiendo una novela, y con sus dos hijas: Alma y 5ylvie<br />

11<br />

nación y no una vida real. Lo real no nos interesaba, lo que nos<br />

interesaba era la vida imaginaria que nos hacía vivir nuestro padre.<br />

Al terminar la guerra él sufrió mucho por traiciones a la<br />

amistad, pues tenía un gran sentido <strong>de</strong> la amistad. En verdad,<br />

para él no contaban más que los sentimientos. Fue a<br />

partir <strong>de</strong> ese momento que <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> creer en el hombre y<br />

se interesó en hacer estudios <strong>de</strong> caracteres duros. Hasta<br />

en el héroe <strong>de</strong> novela <strong>de</strong>l ciclo <strong>de</strong> Le hussord hay una<br />

dureza terrible, una indiferencia, un <strong>de</strong>sprecio ... El retrato<br />

<strong>de</strong> Angelo correspon<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ramente a los sentimientos<br />

que experimentaba mi padre en ese momento.<br />

ita resintieron uste<strong>de</strong>s en la vida cotidiana?<br />

Para nada. Mi padre siguió siempre tan apasible, plácido, generoso,<br />

afectuoso, amante <strong>de</strong> las bromas, sonriente ... Uno se da


cuenta solamente en sus escritos, en don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>sahogaba,<br />

exactamente como un asesino que necesita matar para recuperar<br />

la calma. Cuando mataba en sus libros volvía a ser normal.<br />

Le gustaba mucho la música ...<br />

En casa había música todo el tiempo. Des<strong>de</strong> que pudimos<br />

tener un gramófono «La voz <strong>de</strong> su amo» no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> girar la<br />

manivela; él comenzó a tener discos <strong>de</strong> 78 revoluciones<br />

que le llevaba Lucien Jacques. Lucien se escapaba siempre<br />

a Niza, a París, al extranjero, y traía cosas extraordinarias,<br />

principalmente música. Fue gracias a él que la música<br />

entró en la familia . Empezamos con Bach. Recuerdo que<br />

Giono en compañía <strong>de</strong> sus dos. hijas Aline y Sylvie (Manosque. 1938)<br />

12<br />

en esta terraza, allí atrás, poníamos el gramófono bajo el<br />

árbol y escuchábamos los Conciertos <strong>de</strong> Bron<strong>de</strong>nburgo.<br />

Yo tenía cinco o seis años y brincaba la cuerda a ritmo <strong>de</strong><br />

los concierto bran<strong>de</strong>nburgueses.<br />

Cuando él era joven iba con mi madre a los conciertos en<br />

Marsella. Eran casi dos horas <strong>de</strong> tren, escuchaban el concierto,<br />

dormían en un hotel; toda una expedición. Más a<strong>de</strong>lante, a<br />

partir <strong>de</strong> 1949, asistía siempre al festival <strong>de</strong> Aix. Para él era un<br />

gozo inmenso. Era su Mozart, Mozart solo. Ocho días antes ya<br />

hablábamos <strong>de</strong> ello. Regresábamos tar<strong>de</strong>, por la noche, en<br />

taxi, chiflando todas las arias <strong>de</strong> Don Juan o <strong>de</strong> Casi fon tutte.<br />

Conocíamos todas las óperas <strong>de</strong> Mozart <strong>de</strong> memoria.


¿Cantaba bien?<br />

No, pero silbaba como un pájaro, con gorgoritos y trinos;<br />

podía hacer lo que quisiera. Tocaba un poco la armónica.<br />

Cuando se conocen bien sus obras y se leen sus cua<strong>de</strong>rnos<br />

<strong>de</strong> trabajo, en los que anota, por ejemplo: «Quisiera que<br />

este pasaje fuese escrito como Bach escribió sus fugas», se<br />

da uno cuenta que siempre hay una referencia a la música.<br />

Mucha gente pasaba por esta casa, con frecuencia personajes<br />

célebres. iTiene recuerdos precisos <strong>de</strong> todas esas<br />

personas?<br />

No. Yo era pequeña cuando ellos venían. La única cosa es que<br />

comían con nosotros, pues papá no podía recibir a alguien a las<br />

once <strong>de</strong>l día sin que fuera invitado <strong>de</strong>spués a comer. Nosotras<br />

estábamos siempre en las comidas, no nos hacían a un lado. Y<br />

al momento <strong>de</strong> regresar a clase, cuando la conversación estaba<br />

muy interesante, nos <strong>de</strong>cía a mi hermana y a mí: «Es la tar<strong>de</strong>;<br />

no vale la pena ir a clase. Lo que aquí escucharán es mucho<br />

más interesante que lo que van a apren<strong>de</strong>r en la escuela». Y<br />

luego, por supuesto, nos preparaba exquisitos escritos que jus­<br />

tificaban la falta. Lo que es curioso, es que cuando venían aquí<br />

hombres <strong>de</strong> letras, ellos no hablaban mucho, más bien escu­<br />

chaban a mi padre, escuchaban al narrador.<br />

¿Llegaba a hacer comentarios ácidos <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> ellos?<br />

Estaba lleno <strong>de</strong> contradicciones y <strong>de</strong> una mala leche terrible.<br />

Podía <strong>de</strong>cir las cosas más feas sin pensar una sola palabra.<br />

Lo que es duro para un hombre <strong>de</strong> letras, cuando lleva un<br />

diario, es que eso perdura, y luego es en eso que los <strong>de</strong>más<br />

se fijan y lo vuelven <strong>de</strong>finitivo, mientras que eso podría ser<br />

sólo un impulso ocasionado por su humor ... Era un hombre<br />

profundamente bueno, no era malo. Pero sus palabras po­<br />

dían serlo algunas veces.<br />

Sin embargo, para las heridas profundas podía ser muy<br />

rencoroso. Nunca perdonó a los <strong>de</strong>l Contadour. Se dio cuenta<br />

que había sido utilizado por gente que lo ponían por <strong>de</strong>lante<br />

para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r sus i<strong>de</strong>as. Y él se <strong>de</strong>jó porque era <strong>de</strong>masiado<br />

ingenuo, y digo «ingenuo» para no ser dura; era idiota. Pero<br />

la traición a la amistad era algo <strong>de</strong>finitivo, como una barrera<br />

que se levantó. Nunca lo perdonó.<br />

¿Sufrió por el malentendido acerca <strong>de</strong> su regionalismo?<br />

Sí, porque él no se sentía nada regionalista. Ahora se habla<br />

menos <strong>de</strong> ello, creo que la gente lo ha comprendido. Si leen<br />

las obras <strong>de</strong> mi padre pensando que es un regionalista, ¡es<br />

que no saben leer!<br />

Quzá vale la pena repetirlo ...<br />

¡No era más regionalista que Shakespeare! Describía la<br />

Prevenza porque era el paisaje que tenía frente a los ojos.<br />

De hecho, es una Provenza transfigurada. Les ames far­<br />

tes, que es un gran libro, no suce<strong>de</strong> en Provenza, es un<br />

estudio acerca <strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> los hombres y pue<strong>de</strong> suce­<br />

<strong>de</strong>r en cualquier parte.<br />

Le irritaba que lo compararan con Pagnol...<br />

¡Me esperaba eso! -risas-, ¡claro que le irritaba! Eran amigos,<br />

se hablaban <strong>de</strong> tú, eran dos hombres <strong>de</strong> la región <strong>de</strong>l Midi,<br />

eran dos narradores. Se querían mucho, pero uno era inge­<br />

nuo y el otro era un comerciante un tanto timador. Mi padre<br />

lo llevó a procesos legales. ¡Pobre <strong>de</strong>sdichado! A cada vez<br />

13<br />

tenía que esperar años antes <strong>de</strong> iniciar un proceso. Pero cuando<br />

el otro se pasaba, cuando hacía <strong>de</strong>saparecer su nombre <strong>de</strong>l<br />

cartel <strong>de</strong> Lo femme du baulonger, lo llamaba y le <strong>de</strong>cía «Ca­<br />

ray Marcel, ¿por qué haces eso!», y Marcelle respondía : «No<br />

lo puedo evita o>. Y papá se veía obligado a atacar, no sola­<br />

mente para recuperar sus <strong>de</strong>rechos comerciales, sino, <strong>de</strong>cía:<br />

«Es mi obra, ¡es mía!» Era como si le hubieran arrancado un<br />

hijo. Quería su nombre en lo que él había escrito.<br />

Pero le hacía muy feliz que lo compararan con Faulkner,<br />

pues era un hombre <strong>de</strong>l sur, como él.<br />

¿Hablaba con la familia <strong>de</strong> su trabajo?<br />

Hablaba a la hora <strong>de</strong> comer. Todos los días nos leía lo que<br />

acababa <strong>de</strong> escribir, nos hablaba <strong>de</strong> sus dificulta<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> lo<br />

que quería hacer. Acerca <strong>de</strong> este punto trata Noé, que es la<br />

novela <strong>de</strong>l novelista; <strong>de</strong> cómo los personajes lo incitan, <strong>de</strong><br />

qué manera forman parte <strong>de</strong> su vida ... A través <strong>de</strong> mí él veía<br />

a Langlüis llegar a caballo ... Pero mi hermana y yo no le<br />

servimos <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>lo para sus personajes. Éramos <strong>de</strong>masia­<br />

do cercanas a él y carecíamos por completo <strong>de</strong> algo nove­<br />

lesco. Estábamos <strong>de</strong>masiado vivas yeso no le interesa ba.<br />

Cuando alguien venía a verlo y le <strong>de</strong>cía : «Señor Giono, mi<br />

vida es una verda<strong>de</strong>ra novela, <strong>de</strong>bería escribirla», él respon­<br />

día :


*<br />

Nuestra infancia. Ese país lejano<br />

don<strong>de</strong> vuelvo a buscarte.<br />

¿Recuerdas aquel episodio<br />

<strong>de</strong>l Deslizador <strong>de</strong> Plata<br />

don<strong>de</strong> encien<strong>de</strong> una llama votiva<br />

en homenaje al sacrificio <strong>de</strong> un hombre<br />

que murió en beneficio <strong>de</strong> la especie?<br />

Tú nada más moriste y nuestros nombres<br />

aparecieron juntos<br />

en una edición <strong>de</strong> Últimas Noticias,<br />

esa suma <strong>de</strong> duelos y quebrantos.<br />

Leo el libro <strong>de</strong> Vladimir Marinovich Posso<br />

Los últimos pasos <strong>de</strong>l poeta Raúl Gómez Jattin.<br />

Cóleras, miserias, humillaciones inflingidas<br />

por el ilustre muerto se perdonan<br />

-incluso se celebran- porque fue poeta.<br />

De ti no puedo hablar sino en voz baja<br />

porque no hiciste ruido para irte,<br />

como si no quisieras más <strong>de</strong>cir presente<br />

cuando pasaban lista<br />

y soñabas con ser hombre invisible.<br />

*<br />

Ayer domingo levantamos tu casa.<br />

Pusimos en cajas cuanto sigues siendo,<br />

aunque ya no estés.<br />

Empacamos, atamos, rotulamos<br />

todo cuanto formaba parte <strong>de</strong> la vida,<br />

con la que ya nada querías,<br />

con la que ya no podías.<br />

Javier miró por la ventana y <strong>de</strong>scubrió<br />

la cola <strong>de</strong> una ardilla. Yo miraba el prodigio<br />

<strong>de</strong>l cacto que alzaba su soberbia<br />

entre los roquedales, en ese mar <strong>de</strong> lava<br />

que tardó tantos siglos en enfriarse.<br />

Por qué, <strong>de</strong> la belleza, separarse.<br />

Que el agua limpie la garganta<br />

y al cumplir su tarea<br />

resucite el milagro.<br />

Que podamos vivir para tenerla.<br />

No hay otra transparencia.<br />

No hay oro que la compre.<br />

Pero tú no sabías. Pero ya no sabías.<br />

25<br />

*<br />

Nuestra Señora <strong>de</strong> la Muerte tejió toda la noche.<br />

La ciudad <strong>de</strong>spertó en daguerrotipo.<br />

El suicida encontró razones <strong>de</strong> sobra para ser.<br />

El día fue la ofensa <strong>de</strong>l taxista, el regalo <strong>de</strong> niños<br />

que salieron con traje <strong>de</strong> astronauta<br />

a inventar un planeta sin sonido.<br />

La nieve cayó en silencio durante horas,<br />

las últimas <strong>de</strong>l siglo.<br />

Sea feliz, sonría, vea el futuro.<br />

El mundo en blanco y negro. Sus horrores.<br />

La tersa nieve que cambiará su albura<br />

por la mugre y la sal y la caída.<br />

Por el East River, un carguero<br />

con voz <strong>de</strong> bajo profundo,<br />

rojo y elemental, como un juguete. El milagro <strong>de</strong> estar.


Durante la redacción <strong>de</strong><br />

Vrais Richesses (1935)<br />

9 <strong>de</strong> octubre<br />

El trabajo ha recomenzado, y bien recomenzado.<br />

Hoy escribí por la mañana 3<br />

páginas excelentes y seguro <strong>de</strong> escribir otro<br />

tarito esta noche. Todo va bien. Este libro<br />

será algo útil e importante. Trabajo 12 y a<br />

. veces 15 horas por día.<br />

10 <strong>de</strong> octubre<br />

El trabajo ha recomenzado. Magnífico yaún<br />

mejor <strong>de</strong> como estaba. André Gi<strong>de</strong> va a<br />

venir a pasar algunos días aquí. Me preguntará,<br />

lejos <strong>de</strong> París, acerca <strong>de</strong> la posición<br />

que he tomado ante todos los partidos<br />

políticos -incluso los comunistas-,<br />

que es PAZ por todos los medios y contra<br />

todos los gobiernos. El está <strong>de</strong> acuerdo conmigo,<br />

pero no se atreve a <strong>de</strong>cirlo. Yo lo<br />

haré atreverse. Pero si no se atreve, me da<br />

lo mismo estar solo, ya que tengo razón. Y<br />

al final tendré razón.<br />

12 <strong>de</strong> octubre<br />

El trabajo se ha convertido en un paraíso<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace cuatro días y todo anda bien, y<br />

lo árboles, los pájaros y los mundos admirables<br />

llegan a la pluma en el momento<br />

en que son necesarios. Todo va bien. Voy<br />

a terminar el capítulo 3 y el libro tendrá 5<br />

en total, tal vez 6. Veo el último capítulo, e<br />

incluso la última palabra.<br />

1 5 <strong>de</strong> octubre<br />

El trabajo marcha y a<strong>de</strong>lanta, yes hermoso.<br />

Me retrasaré muy poco para entregar. Esta<br />

mañana trabajé <strong>de</strong> la 6 a las 12. Hace cinco<br />

días que no me rasuro, ni me lavo, ni me<br />

visto (training), pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces hay<br />

veinte páginas <strong>de</strong> más que son lo más puro<br />

que he escrito, lo más útil, lo más bello seguramente.<br />

Y la juventud lo escucha, y parece<br />

enten<strong>de</strong>rlo cada vez más. En muchas<br />

partes los estudiantes se agrupan bajo mi<br />

nombre, en Aix, Lyon, Poitiers, Grenoble,<br />

París, Nancy. Lo que ahora escribo los va a<br />

<strong>de</strong>jar completamente fríos.<br />

16 <strong>de</strong> octubre<br />

La redacción <strong>de</strong> Vrais Richesses avanza.<br />

Este libro será más valioso que los otros<br />

( ... ) Firmé el manifiesto <strong>de</strong> los intelectuales<br />

antifacistas contra la guerra <strong>de</strong> Italia. De<br />

acuerdo con las sanciones contra el gobierno<br />

italiano, pero sólo por la apatía <strong>de</strong>l gob.<br />

francés. Lava I es miserable. Ni un solo hombre<br />

capaz <strong>de</strong> tener valor. Cretinismo <strong>de</strong> la<br />

burguesía francesa . Cada vez <strong>de</strong>sconfío<br />

más <strong>de</strong> los comunistas.<br />

Durante la redacción <strong>de</strong><br />

Batailles dan s la montagne (1937)<br />

27 <strong>de</strong> enero<br />

En medio <strong>de</strong> una tormenta <strong>de</strong> granizo y<br />

<strong>de</strong> viento, y <strong>de</strong> lluvias <strong>de</strong> carbones que<br />


Contemporáneos puntuales, Jean Giono y el cine<br />

trabaron estrechas relaciones. Adaptando novelas<br />

para la pantalla, escribiendo guiones ori­<br />

ginales, produciendo, dirigiendo e incluso<br />

teorizando, Giono <strong>de</strong>splegó una vasta y <strong>de</strong>sper­<br />

digada obra cinematográfica que complementa y<br />

enriquece su universo novelesco.<br />

Pero Giono es ante todo hombre <strong>de</strong> palabras.<br />

A su pluma <strong>de</strong>be el Midi francés -la<br />

Francia mediterránea- un alto porcentaje <strong>de</strong>l<br />

encanto que se le atribuye.<br />

Las Tres historias para la televisión, plagadas<br />

<strong>de</strong> referencias ailtoblOgráf ICaS, fueron<br />

escritas en 1959 y terminaron en el fondo <strong>de</strong>l ca­<br />

jón. Nos revelan lina faceta poco conocida<br />

-el relato fantástico- <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> un gran fabula­<br />

dor injustamente soslayado en nuestras latitu<strong>de</strong>s.


I<br />

Tres amigos <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n partir <strong>de</strong> viaje, con Roma como <strong>de</strong>stino<br />

último, valiéndose <strong>de</strong>l automóvil como antaño se usaba la<br />

diligencia, es <strong>de</strong>cir, viajando lentamente <strong>de</strong> etapa en etapa,<br />

tomando pequeñas rutas apenas transitadas, huyendo <strong>de</strong><br />

las gastronomías turísticas, intentando ver lo esencial <strong>de</strong> las<br />

regiones atravesadas en sosegada y amorosa búsqueda <strong>de</strong><br />

la anécdota y <strong>de</strong>l rasgo <strong>de</strong> cáracter (viajar como Brosses,<br />

Montaigne, Stendhal).<br />

Una noche, sufren una avería en los gran<strong>de</strong>s bosques montañeses<br />

<strong>de</strong> la región <strong>de</strong> Die. El punto habitado más próximo en<br />

el mapa es La Vachette, a nueve kilómetros, al parecer un pequeño<br />

caserío. Mientras están entretenidos en calcular sus provisiones,<br />

escuchan ruidos en el negro bosquecillo y ven salir <strong>de</strong><br />

él a quien, en nuestro siglo, se consi<strong>de</strong>raría un cazador, es <strong>de</strong>cir,<br />

a un hombre con morral en bandolera y fusil al hombro. La<br />

noche, el paraje solitario, dan al hombre un aspecto feroz y les<br />

resulta grato po<strong>de</strong>r imaginarlo como cazador. Les dice que no<br />

hay ni mecánico ni garajista en La Vachette, mera al<strong>de</strong>huela <strong>de</strong><br />

cuatro casas. Hay, sin embargo, una cabina telefónica. Se ofre-<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse más contra misterios que contra peligros catalogados.<br />

Nada, en los alre<strong>de</strong>dores, podría atacarla, salvo la soledad<br />

y la melancolía. Al contrario <strong>de</strong> este bosque profundo<br />

que aquí nos ro<strong>de</strong>a, Taravellier Marcel tenía ante los oJos una<br />

suerte <strong>de</strong> rubia Ju<strong>de</strong>a apenas marcada por almendros <strong>de</strong><br />

negros troncos y por pequeños valles llenos <strong>de</strong> hayas. La granja<br />

más próxima estaba a tres kilómetros y era necesa rio todo un<br />

día <strong>de</strong> marcha para llegar por los sen<strong>de</strong>ros a una pequeña<br />

al<strong>de</strong>huela <strong>de</strong> treinta granjas. Taravellier explotaba las lavandas<br />

salvajes <strong>de</strong> sus tierras sin cultivar y vivía con quinientos quintales<br />

<strong>de</strong> trigo, una pequeña hortaliza, seis puercos y veinte ovejas.<br />

Iba tres veces por año, para las ferias, a la cabecera <strong>de</strong>l<br />

cantón, y cazaba los domingos <strong>de</strong> invierno.<br />

Perdió a su mujer, quien lo <strong>de</strong>jó sin hijos. Volvió a casarse<br />

con una italiana <strong>de</strong> su edad quien tenía un hijo <strong>de</strong> diecisiete<br />

años. Vivían con la familia, a la manera patriarcal, un ayudante<br />

<strong>de</strong> granja y un pastor. Taravellier se entendía muy bien<br />

con la italiana, y el hijo <strong>de</strong> ésta era gentil.<br />

Cierta noche <strong>de</strong> fines <strong>de</strong> otoño, estando ellos a la mesa,<br />

Jean Giono: tres historias para la televisión<br />

ce a llamar por teléfono a un garajista que vendrá a repararles<br />

el auto. Lo importante es que llegue a tiempo a La Vachette,<br />

pues una vez pasadas las nueve <strong>de</strong> la noche no hay ya contacto<br />

telefónico. Antes <strong>de</strong> partir, los pone en guardia: las aves<br />

<strong>de</strong> corral <strong>de</strong> la región y los pequeños rebaños están, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

hace algún tiempo, siendo diezmados por un animal <strong>de</strong>sconocido,<br />

harto más gran<strong>de</strong> que un zorro a juzgar por los estropicios<br />

que hace y por la calidad <strong>de</strong> las heridas que inflige a<br />

sus víctimas. El animal llegó incluso a <strong>de</strong>gollar la mula <strong>de</strong> un<br />

campamento <strong>de</strong> carboneros. Él-el cazador- y cuatro o cinco<br />

habitantes <strong>de</strong> la región batieron el bosque todo el día en busca<br />

<strong>de</strong> esa fiera que acaso sea un lobo, uno <strong>de</strong> los últimos<br />

lobos. Lo oyeron gruñir en el monte baJO, pero sin po<strong>de</strong>r verlo.<br />

Los tres amigos se instalan en el auto y aguardan. Conversación.<br />

Ese hombre, ¿irá a telefonear? ¿Verda<strong>de</strong>ramente se<br />

dirige a La Vachette? Al partir no siguió por la ruta, sino que <strong>de</strong><br />

inmediato salió oblicuamente <strong>de</strong>l camino. ¿Será un atajo? El<br />

hombre, ¿es verda<strong>de</strong>ramente un cazador? El fusil que llevaba<br />

al hombro no esa un fusil <strong>de</strong> caza <strong>de</strong> dos tiros, sino un mosquetón<br />

<strong>de</strong> caballería <strong>de</strong> la guerra. Debe ser porque esperaba<br />

cazar un lobo, o quizás algo peor. No hay ya lobos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace<br />

mucho tiempo, todo el mundo lo sabe. Y «algo pea!) jamás lo<br />

hubo: no estamos en un país <strong>de</strong> fieras.<br />

No estamos en un país <strong>de</strong> fieras, pero algo peor que un<br />

lobo bien podría existir. Ya que vamos rumbo a Roma, quizá<br />

no sería tan malo que esta noche nos topáramos con el <strong>de</strong>monio.<br />

Hacia 1920, en una región casi tan salvaje como ésta,<br />

tenía un amigo llamado Taravellier Marcel que explotaba una<br />

granja en esos parajes <strong>de</strong>siertos. Aunque la tierra que poseía<br />

era poco fértil, las construcciones <strong>de</strong> la granja eran consi<strong>de</strong>rables<br />

y <strong>de</strong> importan!ia. Habían sido edificadas en una época<br />

en que todas las granjas <strong>de</strong>l país eran otras tantas fortalezas.<br />

Uno sentía que ésta había sido construída para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse, y<br />

33<br />

tocan a la puerta. Y, como se estila en esas regiones, alguien<br />

entró sin esperar a que le abrieran. Era uno <strong>de</strong> los granjeros<br />

vecinos. Llevaba el fusil a la mano y era también un mosquetón<br />

<strong>de</strong> cavallería como aquél que hace un rato portaba el<br />

cazador que nos intriga. Se trataba, sin embargo, <strong>de</strong> un mosquetón<br />

<strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong>l 14 mientras que el <strong>de</strong> hace un rato<br />

era un mosquetón <strong>de</strong>l 39.<br />

El visitante dijo que había venido a prevenirlos. Él y otras<br />

cuatro o cinco personas estaban patrullando los alre<strong>de</strong>dores.<br />

Hacía un rato, al comenzar la noche, una fiera (aquella vez se<br />

dijo todavía «un lobo») había entrado a su establo y había<br />

<strong>de</strong>gollado a todas las gallinas, a las diez o doce ovejas e incluso<br />

al caballo. Éste último, al que aún intentaban salvar, tenía<br />

en el cuello una pavorosa herida. El veterinario que estaba<br />

allá había dicho que jamás había visto una herida más profunda,<br />

más lacerada, más gran<strong>de</strong>. Si no estuviera en Francia, él<br />

(el veterinario) diría que los dientes y las mandíbulas que<br />

habían <strong>de</strong>sgarrado el cuello <strong>de</strong>l caballo eran los dientes y las<br />

mandíbulas <strong>de</strong> un león o hasta <strong>de</strong> un tigre. Ningún animal<br />

había sido <strong>de</strong>vorado. Se los había matado, así, sin más.<br />

Taravellier se ofrece para participar en la batida. El visitante,<br />

sin embargo, le dice que para esa noche ya no vale la pena:<br />

todos van a regresar a sus casas, la noche está negra como<br />

un horno y, a<strong>de</strong>más, la fiera <strong>de</strong>be haberse alejado a las alturas<br />

don<strong>de</strong> es imposible, a esta hora, intentar rastrearla. Vino, más<br />

que nada, a prevenirlo para que Taravellier montara guardia.<br />

Eso hace; son cuatro hombres: el ayudante, el pastor, el<br />

hijo <strong>de</strong> la italiana, y él mismo. Toman sus fusiles (y entre el<br />

lote hay aún un mosquetón <strong>de</strong> caballería. Después <strong>de</strong> tantas<br />

guerras, hay siempre mosquetones <strong>de</strong> caballería en todos los<br />

rincones <strong>de</strong> la campiña) y montan guardia alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la<br />

granja. La italiana prepara café. Noche apacible. Y no obstante<br />

parece que se escucha rugir o aullar o gruñir en las alturas <strong>de</strong>


la montaña. Al alba, nada ha pasado, y, como la catástrofe ha<br />

ocurrido en casa <strong>de</strong>l vecino, se la olvida pronto.<br />

Pasan algunos días y, <strong>de</strong> nuevo, un establo es saqueado.<br />

Patos, gallinas, conejos son no sólo <strong>de</strong>gollados sino <strong>de</strong>spedazados;<br />

esta vez fue un chivo, con reputación <strong>de</strong> malvado, el<br />

que fue <strong>de</strong>sangrado como un vulgar conejo.<br />

La repetición <strong>de</strong> la carnicería <strong>de</strong>spierta los egoísmos.<br />

Aún se patrulla, se escuchan (o aún creen escuchatse) aullidos<br />

y gruñidos, se disciernen rastros en el barro <strong>de</strong> los abreva<strong>de</strong>ros<br />

en la montaña. Nada lo prueba, pero se imagina fácilmente<br />

en esos <strong>de</strong>siertos el <strong>de</strong>ambular solitario <strong>de</strong> un monstruo.<br />

Se piensa en la bestia <strong>de</strong> Gévaudan.<br />

Hacia el fin <strong>de</strong> la siguiente semana, es la granja misma<br />

<strong>de</strong> mi amigo Taravellier la que es visitada <strong>de</strong> noche por la<br />

fiera . Como en los otros lados, ésta masacra el gallinero,<br />

pero se ensaña sobre todo con un potrilla que era propiedad<br />

<strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> la italiana: Tino. Ese portillo está literalmente<br />

<strong>de</strong>stazado y parece que la fiera tuvo un particular placer<br />

por <strong>de</strong>sgarrar las entrañas. Allí, como en los otros lados,<br />

ninguna víctima es raptada, ninguna víctima es, a <strong>de</strong>cir verdad,<br />

comida. No hay sino ruina y masacre.<br />

Se organizan batidas que incursionan más y más profundamente<br />

en la montaña. Tino, <strong>de</strong>sesperado por la muerte <strong>de</strong><br />

su potro (al que cuidaba tiernamente y que era su orgullo. Era<br />

la primera vez que poseía algo propio.), patrulla encarnizadamente,<br />

a veces con los vecinos, <strong>de</strong> seguido solo, buscando<br />

los rastros <strong>de</strong> la fiera, con la nariz sobre las pistas como un<br />

perro <strong>de</strong> caza.<br />

Tal estado <strong>de</strong> cosas dura hasta el domingo 23 <strong>de</strong> noviembre.<br />

Es un día triste y nublado. Las nubes cubren la montaña.<br />

Hacia las seis <strong>de</strong> la mañana, un hombre enloquecido llega al<br />

poblado. Encontró, en el lugar llamado «Champ Bernard», el<br />

cadáver <strong>de</strong> un pastor atrozmente <strong>de</strong>sfigurado. Se da aviso a la<br />

brigada <strong>de</strong> gendarmería <strong>de</strong> v. .. Mientras que se espera a los<br />

gendarmes, cuatro habitantes <strong>de</strong>l poblado, armados hasta los<br />

dientes, suben hasta Champ Bernard. En el camino, pasan<br />

por una pequeña fábrica <strong>de</strong> carbón vegetal que explotaba<br />

una familia piamontesa. Son, para ese momento, las ocho <strong>de</strong><br />

la mañana; aún no ha terminado <strong>de</strong> amanecer. En la semiobscuridad,<br />

ven que la carbonera está en llamas. Ahora bien,<br />

nadie se empeña alre<strong>de</strong>dor para extinguir el fuego que <strong>de</strong>vora<br />

el carbón vegetal. Llaman; nadie respon<strong>de</strong>. Finalmente,<br />

encuentran alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la carbonera seis cadávers: el Piamontés,<br />

su mujer, sus dos ayudantes, su hijo mayor, su pequeña<br />

hija. Todos, los seis, han sido atrozmente <strong>de</strong>sgarrados<br />

por la pavorosa mandíbula. Al anochecer, cuando se hayan<br />

bajado las siete víctimas al poblado (contando al primer pastor)<br />

y mientras se esté realizando la primera autopsia sumaria, se<br />

<strong>de</strong>scubrirá aún otro cadaver, <strong>de</strong> un pastor. Con ese suman ocho<br />

muertos en total. El mayor terror reina en la región.<br />

Están inquietos también por Tíno. Partió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mañana a<br />

buscar a la fiera como ha hecho cada día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> su potro. Se teme, pues, que haya una nueva víctima. Taravellier<br />

parte en busca <strong>de</strong> Tíno, pero pronto se ve ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong><br />

niebla y, juzgando inútil su búsqueda, regresa a la granja. Se<br />

monta guardia toda la noche en la granja <strong>de</strong> Taravellier.<br />

Habiendo terminado su turno <strong>de</strong> guardia, el pastor va a acostarse.<br />

Duerme en el granero, sobre el heno. Está en su cama<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace a penas diez minutos cuando escucha la gran puerta<br />

que se abre suavemente. Algo se mueve en silencio entre las<br />

sombra s. El pastor está <strong>de</strong>sarmado. No tiene más que su<br />

34<br />

cuchillo. Cuchillo en mano, trata <strong>de</strong> distinguir. Alguien trepa<br />

por el heno. Armándose <strong>de</strong> valor, el pastor pren<strong>de</strong> su encen<strong>de</strong>dor.<br />

Es Tíno. Pero un Tíno <strong>de</strong> mirada extraviada. «LOe dón<strong>de</strong><br />

vienes? -No lo sé.» Y bruscamente el pastor compren<strong>de</strong>.<br />

«(Qué has hecho? -No lo sé. -¿Eres tú el que mató a todas<br />

esas gentes? -No lo sé. -¿Eres tú la fiera? -No lo sé.» Tíno se<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong>slizar <strong>de</strong>l montón <strong>de</strong> heno y sale <strong>de</strong>l granero. Lleva su<br />

fusil en la mano.<br />

El pastor corre a la granja. Nadie, <strong>de</strong> entrada, quiere creérle.<br />

Después se sabe que todas las víctimas fueron antes abatidas<br />

a tiros (un mosquetón <strong>de</strong> caballería, balas que son i<strong>de</strong>ntificadas<br />

como salidas <strong>de</strong>l fusil <strong>de</strong> Tíno). Las pavorosas heridas<br />

eran infligidas a las víctimas con ayuda <strong>de</strong> una trampa para<br />

zorros que tomaba el lugar <strong>de</strong> unas mandíbulas. Se encuentra<br />

la trampa para zorros bajo la cama <strong>de</strong> Tino. Pero, ¿por qué<br />

mató a su propio potrill0 7 Nadie pue<strong>de</strong> explicárselo. «Los que<br />

sabemos que se mata siempre aquello que se ama po<strong>de</strong>mos<br />

explicárnoslo», dice un comisario erudito.<br />

Se rastrea a Tino. Se ha refugiado en un pequeñ granero<br />

solitario. Se le sitia. Se le conmina a salir. No respon<strong>de</strong>. Se<br />

disparan al granero más <strong>de</strong> doscientos tiros <strong>de</strong> fusil y <strong>de</strong> carabina.<br />

Él no dispara. Por agotamiento, se pren<strong>de</strong> fuego al granero<br />

don<strong>de</strong> él ar<strong>de</strong> sin un grito. Extinto el fuego, se le encuentra<br />

muerto y parcialmente carbonizado contra un muro sobre<br />

el cual <strong>de</strong>jó su imagen: vino a escon<strong>de</strong>rse ahí y se puso <strong>de</strong><br />

rodillas contra el muro. De allí no se movió.<br />

La historia ha terminado, los tres amigos continúan averiados<br />

en medio <strong>de</strong>l bosque. Escuchan y ven los faros <strong>de</strong> un<br />

auto que se acerca. Uno <strong>de</strong> ellos sale <strong>de</strong>l coche y se para a<br />

mitad <strong>de</strong>l camino para obligar al auto a <strong>de</strong>tenerse. Éste no<br />

parece tener intención <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse y se precipita sobre el<br />

hombre que está enmedio <strong>de</strong>l camino ...<br />

(Continuará en el próximo episodio.)<br />

Enca<strong>de</strong>namiento entre la primera y la segunda historia<br />

El auto, que parecía precipitarse sobre el personaje que le<br />

hacía la señal <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse, se <strong>de</strong>tiene. Era, simplemente,<br />

conducido por un campesino poco diestro. Puesto al corriente<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>scompostura, éste les propone remolcarlos hasta<br />

La Vachette. Lo hace. En La Vachette, contra lo que esperaban,<br />

hallan un albergue aceptable, una buena cena, un buen<br />

fuego. Mientras nuestros amigos se calientan tras la cena fumando<br />

pipa y bebiendo ponche, se asombran por la belleza y<br />

el noble porte <strong>de</strong> una mesera. Claro es que nada tiene <strong>de</strong><br />

campesina. Resulta tan insólita allí como una locomotora en<br />

el retrato <strong>de</strong> la Gioconda. Entre más la examinan y la observa<br />

n, más se convencen <strong>de</strong> que en el menor <strong>de</strong> sus gestos<br />

hay una insólita nobleza, una gran<strong>de</strong>za estupefaciente.<br />

Estoy seguro, dice el orador, <strong>de</strong> que estamos ante la presencia<br />

<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los misterios más cautivantes <strong>de</strong>l mundo<br />

mo<strong>de</strong>rno. Me fue concedido, hace algunos años, acercarme a<br />

ese misterio casi hasta su esencia misma.<br />

11<br />

Tengo un amigo que posee una propiedad en uno <strong>de</strong> los<br />

paisajes franceses más admirables <strong>de</strong>l mundo. El parque<br />

<strong>de</strong> tal propiedad se extien<strong>de</strong> por las colinas sa lvajes; pero


no son salvajes a la manera gala, como las que aquí nos<br />

ro<strong>de</strong>an, sino en un estilo griego: <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong> cistáceas y<br />

pinos negros quemados por el sol, peñascos blancos, un<br />

río <strong>de</strong> tiza y juncos semejante al Eurotas, montes Olimpo<br />

<strong>de</strong> un azul puro. En el fondo mismo <strong>de</strong> ese parque -o<br />

mejor dicho, <strong>de</strong> ese <strong>de</strong>sierto-, en los repliegues enmarañados<br />

<strong>de</strong> un pequeño valle, quedan incluso las ruinas <strong>de</strong><br />

un templo. No se sabe a quién estuvo antaño <strong>de</strong>dicado.<br />

Unos sabios vinieron a examinarlo y a estudiarlo (puesto<br />

que las ruinas son muy bellas), y no lograron ponerse <strong>de</strong><br />

acuerdo. En los alrre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong>l pequeño valle se <strong>de</strong>sentierran<br />

a veces medallas y lámparas votivas <strong>de</strong> arcilla . Se<br />

habría podido, gracias a las medallas, i<strong>de</strong>ntificar al dios o<br />

los dioses que tuvieron aquí su templo, pero todas las<br />

medallas están muy gastadas o, cuando se las halla intactas,<br />

su acuñación se borra velozmente al entrar en contacto<br />

con el aire. Mi amigo tiene toda una colección <strong>de</strong> ellas<br />

que no sólo han perdido todo su relieve sino que día con<br />

día lo pier<strong>de</strong>n, casi ante la vista <strong>de</strong> uno, hasta volverse tan<br />

anónimas como fichas <strong>de</strong> un juego <strong>de</strong> damas. Tal particularidad<br />

no interesó a los sabios.<br />

Cierto día, en la propiedad, viene en falta una nueva ayuda<br />

doméstica, más exactamente, alguien que lave los platos. La<br />

mujer que había tenido hasta entonces aquel puesto se había<br />

clavado una espina en el <strong>de</strong>do yendo a recoger varas para<br />

escoba en las landas y la espina le había provocado un panadizo.<br />

Antes incluso <strong>de</strong> se comenzara a buscar una lavan<strong>de</strong>ra<br />

<strong>de</strong> loza entre las campesinas <strong>de</strong> los alre<strong>de</strong>dores, una joven se<br />

presenta. No se lo piensa más, al momento se le contrata, y<br />

no es sino hasta días <strong>de</strong>spués que surge la duda <strong>de</strong> <strong>de</strong> dón<strong>de</strong><br />

viene: no es la hija <strong>de</strong> nadie, ni viene <strong>de</strong> esta granja o aquella<br />

otra, no es <strong>de</strong> aquí y cuando se le pregunta <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> es<br />

respon<strong>de</strong> vaga aunque muy gentilmente. Es tan naturalmente<br />

encantadora que se aceptan sus explicaciones (que no<br />

satisfacerían a nadie si se tratase se alguien menos encantador).<br />

No solamente lleva a cabo su humil<strong>de</strong> tarea a satisfacción<br />

<strong>de</strong> todos, sino que <strong>de</strong>bido a que es ella quien la <strong>de</strong>sempeña<br />

la tarea ya no parece humil<strong>de</strong>. Todo, a<strong>de</strong>más, parece<br />

conspirar para que todo el mundo se entregue a la indulgencia,<br />

e, incluso, a la <strong>de</strong>spreocupación gozosa. El negro fin <strong>de</strong><br />

otoño que transcurría -días grises, lluvias, borrascas- se transforma<br />

casi súbitamente en una estación rosada y vermeja. Hay<br />

un resurgir <strong>de</strong> flores en el jardín, los rosales dan rosas exquisitas;<br />

hay incluso en el aire como un perfume azucarado semejante<br />

al <strong>de</strong> las acacias en mayo. Incluso ciertas preocupacianes<br />

que nada tienen que ver con la estación se disipan, los embrollos<br />

se disuelven, no se reciben sino buenas noticias, etc. Pasa<br />

el invierno, que resulta exquisito. Y curiosamente exquisito,<br />

porque a pocos kilómetros <strong>de</strong> allí, al otro lado <strong>de</strong>l río por ejemplo,<br />

o <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las colina s, hace frío, llueve o neva, y las cosas<br />

transcurren como <strong>de</strong> costumbre. Pero aquí hace buen tiempo.<br />

Pasa pues el invierno y se ven obligados a echar al chofer. Ha<br />

cometido diferentes hurtos en la granja: huevos, aves <strong>de</strong> corral<br />

que ha ido a ven<strong>de</strong>r al mercado para provecho personal; ha<br />

alterado las notas <strong>de</strong> gasolina y sobre todo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una<br />

pesquisa <strong>de</strong> la comisaría, se ha sabido que el hombre, amparado<br />

con papeles falsos, era en realidad un prófugo <strong>de</strong> la justicia,<br />

chulo notorio <strong>de</strong> Marsella que había huído a la campiña<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un pequeño asalto frustrado. Parte, no sin escándalo,<br />

y le dice a mi amigo que en lugar <strong>de</strong> tomarla contra él<br />

haría mejor en vigilar a Julie (que así se llamaba la lavan<strong>de</strong>ra<br />

35<br />

<strong>de</strong> loza). Se le pi<strong>de</strong>n explicaciones y las proporciona.<br />

Afirma que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que Julie fue contratada, y seducido como<br />

todo el mundo por su belleza pero teniendo i<strong>de</strong>as precisas<br />

sobre la utilidad <strong>de</strong> la belleza <strong>de</strong> las mujeres, trató <strong>de</strong> ir a<br />

buscarla a su alcoba. Des<strong>de</strong> la primera noche, la alcoba estaba<br />

vacía. Julie se había levantado <strong>de</strong> la cama todas las noches.<br />

Nunca supo él como hacía ella para irse, ni a dón<strong>de</strong> iba.<br />

La había vigilado <strong>de</strong> muy cerca, y había sido burlado cada vez.<br />

Es un misterio, pero a su parecer, ese misterio <strong>de</strong>be escon<strong>de</strong>r<br />

bajezas más gran<strong>de</strong>s que las suyas.<br />

Se vigila a Julie. Lo que el chofer dijo resulta verdad: <strong>de</strong>saparece<br />

todas las noches. Desaparece es la palabra justa, pues<br />

no se sabe cómo hace: a las nueve (por ejemplo) está allí; a<br />

las nueve y uno ha <strong>de</strong>saparecido. Las puertas están cerrada s,<br />

las rejas están cerradas, los perros se quedan atrás en un<br />

minuto, en menos <strong>de</strong> un minuto. Por la noche, <strong>de</strong>saparece<br />

en cosa <strong>de</strong> segundos. En la mañana allí está, no como una<br />

aparición, sino como una mujer carnal que duerme en su<br />

cama, se asea, se peina, se refresca el rostro con agua <strong>de</strong><br />

colonia, baja las escaleras, <strong>de</strong>sayuna, ríe, se involucra en la<br />

vida, trabaja. Pero en la noche, su alcoba está vacía. Y se siente<br />

que está vacía incluso si se va a visitar la alcoba durante el<br />

día como lo ha ce una vez -para cerciorarse- el dueño <strong>de</strong> la<br />

propiedad. Se percatan -tras una pesquisa- <strong>de</strong> que no tiene<br />

amoríos en los alre<strong>de</strong>dores, que nadie la conoce, que los<br />

animales le guardan un afecto peculiar que raya en la adoración:<br />

perros, caballos, vacas, puercos, gallinas, avecillas silvestres<br />

e incluso animales salvajes. El hija <strong>de</strong> un granjero, cazador<br />

por excelencia, certifica que un día en que cazaba zorros<br />

vio a la bestezuela correr hacia ella -que regresaba <strong>de</strong> los<br />

lava<strong>de</strong>ros- y refugiarse en sus faldas. Y ella tomó a la zorra en<br />

sus brazos como si <strong>de</strong> un gato se tratara. Se le advierte que<br />

hay en la propiedad un enorme gato rojo <strong>de</strong> angora que asemeja,<br />

<strong>de</strong> lejOS, un zorro. Sin duda era al gato al que cazaba. Él<br />

se <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>. Asegura que era un zorro.<br />

Ella, sin embargo, recibe cierto día una visita. Es un hombre<br />

joven, gran<strong>de</strong> y rubio, muy bello también él, muy noble,<br />

muy luminoso. A no ser porque iba vestido <strong>de</strong> overol se le<br />

tomaría por un aristócrata. Es cortés, habla bien, dice ser<br />

empleado <strong>de</strong> la planta nuclear que está a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Rhóne.


Su conversación, por lo <strong>de</strong>más, lo <strong>de</strong>muestra: emana <strong>de</strong> él<br />

cierta irradiación verbol como la que emana <strong>de</strong> ciertos inge­<br />

nieros superiores.<br />

Al reflexionarlo, se preguntan qué medio <strong>de</strong> locomoción<br />

lo habrá traído: no vino en moto, no vino en automóvil; no<br />

vino en transporte público y la planta está <strong>de</strong>masiado dis­<br />

tante para imaginar que hubiera venido a pie. Él y ella (que<br />

pidió dos horas <strong>de</strong> permiso) se pasean por el prado'. Son tan<br />

bellos y parecen tan bien pareados que se les pregunta, en<br />

broma, «¿para cuándo la boda 7». Ambos rompen a reír. Se<br />

percibe en sus risas una ironía sumamente curiosa. Lo que<br />

también resulta curioso es que el visitante parece dotado<br />

<strong>de</strong>l mismo don <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparición que Julie. Estaba, hace un<br />

instante, con ella en el prado, y ahora ella está ahí, sola, y<br />

regresa a la casa. Tan lejos como se alcanza a ver, 105 prados<br />

están <strong>de</strong>siertos.<br />

En la quinta se la ve tan amable, tan bella, tan noble, tan<br />

graciosa, que se le confía un trabajo distinto al <strong>de</strong> lavar la loza.<br />

Se convierte en ayuda <strong>de</strong> cama. Primero un tanto recelosa, la<br />

señora <strong>de</strong> la casa termina por aficionarse genuinamente a<br />

aquella muchacha que le prodiga cuidados tan exquisitos, tan<br />

extraños, y que parece conjurar, con sus <strong>de</strong>dos y sus gestos, a<br />

la belleza misma. Después <strong>de</strong> que Julie arregla a la Señora, la<br />

Señora se pone muy bella.<br />

Pero cada noche Julie <strong>de</strong>saparece.<br />

Una noche <strong>de</strong> invierno, el guardamonte pi<strong>de</strong> ser recibido<br />

por el patrón. Algo extraño ocurre en el páramo. Estaba (él, el<br />

guardamonte) en ronda la noche anterior y pasó por el pára­<br />

mo. Eran las siete <strong>de</strong> la noche. Vía luz en el vallejo <strong>de</strong> las ruinas.<br />

Fue a averiguar. Al acercarse, se percató primero <strong>de</strong> que la luz<br />

era <strong>de</strong> un curioso color; que no provenía <strong>de</strong> una fogata, ni <strong>de</strong><br />

una linterna, ni <strong>de</strong> varias lámparas eléctricas <strong>de</strong> mano; esa sim­<br />

plemente una luz muy viva, que <strong>de</strong> cuando en cuando mostra­<br />

ba colores como los <strong>de</strong>l arcoiris. -y sin embargo no llovía y era<br />

<strong>de</strong> noche. No, no llovía y era, en efecto, <strong>de</strong> noche, pero hay<br />

algo más curioso aún : había, allá entre las ruinas, justo en don­<br />

<strong>de</strong> están las columnas tiradas, una asamblea <strong>de</strong> unas quince<br />

personas. Entre esas personas él (el guardamonte) reconoció<br />

en primer lugar a Julie (que se mantenía un poco apartada), y<br />

al joven rubio y gran<strong>de</strong> que trabaja en la planta atómica, quien<br />

estaba mezclado con el grupo. Allí estaba, por otra parte, el<br />

herrero <strong>de</strong> Vente rol (un pueblo que queda a seis kilómetros).<br />

Ese tipo rechoncho, mal vestido y cojo, que tiene una mujer en<br />

verdad bella (quien estaba alIQ, esa mujer, usted sabe, ligera,<br />

que da mucho <strong>de</strong> qué hablar, que tiene enredos con un co­<br />

mandante <strong>de</strong> aviación <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> Salan, piloto <strong>de</strong> avión<br />

supersónico. Sabe usted, él también estaba allí, el comandante.<br />

y también estaba, sobre todo, ese viejo barbón, <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s<br />

barbas blancas que es zapatero en Saint-Chritol (un pueblo a<br />

tres kilómetros). Ese tipo, <strong>de</strong>recho como vara, hombre muy<br />

apuesto y fornido, un tipo que tiene, no sé, quizá setenta años,<br />

quizá setenta y cinco, quizá más, quizá menos, habría que verlo<br />

sin barba, pues tiene un rostro joven. Usted lo ha visto. Usted lo<br />

conoce, allí estuvo para las elecciones, llevando la contraria a<br />

todo el mundo. Es él quien tenía el aire <strong>de</strong> jefe. Y toda la banda<br />

hablaba en una lengua que no comprendo. Pue<strong>de</strong> que sea<br />

ru so, quién sabe. También había otras gentes que no reconocí<br />

pero que, cosa rara, no parecían extranjeros. Me parecía cono­<br />

cerlos. LOe cuánd0 7 No lo sé <strong>de</strong>cir.<br />

Intenté acercarme para ver mejor, y entonces vi a ese<br />

zapatero <strong>de</strong> la barba blanca ha ce r hacia mi dirección un<br />

36<br />

pequeño gesto con los <strong>de</strong>dos. No sé si dijo alguna cosa<br />

porque justo en ese momento, cayó un rayo (sí, dice el<br />

partón, escuché el trueno ayer por la noche. Incluso me<br />

extrañó, pues el cielo estaba <strong>de</strong>spejado y soplaba un<br />

poco <strong>de</strong> mistral) y quedé plantado en la tierra sin po<strong>de</strong>r<br />

mover un <strong>de</strong>do. Después se hizo la noche y al cabo <strong>de</strong><br />

no sé cuánto tiempo pu<strong>de</strong> moverme <strong>de</strong> nuevo. Primero<br />

creí haberlo soñado, <strong>de</strong>spués pensé que más valía venir<br />

a contárselo.<br />

Intrigado, mi amigo (el patrón) manda llamar a Julie a<br />

su <strong>de</strong>spacho. Ella acu<strong>de</strong>, sonriente; es la gracia misma. Él<br />

le refiere la visión <strong>de</strong>l guardamonte. Allí está ella, la gracia<br />

misma, pero muda. Mi amigo insiste, perturbado por la<br />

belleza, la gracia, la nobleza y por un inmenso sentimiento<br />

<strong>de</strong> respeto inexplicable. Ella sólo sonríe, no respon<strong>de</strong>. Pa­<br />

rece que dice: «¿Compren<strong>de</strong> usted 7 ¿Necesita <strong>de</strong> alguna<br />

explicación?» En el momento en que mi amigo va a res­<br />

pon<strong>de</strong>r esa pregunta muda cae un relámpago fulgurante<br />

que sacu<strong>de</strong> violentamente la casa. Mi amigo cierra instinti­<br />

vamente los ojos. Cuando los abre, Julie aún está allí, pero<br />

es una muchacha común y corriente que respon<strong>de</strong> torpe­<br />

mente: «No sé, Señor.» Al día siguiente ha <strong>de</strong>saparecido.<br />

Se pregunta en Ventero!: el herrero y su mujer se han ido.<br />

La fragua está cerrada. En Saint-Christol, el gran zapatero<br />

se ha marchado. En la planta atómica, el obrero se ha ido.<br />

En el campo <strong>de</strong> aviación, el comandante ha sido transferi­<br />

do a no se sabe dón<strong>de</strong>. El oficio en que se or<strong>de</strong>naba su<br />

transferencia ha <strong>de</strong>saparecido.<br />

(Continuará en el próximo episodio.)<br />

Enca<strong>de</strong>namiento entre la segunda y la tercera historia<br />

Uno <strong>de</strong> los tres amigos dice: «Los antiguos dioses, los dioses<br />

griegos. Reconocí a Zeus, Vulcano, Afrodita, Apolo, Marte, y<br />

Julie sin duda era una ninfa.» En ese momento, la joven me­<br />

sera atraviesa el salón, es la gracia misma, la gracia que son­<br />

ríe. Una gracia inquietante. La puerta se abre. Entra un hom­<br />

bre gran<strong>de</strong> y apuesto, <strong>de</strong> barbas blancas, lleno <strong>de</strong> majestad.<br />

Los amigos interrogan al patrón <strong>de</strong>l albergue: «¿que quién es<br />

ese7 -Es el zapatero. Formidable, ¿no?» Se escucha rodar un<br />

trueno por las montañas.<br />

«Si <strong>de</strong>sean que les muestre sus cuartos ... », dice el patrón.<br />

Son cuartos cómodos. Comodidad campesina sin agua<br />

corriente pero con pequeños lavamanos <strong>de</strong> palanganas <strong>de</strong>­<br />

coradas. Camas blancas y antiguas. Nuestros amigos, intri­<br />

gados por la llegada <strong>de</strong>l zapatero parecido a Zeus y <strong>de</strong>s­<br />

pués <strong>de</strong>l trueno intempestivo, se reúnen en una <strong>de</strong> las<br />

habitaciones para conversar antes <strong>de</strong> acostarse. Unos gra­<br />

bados cuelgan en las pare<strong>de</strong>s: Ruinas <strong>de</strong> Roma, copias <strong>de</strong><br />

las Prisiones <strong>de</strong> Piranesi ; asombro al encontrar allí esos<br />

valiosos grabados en lugar <strong>de</strong>l habitual Angelus <strong>de</strong> Millet.<br />

El que habla se levanta a abrir la puerta hacia el corredor y<br />

regresa. «Fui a ver, dice, si el pasillo aún estaba en su lugar.<br />

-¿y dón<strong>de</strong> quieres que esté7- En estos remotos recodos<br />

<strong>de</strong> provincia, dice, llega a suce<strong>de</strong>r que los pasillos estén<br />

dotados <strong>de</strong> una vida particular, una vida <strong>de</strong> pasillo, evi<strong>de</strong>n­<br />

temente, pero cuando esa vida <strong>de</strong> pasillo se entrecruza<br />

con una vida <strong>de</strong> hombre o simplemente, como me suce­<br />

dió, con un hombre en la noche, ocurren aventuras abra­<br />

cadabrantes.»


111<br />

Allá por 1920 -volvía <strong>de</strong> la guerra, estaba joven- era mi oficio<br />

recorrer los campos para provecho <strong>de</strong> un gran banco para el<br />

que repartía certificados <strong>de</strong> valores. Mis clientes estaban dispersos<br />

por un territorio muy extenso. No sabiendo conducir<br />

automóviles, me valía, para <strong>de</strong>splazarme, <strong>de</strong> los pequeños carros<br />

campesinos <strong>de</strong> horarios inverosímiles. Uno <strong>de</strong> ellos, notablemente,<br />

partía <strong>de</strong> mi resi<strong>de</strong>ncia hacia las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong><br />

para arribar a eso <strong>de</strong> las seis -en plena noche <strong>de</strong> invierno- al<br />

pequeño pueblo <strong>de</strong> v. .. en el corazón <strong>de</strong> una comarca aislada,<br />

extraña y montañosa. Allá dormía, una pequeña taberna me<br />

reservaba un cuarto. Otro, por lo <strong>de</strong>más, no había. En ocasiones,<br />

para ocupar el tiempo antes <strong>de</strong> la cena, hacía ciertos negocios<br />

en el pueblo. Era una hora conveniente, la gente, habiendo<br />

vuelto <strong>de</strong> los campos, se aburría al lado <strong>de</strong> la estufa y me<br />

escuchaba <strong>de</strong> buena gana. Otras veces, cuando sabía que me<br />

había hecho, por el momento, <strong>de</strong> todos los ahorros <strong>de</strong> mis<br />

clientes, me quedaba en la sala <strong>de</strong> la taberna hasta la cena,<br />

<strong>de</strong>spués me iba a acostar, reservando para el día siguiente, en<br />

la mañana, la visita <strong>de</strong> las granjas y el castillo que estaban, el<br />

uno y las otras, algunos kilómetros más retirados en el campo.<br />

Kilómetros que remontaba a pie; campos que en nada incitaban<br />

a los paseos nocturnos por tratarse <strong>de</strong> un país <strong>de</strong> sombras<br />

y <strong>de</strong> ecos cargado <strong>de</strong> reminisencias novelescas.<br />

Las veladas pasadas en el café no me eran muy gratas. Era<br />

yo el único cliente, o si no, el único consumidor; verdad es<br />

que los <strong>de</strong>más, dos o tres viejos <strong>de</strong> más <strong>de</strong> ochenta años, en<br />

asamblea en torno <strong>de</strong> la estufa, no consumían más que calor.<br />

Yo me bebía un vaso <strong>de</strong> agua <strong>de</strong> Vittel (que salía directamente<br />

<strong>de</strong>l grifo -agua excelente, por cierto). Para la pequeña asamblea,<br />

no se encendía más que una lámpara, eléctrica evi<strong>de</strong>ntemente,<br />

pero que no emitía más que una débil luz rojiza. La<br />

sala <strong>de</strong>l café (que se llamaba El círculo republicano) era inmensa;<br />

servía <strong>de</strong> sa la <strong>de</strong> baile en las gran<strong>de</strong>s ocasiones. La<br />

atmósfera no predisponía a la alegría loca. Encima <strong>de</strong> eso, la<br />

historia <strong>de</strong> la región hormigueaba con aventuras trágicas, que<br />

habían tenido lugar hacia fines <strong>de</strong>l siglo XIX. El pueblo había<br />

sido, en 1880, lugar <strong>de</strong> reunión <strong>de</strong> una banda, llamada la<br />

banda <strong>de</strong> la Taille, que <strong>de</strong>tenía a los viajeros, a los carros públicos,<br />

y había quemado algunos pies. Más atrás en el tiempo,<br />

en la época revolucionaria, allí mismo se habían cortado vilmente<br />

algunos cuellos, incluso cuellos <strong>de</strong> mujeres y niños.<br />

Ese salón <strong>de</strong>l Círculo republicano había tenido, casi en todos<br />

los casos, que <strong>de</strong>sempeñar un papel.<br />

Una noche aún más particularmente siniestra -había cerca<br />

<strong>de</strong> la estufa un vejete asmático que se ahogaba en estertores-<br />

me armé <strong>de</strong> coraje y <strong>de</strong>cidí irme, en ese mismo momento,<br />

al castillo don<strong>de</strong> tenía asuntos pendientes. El camino<br />

atravesaba un llano, una colina, otro llano, y el castillo quedaba<br />

en el flanco <strong>de</strong> la siguiente colina. Había que atravesar<br />

saucedales, bosques <strong>de</strong> robles y un trecho <strong>de</strong> matorrales, en<br />

total, unos dos kilómetros a lo más. Llovía. Soplaba un poco<br />

<strong>de</strong> brisa, las sombras cobraban vida. Yo me aferraba a mi valor<br />

y mataba a mi imaginación pensando en esas noches <strong>de</strong><br />

guerra en las que no había fantasmas, sino peligros concretos<br />

<strong>de</strong> los que estaba felízmente a salvo. El castillo es <strong>de</strong> un siglo<br />

XVII, retocado <strong>de</strong> XVIII, retocado <strong>de</strong> XIX, retocado <strong>de</strong> XX, siempre<br />

con retraso con respecto a las comodida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la época<br />

(así, para el siglo XX, se había <strong>de</strong> hecho quedado en 1907).<br />

37<br />

De sus orígenes conservaba sus dimensiones colosales, las<br />

espaldas ásperas, el pecho abrupto, la tez oIivácea y una propensión<br />

a la voz fúnebre. Debía al siglo XVIII los enyesados<br />

con polvo <strong>de</strong> arroz perfumado, los estucos galantes, los afeites<br />

dispuestos aquí y allá sobre los muros <strong>de</strong> galerías, alcobas<br />

y corredores; el XIX le dió algunas estufas <strong>de</strong> cañerías fantásticas<br />

y el XX una sala <strong>de</strong> baño, la única para cuarenta y ocho<br />

habitaciones, pero vasta como estación <strong>de</strong> trenes, orientada<br />

hacia el norte y tan fresca que allí se conservaban, en verano,<br />

la carne y el pescado.<br />

Es la morada <strong>de</strong> Anselmo <strong>de</strong> B ... , último <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l<br />

linaje, soltero, sesenta y tres años (murió en 1945 -<strong>de</strong> muerte<br />

natural). Vivía solo en ese inmenso castillo con un ama <strong>de</strong><br />

llaves conveniente, barbuda, irreprochable salvo sobre el asunto<br />

<strong>de</strong> las cuentas, como se vió a su muerte (1953), para gran<br />

regocijo <strong>de</strong> tres <strong>de</strong> sus sobrinos (que <strong>de</strong>spués cambiaron el<br />

tono: procesos, <strong>de</strong>mandas, e incluso insultos y golpes, sucesos<br />

consignados en L'lndépendace du Var <strong>de</strong>l 16 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1954).<br />

El ama <strong>de</strong> llaves, la Srta. Barbe (la bien llamada), <strong>de</strong> gran osamenta,<br />

gran cuerpo <strong>de</strong> mujer, construída -como el castillo- a<br />

la usanza <strong>de</strong>l siglo XVII, con carnes <strong>de</strong>l XIX cuando la abundancia<br />

no le metía miedo a nadie. Anselmo, fin <strong>de</strong> raza, incluso<br />

extremo fin, un poco <strong>de</strong> anglomanía en las polainas. Ésta le<br />

viene <strong>de</strong> su padre, quien se enlistó en la guerra <strong>de</strong> los Boers,<br />

<strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> los Boers, evi<strong>de</strong>ntemente. Anselmo, como segundo<br />

nombre, se llama Kruger. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su anglomanía, cantidad<br />

<strong>de</strong> otras manías más internacionales: gran lector <strong>de</strong> periódicos,<br />

pero únicamente periódicos y Jamás libros, gran amante<br />

<strong>de</strong> la siesta, manía <strong>de</strong> adormecerse junto al fuego, manía <strong>de</strong> la<br />

ociosidad total, manía <strong>de</strong> canturrear a labios cerrados, manía<br />

<strong>de</strong> llevar el compás con el pie sobre los morillos <strong>de</strong> la chimenea,<br />

compás por compás, viene al caso <strong>de</strong>cirlo, ya que la música<br />

le es completamente ajena. De hecho, para la música no<br />

está más dotado que un mojón, sabe sin embargo que la cosa<br />

existe, pero apenas, yeso es todo; manía <strong>de</strong>l porte real, en la<br />

que tenía éxito: siendo un hombre apuesto, tuvo sus aventuras,<br />

creo que una vez con alguien bien que ya no regresó, y numerosas<br />

veces con campesinas, con granjeras que, aunque sin<br />

imaginación, todavía están atónitas <strong>de</strong>l vacío total con el que se<br />

entregaron al placer. Algunas <strong>de</strong> ellas se volvieron novelescas y,<br />

favorecidas por el mercado negro, se compraron sus pianos.<br />

Reflexiones <strong>de</strong> hoy. En aquella época, estaba lejos <strong>de</strong> encontrar<br />

simpático a Anselmo <strong>de</strong> B<br />

... y a la Srita. Barbe, sobre todo <strong>de</strong><br />

noche, sobre todo en invierno, sobre todo con un trabajo que<br />

<strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> ellos.<br />

Tuve que servirme <strong>de</strong> mi lámpara sorda para hallar la entrada<br />

<strong>de</strong>l castillo; era sin embargo majestuosa, aunque estuviera<br />

escondida tras la hiedra. Las primeras gotas empinadas<br />

<strong>de</strong> un chaparrón crepitaban en esa hiedra. La Srita. Barbe no<br />

se asombró <strong>de</strong> mi llegada tan tardía : puesto que yo «trabajaba»<br />

para el castillo, cualquier hora era buena. Me anunció no<br />

obstante que el Señor barón estaba ausente, que se había<br />

visto obligado a transladarse precipitadamente a Toulon, pero<br />

que me había <strong>de</strong>jado instrucciones en manos <strong>de</strong> su prima.<br />

No le conocía yo ninguna prima.<br />

Tal prima, me informó la Srta. Barbe, estaba en el castillo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía ocho días, y ella misma me condujo a la salita <strong>de</strong><br />

música don<strong>de</strong> la Sra. baronesa Agnes se calentaba los pies.<br />

La Sra. baronesa Agnes, a quien veía por vez primera, era<br />

un gran caballo, pero un gran caballo <strong>de</strong> batalla. En los cincuenta<br />

o sesenta años, bien conservada, aunque agrietada en


ciertas pártes. Rosada, <strong>de</strong> voz fuerte, una especie <strong>de</strong> Napo­<br />

león, no solamente femenino, sino <strong>de</strong>l norte, y gigante.<br />

Supo darme, en efecto, todas las instrucciones que se pre­<br />

cisaban y arreglamos el asunto en curso con bastante rapi<strong>de</strong>z.<br />

Para esas horas, se había <strong>de</strong>satado en el exterior una <strong>de</strong> esas<br />

violentas borrascas que son el principal encanto <strong>de</strong> la región.<br />

A pesar <strong>de</strong> su anchura <strong>de</strong> espaldas siglo XV II, el castillo gemía<br />

en todos sus entablados y crujía en todos sus goznes. Las chi­<br />

meneas rugían y el granizo crepitaba en los vidrios. «No pue<strong>de</strong><br />

usted partir con este tiempo», me dijo la baronesa Agnes.<br />

Charlamos cerca <strong>de</strong>l fuego esperando <strong>de</strong> la tormenta una<br />

ca lma que no llegó, al contrari o. Hacia las nueve <strong>de</strong> la no­<br />

che, el tiempo, <strong>de</strong>cididamente horroroso, estaba <strong>de</strong> no po­<br />

ner un pie a la puerta. «Va usted a compartir mi huevo pa sa­<br />

do por agua», me dijo la baronesa Agnes.<br />

Era, felizmente, sólo una expresión, tuve un huevo pasa­<br />

do por agua, entero, para mí. De nuevo charla, <strong>de</strong> nuevo<br />

borrascas que empeoraban. Mientras, largos relámpagos di­<br />

fusos estremecían las ve ntanas y el trueno cavaba en la no­<br />

che ecos profundos.<br />

«Va usted a dormir aquí, me diJO la baronesa Agnes, Bar­<br />

be le hallará una recá mara .»<br />

Barbe la halló. Era una recá mara <strong>de</strong> pesados cortinajes en<br />

rojo y oro; tenía tres puertas que casta ñeteaban los dientes.<br />

Llevaba acostado diez minutos y apenas entraba en ca lor,<br />

pues encontré las sábanas heladas y ligeram ente húmedas,<br />

cuando me aterrorizó la id ea <strong>de</strong> tener que leva ntarme al<br />

baño. Ma l que bien me aguanté cerca <strong>de</strong> una hora, <strong>de</strong>s­<br />

pués, me <strong>de</strong>cidí a pararme. El cuarto era glacial. Abrí una <strong>de</strong><br />

las puertas que seguían castañeteando <strong>de</strong>l pestillo. Daba a<br />

un corredor, la otra también. La tercera abría al corredor por<br />

don<strong>de</strong> había venido. Era alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> medianoche. Todo el<br />

castillo estaba silencioso. Afuera, truenos y relámpagos <strong>de</strong><br />

azufre, aunque no se trataba <strong>de</strong>l diablo. Me puse el panta­<br />

lón y tomé mi ca n<strong>de</strong>lero. Primer corredor. Por él se iba hacia<br />

el Este; hacia el Este y finalmente, hacia una escalera. Bajo la<br />

esca lera : un nuevo corredor. Lo recorro: cinco puertas. In­<br />

tento abrir la primera: cerrada. Tengo la mano sobre el pi ca­<br />

porte <strong>de</strong> la segunda cuando me digo: ¿y si fuera la puerta <strong>de</strong><br />

la Sra. baronesa Agnes 7 En fin, trato <strong>de</strong> abirla. Cerrada. Inten­<br />

to en la tercera: abierta. La empujo, gemidos lúgubres que<br />

<strong>de</strong>sperta rían a un muerto. Me hielo, me paralizo, aguardo.<br />

Nada. Levanto mi vela. Estoy en un salón <strong>de</strong> gala, con tapi­<br />

ces en los muros, El león <strong>de</strong> Nemea, si no me equivoco. Mi<br />

mirada recorre la pieza. Se me encoge el cora zón: una cama<br />

con un baldaquín, pero feli zmente, vacía. Si tiene baldaquín,<br />

esta recámara <strong>de</strong>be tener un baño. En los muros <strong>de</strong>l cuarto<br />

hay ci nco puertas (un muro cuenta con dos). Abro una <strong>de</strong><br />

ella s: armario. Abro otra: pa sillo. Abro una tercera: baño, ru­<br />

dimentari o, pero ¡ufl<br />

De regreso a la re cá mara, la exa mino. Cama con balda­<br />

quín, a<strong>de</strong>más si llones Lui s XIII y bibelots que las sacudidas<br />

<strong>de</strong> la borrasca hacen sonar. Los tapices, efectivamente son<br />

<strong>de</strong> El león <strong>de</strong> Nemea. Ahora se trata <strong>de</strong> regresar a mi alcoba.<br />

Corredor, esca leras que remonto. Hace un rato no me per­<br />

caté <strong>de</strong> que a lo largo <strong>de</strong> la escalera había una ga lería <strong>de</strong><br />

retratos ariscos: hombres <strong>de</strong> ley, obispos, arzobispos, viejas<br />

<strong>de</strong>sagradables. He ah í el corredor superior, una puerta, he<br />

ah í la mía. Abro: estupor: no es, <strong>de</strong> ninguna manera, mi<br />

cuarto roJo y oro. Es un ga binete <strong>de</strong> trabajo: biblioteca, escri­<br />

torio atestado <strong>de</strong> papeles. Sin embargo, seguí bien, en sen-<br />

38<br />

tido inverso, el camino que llevaba a la recámara <strong>de</strong>l balda­<br />

quín. Veamos, rememoro, corredor, escalera, corredor, ter­<br />

cera puerta, no hay duda y sin embargo, aquí tampoco cabe<br />

duda. Es un gabinete <strong>de</strong> trabajo.<br />

Bien, no se trata más que <strong>de</strong> regresar a la habitación <strong>de</strong> la<br />

cama con baldaquín, es allá don<strong>de</strong> me <strong>de</strong>bo haber equivo­<br />

cado <strong>de</strong> puerta (allí eran cinco), <strong>de</strong>bo haber tomado un<br />

corredor en vez <strong>de</strong>l otro. No se trata más que <strong>de</strong> estar aten­<br />

to. Entonces, corredor, bajar las escaleras, tercera puerta a la<br />

izquierda. Abro : estupor, no es la habitación <strong>de</strong> la cama con<br />

baldaquín, es un saloncito. Comienzo a sentirme seriamen­<br />

te fastidiado. Me digo que hace falta reflexionar. Reflexiono,<br />

y entre más reflexiono más perdido me veo entre el rojo y el<br />

oro, el baldaquín, El león <strong>de</strong> Nemea. Me digo: ya perdido,<br />

no queda más que ir hasta el final <strong>de</strong>l corredor, que bien<br />

<strong>de</strong>be terminar en algún lado. Es más: a gran<strong>de</strong>s males, gran­<br />

<strong>de</strong>s remedios. Camino, vuelvo a bajar una escalera, subo


por otra, doy vuelta a la izquierda, doy vuelta a la <strong>de</strong>recha. El<br />

corredor no tiene fin, <strong>de</strong>be dar vuelta a todo el edificio. Lo<br />

fastidioso es que no me habían dado más que un cabo <strong>de</strong><br />

vela que se consume con mucha rapi<strong>de</strong>z. No nos aloquemos.<br />

Creo reconocer una puerta. La empujo. iAh!, magnífico,<br />

es el cuarto <strong>de</strong> la cama con baldaquín. Pero, ¿miré bien<br />

hace rato? LOe don<strong>de</strong> saqué se me ocurrió eso <strong>de</strong>l león <strong>de</strong><br />

Nemea? Los tapices representan a Don Quijote y a Altisidor,<br />

sin duda. Debo haberme equivocado hace un rato. Las cinco<br />

puertas, helas aquí. No, cuatro: un, dos, tres, cuatro. Esto<br />

me parece ya prodigiosamente fastidioso. Tengo frío a<strong>de</strong>más.<br />

Deben ser bien entradas las dos <strong>de</strong> la mañana.<br />

Bueno, prosigamos. No veo. Por un momento pienso que<br />

lo más sencillo sería que me acostara en la cama <strong>de</strong>l baldaquín<br />

que está allí, pero la cama no está tendida, no hay sábanas,<br />

no hay más que una colcha. Busquemos una cama. Corredor,<br />

escalera, he aquí <strong>de</strong> nuevo la galería <strong>de</strong> retratos. No,<br />

39<br />

me parece que en ésta hay más obispos que en la otra, o<br />

más viejas, en fin, no lo sé. Una, dos, tres, tercera puerta, abro:<br />

un pequeño gabinete <strong>de</strong> lectura (sin mesa, sin papeles), una,<br />

dos, tres puerta s, abro: nada, un guardarropa vacío.<br />

Puetra, puerta, puerta; armario <strong>de</strong> blancos, <strong>de</strong> trastos,<br />

cocina fuera <strong>de</strong> uso, corredor, escalera, puerta: una alcoba<br />

azul, ver<strong>de</strong>, blanca, en ninguna está tendida la cama. ¿Será<br />

que cambié <strong>de</strong> piso? Esas alcobas parecen menos lujosas,<br />

menos cuidadas. Debo estar en un área <strong>de</strong> cuartos comunes.<br />

Empujo puertas con <strong>de</strong>senvoltura y alguien lanza un<br />

grito. Fatal. Estoy en la alcoba <strong>de</strong> la baronesa Agnes.<br />

Me excuso, me explico, ella tiene tanto miedo que a su<br />

vez se excusa y se explica: escuchó a alguien rondar afuera<br />

<strong>de</strong> su alcoba y hace un cuarto <strong>de</strong> hora que escon<strong>de</strong> la cabeza<br />

bajo las sábanas. Finalmente, una vez tranquila, me dice:<br />

«Sa lga un par <strong>de</strong> minutos, me pongo una bata y lo acompaño<br />

a su cuatro. Es cosa <strong>de</strong> niños. Conozco este castillo como<br />

la palma <strong>de</strong> mi mano.»<br />

Me alcanza afuera, vela en mano también, y partimos.<br />

Corredor, escalera, galería <strong>de</strong> antepasados (me parece que<br />

hay más guerreros que la vez anterior), corredor y henos aquí.<br />

«Muchas gracias, Señora», abro la puerta. No hay ninguna duda,<br />

ese no es mi cuarto. ¿Cómo que no es su cuarto? No, imire l<br />

En efecto. Ah, sí, cómo soy tonta, - sí, sí, es sencillo. Esta es la<br />

recámara <strong>de</strong>l con<strong>de</strong>stable, había que torcer a la <strong>de</strong>recha, pero<br />

claro, cómo soy tonta, discúlpeme, venga. Corredor, escalera,<br />

galería <strong>de</strong> antepasados (no los miro más), corredor, puerta,<br />

henos aquí. No lo creo, Señora, mi puerta era cuadrada, ésta<br />

es redonda. No, <strong>de</strong> ninguna manera, abra usted y verá. Abro.<br />

No es lo, sino uno recámara con cama <strong>de</strong> baldaquín, hay<br />

también un tapiz: El elefante <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Siam.<br />

Estupefacta, la baronesa me dice: «iNo conozco esta alcoba<br />

l» Nos quedamos fríos. Fríos es poco <strong>de</strong>cir: estoy helado.<br />

«Volvamos a mi cuarto», dice la baronesa. Bien lo quisiera,<br />

pero es fácil <strong>de</strong>cirlo y difícil hacerlo: corredores, escaleras,<br />

corredor, baldaquines, tapices (todo suce<strong>de</strong> en ellos: el Orlando<br />

furioso, el Coloso <strong>de</strong> Rodas, la jirafa, Pablo y Virginia,<br />

etc.), galería <strong>de</strong> antepasados (todo Saint-Simon). Vamos a<br />

parar a una especie <strong>de</strong> locutorio <strong>de</strong> muros <strong>de</strong>snudos, con<br />

asientos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y un gran crucifiJO. «Es la primera vez en<br />

mi vida que vengo aquí», dice la baronesa. También yo. Abrimos<br />

una puerta. Da a una terraza, un soplo <strong>de</strong> viento nos<br />

apaga las velas.<br />

Terminamos la noche, la baronesa y yo, lado a lado sobre<br />

una poltrona, no <strong>de</strong>l sino <strong>de</strong> un salón <strong>de</strong> música, miserablemente<br />

envueltos en un tapete para Jugar a las cartas. «Estréchese<br />

contra mí, no tenga miedo, vamos, vamos», me <strong>de</strong>cía<br />

la baronesa Agnes en una voz <strong>de</strong>sprovista <strong>de</strong> toda ternura.<br />

Enca<strong>de</strong>namiento con una próxima historia.<br />

Pero los pasillos <strong>de</strong>l albergue están en sus respectivos lugares.<br />

Nuestros amigos han pasado un buena noche. Des<strong>de</strong> la<br />

mañana, un tiempo radiante. Han coseguido gasolina y la avería<br />

ha sido reparada (no era nada, ha bastado con el muchacho<br />

<strong>de</strong> la tienda quien apretó quién sabe qué.)<br />

Ruta magnífica, un gran sol. Paisaje a la Poussin, cada vez<br />

más novelesco. «Qué admirable país», dicen. Vemos, sobre el<br />

camino, crecer un castillo.<br />

Traducción <strong>de</strong> Alain-paul Mallard


los pies levantados y la boca pequeña,<br />

al respon<strong>de</strong>rme: «Para no ocultarle<br />

nada, no estoy dispuesto a gastar di­<br />

nero, incluso en la mujer a la que lo<br />

hago la corte. En cuanto a usted, no<br />

podría ni siquiera ofrecerle un cintu-<br />

rón. Incluso <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacernos to­<br />

talmente íntimos, a la pre­<br />

gunta <strong>de</strong>: "¿Tiene usted a<br />

algún ven<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> telas<br />

entre sus conocidos?" real­<br />

mente no podría respon<strong>de</strong>r­<br />

le haciéndole la prome­<br />

sa <strong>de</strong> un<br />

dob<br />

retazo<br />

<strong>de</strong> seda<br />

ni la <strong>de</strong><br />

medio retal <strong>de</strong> un doble forro momi<br />

rojo. Tengo que advertírselo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

ahora, al no po<strong>de</strong>r cumplir con lo que<br />

habría prometido en un principio.»<br />

Siendo que yo le otorgaba tanta pre­<br />

ferencia, la impertinencia <strong>de</strong> sus pa­<br />

labras hizo que lo encontrara odioso<br />

e innoble. En los barrios <strong>de</strong> esta gran<br />

capital seguramente no había "se­<br />

quía" <strong>de</strong> hombres y me ima­<br />

ginaba que muy bien po­<br />

dría encontrar a otro<br />

cuando precisamente en<br />

ese momento, en la pe­<br />

netrante tranquilidad<br />

provocada por la lluvia<br />

<strong>de</strong> verano que había em­<br />

pezado a caer, un gorrión,<br />

proveniente <strong>de</strong> una maleza<br />

<strong>de</strong> bambúes, entró volando<br />

por la ventana y extinguió<br />

la luz. Ayudado por la<br />

oscuridad, el hombre<br />

me atrapó vigoro­<br />

samente.Empe­ zaba a res-<br />

p i ra r<br />

con fuerza; extendió cerca <strong>de</strong> la almo­<br />

hada algunos pañuelos <strong>de</strong> papel <strong>de</strong><br />

nombre «Kosugiwara»; y me dijo, gol­<br />

peándome ligeramente la cintura: «¡Tuyo<br />

por cien años! i Estúpido temerario, ig­<br />

norante <strong>de</strong> los peligros <strong>de</strong> la existencia!<br />

¿Acaso crees que te <strong>de</strong>jaré vivir noven­<br />

ta y nueve? iLo que me dijiste hace<br />

un momento fue muy vejatorio! En<br />

menos <strong>de</strong> un año te obligaré a cami­<br />

nar con un bastón, te <strong>de</strong>macraré la<br />

barbilla y haré que te <strong>de</strong>spidas <strong>de</strong><br />

este mundo efímero.» Así pensaba yo.<br />

Y a partir <strong>de</strong> entonces, <strong>de</strong> día y <strong>de</strong><br />

noche, lo provocaba a la fornicación.<br />

Cuando se sentía débil, lo hacía que<br />

tomara un caldo <strong>de</strong> locha, huevos y<br />

ñames <strong>de</strong> montaña. Como lo había<br />

previsto, el hombre se agotó poco a<br />

poco. Sucedió algo lamentable: en el<br />

cuarto mes <strong>de</strong>l año siguiente, hacia<br />

la época en la que se efectúa el cam­<br />

bio <strong>de</strong> ropa forrada <strong>de</strong> algodón por<br />

la <strong>de</strong> entretiempo, a él lo resultó im­<br />

posible. Permaneció vestido con un<br />

traje doblemente forrado. Desahucia­<br />

do por la mayor parte <strong>de</strong> los médi­<br />

cos, con la barba larga y enmaraña-<br />

las uñas crecidas, obligado a<br />

colocarse la mano en la oreja<br />

para po<strong>de</strong>r oír, sacudía la<br />

aspecto rencoroso, .o, incluso<br />

cuando se contaban <strong>de</strong>lan-<br />

k te <strong>de</strong> él agradables his-<br />

tonas sobre mujeres.<br />

Traducción <strong>de</strong> Glenn<br />

IHARA SAIKAKU (16427-1693), es una <strong>de</strong> las figuras más brillantes <strong>de</strong> la literatura<br />

japonesa <strong>de</strong>l siglo XVII. Célebre por su asombrosa facilidad para componer haikús, es<br />

consi<strong>de</strong>rado también como el renovador <strong>de</strong> las artes narrativas <strong>de</strong> su tiempo.<br />

\<br />

cabeza<br />

con un<br />

Gallardo y Mar¬<br />

k ta IVHIÍC


Febril revolucionario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la adolescencia, José Revueltas<br />

ya militaba a los 14 años en las filas <strong>de</strong>l socorro<br />

Rojo Internacional y en 1932, a los 18 años <strong>de</strong><br />

edad, se afiliaba al Partido Comunista Mexicano para<br />

capitanear <strong>de</strong> inmediato la organización <strong>de</strong> las juventu<strong>de</strong>s<br />

comunistas en el país. Comprometido <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

entonces con los movimientos sindicales, y durante<br />

un conflicto huelguístico en la fábrica <strong>de</strong> El Buen<br />

Tono, fue aprehendido y con<strong>de</strong>nado a su primera<br />

prisión en el penal <strong>de</strong> las Islas Marias, cuyo director<br />

era el general Francisco J. Múgica. Los muros <strong>de</strong><br />

agua, su primera novela es fruto <strong>de</strong> esa reclusión<br />

<strong>de</strong> cinco meses, <strong>de</strong> la que seria liberado (era menor<br />

<strong>de</strong> edad) gracias a las gestiones <strong>de</strong>l propio general<br />

Múgica.<br />

Des<strong>de</strong> esos tempranos años, <strong>de</strong> escritor y <strong>de</strong> militante<br />

revolucionario, aceptó su <strong>de</strong>stino penoso <strong>de</strong> implacable<br />

crítico y osado opositor tanto <strong>de</strong> las fuerzas políticas <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>recha, el fascismo y el capitalismo nacionales e internacionales,<br />

como <strong>de</strong> los complacientes simuladores <strong>de</strong><br />

la izquierda marxista y las organizaciones obreras, que a<br />

juicio <strong>de</strong> los militantes no ortodoxos <strong>de</strong>l mundo entero<br />

no cumplían con el papel histórico y moral que estaban<br />

obligados a cumplir. De una segunda reclusión en las<br />

Islas Marías, adon<strong>de</strong> fue enviado (aunque continuaba<br />

siend!J menor <strong>de</strong> edad), lo libraría una or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Presi<strong>de</strong>nte<br />

Lázaro Cár<strong>de</strong>nas. Pero retornó <strong>de</strong> inmediato a la<br />

lucha revolucionara <strong>de</strong> militante y <strong>de</strong> periodista para afrontar<br />

el resto <strong>de</strong> su vida -como se sabe- innumerables encarcelamientos<br />

y con<strong>de</strong>nas por supuestos <strong>de</strong>litos políticos<br />

(la última <strong>de</strong> ellas la purga en Lecumberri tras los<br />

sucesos violentos <strong>de</strong> 1968 en Tlatelolco).<br />

En el campo <strong>de</strong> sus propios correligionarios -los partidos<br />

y grupos <strong>de</strong> la izquierda radical a los que perteneció-,<br />

las expulsiones y las con<strong>de</strong>nas i<strong>de</strong>ológicas fueron<br />

tan numerosas para Revueltas como las que sufriera<br />

a manos <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s judiciales y políticas <strong>de</strong>l<br />

país. Des<strong>de</strong> su primera expulsión <strong>de</strong>l PCM en 1943,<br />

junto a otros disi<strong>de</strong>ntes marxistas, recorrió un largo camino<br />

<strong>de</strong> ingresos, reingresos y nuevos repudios tanto<br />

1914<br />

, EDUARDO<br />

LIZALDE<br />

s<br />

en el Partido Popular, como en el propio PCM, el POCM<br />

y la Liga Leninista Espartaco, que fundó en 1960 y <strong>de</strong> la<br />

que fue expulsado con un pequeño grupo <strong>de</strong> militantes<br />

en 1963. La historia consta en múltiples libros <strong>de</strong> José<br />

Revueltas y otros autores.<br />

En estas cartas inéditas <strong>de</strong>l final <strong>de</strong> los años 30, que<br />

aquí se publican -una <strong>de</strong> ellas a un no i<strong>de</strong>ntificado camarada<br />

y poeta, la <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1938 a su compañero<br />

<strong>de</strong>l PCM, Carlos Sánchez Cár<strong>de</strong>nas (también valeroso<br />

militante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años mozos, con quien tuvimos en<br />

los años 60 Revueltas y otros camaradas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>saparecido<br />

POCM graves diferencias políticas), lo mismo que<br />

la carta al escritor Octavio G. Barreda, <strong>de</strong>jan ver <strong>de</strong> qué<br />

manera se entregó siempre Revueltas, en cuerpo yalma,<br />

a las tareas <strong>de</strong> la organización revolucionaria y en qué<br />

medida el fuego <strong>de</strong> la pasión política lo consumió <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

el principio para conmover, atormentar a veces, a lo<br />

largo y a lo ancho, su vida y su obra entera <strong>de</strong> escritor.<br />

Una iluminada furia y <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> mártir ateo, <strong>de</strong> incrédulo<br />

cristiano (como dijo en otras palabras -1977- su<br />

coetáneo Octavio Paz, que firmaba con él aquella carta<br />

a Barreda), lo alentaron siempre a vivir con una implacable<br />

fi<strong>de</strong>lidad a unos principios y unas convicciones<br />

i<strong>de</strong>ológicas que, como en el alma <strong>de</strong> todos los revolucionarios<br />

<strong>de</strong>l mundo, empezaron a flaquear <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<br />

cismas <strong>de</strong> las revueltas antiestalinistas <strong>de</strong> los años 50 y<br />

los 60 en Europa.<br />

Al final <strong>de</strong> su vida, algo <strong>de</strong>sencantado y escéptico,<br />

pero <strong>de</strong>cidido a morir por la causa <strong>de</strong>l socialismo "con<br />

rostro humano", me recordaba a aquel trágico personaje<br />

<strong>de</strong> una obra <strong>de</strong> Don Miguel <strong>de</strong> Unamuno: San Manuel<br />

Bueno Mártir, un santo sacerdote, lí<strong>de</strong>r espiritual<br />

<strong>de</strong> su comunidad provinciana que no tenía el valor <strong>de</strong><br />

confesar a sus admiradores y <strong>de</strong>votos feligreses el secreto<br />

ateísmo que lo <strong>de</strong>voraba.<br />

Entre 105 libros más recientes <strong>de</strong> EDUARDO LIZALDE, nuestro director, se en·<br />

cuen tran la antología <strong>de</strong> poesía amorosa, Recuerdo que el amor ero uno<br />

blondo furia y una compilación, en dos tomos, <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> sus ensayos y<br />

artículos literarios bajo el título <strong>de</strong> Tablero <strong>de</strong> divagaciones.<br />

- 1976<br />

42 Revueltas en 1975. Foto: Christa Cowrie. Archivo JR (inédita) •


Tres cartas inéditas <strong>de</strong><br />

José Reweltas<br />

La primera (a Lidio, cuyo apellido no se ha podido <strong>de</strong>terminar)<br />

sólo es un borrador, por <strong>de</strong>sgracia inconcluso e in­<br />

completo (falta la segunda hoja), que ha <strong>de</strong> datar <strong>de</strong> 1937<br />

o 1938; su gran interés es que <strong>de</strong>muestra a las claras las<br />

preocupaciones estéticas y antidogmáticas <strong>de</strong>l joven Re­<br />

vueltas, que se ven confirmadas y ampliadas en la magní­<br />

fica carta que escribió a su hermano Silvestre en abril <strong>de</strong><br />

1938 y publicada en Los evocaciones requeridos.<br />

La segunda estaba <strong>de</strong>stinada a su camarada <strong>de</strong> las Ju­<br />

ventu<strong>de</strong>s comunistas, Carlos Sánchez Cár<strong>de</strong>nas, al princi­<br />

pio <strong>de</strong> la estancia <strong>de</strong> Revueltas en Mérida (<strong>de</strong> mayo a agosto<br />

<strong>de</strong> 1938) para dar clases en una secundaria fe<strong>de</strong>ral y rea­<br />

lizar tareas <strong>de</strong>l Partido. En plena efervescencia <strong>de</strong>l periodo<br />

car<strong>de</strong>nista, Yucatán, por sus experiencias socializantes, ejer­<br />

cía un enorme atractivo para los jóvenes intelectuales. Re­<br />

vueltas se encaminó a esa región un año <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Octa­<br />

vio Paz (febrero-mayo <strong>de</strong> 1937). Militante activo <strong>de</strong>l partido,<br />

Revueltas tenía problemas con éste, e irse a Yucatán repre­<br />

sentaba una salida temporal a estos conflictos. Des<strong>de</strong> su<br />

llegada a Yucatán se sintió renovado y con gran entusias-<br />

mo para trabajar con los jóvenes <strong>de</strong> la JSUM; llevaba un<br />

nombramiento para <strong>de</strong>sempeñarse como maestro, pero<br />

encuentró ciertas reticencias <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong>l SUTEY, a quien<br />

no le gustaba que les mandaran ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l centro sin<br />

consultarlos. Finalmemente, Revueltas se quedó en Méri­<br />

da y no en Uayalceh, el pueblo al que se iba a dirigir, im­<br />

partió clases en secundaria y, como Paz, escribió artículos<br />

para el Diario <strong>de</strong>l Sureste.<br />

La tercera es un manifiesto firmado por la crema y nata<br />

<strong>de</strong> las promesas literarias <strong>de</strong> los años cuarenta. La tragedia<br />

<strong>de</strong> España, la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> Francia e Inglaterra frente a Hitler<br />

(anschluss, Checoslovaquia, Munich ... ) y el pacto germano­<br />

soviético cegaron a más <strong>de</strong> uno, y muchos son los que <strong>de</strong>­<br />

fendieron la neutralidad en lugar <strong>de</strong> combatir <strong>de</strong>cididamen­<br />

te la barbarie nazi. Sólo fue hasta 1941, con la entrada en<br />

guerra <strong>de</strong> la URSS, atacada por las fuerzas <strong>de</strong>l Eje, cuando<br />

revisaron su posición para apoyar al «bando <strong>de</strong> los valores<br />

humanos».<br />

Andrea Revueltas<br />

Años 40. Foto: Hermanos Mayo<br />

44


CARTA A LIDIO<br />

Estimado Lidio:<br />

Cumpliendo una promesa -a punto <strong>de</strong> envejecer casi- hecha<br />

a nuestro común amigo Jesús Madueño [O], he querido<br />

escribirte una larga carta que me ha sugerido la lectura <strong>de</strong><br />

tus poemas. Realmente no se trata sólo <strong>de</strong> opinar sobre tu<br />

poesía. Ella es el pretexto para po<strong>de</strong>r formular una serie <strong>de</strong><br />

i<strong>de</strong>as sobre las cuales todos nosotros, los jóvenes, <strong>de</strong>bemos<br />

pronunciarnos. Ha sido una preocupación mía -sobre todo<br />

en los últimos tiempos-la <strong>de</strong> que contribuyamos, cada quien<br />

en la medida <strong>de</strong> sus posibilida<strong>de</strong>s, a elaborar los puntos<br />

programáticos, <strong>de</strong> principio, que <strong>de</strong>ben regir nuestra actividad<br />

intelectual. Naturalmente que no se trata <strong>de</strong> que repitamos<br />

simplemente los consabidos principios marxistas, sino<br />

que, basándonos en ello, meditemos sobre los anchos campos<br />

que nos ofrece el materialismo dialéctico para la crea ­<br />

ción artística. Esto exige ante todo, y hay que repetirlo cien<br />

mil veces, una actitud <strong>de</strong>sposeída en absoluto <strong>de</strong> todo prejuicio,<br />

<strong>de</strong> toda inclinación dogmática y <strong>de</strong> toda falsa ortodoxia.<br />

Lo primero que nos ofrece el [ ... ]<br />

al mismo tiempo, no superior ni inferior, sino que vive<br />

simplemente en las condiciones siempre cambiantes e imprevistas<br />

<strong>de</strong> la vida.<br />

Para elaborar nuestra posición ante [ ... ]<br />

CARTA A CARLOS SÁNCHEZ CÁRDENAS<br />

Mérida, Yuc., 14 <strong>de</strong> mayo [<strong>de</strong> 1938]<br />

Estimado Sánchez Cár<strong>de</strong>nas:<br />

Hace dos días llegué a ésta e inmediatamente me pu se en<br />

contacto tanto con los compañeros <strong>de</strong>l P[artido] como con<br />

los <strong>de</strong> Juventu<strong>de</strong>s. Todavía no he podido realizar ningún<br />

trabajO excepto informarme <strong>de</strong> la situación que se tiene en<br />

la organización. Los muchachos <strong>de</strong> JSUM [Juventu<strong>de</strong>s Socialistas<br />

Unificadas <strong>de</strong> México] acaban <strong>de</strong> expropiar al ex<br />

Club Mérida, un magnífico local que tiene tanque <strong>de</strong> natación,<br />

cancha para basquet, teatro, etc. Pien sa n poner mesas<br />

<strong>de</strong> billar y otras cosas más. Como podrás compren<strong>de</strong>r,<br />

esto será un gran centro <strong>de</strong> atracción para la Juventud.<br />

Hernán Morales me informó <strong>de</strong> los propósitos que tienen<br />

para la realización <strong>de</strong> un Congreso <strong>de</strong> la Juventud <strong>de</strong>l Sureste<br />

(Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco y Chiapas)<br />

y que al efecto, se han puesto ya en contacto con<br />

algunos gobernadores. Yo pienso que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> afianzar<br />

organizativamente a las JSUM en Yucatán, se pue<strong>de</strong> plantear<br />

inmediatamente la realización <strong>de</strong>l congreso mencionado<br />

que tendrá una gran importancia nacional. Necesitamos<br />

que uste<strong>de</strong>s por su parte procuren lograr todo el apoyo<br />

<strong>de</strong>l CEN [Comité Ejecutivo Nacional]; ya hemos hablado<br />

en ésta con Alvaro Pérez Alpuche quien no muestra ninguna<br />

objeción, pero como te digo, el problema no lo planteamos<br />

con carácter inmediato, sino sólo hasta <strong>de</strong>spu és <strong>de</strong><br />

que consoli<strong>de</strong>mos efectivamente a las Juventu<strong>de</strong>s aquí.<br />

Como tú conoces muy bien la situación <strong>de</strong> ésta no tengo<br />

por qué informarte <strong>de</strong>l estado que guardan las Juventu<strong>de</strong>s.<br />

A mí me parece un gran movimiento Juvenil, como no había<br />

podido ver todavía en ninguna otra parte <strong>de</strong>l país. Hernán<br />

Morales me parece un lí<strong>de</strong>r Juvenil extraordinario, Ile-<br />

45<br />

no <strong>de</strong> dinamismo y <strong>de</strong> iniciativa un auténtiCO dirigente <strong>de</strong><br />

jóvenes<br />

Presenté al Partido la cre<strong>de</strong>ncial que se me extendiÓ como<br />

representante <strong>de</strong> la Comisión JuveniL Alvaro Pérez me presentó<br />

ante las Juventu<strong>de</strong>s como <strong>de</strong>legado autonzado <strong>de</strong>l CE N aquí. lo<br />

que ha hecho que los muchachos se muestren muy dispuestos<br />

para conmigo. El asunto <strong>de</strong> mi trabajO personal en Uayalceh me<br />

parece que no les agradó <strong>de</strong>l todo a los compañeros <strong>de</strong>l SUTEY<br />

[Sindicato Unificado <strong>de</strong> Trabajadores <strong>de</strong> la EducaCión <strong>de</strong> Yucatán].<br />

Creo que no les gusta que <strong>de</strong>Cidan las cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> MéXICO<br />

sin consultarlos previamente. Yo les expresé claramente que SI<br />

mi nombramiento da lugar a Inci<strong>de</strong>ntes con el Sindicato estoy<br />

pefectamente dispuesto a renunciar al Instante. Por su parte los<br />

compañeros <strong>de</strong>l PC no qUieren que yo salga a Uayalcell argumentando<br />

que encerrado allá en la fin ca no podré enten<strong>de</strong>rme<br />

<strong>de</strong>l trabajO <strong>de</strong> las Juventu<strong>de</strong>s. (Consi<strong>de</strong>rando las facilida<strong>de</strong>s que<br />

tengo para el trabajo entre los Jóvenes por la buena acogida que<br />

me han dado, creo que tienen ra zón.) El compañero Gottdiener<br />

se mostró también un poco disgustado porque no le avisarorl<br />

previamente que yo venía a Mérida Yo te ruego que le escribas<br />

una ca rtiJ diciéndole que por uniJ pura cuestión <strong>de</strong> trámite esto<br />

no fue posible, y en esta forma sallsfacemos la <strong>de</strong>manda <strong>de</strong> los<br />

compañeros acá que siempre


CARTA ·A OCTAVIO G. BARREDA (1940)<br />

José Revueltas<br />

Monte <strong>de</strong> Piedad 3. Desp. 406<br />

México D.F.<br />

Sr. Octavio G. Barreda<br />

LETRAS DE MEXICO<br />

Estimado Octavio:<br />

Me permito adjuntarle el manifiesto <strong>de</strong> los escritores jóve­<br />

nes con motivo <strong>de</strong>l pri mer aniversa ri o <strong>de</strong> la guerra:<br />

«Los escritores Jóvenes abajo firmantes, en ocasión <strong>de</strong>l<br />

primer aniversario <strong>de</strong> esta segunda guerra europea, elevan<br />

su voz <strong>de</strong> protesta para hacer patente su indignación contra<br />

aquellas fuerzas políticas y económicas que han permitido<br />

el <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong> la infame lucha . En la guerra que<br />

actualmente contempla el mundo sólo hay un bando que<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r: el <strong>de</strong> los va lores humanos, el <strong>de</strong> la cu ltura, el <strong>de</strong>l<br />

porvenir <strong>de</strong>l hombre; y este bando no está representado, ni<br />

co n mucho, por las potencias llamadas <strong>de</strong>mocráticas, que<br />

traicionaron a España y propiciaron su <strong>de</strong>rrota, y menos aun<br />

46<br />

por las potencias totalitarias <strong>de</strong> Alemania e Italia, enemigas<br />

<strong>de</strong> todo progreso y todo anhelo profundamente humanos.<br />

Al con<strong>de</strong>nar la actual contienda, los escritores jóvenes <strong>de</strong><br />

México o que radican en él, manifiestan su fe en la fraterni­<br />

dad última y <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong> todos los pueblos <strong>de</strong> la tierra.»<br />

Firman : Alberto Quintero Alvarez, Antonio Sánchez Bar­<br />

budo, Arturo Echeverría Loría, Andrés Henestrosa, Antonio<br />

Magaña Esquivel, Adolfo Sánchez Vázquez, AIf Chumacero,<br />

César Garizurueta, César Ortiz, Clemente López Trujillo, Efraín<br />

Huerta, Efrén Hernán<strong>de</strong>z, Enrique Ramírez y Ramírez, Gena­<br />

ro Carnero Checa, Ignacio León, José Alvarado, José Revuel­<br />

ta s, José Herrera Petere, Juan <strong>de</strong> la Cabada, Juan Rejano,<br />

Jorge González Durán, Lorenzo Varela, Marco Antonio Mi­<br />

lIán, Manuel Lerín, Miguel Bustos Cere<strong>de</strong>do, Miguel García<br />

Cru z, Manuel Germán Parra, Neftalí Beltrán, Octavio Paz, Oc­<br />

tavio Nova ro, Pedro María Anaya, Rafael Solana, Ricardo Cor­<br />

tés Tamayo, Rodolfo Dorantes, Raúl González García, Raúl Ortiz<br />

Avila. (Rúbrica s)<br />

Esperando in serte Ud. en su magnífica publicación el re­<br />

ferido manifiesto, me es grato sa ludarlo,<br />

José Revueltas.


La vida y la obra <strong>de</strong> José Revueltas dan a veces la impresión<br />

<strong>de</strong> no ser sino una sola, porque algunos aspectos <strong>de</strong> su<br />

biografía se asemejan extrañamente a ciertos temas <strong>de</strong> sus<br />

novelas. Si bien es necesario separar análisis textual y<br />

biografía, literatura y política, y evitar la contaminación <strong>de</strong><br />

unos por otros, el problema i<strong>de</strong>ológico-literario que se planteó<br />

a raíz <strong>de</strong> la publicación en 1949 <strong>de</strong> Los días terreno/es I es<br />

un ejemplo <strong>de</strong> la mezcla casi inextricable <strong>de</strong> estos aspectos.<br />

Lo literario se vio entonces dominado a tal grado por la<br />

i<strong>de</strong>ología, que <strong>de</strong>sapareció durante algún tiempo.<br />

Con ésta, su tercera novela, Revueltas llegó a una cumbre<br />

<strong>de</strong> su obra literaria. Pue<strong>de</strong>n contarse con los <strong>de</strong>dos <strong>de</strong> la<br />

mano los lectores lúcidos, como los poetas Salvador Novo o<br />

AIí Chumacero, que supieron apreciar la calidad literaria <strong>de</strong><br />

aquella novela apenas salida <strong>de</strong> las prensas, sin inmutarse<br />

por su carga político-i<strong>de</strong>ológica, lo cual es sintomático, ya<br />

que fue la crítica i<strong>de</strong>ologizada la que rechazó aquel libro.<br />

Años <strong>de</strong>spués, olvidada la polémica que su aparición<br />

<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nó en 1950, y transformado el contexto global,<br />

se ha vuelto mucho más fácil celebrar una gran novela.<br />

Con esta perspectiva que da el tiempo, ¿pue<strong>de</strong> afirmarse<br />

que su crítica está superada y lista para <strong>de</strong>saparecer<br />

<strong>de</strong>finitivamente en el "basurero <strong>de</strong> la historia", junto con el<br />

dogma en que se basaba? ¿No sería una lección digna <strong>de</strong><br />

meditarl Resulta ahora claro para todos que el valor literario<br />

<strong>de</strong> este texto domina majestuosamente las ruinas <strong>de</strong> la<br />

i<strong>de</strong>ología stalinista que combatía, y rebasa ampliamente su<br />

aspecto anecdótico y contingente (la historia <strong>de</strong> los militantes<br />

comunistas mexicanos durante la clan<strong>de</strong>stinidad) en<br />

I Ediciones Era, 1979. Véase también la edición crítica, Madrid, Unesco,<br />

Col. Archivos, 1996 (2' ed).<br />

PHILlPPE CHERON<br />

47<br />

provecho <strong>de</strong> la lucha eterna por la justicia y la libertad en<br />

contra <strong>de</strong> cualquier po<strong>de</strong>r y cualquier dogma. Si es cierto<br />

que "Ia i<strong>de</strong>ología es siempre una tentativa por legitimar al<br />

po<strong>de</strong>r, mientras que la utopía se esfuerza siempre en<br />

remplazarlo por otra cosa", 2 ésta es indispensable y <strong>de</strong>be<br />

alimentar en permanencia a la primera. Hay y siempre habrá<br />

que impugnar la i<strong>de</strong>ología, consi<strong>de</strong>rada aquí en su relación<br />

con la política, como cristalización <strong>de</strong> cierto número <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as<br />

aplicadas en una sociedad humana dada y erigidas en un<br />

sistema incuestionable.<br />

Llama la atención, en Los días terreno/es, la excelente<br />

integració n entre literatura e i<strong>de</strong>ología a la que Revueltas<br />

llegó relativamente joven (tenía treinta y cinco años en<br />

1949). Esta obra <strong>de</strong> madurez muestra que había logrado<br />

ya, en aquel entonces, elevarse hasta un nivel respetable<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>senajenación con respecto al stalinismo. Esa lucha le<br />

permitió sacar la cabeza, como los presos <strong>de</strong>l Apando, <strong>de</strong> /0<br />

"celda" i<strong>de</strong>ológica en la que estaba encerrado. Pero en su<br />

intento <strong>de</strong> "evasión" <strong>de</strong> la cárcel dogmática, cometió una<br />

impru<strong>de</strong>ncia al no darse cuenta <strong>de</strong> hasta qué punto estaba<br />

aislado y <strong>de</strong> que no poseía los elementos teóricos necesarios<br />

para hacer frente a la tempestad que iba a provocar. Para<br />

seguir con nuestra metáfora, le "cortaron la cabeza" y sedó<br />

con ésta en la charola como el Bautista al que <strong>de</strong>scribe en<br />

su última novela.<br />

Cuando la i<strong>de</strong>ología se erige en dogma, se convierte en<br />

una verda<strong>de</strong>ra cárcel, y el siglo XX conoció una variedad<br />

extrema <strong>de</strong> "prisión" con el stalinismo (el nazismo fue más<br />

brutalmente militar, menos insidiosamente i<strong>de</strong>ológico y <strong>de</strong><br />

ninguna manera universal). Mientras más hipócrita y<br />

2 Paul Ricoeur, L'ldéologie et /'Utopie, París, Seuil, 1997.


oposiciones <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> serlo,7 si fuera posible arraigarlo<br />

fuertemente en la realidad material y no sólo en el espíritu.<br />

Toda la novela está como marcada por un ritmo <strong>de</strong> juegos<br />

<strong>de</strong> oposición : antiguo/mo<strong>de</strong>rno, intuición/razón, arte/<br />

reflexión, femenino/masculino, verda<strong>de</strong>ro/falso (o verda<strong>de</strong>ro/<br />

no verda<strong>de</strong>ro), así como por el gran dualismo <strong>de</strong> la vida y la<br />

muerte, presente, claro está, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio hasta el final.<br />

Revueltas llega a conclusiones que se sitúan en la frontera<br />

entre praxis y mística : aceptar su verdad así como su no<br />

verdad. Más que renunciamiento, que olvido <strong>de</strong> sí,<br />

típicamente cristianos, diríase entonces que hay disolución<br />

<strong>de</strong>l yo en el vacío. No obstante, este esfuerzo <strong>de</strong>sesperado<br />

por hacer estallar la cárcel en que está encerrado el<br />

pensamiento occi<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong>l que el marxismo no fue sino un<br />

avatar, llega a una toma <strong>de</strong> conciencia limitada al individuo<br />

(Gregorio) y, por en<strong>de</strong>, insuficiente para una filosofía<br />

apuntando a la salvación colectiva en esta tierra.<br />

Los días terrenales es una novela que va mucho más allá<br />

<strong>de</strong> una simple crítica <strong>de</strong>l stalinismo: se entien<strong>de</strong> que su autor<br />

haya sentido cierto temor frente a su audacia y que haya<br />

preferido esperar mejores días para volver a dirigir sus baterías<br />

contra el dogma. La elección <strong>de</strong> su personaje principal,<br />

especie <strong>de</strong> alter ego que unifica en él la visión artística y el<br />

discurso racional, coloca a Revueltas, <strong>de</strong> una manera<br />

inesperada, en la corriente <strong>de</strong>l pensamiento contemporá neo<br />

que se oponía a la razón cartesiana y aspiraba a una síntesis<br />

entre esos dos polos <strong>de</strong>l espíritu humano, <strong>de</strong>l que el<br />

surrealismo -aliviado <strong>de</strong> sus oropeles provocadores y <strong>de</strong> su<br />

gusto por lo estrafalario, pronto recuperados, asimilados, por<br />

la sociedad mercantil- es un digno representante. El tema<br />

"fundacional" <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> José Revueltas, aunado al <strong>de</strong> su<br />

militancia, es el <strong>de</strong> la cárcel, el <strong>de</strong>l encierro a todos los niveles,<br />

tanto por sus enemigos como por sus amigos, lo cual no se<br />

pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sligar <strong>de</strong> sus esfuerzos por escaparse. Lo logró en<br />

buena medida en el plano i<strong>de</strong>ológico, en particular <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

punto <strong>de</strong> vista ético, y plenamente en el campo <strong>de</strong> la estética.<br />

Ésta es la parte más importante <strong>de</strong> su obra y <strong>de</strong> su vida,<br />

difícilmente separables salvo para las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l análisis.<br />

Lo esencial es la presencia manifiesta, voluntaria, <strong>de</strong>cisiva,<br />

en esta vida y en esta obra, <strong>de</strong> una lucha permanente por la<br />

verdad como fundamento estético, filosó fico y moral. La<br />

organización carcelaria <strong>de</strong> su obra -podríamos <strong>de</strong>cir resumiendo<br />

así el célebre ensayo <strong>de</strong> Sartre a propósito <strong>de</strong> Faulkner y <strong>de</strong> la<br />

organización temporal <strong>de</strong> sus novelas- B es el punto central <strong>de</strong><br />

su puesta en escena <strong>de</strong> una <strong>de</strong>sesperanza fundadora y <strong>de</strong> la<br />

lucha por la libertad. La cárcel (el encierro) y el esfuerzo por<br />

evadirse <strong>de</strong> ella constituyen, pues, su piedra angular.<br />

Esta dimensión carcelaria pue<strong>de</strong> proporcionar una explicación<br />

a la veta religiosa que atraviesa muchos <strong>de</strong> sus textos:<br />

encarcelado, aislado, quiere re-ligar a cualquier precio. Revueltas<br />

toma la palabra religió n en su sentido etimológico <strong>de</strong> religare:<br />

vincular Alienado y encerrado en sí mismo, el hombre busca<br />

salir <strong>de</strong> esta situación, co municar, vincularse a los <strong>de</strong>más. Se<br />

trata, pues, <strong>de</strong> una religión humana, social, y si Revueltas se<br />

remite al catolicismo, es sencillamente porque lo encuentra en<br />

su camino, muy vivo, arraigado en lo más hondo <strong>de</strong>l pueblo<br />

7 Un poco a la manera <strong>de</strong>l punto <strong>de</strong>finido por André Breton en el Segundo<br />

manifiesto <strong>de</strong>l surrealismo<br />

8 "A propos <strong>de</strong> Le bruit et la fureur: la temporalité chez Faulkner", Situotions<br />

/, París, Gallimard, 1947.<br />

51<br />

mexicano. Revueltas asumió su vida como una especie <strong>de</strong> vía<br />

crucis materialista: si hay <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> evasión, es en ultima instancia<br />

horizontal y no vertical, concierne al autor y a sus semejantes, a<br />

su pueblo y por extensión a toda la humanidad. Para él la<br />

"religión" es inmanente, no trascen<strong>de</strong>nte. Hay evasión para<br />

reencontrarse a sí mismo en los <strong>de</strong>más. ¿Nostalgia <strong>de</strong> una<br />

comunidad primitiva, i<strong>de</strong>al, proyectada en el futurol Tal vez.<br />

Pero al mismo tiempo y sobre todo luci<strong>de</strong>z frente a la vanidad<br />

<strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> utopí a, porque la suya - y quizá fuese la más<br />

utópica <strong>de</strong> todas en nuestras socieda<strong>de</strong>s cada vez más artificiales,<br />

obsesionadas por el fantasma <strong>de</strong> un mundo sin mal y por la<br />

felicidad hueca- exige la resolución <strong>de</strong> los problemas<br />

socioeconómicos para toda la humanidad sólo con vistas a<br />

acce<strong>de</strong>r al alegre sufrimiento <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong> sí.<br />

En efecto, Revueltas parece habitado por la i<strong>de</strong>a mesiánica<br />

<strong>de</strong> que su <strong>de</strong>ber consiste en traer la libertad a los hombres,<br />

en esta vida, en esta tierra, pero predicando que esta libertad<br />

permitirá al hombre acce<strong>de</strong>r a su condición <strong>de</strong> ser humano<br />

consciente y, <strong>de</strong> ahí, llegar a ser "libremente <strong>de</strong>sdichado".<br />

Revueltas logró evadirse <strong>de</strong> la cá rcel <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ología y <strong>de</strong>l<br />

dogma, pero fue para encontrar la cárcel más amplia <strong>de</strong> una<br />

sociedad enajenada, escandalosamente "encerrada" en la<br />

miseria y la injusticia o plácidamente "aprisionada" en el<br />

confort y el hedonismo vacíos.<br />

Retomando la célebre réplica <strong>de</strong> Mefistófeles en el Fausto<br />

<strong>de</strong> Goethe: "gris es toda teoría, y ver<strong>de</strong> el árbol <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> la<br />

vida", y haciendo <strong>de</strong> ella su divisa, Revueltas no opone la<br />

sensualidad a la austeridad y a la ari<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l trabajo intelectual,<br />

sino que consi<strong>de</strong>ra el renacimiento y la Juventud como antídotos<br />

<strong>de</strong> la teoría alienada, es <strong>de</strong>cir, i<strong>de</strong>ologizada. Así, para volver a<br />

uno <strong>de</strong> nuestros hilos conductore s, transformemos esta<br />

sentencia en una <strong>de</strong>fensa e ilustració n <strong>de</strong> la literatura y en<br />

particular <strong>de</strong> la novela. En efecto, fuera <strong>de</strong> su contexto, esa<br />

frase <strong>de</strong> Goethe pue<strong>de</strong> interpretarse <strong>de</strong> esta manera: la teoría<br />

es limitada, se cristaliza baJO la forma <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ología y luego se<br />

fija <strong>de</strong>finitivamente en un dogma que hay que romper y superar,<br />

mientras que la gran literatura permanece para siempre y que<br />

las hojas siempre renacientes <strong>de</strong> su árbol maravilloso terminan<br />

por sumergir este dogma. La literatura ha <strong>de</strong>sempeñado y <strong>de</strong>be<br />

seguir <strong>de</strong>sempeñando su papel en la lucha <strong>de</strong> la utopía contra<br />

la i<strong>de</strong>ología. Mina inagotable <strong>de</strong> conocimiento, las obras maestras<br />

permanecen eternamente jóvenes.<br />

Más allá <strong>de</strong>l contenido i<strong>de</strong>ológico, que se pue<strong>de</strong> juzgar<br />

marchito y gris, más allá <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que es la huella <strong>de</strong>l<br />

combate librado contra el dogma, la novela clave <strong>de</strong> Revueltas,<br />

Los días terrenales, es un relato legible y disfrutable medio<br />

siglo <strong>de</strong>spués -como es el caso <strong>de</strong> Los errores, El apando y<br />

muchos <strong>de</strong> sus cuentos, en <strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> sus escritos<br />

i<strong>de</strong>ológicos. Esta parte <strong>de</strong> la obra revueltiana sigue viva gracias<br />

a aquel árbol frondoso <strong>de</strong> la literatura, aquel hermoso "árbol<br />

<strong>de</strong> las letras" como lo llama Juan Goytisolo. Es un buen ejemplo<br />

<strong>de</strong> la capacidad <strong>de</strong> ésta por penetrar más hondo -a su modo,<br />

que no es el <strong>de</strong> la ciencia- en la esfera <strong>de</strong>l conocimiento, por<br />

a<strong>de</strong>lantarse al raciocinio. ¿No se valió Rilke, en otro contexto,<br />

<strong>de</strong> la misma imagen vegetal cuando aseveró que la poesía<br />

"es el pasado que rever<strong>de</strong>ce y brota en nuestro corazón"l<br />

Con Andrea Revueltas, PHILLlPE CHERON ha <strong>de</strong>dicado más <strong>de</strong> veinte añ os a la<br />

edición <strong>de</strong> la obra completa <strong>de</strong> José Revuelta s, y ha escrito aSimismo una<br />

amplísima tesis dOdoral sobre su obra narrativa. El ensayo que presenta·<br />

mas es un fragmento <strong>de</strong> ella.


José Revueltas en 1962. fotografía <strong>de</strong>dicada a Christa Cowrie


En el principio era el caos, lo real animado por una pulsión <strong>de</strong><br />

muerte, lo social regido por la alienación y, para clamarlo y<br />

<strong>de</strong>spertar fuerzas que le fuesen contrarias, la escritura. Tal podría<br />

ser la última <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> José Revueltas para cuya formulación<br />

el novelista habría recordado la obertura <strong>de</strong> Los días terrenales.<br />

Al soñar con semejante frase póstuma para resumir<br />

la posición <strong>de</strong> un escritor, he <strong>de</strong> explicarme. Dicha posición<br />

<strong>de</strong> Revueltas <strong>de</strong>sconcertó a muchos críticos que lo tildaron,<br />

según sus propias ten<strong>de</strong>ncias y según el momento, <strong>de</strong> marxista<br />

ora dogmático ora <strong>de</strong>sviacionista, <strong>de</strong> existencia lista, <strong>de</strong><br />

último <strong>de</strong> los realistas, <strong>de</strong> humanista cuyo marxismo cobraba<br />

tintes <strong>de</strong> cristianismo. Sorteando estos discursos, Evodio Escalante<br />

interpretó con originalidad, partiendo <strong>de</strong> los conceptos<br />

<strong>de</strong> flujos esquizoi<strong>de</strong>s y paranoi<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo tomados <strong>de</strong><br />

Deleuze y Guattari, «el lado moridof», o sea aquel que lleva a<br />

cabo el trabajo <strong>de</strong> lo negativo en la realidad, <strong>de</strong> una literatura<br />

que re<strong>de</strong>finió como « máquina literaria» y que su autor reivindicaba<br />

como materialista y dialéctica.<br />

o posición anormal <strong>de</strong> las partes) >> ; y «aquello que choca en<br />

extremo a la razón y la moraL»<br />

En efecto, la obra <strong>de</strong> Revueltas ostenta una constancia en<br />

la elección, aunque sin duda no en el manejo, <strong>de</strong> las llamadas<br />

«situaciones límites» para los argumentos <strong>de</strong> sus novelas<br />

y cuentos. Situaciones que, al pintar lo terrible y el horror,<br />

recurren a lo grotesco y lo monstruoso. Sin embargo, la articulación<br />

entre unas y otras categorías dista <strong>de</strong> ser tan obvia<br />

como parecería a primera vista.<br />

Des<strong>de</strong> luego, el horror y lo terrible mantienen estrechos<br />

vínculos con el realismo revueltiano. Según Revueltas, ser<br />

realista consistiría en mirar <strong>de</strong> frente, sin pestañear, la realidad<br />

en su vertiente más insufrible para aprehen<strong>de</strong>rla y expresarla<br />

ciñéndose a la compleja dirección <strong>de</strong> lo insufrible<br />

y/ o a la tensión <strong>de</strong> la máxima alienación. En este mismo<br />

movimiento <strong>de</strong> entrega a la expresión <strong>de</strong>l horror como rasgo<br />

paroxístico <strong>de</strong> la alienación, yacería la posibilidad <strong>de</strong> revertir<br />

ésta, o sea, <strong>de</strong> poner al revés el fascinante velo que<br />

DE LO GROT CO y LO MONSTRUOSO<br />

EN LA OBRA DE JOSÉ REVUELTAS<br />

Si me refiero aquí a la posición <strong>de</strong>l novelista es porque, al<br />

menos en un primer tiempo, apostaré a creer a Revueltas<br />

cuando afirma que sus <strong>de</strong>beres <strong>de</strong> escritor y miltante no<br />

son sino uno solo, apartándole así <strong>de</strong> la dicotomía entre<br />

escritor y militante o <strong>de</strong> la simple <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l «escritor comprometido».<br />

Revueltas estaba comprometido en el sentido<br />

en que se hallaba metido en un puerta estrecha. Esa posición<br />

suya que no lo ubica frente a la escritura sino <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

ésta, posición compleja, movediza, dinámica -él hubiese<br />

dicho dialéctica- es la que intentaré <strong>de</strong>finir aquí en torno <strong>de</strong><br />

las nociones <strong>de</strong> lo grotesco y lo monstruoso en las cuales se<br />

alían lo estético y lo ético.<br />

Lo grotesco revueltiano no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> asemejarse a la <strong>de</strong>finición<br />

que dio Víctor Hugo <strong>de</strong> esta noción : «Lo grotesco crea<br />

lo <strong>de</strong>forme y lo horrible. lo cómico y lo bufo. Lo grotesco<br />

es, según nosotros, la fuente más rica que la naturaleza pueda<br />

brindar al arte.» En cuanto al monstruo y a lo monstruoso,<br />

propondré aquí dos acepciones que nos interesan : «Ser vivo<br />

u organismo <strong>de</strong> configuración anormal (por exceso, <strong>de</strong>fecto<br />

FLORENCE OUVIER<br />

53<br />

oculta la única verdad <strong>de</strong> la condición humana : que el hombre<br />

no tiene más horizonte <strong>de</strong>l bien que este mismo ejercicio<br />

<strong>de</strong>l revertir, el ejercicio <strong>de</strong> su conciencia «libremente <strong>de</strong>sdichada».<br />

Por supuesto, para ese marxista indómito, la salida colectiva<br />

<strong>de</strong> la alienación hacia tan humil<strong>de</strong> i<strong>de</strong>al no había <strong>de</strong> separarse<br />

<strong>de</strong> la utopía <strong>de</strong> la sociedad comunista final.<br />

Con esta <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l realismo revueltiano, intento conciliar<br />

mi lectura <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Revueltas, la manera como éste<br />

entien<strong>de</strong> su realismo literario y la manera como lo practica,<br />

es <strong>de</strong>cir su encarnizada búsqueda <strong>de</strong> una estética propia a la<br />

vez que justa. Y es que las sucesivas formulaciones teóricas<br />

<strong>de</strong>l realismo que Revueltas intenta en sus ensayos dialogan<br />

con su práctica <strong>de</strong>l realismo en sus obras <strong>de</strong> ficción. 0, por<br />

<strong>de</strong>cirlo mejor, aquellos funcionan respecto <strong>de</strong> éstas a modo<br />

<strong>de</strong> gramática que codifica o posteriori el uso <strong>de</strong> la lengua.<br />

Así, la perspectiva consciente <strong>de</strong> un realismo propio, instrumento<br />

y a la vez práctica <strong>de</strong> una filosofía activa, se inicia con<br />

Los días terrenales, <strong>de</strong> 1949, y se refina en los años sesenta<br />

con el prólogo a la segunda edición (1962) <strong>de</strong> Los muros <strong>de</strong>


da, la cual oscila entre la santidad <strong>de</strong>l mártir y la animaliza­<br />

ción. A un nivel literal, el oxímoron habría <strong>de</strong> leerse como un<br />

síntoma <strong>de</strong>l conflicto entre una expresión literaria <strong>de</strong>senfre­<br />

nada y la ley coercitiva <strong>de</strong>l sentido i<strong>de</strong>ológico <strong>de</strong>l texto. Por<br />

fin, el simbolismo <strong>de</strong> las referencias bíblicas o míticas pre­<br />

hispánicas convoca en los textos las imágenes fantásmaticas<br />

<strong>de</strong> lo monstruoso como indiferenciación entre el mal y el<br />

bien cuando se encuentran a punto <strong>de</strong> convertirse el uno<br />

en el otro. De este modo, en estas primeras novelas <strong>de</strong><br />

dirección ética aparentemente unívoca, lo que aparece a<br />

modo <strong>de</strong> conjuro es la virtual pérdida <strong>de</strong> sentido <strong>de</strong> lo mons­<br />

truoso puesto que resulta doblemente equívoco.<br />

¿Cómo se cumple más a<strong>de</strong>lante en la obra la conversión<br />

<strong>de</strong> lo monstruos0 7 ¿Cómo este signo <strong>de</strong> lo moralmente con­<br />

<strong>de</strong>nable, este recurso tan temible que había <strong>de</strong> sojuzgarse<br />

en el plano estético, pasa a ser un recurso asumido por la<br />

escritura don<strong>de</strong> se confun<strong>de</strong>n las funciones estéticas y éticas?<br />

Esta conversión sólo se produce plenamente en El apando<br />

y en los textos posteriores, aun cuando su impulso<br />

asomaba en la novela anterior, Los errores.<br />

Pue<strong>de</strong> contestarse esta pregunta observando que ésta<br />

última, novelesca entre las novelescas, aún apunta a una<br />

<strong>de</strong>nuncia explícita <strong>de</strong>l estalinismo inscrito en la lógica gene­<br />

ral <strong>de</strong> la alienación. Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que este proceso <strong>de</strong> la<br />

dinámica <strong>de</strong> los procesos <strong>de</strong> Moscú se funda en los actos y<br />

discursos <strong>de</strong> unos personajes que son comunistas lúcidos y<br />

<strong>de</strong>sgarrados, objetivamente alienados, o comunistas cuya<br />

mala fe y afición al po<strong>de</strong>r los mantienen en una alienación<br />

subjetiva. Pue<strong>de</strong> notarse que, por primera vez en las novelas<br />

<strong>de</strong> Revueltas, en El apando <strong>de</strong>saparece cualquier personaje<br />

<strong>de</strong> comunista susceptible <strong>de</strong> representar un trabajo <strong>de</strong> lo<br />

positivo en contra <strong>de</strong> la alienación y la abyección. Pero lo<br />

que cambia con esto es la naturaleza <strong>de</strong> lo novelesco.<br />

Los errores se asemeja en algunos aspectos a las novelas<br />

<strong>de</strong> folletín <strong>de</strong>cimonónicas. Si damos crédito a las <strong>de</strong>claracio-<br />

nes <strong>de</strong> Revueltas acerca <strong>de</strong> sus predilecciones literarias, esta<br />

novela <strong>de</strong> corte expresionista <strong>de</strong>bería apuntar, mediante el<br />

recurso <strong>de</strong> lo terrible y <strong>de</strong>l horror, a un trágico dostoyevskia­<br />

no. Sin embargo, fri sa en un patetismo <strong>de</strong> tenor romántico.<br />

y el manejo <strong>de</strong> lo grotesco y <strong>de</strong>l horror no es ajeno a este<br />

resultado. En Los errores, se <strong>de</strong>spliega toda clase <strong>de</strong> varia­<br />

ciones en torno al tema <strong>de</strong> la alienación gracias a la urdim­<br />

bre <strong>de</strong> dos argumentos entretejidos. El primero es político y<br />

ligado a personajes <strong>de</strong> comunistas y fa scistas, el segundo es<br />

criminal y lo viven personajes <strong>de</strong> ladrones, proxenetas, ena­<br />

nos <strong>de</strong> circo y prostitutas. Esta novela voluminosa, típica­<br />

mente urbana, se rige por el exceso expresivo a través <strong>de</strong><br />

una acumulación <strong>de</strong> personajes y anécdotas que provoca<br />

una ca ri caturización <strong>de</strong>l horror, <strong>de</strong>masiado contiguo a lo gro­<br />

tesco. En ca mbio, el argumento <strong>de</strong> El apando es mínimo.<br />

Esta novela brevísima se rige por la hipérbole a través <strong>de</strong> la<br />

con<strong>de</strong>nsación <strong>de</strong> lo horrible. De lo urbano y <strong>de</strong> sus mitos <strong>de</strong><br />

inmoralidad sólo subsiste un lugar a la vez altamente simbóli­<br />

co y tratado <strong>de</strong> manera realista gracias al uso <strong>de</strong> lo monstruo­<br />

so en su afirma da anfibología la cárcel y, en su seno, su<br />

quintaesencia, el apando. El texto se aprieta en un solo y largo<br />

párrafo en torno <strong>de</strong> la alienación generalizada. En este continuum<br />

narrativo se suce<strong>de</strong>n imperceptibles cambios <strong>de</strong> pun­<br />

tos <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> uno a otro personaje a través <strong>de</strong> la contigüidad<br />

<strong>de</strong> las imágenes, fantasías y actos <strong>de</strong> violencia que los persi­<br />

guen y seducen a todos por igual. Así nace una suerte <strong>de</strong><br />

larga plegaria e imprecación, un magnífico oxímoron textual,<br />

un objeto literario por fin propia y bellamente monstruoso. Así<br />

es como se cumple la libre conversión <strong>de</strong> lo monstruoso.<br />

FloRENcE OUVIER volvIÓ hace algunos años a Francia, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> viVIr una<br />

larguisima temporada entre nosotro s. Adualmente hace Investigacion es y<br />

da clases en la Universidad <strong>de</strong> Poitiers, don<strong>de</strong> continúa estudiando y traduciendo<br />

a escri tores mexicanos


Con Los motivos <strong>de</strong> Ca/n, novela publicada<br />

en 1957, 1 José Revueltas se convierte en<br />

uno <strong>de</strong> los primeros autores mexicanos (si<br />

no es que en el primero) que incorpora chicanos<br />

como personajes viables. Según Evodio<br />

Escalante, el interés <strong>de</strong> Revueltas en lo<br />

chicano surge, tal vez, <strong>de</strong>bido a que para el<br />

autor mexicano, los chica nos, con su i<strong>de</strong>ntidad<br />

amenazada y una doble dosis <strong>de</strong> paciencia<br />

para experimentar los efectos <strong>de</strong> la<br />

discriminación racial, amén <strong>de</strong> la explotación<br />

económica, se convierten en tema obligado<br />

que <strong>de</strong>bía tratar en sus obras. 2 Pero Escalante<br />

también sugiere que la visión revueltiana<br />

<strong>de</strong> los chicanos, o al menos su representación<br />

literaria, tien<strong>de</strong> a verlos como una población<br />

en fuga -<strong>de</strong>sterritorializada podríamos<br />

<strong>de</strong>cir-, una población que siempre está<br />

a punto <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> algo y que encuentra<br />

en la incertidumbre <strong>de</strong> tal fuga, la única<br />

"Los hombres en el pantano" <strong>de</strong> Dormir en<br />

tierra (1960), Y aunque no abarca otros textos<br />

<strong>de</strong> Revueltas, como sus crónicas <strong>de</strong> Visión<br />

<strong>de</strong>l Paricutín,4 sigue siendo uno <strong>de</strong> los<br />

pocos estudios relevantes sobre el tema. Lo<br />

que me interesa <strong>de</strong>l anterior comentario es,<br />

primero, la insinuación <strong>de</strong> que Revueltas incorpora<br />

la noción <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprotagonización<br />

(que, a mi modo <strong>de</strong> ver, es una forma <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>s-territorialización) en su novela como un<br />

punto <strong>de</strong> articulación fundamental <strong>de</strong> lo fronterizo,<br />

y, segundo, lo incipientemente chicano<br />

con lo mexicano en un periodo en el que<br />

todavía retumbaban los ecos reprobatorios<br />

que sobre el pachuco emitiera Octavio Paz<br />

en El laberinto <strong>de</strong> la soledad (1950).<br />

Jack Mendoza, protagonista <strong>de</strong> la obra,<br />

actúa como elemento clave para representar<br />

la tensión que surge <strong>de</strong> la <strong>de</strong>s-temtorialización<br />

fronteriza. Desertor <strong>de</strong> la guerra <strong>de</strong><br />

R L<br />

entien<strong>de</strong> lo que es ser chicano a través<br />

<strong>de</strong> "situaciones límite", es <strong>de</strong>cir, situaciones<br />

que llevan al ser humano a mostrar<br />

sus formas más absolutas <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojamiento,<br />

po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que -jugando un<br />

poco con los términos- Jack es un "ilegal<br />

alien", un indocumentado, un personaje<br />

que carece <strong>de</strong> "papeles <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad" en<br />

México. Y esta "ilegalidad" <strong>de</strong> Jack lo convierte<br />

(en otro nivel) en un ser <strong>de</strong>s-historizado,<br />

sin documentos ni pasado, algo<br />

que en el sentido <strong>de</strong> la ortodoxia marxista<br />

revueltiana equivaldría a un ser sin historia,<br />

un subalterno incapaz <strong>de</strong> hablar,<br />

como diría Gayatri Spivak, y al cual Revueltas<br />

ofrece su discurso marxista re<strong>de</strong>ntor<br />

con el fin <strong>de</strong> salvarlo <strong>de</strong>l infierno capitalista<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l cual, como chicano, será<br />

sólo parte integral <strong>de</strong>l margen social. Tal<br />

vez por eso, al <strong>de</strong>ambular perdido en el<br />

DEAFUERA<br />

LA CHICANIDAD EN LOS MOTIVOS DE CAíN, DE JOSÉ REVUELTAS<br />

manera <strong>de</strong> asumir su existencia. Obviamente,<br />

este juicio <strong>de</strong> Escalante respon<strong>de</strong> a la<br />

perspectiva <strong>de</strong> una época particular. 3 Su artículo<br />

analiza la representación <strong>de</strong> los chicanos<br />

en tres obras <strong>de</strong> Revueltas: el drama Israel<br />

(1947), Los motivos <strong>de</strong> Caín, y el cuento<br />

1 J. Revueltas, Los motivos <strong>de</strong> Caín, México, Era,<br />

1979.<br />

2 Evodio Escalante, "José Revueltas y la chicanidad",<br />

Chicanos. El orgullo <strong>de</strong> ser. Memoria <strong>de</strong>l<br />

encuentro chicana 1990 (ed. Axel Ramírez),<br />

México, UNAM, 1992, p. 125.<br />

3 Hay una marcada escasez <strong>de</strong> estudios <strong>de</strong>dicados<br />

a analizar la presencia <strong>de</strong> los chlcanos en la<br />

literatura mexicana. De esa producción, los <strong>de</strong><br />

Juan Bruce-Novoa, "Chicanos in Mexican Literature",<br />

Retrospace: Collected Essays on Chicana<br />

Literature (Houston: Arte Público Press, 1990),<br />

y <strong>de</strong> Luis Leal Leal, Aztlón y México: perfiles literarios<br />

e históricos (Binghamton, NY, Bilingual<br />

Press/Editorial Bilingue, 1985), se interesan en<br />

escritores burgueses canónicos, excluyendo textos<br />

como el <strong>de</strong> Revueltas.<br />

.. En Lecumberri. 1970. Foto: Julio Pliego<br />

Corea, Jack escapa a Tijuana don<strong>de</strong> se convierte<br />

en un personaje enajenado, alien(ado).<br />

La guerra es, pues, el mecanismo regulador<br />

<strong>de</strong>l accionar <strong>de</strong>l texto revueltiano, y como<br />

nos informa la voz narrativa cuando Jack atisba<br />

la presencia <strong>de</strong> un policía militar norteamericano<br />

en la calle y trata <strong>de</strong> ocultarse a la<br />

entrada <strong>de</strong> un cabaret: "Desertor <strong>de</strong> una<br />

guerra que aún no terminaba y en la que el<br />

gran país norteamericano, ese 'hogar <strong>de</strong> los<br />

libres y los bravos', ofrecía la sangre <strong>de</strong> sus<br />

hijos para salvar al mundo <strong>de</strong>mocrático:'s Si,<br />

como lo ha sugerido Escalante, Revueltas<br />

4 Se trata <strong>de</strong> 'Viaje al noroeste <strong>de</strong> México", reportaje<br />

<strong>de</strong> 1943 recogido en Visión <strong>de</strong>l Paricutín<br />

(y otras crónicas y reseñas), México, Era,<br />

1983. Véase al respecto mi artículo "José Revueltas<br />

y el 'México <strong>de</strong> afuera'" (primera parte<br />

<strong>de</strong> este ensayo) aparecido en La Jornada Semanal,<br />

10 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 2001 .<br />

s J.Revueltas, Los motivos <strong>de</strong> Caín , op. cit., p.<br />

35. Todas las citas vienen <strong>de</strong> esta edición.<br />

57<br />

espacio fronterizo <strong>de</strong> Tijuana, Jack experimenta<br />

una sensación <strong>de</strong> soledad <strong>de</strong>mo­<br />

Ipriora aun a pesar <strong>de</strong>l lenguaje común.<br />

Je siente enajenado e incapaz <strong>de</strong> pertenecer<br />

a ese mundo don<strong>de</strong> "yo estoy fuera,<br />

extraño, tal vez sin rostro, tal vez sin<br />

labios, sin voz y nada tiene que ver el hecho<br />

<strong>de</strong> que yo hable el mismo idioma y<br />

que también sea mexicano -bien, mexicano<br />

por ascen<strong>de</strong>ncia, ya que había tenido<br />

la maldita suerte <strong>de</strong> nacer en Carolina<br />

<strong>de</strong>l Sur-, pero <strong>de</strong> cualquier modo un ser<br />

ajeno que ha roto su relación con los seres<br />

y las cosas y ahora ya no sabe nada,<br />

nada, respecto a los <strong>de</strong>más ni respecto a<br />

sí mismo". Se observa un sentido <strong>de</strong> <strong>de</strong>solación,<br />

semejante a lo expuesto por Paz<br />

en El laberinto y por el mismo Revueltas<br />

en sus primeras observaciones (en su reportaJe<br />

dé 1943) <strong>de</strong>l "México <strong>de</strong> afuera".<br />

Es <strong>de</strong>cir, al igual que Paz, y a pesar <strong>de</strong> (o<br />

tal vez <strong>de</strong>bido a) sus fuertes convicciones<br />

marxistas, Revueltas es incapaz <strong>de</strong>


JOHN HUDGINS<br />

F A M<br />

El poeta norteamerican o JOHN H UDGINS ( 1948)<br />

es autor entre otros libros, <strong>de</strong> Curious World y<br />

Waking ta the Cometo<br />

Quién se burla realmente <strong>de</strong> la fama<br />

cuando todo mundo la <strong>de</strong>sea<br />

en sueños me he visto mirándola <strong>de</strong> reojo<br />

coquetear con ella acariciar sus rizos<br />

pensando "soy un hombre casado"<br />

pero la muchachita enloqueció con mi lectura<br />

para mí esa es la fama<br />

para otro será no tener <strong>de</strong>udas<br />

manejar un porsche<br />

disfrutar <strong>de</strong>l aplauso<br />

o encontrar en la compañía <strong>de</strong> otros<br />

la seguridad que no tiene a solas<br />

la fama:<br />

mirar tu nombre en la tapa <strong>de</strong> un libro<br />

al pie <strong>de</strong> una fotografía<br />

tres invitaciones para participar en programas<br />

fiestas exclusivas y cartas a raudales<br />

alguien que te <strong>de</strong>tiene en la calle y te dice<br />

"te adoro" o Iteres un idiota"<br />

la fama confun<strong>de</strong> tanto<br />

como la carencia <strong>de</strong> fama<br />

sólo que el ruido no es ya intermitente sino incesante<br />

tú mismo contribuyes a él con tus <strong>de</strong>claraciones<br />

por la noche zumba como un mosquito<br />

gotea como una llave <strong>de</strong> lavabo <strong>de</strong>scompuesta<br />

compras tapones <strong>de</strong> cera<br />

pero las sirenas ya están a tu lado<br />

60<br />

A


Cualquier estudio <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> José Revueltas<br />

permanecería incompleto si no<br />

consi<strong>de</strong>rara su larga historia <strong>de</strong> militancia<br />

polftica. Des<strong>de</strong> su primer arresto en 1929<br />

hasta su último que durara <strong>de</strong> 1968 a 1971,<br />

su vida se caracterizó por la rebeldía y la<br />

resistencia al po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Estado mexicano<br />

y, en muchas ocasiones, a los órganos oficiales<br />

<strong>de</strong> la oposición comunista. Des<strong>de</strong> la<br />

publicación <strong>de</strong> su primera novela, Los<br />

muros <strong>de</strong> agua (1941), su obra literaria<br />

mostró un marcado interés en conflictos<br />

políticos, y si la militancia polftica <strong>de</strong> Revueltas<br />

se refleja claramente en los personajes<br />

y en las tramas <strong>de</strong> sus obras, ésta<br />

también juega un papel crucial en la forma<br />

<strong>de</strong> las mismas. El aparato teórico marxista-leninista<br />

que guió al autor a través <strong>de</strong><br />

su vida polftica también marca su método<br />

literario que es materialista y dialéctico. Es<br />

con esto en mente que me acerco a El<br />

apando -última novela <strong>de</strong> Revueltas, escrita<br />

entre febrero y marzo <strong>de</strong> 1969 en el<br />

·Palacio Negro" <strong>de</strong> Lecumberri, don<strong>de</strong> estuvo<br />

encarcelado por su participación en<br />

el movimiento estudiantil <strong>de</strong> 1968.<br />

Como lo indica el título <strong>de</strong> un artículo<br />

<strong>de</strong>l Centro <strong>de</strong> Investigaciones Lingüístico­<br />

Literarias (ClLL) <strong>de</strong>dicado a esta novela, El<br />

apando pue<strong>de</strong> fácilmente parecerle al lector<br />

una "metáfora <strong>de</strong> la opresión". Comenzando<br />

con la forma misma, la novela es<br />

un texto opresivo y sofocante. Consiste <strong>de</strong><br />

un solo párrafo <strong>de</strong> cuarenta y cinco páginas<br />

don<strong>de</strong> tiempo, espacio y movimiento<br />

se con<strong>de</strong>nsan violentamente. La trama es<br />

simple -un fallido intento <strong>de</strong> introducir<br />

droga a la cárcel-, pero la forma narrativa<br />

<strong>de</strong> Revueltas transforma esta simple trama<br />

a una pesadilla <strong>de</strong>sesperante en la cual<br />

el sistema represivo carcelario domina a<br />

toda la sociedad. Prisioneros y carceleros<br />

son víctimas <strong>de</strong> un mismo sistema. Esto<br />

es evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera oración:<br />

Estaban presos ahí los monos, nada<br />

menos que ellos, mona y mono; bien,<br />

mono y mono, los dos, en su jaula, toda-<br />

LUIS A. MARENTES<br />

n O<br />

DE JOSÉ REVUELTAS:<br />

ETÁFORA DE LA OPRESióN<br />

y LA RESISTENCIA<br />

vía sin <strong>de</strong>sesperación, sin <strong>de</strong>sesperarse <strong>de</strong>l<br />

todo, con sus pasos <strong>de</strong> extremo a extremo,<br />

<strong>de</strong>tenidos pero en movimiento, atrapados<br />

por la escala zoológica como si<br />

alguien, los <strong>de</strong>más, la humanidad, impiadosamente<br />

ya no quisiera ocuparse<br />

<strong>de</strong> su asunto, <strong>de</strong> ese asunto <strong>de</strong> ser monos,<br />

<strong>de</strong>l que por otra parte ellos tampoco<br />

querían enterarse, monos al fin, o no<br />

sabían ni querían, presos en cualquier sentido<br />

que se los mirara, enjaulados <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong>l cajón <strong>de</strong> altas rejas <strong>de</strong> dos pisos, <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong>l traje azul <strong>de</strong> paño y la escarapela<br />

brillante encima <strong>de</strong> la cabeza, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

su ir y venir sin amaestramiento, natural,<br />

sin embargo fijo, que no acertaba a dar el<br />

paso que pudiera hacerlos salir <strong>de</strong> la interespecie<br />

don<strong>de</strong> se movían, caminaban,<br />

copulaban, crueles y sin memoria, mona y<br />

mono <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l Paraíso, idénticos, <strong>de</strong> la<br />

misma pelambre y <strong>de</strong>l mismo sexo, pero<br />

mono y mona, encarcelados, jodidos. (11 )<br />

El tono <strong>de</strong> la obra se establece <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

esta primera oración. Nos encontramos con<br />

prisioneros enajenados <strong>de</strong> su condición<br />

humana, seres jodidos sin memoria y sin<br />

aparente escapatoria. Poco <strong>de</strong>spués, sin<br />

embargo, <strong>de</strong>scubrimos que estos monos<br />

no son los prisioneros sino sus guardianes.<br />

Paradójicamente "los presos eran ellos y<br />

no nadie más, con todo y sus madres y<br />

sus hijos y los padres <strong>de</strong> sus padres" (13).<br />

De esta manera la opresión <strong>de</strong>l sistema<br />

carcelario se <strong>de</strong>sborda <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong><br />

piedra penitenciarios para incluir en ella a<br />

la sociedad en general. A esto hace referencia<br />

el propio Revueltas en una entrevista<br />

con el ClLL: "La cárcel misma no es sino<br />

un símbolo porque es la ciudad cárcel, la<br />

sociedad cárcel" (ClLL 60).<br />

61<br />

Visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta perspectiva, El apando<br />

nos presenta un mundo totalmente<br />

opresivo sin escapatoria aparente. Es por<br />

esto que abundan interpretaciones <strong>de</strong>l texto<br />

como la <strong>de</strong>l ClLL que opina que "en el<br />

sistema narrativo empleado por Revueltas<br />

comienzan a operar diversos procedimientos<br />

tendientes a un último efecto ... mostrar<br />

la realidad y el hombre en su proceso<br />

y estadio <strong>de</strong>finitivo <strong>de</strong> <strong>de</strong>gradación" (43).<br />

Encontramos una interpretación similar en<br />

Jorge Ruffinelli quien escribe que "El apando<br />

es <strong>de</strong> algún modo una suerte <strong>de</strong> testamento<br />

literario, la clausura <strong>de</strong> un ciclo productivo<br />

que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> casi cuarenta años<br />

<strong>de</strong> escritura <strong>de</strong>positaba al autor en la soledad<br />

y el fracaso" (133). Por su parte Sam L.<br />

Slick, biógrafo <strong>de</strong>l autor, consi<strong>de</strong>ra que <strong>de</strong><br />

Los muros <strong>de</strong> agua a El apando Revueltas<br />

transforma su perspectiva <strong>de</strong> un i<strong>de</strong>alismo<br />

marxista a un existencialismo realista (92).<br />

Como las citas anteriores indican, la<br />

opresión y <strong>de</strong>generación llevadas al límite<br />

en la última novela <strong>de</strong> Revueltas pue<strong>de</strong>n<br />

ser interpretadas como producto <strong>de</strong> la total<br />

<strong>de</strong>sesperación y crisis existencial <strong>de</strong>l<br />

autor. El apando ha sido leído como el<br />

testamento <strong>de</strong> un hombre quebrado quien<br />

ve en la condición humana una prisión sin<br />

posibilidad <strong>de</strong> escape o trascen<strong>de</strong>ncia. Tal<br />

apreciación <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Revueltas es ina<strong>de</strong>cuada<br />

y peligrosa. El problema con este<br />

tipo <strong>de</strong> interpretación ha sido claramente<br />

i<strong>de</strong>ntificado por Evodio Escalante, quien<br />

abre su polémico libro sobre el autor advirtiendo<br />

a sus lectores sobre las connotaciones<br />

i<strong>de</strong>ológicas <strong>de</strong> ciertos acercamientos<br />

críticos a la obra revueltiana:<br />

Colocada a mitad <strong>de</strong> camino entre los<br />

textos literarios y el lector, la crítica ... no fun-


aparece como un ser humano llevado al<br />

límite <strong>de</strong> la <strong>de</strong>gradación. Lleva este nombre<br />

"ya que valía un verda<strong>de</strong>ro caraja para todo,<br />

no servía para un caraja, con su ojo tuerto,<br />

la pierna tullida y los temblores con que se<br />

arrastraba <strong>de</strong> aquí para allá, sin dignidad,<br />

famoso en toda la Preventiva por la costumbre<br />

que tenIa <strong>de</strong> cortarse las venas cada<br />

vez que estaba en el apando" (15). Sin<br />

nombre o dignidad, mutilado, insultado por<br />

sus compañeros, El Caraja parece carecer<br />

<strong>de</strong> cualquier posibilidad <strong>de</strong> emancipación.<br />

<strong>de</strong>s carcelarias y se convierte en suyo una<br />

vez más. Los supuestos intentos <strong>de</strong> suicidio<br />

correspon<strong>de</strong>n a un plan perfecto:<br />

A propósito se arrimaba a la puerta <strong>de</strong><br />

la celda ... para que el arroyo <strong>de</strong> la sangre<br />

que le brotaba <strong>de</strong> la vena saliera cuanto<br />

antes· <strong>de</strong>l estrecho andén, en el piso superior<br />

· <strong>de</strong> la Crujía, y <strong>de</strong> ahí resbalara al<br />

patio, con lo que se formaba entonces un<br />

charco sobre la superficie <strong>de</strong> cemento, y<br />

calculado el tiempo en que esto habría<br />

ocurrido, El Caraja ya se sentía con la en-<br />

Descansando durante un viaje a Belice. marzo <strong>de</strong> 1948. Archivo JR (inédita)<br />

Sin embargo, en el mundo revueltiano <strong>de</strong><br />

contradicciones dialécticas, éste es el personaje<br />

con mayor autoconciencia y, por lo<br />

tanto, con más posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> escape. En<br />

el mundo <strong>de</strong> Revueltas, como apunta Evodio<br />

Escalante, "paradójicamente, la mutilación<br />

... proporciona al cuerpo una conciencia<br />

potenciada <strong>de</strong> sí" (74-5). Por su parte,<br />

el propio Revueltas escribe que "la lucha<br />

por la <strong>de</strong>senajenación seguirá siendo ella<br />

misma una lucha enajenada importante<br />

consi<strong>de</strong>rar la relación <strong>de</strong> El Caraja con su<br />

propio cuerpo. Una lectura superficial nos<br />

pue<strong>de</strong> llevar a pensar que los momentos<br />

en que éste se corta las venas son momentos<br />

<strong>de</strong> absoluta <strong>de</strong>sesperación. Sin embargo,<br />

éste no es el caso. El narrador insiste en<br />

el control que El Caraja ejerce sobre su propio<br />

cuerpo. Este nunca se suicida: "abandonado<br />

hasta lo último, hundido, siempre<br />

en el límite, sin importarle nada <strong>de</strong> su persona,<br />

<strong>de</strong> ese cuerpo que parecía no pertenecerle,<br />

pero <strong>de</strong>l que disfrutaba, se resguardaba<br />

, se es condía, apropiándoselo<br />

encarnizada mente, con el más apremiante<br />

y ansioso <strong>de</strong> los fervores, cuando lograba<br />

poseerlo, meterse en él" (15-6). El cortarse<br />

las venas no es un acto para per<strong>de</strong>r la vida,<br />

sino para ganar control sobre ella. A través<br />

<strong>de</strong> estos actos el mutilado cuerpo <strong>de</strong>l prisionero<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> pertenecer a las autorida-<br />

contra mas una mente plenamente consciente<br />

<strong>de</strong> su lugar en el mundo.<br />

Con la misma frialdad, El Caraja recluta<br />

a su madre en el complot para introducir<br />

la droga. Una vez que fracasa el plan, El<br />

Caraja traiciona a su madre al anunciar a<br />

las autorida<strong>de</strong>s que ella tiene la droga escondida.<br />

Esto parece convertirlo en un personaje<br />

aun más ruin. El final <strong>de</strong> El apando<br />

con el virtual <strong>de</strong>scuartizamiento <strong>de</strong> los protagonistas<br />

y la traición <strong>de</strong> El Caraja parecen<br />

confirmar una lectura pesimista <strong>de</strong> la<br />

obra. Con los protagonistas <strong>de</strong>rrotados y<br />

envilecidos, ¿dón<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong> encontrar la<br />

esperanza en la obra? Propongo que precisamente<br />

esta traición <strong>de</strong> la madre apunta<br />

hacia cierta salida <strong>de</strong> las contradicciones.<br />

Al acusar a su madre y, por en<strong>de</strong>, a sí<br />

mismo como conspirador, El Caraja con<strong>de</strong>na<br />

y niega sus circunstancias. Su madre,<br />

silenciosa y resignada, lo acompaña regularmente<br />

durante las horas <strong>de</strong> visita. Ella le<br />

da dinero para la droga, pero rara vez le<br />

habla. Cuando lo hace es para <strong>de</strong>cirle "La<br />

culpa no es <strong>de</strong> nadien, más que mía, por<br />

haberte tenido". Esta aseveración es ambigua.<br />

No está claro si es una culpa hacia el<br />

hijo por traerlo a un horripilante mundo o<br />

hacia la sociedad por haber creado un drogadicto<br />

criminal. La saña que expresa El<br />

Caraja hacia madre, sus múltiples actos <strong>de</strong><br />

64<br />

auto<strong>de</strong>strucción pue<strong>de</strong>n integrarse a una<br />

visión ortodoxa <strong>de</strong>l marxismo como el último<br />

paso <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong> sí. Es la contradicción<br />

a la que apunta Georg Lukacs<br />

en su Historio y conciencio <strong>de</strong> clase al escribir<br />

sobre la manera en que el proletariado<br />

adquiere conciencia <strong>de</strong> clase al darse<br />

plena cuenta <strong>de</strong> sus paupérrimas condiciones,<br />

y una vez adquirida esta conciencia<br />

la meta es <strong>de</strong>struirse a sí mismo como<br />

clase para <strong>de</strong>struir las condiciones que lo<br />

han formado como tal.<br />

Es en casos como éstos - personajes<br />

como El Caraja; el carnaval creado por la<br />

protesta <strong>de</strong> las mujeres; la reapropiación<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo sexual; el puesto <strong>de</strong> observación<br />

- que el aparente hermetismo <strong>de</strong> El<br />

apando se abre y nos presenta con opciones<br />

emancipadoras, difíciles <strong>de</strong> encontrar,<br />

pero <strong>de</strong> todas maneras presentes. Con esto<br />

en mente, parece a<strong>de</strong>cuado compartir la<br />

conclusión <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Escalante para <strong>de</strong>cir<br />

que: por encima <strong>de</strong> las lecturas existencialistas,<br />

pesimistas, freudianas o <strong>de</strong> cualquier<br />

otra ortodoxia - [la obra <strong>de</strong> Revueltas<br />

tiene) un sentido, pero sobre todo un efecto<br />

eminentemente revolucionario, capaz <strong>de</strong><br />

resistir y sobrepujar cualquier intento <strong>de</strong><br />

interpretación, cualquier intento <strong>de</strong> recuperación,<br />

lo mismo burocrática que mercantilista.<br />

(112-3)<br />

Des<strong>de</strong> esta perspectiva, El apando<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser una mera metáfora <strong>de</strong> la opresión<br />

para convertirse en una metáfora <strong>de</strong><br />

la opresión y la resistencia.<br />

Obras citadas<br />

Bakhtin, Mikhail. Problems of Dostoevsky's Poe­<br />

tics. Minneapolis: U of Minnesota P, 1984.<br />

Centro <strong>de</strong> Investigaciones Lingüístico-Literarias<br />

(C1LL). "El apando: Metáfora <strong>de</strong> la opresión:' Tex­<br />

to Crítico, Xalapa, Universidad Veracruzana, año 1,<br />

n° 2 (1975): 40-66.<br />

Escalante, Evodio. José Revueltos: Uno literatu­<br />

ra <strong>de</strong>l "Iodo moridor': México: Era, 1979.<br />

Foucault, Michel. Discipline and Punish: The Birth<br />

of the Prison. Nueva York: Vintage, 1979 (en<br />

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Slick, Sam Uosé Revueltos. Boston : Taylor, 1983.<br />

LUIS A. MARENTEs es profesor en el <strong>de</strong>partamento<br />

<strong>de</strong> español y portugués <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong><br />

Massachusetts Amherst Este artículo es una<br />

adapta ci ón <strong>de</strong>l en sayo «José Revuelta s El<br />

apando: Metaphor of Oppression and Resistance»<br />

publicado en Monographic Review/Revista<br />

Monográfico, vol. XI, 1995.

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