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LAS FUNCIONES SOCIALES DE LA MÚSICA - Hermeneia

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

INTRODUCCIÓN<br />

En la búsqueda del sentido del valor de la música popular, Simon Frith 1<br />

desarrolló la idea que relacionaba ese valor con el cumplimiento de cuatro<br />

funciones primordiales que realiza la música popular.<br />

Esas funciones afectan, en especial, a la configuración del individuo y de<br />

su identidad, así como a su ubicación dentro de la sociedad. Ese será, por lo<br />

tanto, el aspecto que se analizará con mayor profundidad, en la novela de<br />

Haruki Murakami, Tokio Blues 2 . A la luz de esta obra, detallaremos los<br />

pensamientos de Frith, desarrollando sus teorías y conceptos.<br />

Al multiplicarse las formas de comunicación, la intercomunicación de los<br />

seres humanos alcanza escala mundial, transformando la identidad cultural de<br />

los individuos.<br />

SINOPSIS A MODO <strong>DE</strong> PRÓLOGO<br />

Mientras su avión aterriza en un aeropuerto europeo, Toru Watanabe, de<br />

treinta y siete años, escucha casualmente una vieja canción de los Beatles: de<br />

pronto, la música le hace retroceder a su juventud, al Tokio de finales de los<br />

sesenta. Recuerda entonces, con melancolía y desasosiego, a la inestable y<br />

misteriosa Naoko, la novia de su mejor -y único- amigo de la adolescencia,<br />

Kizuki, y cómo el suicidio de éste les distanció durante un año, hasta que se<br />

reencontraron en la universidad. Iniciaron allí una relación íntima, truncada, sin<br />

embargo, por la frágil salud mental de Naoko, quien tuvo que ingresar en un<br />

centro de reposo. Al poco, Watanabe se enamoró de Midori, una joven activa y<br />

resuelta. Indeciso, acosado por los temores, Watanabe sólo experimentaba el<br />

deslumbramiento y el desengaño allá donde todo debía cobrar sentido: el sexo,<br />

el amor y la muerte. La insostenible situación le llevó entonces a intentar<br />

1 El artículo de Simon Frith (1987) es “Towards an aesthetic of popular music”, en (Richard Leepert y<br />

Susan McClary (eds.) The politics of composition, performance and reception. Cambridge: Cambridge<br />

University Press, pp. 133-172), traducido por Silvia Martínez. Publicado en Francisco Cruces y otros<br />

(eds.), Las culturas musicales. Lecturas en etnomusicología. Madrid: Ed. Trotta, 2001: 413-435.<br />

2 Murakami, H., 2005, Tokio Blues, Barcelona, Tusquets. Acato la traducción de la novela, pero no puedo<br />

obviar el ridículo de traducir al inglés un título en inglés para las ediciones castellana y catalana. En<br />

francés, por lo menos, se llamó La ballade de l’impossible.<br />

1


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

alcanzar el delicado equilibrio entre sus esperanzas y la necesidad de<br />

encontrar su lugar en el mundo.<br />

<strong><strong>LA</strong>S</strong> <strong>FUNCIONES</strong> <strong>SOCIALES</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>MÚSICA</strong><br />

1. Construcción de la identidad individual<br />

sociedad. (Haruki Murakami y Toru Watanabe)<br />

Intenciones previas<br />

y su ubicación en la<br />

¿Por qué escribe Toru? Para cumplir su promesa de no olvidar a Naoko,<br />

para seguir removiendo su imagen en su memoria, para no “matarla”.<br />

¿Por qué escribe Haruki? Un escritor de ficción contribuye con algún tipo<br />

de orden a la hora de narrar el caos de la vida. Dentro de ese propósito<br />

ordenador, Murakami plantea el significado de la propia idea de<br />

contemporaneidad para un escritor actual, fijando, además, las obras que<br />

conforman la idea de un canon cultural contemporáneo universal. Un ídolo de<br />

la cultura popular es el que logra prevalecer su individualidad a través o más<br />

allá del sistema. Murakami tiene cierta consideración de rock-star, a raíz de su<br />

éxito fulminante en Japón, su intención es ubicarse y configurarse, en la<br />

sociedad y en la literatura, como un buen escritor.<br />

Tanto escritor como personaje luchan por hallar un núcleo de seguridad,<br />

un valor inmortal del que penda su arte o su vida, pero ambos constatan la<br />

ausencia de ese centro ni moral ni creativo: el texto es un receptáculo<br />

imperfecto para plasmar la realidad (lo dice Toru y lo sabe Haruki), tan<br />

imperfecto como los pensamientos y los recuerdos 3 .<br />

1. 1. La construcción de la identidad del autor. Las fronteras de la<br />

nación. Globalización.<br />

Breve biografía:<br />

Haruki Murakami nació en Kioto en 1949. Hijo único de un matrimonio de<br />

profesores de literatura japonesa, pasó su infancia en Kobe, una ciudad<br />

3 No es difícil encontrar matices postestructuralistas en ese pensamiento, una redefinición de verdades<br />

establecidas, una constatación del abismo existencial del ser humano y de la ciencia.<br />

2


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

portuaria con una fuerte presencia occidental. Desde su adolescencia fue un<br />

gran lector de literatura norteamericana de novela negra, de ciencia ficción y de<br />

los clásicos (Faulkner, Scott Fitgerald, Truman Capote…).<br />

Su época universitaria coincidió con las revueltas estudiantiles de finales<br />

de los años sesenta, en 1973, se licenció en Teatro Clásico por la Universidad<br />

de Waseda (Tokio); los años siguientes (de 1974 a 1982) regentó un bar de<br />

jazz en Tokio.<br />

Todos estos datos sirven como referente para el posterior personaje de<br />

Watanabe. La novela puede entenderse, en ese sentido, como una revisión,<br />

una revisita a la vida de un adolescente en Japón a finales de los años 60. Las<br />

similitudes entre la biografía del autor y la acción del personaje de ficción son<br />

otro intento de dar una pista, una señal de orden en medio del caos aparente<br />

que supone la vida: establecer causas, efectos, leyes, progresos, algo que la<br />

vida presente no permite realizar.<br />

Murakami, nacido después de la segunda guerra mundial, comparte la<br />

cultura occidental con los jóvenes y los escritores de su generación, vive en<br />

una sociedad urbana, radicalmente transformada por la civilización occidental 4<br />

y norteamericana que entra a través de los libros, la televisión, las películas y<br />

los medios de comunicación. La moda occidental cambia el modo de vida<br />

tradicional japonés, su estructura familiar y disuelve poco a poco la rígida<br />

jerarquía confucionista predominante en Japón.<br />

La consecuencia para el lector: no es necesario ser japonés o estar<br />

relacionado con esa cultura para adentrarse en la ficción, el Japón<br />

contemporáneo viene hacia el lector y lo transforma.<br />

Haruki Murakami construye con su obra su figura de escritor, como<br />

cualquier artista. En este caso, la figura que surge resultante de su producción<br />

es la imagen del escritor moderno en la era de la globalización: heredero del<br />

mundo que vive y creador profesional de ficciones, recreando un lugar donde<br />

insertarse trascendiendo la tradición que, por supuesto, conoce y en algún<br />

caso, admira.<br />

4 Cinematográficamente, la filmografía del gran cineasta japonés Yasujiro Ozu representa la recreación de<br />

esa transformación o de esa americanización de la sociedad japonesa, desde un punto de vista tradicional.<br />

En particular, sus películas de los años 50 (Cuentos de Tokyo, Buenos días, La hierba errante o su<br />

testamentaria El sabor del sake).<br />

3


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

Un escritor japonés que escribe libros repletos de referencias<br />

occidentales sin dejar de ser japonés, por supuesto. Obviamente, esta decisión<br />

no es inconsciente e implica una redefinición interesante de lo que significan<br />

las identidades colectivas nacionales en la era de la globalización. ¿Qué<br />

significa ser japonés? Murakami, consciente de lo coyuntural de ese<br />

planteamiento, es incapaz de definirlo con exactitud, pero de su obra sí se<br />

deduce un proceso de exclusión: desaparece de sus novelas el estereotipo del<br />

personaje japonés tradicional, al menos en sus actos cotidianos, comiendo<br />

sushi, bebiendo sake, viendo teatro kabuki, vistiendo kimonos y haciendo<br />

reverencias continuamente.<br />

El referente de Murakami es el Japón contemporáneo: las escenas del<br />

Japón tradicional son exóticas por anacrónicas, no forman parte de su visión de<br />

la realidad. El autor comparte su referente con los lectores (el universo caótico<br />

del siglo XXI, sus ambigüedades y sus inseguridades) y su intención consiste<br />

en plantear una ficción ordenada que compense ese caos inevitable de la<br />

realidad.<br />

Las referencias culturales japonesas que aparecen en la novela tratan,<br />

sobre todo, de gastronomía. En los demás casos, estas referencias están<br />

mediatizadas igualmente por la globalización: «pin-ups del Heibon Panchi o<br />

pósters, arrancados de alguna parte, de películas porno 5 ».<br />

Al igual que sus personajes, Murakami no lucha por ser “auténtico” en el<br />

sentido tradicional, porque siente ese cliché como un estereotipo castrador de<br />

libertades e individualidades. La heterogeneidad en los gustos artísticos de<br />

Watanabe será, por consiguiente, inevitable 6 .<br />

1. 2. La construcción de la identidad del personaje. Toru Watanabe.<br />

Watanabe, como personaje literario contribuye a dar cohesión a la<br />

identidad cultural que el escritor Haruki Murakami se construye a sí mismo: sus<br />

escritores favoritos (los de ambos) son «Truman Capote, John Updike, Scott<br />

Fitgerald, Raymond Chandler 7 », sus compañeros de residencia (y algunos de<br />

5 Murakami, H., 2005, p. 23<br />

6 El propio autor señalaba, en una entrevista a Xavi Ayén para La Vanguardia: «Me encanta el tofu, la<br />

música de Radiohead, mi chaqueta de Comme des Garçons, leo a García Márquez y, al mismo tiempo,<br />

soy un escritor japonés. Auténtico o no, eso ya no lo sé», La Vanguardia, 15/08/2005<br />

7 Murakami, H., 2005, p. 46<br />

4


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

generación novelística en Japón) prefieren a los escritores japoneses (Kazumo<br />

Takahashi, Kenzaburo Oe, Yukio Mishima) o a novelistas franceses<br />

contemporáneos. Tanto el personaje como el escritor desean construir una<br />

individualidad propia, para conseguir un lugar en la tradición literaria<br />

(Murakami) o en el mundo (Watanabe). Tener como libro de referencia El gran<br />

Gatsby es lo más parecido a una decisión artística íntima, determinante, vital 8 .<br />

De hecho, nuestros gustos son los que nos acercan o separan de los demás<br />

seres humanos: ese libro es el que provoca su amistad con Nagasawa y no con<br />

otras personas. Este personaje, prosélito del elitismo social y cultural, es<br />

también un gran lector, pero «tenía por principio no adentrarse en una obra<br />

hasta que hubieran transcurrido treinta años de la muerte del autor 9 ». Sus<br />

autores de cabecera son, por lo tanto, los clásicos: Balzac, Dante, Joseph<br />

Conrad, Dickens, y la excepción: Scott Fitgerald. Una excepción que define<br />

también el concepto de “clásico”: aquel escritor, representativo de su época,<br />

que, al mismo tiempo, destaca por apartarse de la tradición imprimiendo ciertas<br />

innovaciones que hacen avanzar a la cultura de la época.<br />

Nagasawa introduce un concepto básico de la cultura contemporánea:<br />

no hay tiempo para leer todo, hay que ser muy selectivo a la hora de escoger<br />

las lecturas, pues leer a escritores mediocres supone la pérdida de un tiempo<br />

que pasa sin remedio y hay que apresar como sea. Este es un aspecto que<br />

diferencia esencialmente a la literatura y a la música, pues las piezas que<br />

forman parte del arte musical son construcciones artísticas a las que podemos<br />

regresar cientos o miles de veces a lo largo de nuestra vida, mientras que las<br />

obras literarias (excepto la poesía) tienen menos facilidad para volver, dada su<br />

extensión y el tiempo que debemos dedicarles.<br />

a) La identidad y el concepto de música popular<br />

En la construcción de la identidad de Toru Watanabe, es capital la<br />

verosimilitud de su integridad como personaje en su relación con la música<br />

popular. Lo que resalta con maestría la novela es cómo nuestras preferencias<br />

8 Conviene recordar el magnífico ensayo de J. M. Coetzee: “¿Qué es un clásico? Una conferencia”<br />

(1991), en la que se pregunta por las causas más íntimas de su preferencia por la música de Bach. ¿Una<br />

decisión involuntaria o una determinación inconsciente de formar parte de una cultura concreta?<br />

9 Murakami, H., 2005, p. 47<br />

5


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

artísticas son determinantes en las causas y efectos de nuestra psicología. Y<br />

eso lo logra sin crear estereotipos previsibles, dada la heterogeneidad de<br />

gustos que imbrica en los personajes. Y no sólo eso, es también interesante<br />

comprobar el proceso inverso: cómo la música construye a los personajes. La<br />

música popular crea, produce, articula en la cosmovisión del protagonista<br />

conceptos sociales como “popularidad”, “autenticidad” o “verdad”.<br />

¿Qué significa, para Watanabe, música popular? La que se escucha en<br />

las emisoras y en las discotecas, y la que se vende en las tiendas de discos.<br />

Este concepto de popularidad se utiliza para crear (más que para reflejar)<br />

individuos reunidos en torno a unos mismos gustos.<br />

Esto ocurre en la música, en la televisión, en la publicidad, e, incluso en<br />

la literatura. Pero es la música la que es capaz de proporcionar experiencias<br />

emocionales particularmente intensas. Debido a las cualidades que le reporta<br />

su abstracción, la música es una forma particularmente intensa de<br />

individualización: nuestra vida está hecha de canciones y ritmos que nos<br />

construyen como seres humanos.<br />

La experiencia de la música popular en Watanabe es un acto de<br />

ubicación en el mundo, simbolizado en la atracción hacia una canción, sus<br />

intérpretes y su recuerdo. Tokio Blues trasciende, como hemos dicho, a los<br />

músicos originales y se centra en el poder de la canción y de las emociones<br />

que es capaz de generar, en el presente y en el recuerdo. La mirada de<br />

Murakami subraya la importancia del modo de reproducción de la obra artística:<br />

ya sean radios, equipos de música, ensayos de piano o veladas de música en<br />

directo.<br />

También hay diferencias si toca Reiko, que es música profesional, o si<br />

toca Watanabe, que sólo puede balbucear canciones muy sencillas 10 . A pesar<br />

de todo, Toru posee cierta habilidad; en un momento de la narración, toma una<br />

guitarra, logra afinarla y puntear una canción que había aprendido hace tiempo.<br />

Él mismo se sorprende de la capacidad de su memoria: «Me asombró que aún<br />

recordara la mayoría de los acordes 11 ».<br />

Es esta interacción entre la inmersión personal de la música y su<br />

carácter público lo que hace que la música sea tan importante para la ubicación<br />

10 En España, se suele utilizar la expresión “rollo Duncan Dhu” o “en plan CCC” para designar a los<br />

intérpretes que manejan las aptitudes mínimas para tocas canciones muy sencillas<br />

11 Murakami, H., 2005, p. 322<br />

6


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

cultural de lo individual en lo social. No obstante, cuando se habla de social, no<br />

nos referimos a un colectivo de límites fijos, los personajes de Murakami no<br />

utilizan, precisamente, la música para insertarse en un determinado grupo<br />

social, están incapacitados para formar parte de grupos esquemáticos, son<br />

fuerzas palpitantes de individualidad que sí pueden compartir la emoción de<br />

una canción, pero con un número de congéneres verdaderamente limitado.<br />

Joven urbano, de clase media, individualista, en medio de una sociedad<br />

colectiva como la japonesa. Sus gustos musicales trascienden las diferencias<br />

entre música popular y música culta. Su vida transcurre a través de la música<br />

clásica (Mozart, Brahms), pop y rock (Beatles, Rolling Stones, The Doors…) o<br />

jazz, a través de una selección cuidada de músicos y discos canónicos: Kind of<br />

blue, de Miles Davis, John Coltrane, Bill Evans, Tonny Benett, Ornette<br />

Coleman, Sarah Vaughan, Bud Powell, Thelonius Monk...<br />

Las lecturas de Watanabe recorren, asimismo, todo el canon de la<br />

literatura occidental: El gran Gatsby, de Scott Fitgerald, Lord Jim, de Joseph<br />

Conrad, La montaña mágica, de Thomas Mann, Luz de agosto, de W. Faulkner,<br />

El guardián en el campo de centeno, de J. D. Salinger o Bajo las ruedas, de<br />

Herman Hesse.<br />

b) Identidad y Psique. La madurez.<br />

La muerte de Kizuki, el mejor amigo de Toru supone el fin de la inocencia<br />

infantil y el primer paso a la madurez. Toru, así, toma conciencia de la muerte,<br />

que entra en su vida, se hace parte de ella.<br />

La novela narra el proceso de madurez y de socialización de Toru, en la<br />

que intervienen, inefablemente, el dolor y la disciplina. El sexo está cercano,<br />

pero nunca de las personas que ama.<br />

En ese proceso de construcción social, es habitual que el resto de<br />

personas nos encasillen en estereotipos fácilmente reconocibles y<br />

comprensibles. Los compañeros de residencia de Toru, al verlo leer tan<br />

compulsivamente, se imaginaban que iba a ser escritor, pero Toru no se había<br />

planteado aún sus vocaciones o sus proyectos: «a mí, en realidad, no se me<br />

había ocurrido ser nada 12 ».<br />

12 Murakami, H., 2005, p. 45<br />

7


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

Bajo la apariencia uniforme de la sociedad japonesa 13 , la insatisfacción y<br />

el deseo de ubicación no es un ejercicio de nihilismo, es una afirmación vital.<br />

Los seres humanos son imperfectos, cualquier esencia humana se deforma, lo<br />

interesante es aceptar esas deformaciones, nuestras peculiaridades.<br />

d) Identidad y sociedad<br />

Los personajes de Tokio Blues viven al borde del caos (y del suicidio):<br />

Naoko es radicalmente frágil, Midori fue a una escuela que odiaba, y no faltó<br />

ningún día, pues pensaba que si se dejaba vencer una vez, caería cuesta<br />

abajo. Toru Watanabe no tiene amigos por temor a desilusiones, porque no le<br />

gusta depender de las cosas.<br />

Midori y Toru pertenecen a familias de clase trabajadora, ni ricas ni<br />

pobres. Watanabe debe trabajar a media jornada para permitirse tranquilidad,<br />

su familia tiene un jardín pequeño, un Toyota Corolla, etc. Midori no vivía<br />

cómoda en su colegio de niñas ricas: las diferencias sociales provocan<br />

distancias entre las personas. Un mismo mensaje tiene sentidos distintos (una<br />

chica rica sí puede decir: “No tengo dinero”). Midori, por ejemplo, es feliz en la<br />

universidad porque hay gente “normal” por todas partes.<br />

Mientras arde Roma (hay un incendio cerca de su casa), Midori toca la<br />

guitarra y canta canciones folk, incluso una suya (espantosa) que, según Toru,<br />

refleja perfectamente su personalidad: No tengo nada 14 .<br />

1. 3. Música e identidad. Ejemplos y situaciones<br />

1. Residencia de estudiantes, Japón, 1968. La música forma parte<br />

indisoluble de la vida de los estudiantes, actúa como ordenadora, incluso<br />

como guía de conducta social. Pueden distinguirse distintos medios de<br />

comunicación cultural:<br />

13 Desde nuestra perspectiva, por supuesto, la ignorancia es más proclive a la uniformidad y a la<br />

homogeneización que a la búsqueda del matiz.<br />

14 «Quiero cocinarte un estofado, pero no tengo cazuela. Quiero tejerte una bufanda, pero no tengo lana.<br />

Quiero escribirte poesía, pero no tengo pluma». Murakami, H., 2005, p. 107<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

a) «A través de las ventanas abiertas de par en par, se oían las<br />

radios 15 ». Las emisoras contribuyen a fijar el gusto de los oyentes,<br />

o al menos, el canon de la actualidad musical.<br />

b) La iza de la bandera del Japón va acompañada siempre de la<br />

reproducción del himno musical. Esa escena cotidiana de<br />

representación de una identidad colectiva también se ve<br />

directamente transformada por la aparición de los nuevos medios<br />

de reproducción técnica. Un magnetófono portátil Sony permite y<br />

facilita que una sola persona pueda realizar la emisión del himno<br />

como elemento patriótico de acompañamiento al alzamiento de la<br />

bandera, sin necesidad de más altavoces, orquestas o coros. Al<br />

atardecer, cuando se arriaba la bandera, se seguía el mismo<br />

ritual, pero en orden inverso.<br />

c) La música de la emisora AM de Tropa-de-Asalto que escucha<br />

para hacer aeróbic cada mañana en una radio. El medio también<br />

determina la reproducción: al no ser un transistor, necesita un<br />

enchufe para poder utilizarlo, y al hacer deporte en la habitación,<br />

despierta a su compañero cuando da saltos: un hecho que ni<br />

siquiera él había percibido; es tanta la separación del cuerpo y de<br />

la mente ante un hecho tan cotidianamente repetido. Sonidos que<br />

acompañan nuestra vida, que incluso la controlan y determinan,<br />

viviendo al ritmo que ésta nos marca: paradigma de una sociedad<br />

de pasos preestablecidos en la que la música sirve de guía para<br />

nuestros rituales cotidianos<br />

2. Cuando Kizuki se suicidó en su garaje, cuando su cuerpo desaparece, la<br />

vida sigue su curso a través de la música, «la radio del coche<br />

permanecía encendida 16 ».<br />

3. El día que Naoko se acuesta con Toru, mientras ella habla fluida y de<br />

manera inconexa, él recorre su colección de discos circularmente 17 y la<br />

15 Murakami, H., 2005, p.20<br />

16 Murakami, H., 2005, p. 38<br />

17 Naoko sólo tenía seis discos (el primero, Sargeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band, y el último,<br />

Waltz for Debbie, de Bill Evans.<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

música distorsiona su concepción diacrónica de la vida, «el tiempo<br />

discurría despacio 18 ».<br />

4. Ejemplos de integración de la música popular contemporánea de ámbito<br />

universal en la cotidianeidad japonesa:<br />

- Un regalo de Toru para Naoko: el LP de Dear Heart, de Henri<br />

Mancini.<br />

- Pósters en la habitación de Toru: Jim Morrison, Miles Davis. «De<br />

este modo, la habitación parecía más mía 19 ». Watanabe está<br />

aprendiendo a vivir solo, escuchando su música.<br />

- Marvin Gaye, Bee Gees, Creedence Clearwater Revival (su<br />

clásico Proud Mary).<br />

- Naoko y Reiko pretenden aislarse del mundo en su sanatorio, ese<br />

retiro implica la ausencia de la música, el ruido del mundo. El<br />

mundo exterior se encuentra simbólicamente en la emisora FM de<br />

la cafetería; dice Reiko: «si no te pasas por aquí, de vez en<br />

cuando, ya no sabes qué música suena en el mundo 20 ». Allí<br />

suenan Spinning Wheel, de Blood, Sweat & Tears, White Room,<br />

de Cream, y Scarborouh Fair, de Simon & Garfunkel (que más<br />

tarde tocará Reiko de oído con la guitarra, al igual que Here<br />

comes the sun, de los Beatles).<br />

- En las veladas musicales que pasan juntos Reiko, Toru y Naoko,<br />

la música popular sirve para organizar su sentido del tiempo y<br />

para dar forma a las emociones privadas de los personajes. La<br />

primera empieza con una Fuga y un fragmento de una Suite de<br />

Bach; más tarde, interpreta las canciones de los Beatles que le<br />

pide Naoko: Michelle, Nowhere man, Julia, y Norwegian wood, su<br />

preferida. Los personajes se completan, se realizan a través de la<br />

música.<br />

- La escena en la que Toru contempla su alrededor desde el interior<br />

18 Murakami, H., 2005, p. 57<br />

19 Murakami, H., 2005, p. 71<br />

20 Murakami, H., 2005, p. 188<br />

de la tienda de discos se asemeja al interés con el que miraba<br />

analíticamente la realidad el observador del cuento El hombre de<br />

la multitud, de Edgar Allan Poe. La música es el centro y, en torno<br />

10


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

5. JAPÓN:<br />

a los intérpretes, gira el mundo. La cita es extensa, pero<br />

esclarecedora:<br />

Mientras, estuve contemplando a la gente que pasaba por delante de la<br />

tienda: familias, parejas, borrachos, miembros de las bandas yakuza,<br />

jovencitas vestidas con minifalda, hombres barbudos al estilo hippy,<br />

chicas de alterne, individuos difíciles de catalogar…Cuando ponían un<br />

disco de rock duro, varios hippies se reunían en la puerta de la tienda y<br />

bailaban, inhalaban disolvente o se sentaban en la acera. Cuando<br />

ponían un disco de Tony Bennett, desaparecían todos. (…) Una chica<br />

con los labios pintados de color rosa, que la miraras por donde la<br />

miraras, no aparentaba más de trece años, entró en la tienda y me<br />

pidió que le pusiera Jumpin’ Jack Flash, de los Rolling Stones. Empezó<br />

a bailar meneando las caderas y marcando el ritmo con los chasquidos<br />

de los dedos. Luego me pidió un cigarrillo. Le di un Larks del paquete<br />

del encargado. Fumó con deleite y, cuando se acabó el disco, salió de<br />

la tienda sin darme siquiera las gracias. (…) Ante este panorama,<br />

empecé a sentirme cada vez más confuso y a no entender nada. ¿Qué<br />

diablos era aquello? ¿Qué sentido tenía? 21<br />

- Jazz: Budd Powell, Thelonius Monk (Honeysuckle rose), Ornette<br />

Coleman, Sarah Vaughan, Miles Davis (el disco más canónico del<br />

jazz: Kind ok blue).<br />

- Bossa nova: Desafinado, Garota de Ipanema<br />

- Burt Bacharach; Close to you, Raindrops keep falling on my head<br />

- The Doors: People are strange<br />

- Suena una canción de Ayumi Ishida en una escena costumbrista<br />

6. Música Folk:<br />

del Japón, «incluso podía olerse el curry 22 ».<br />

- Midori cantó Siete narcisos en la fiesta de la cultura de su<br />

instituto.<br />

1. 3. 1. Reiko, la música clásica y la música popular.<br />

La música clásica aparece como integrante inconsciente del acervo cultural<br />

contemporáneo, sin distinciones cualitativas respecto a intérpretes más<br />

21 Murakami, H., 2005, pp. 221-222<br />

22 Murakami, H., 2005, p. 93<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

populares: Brahms, Cuarta sinfonía y el Segundo concierto para piano y<br />

orquesta (de este concierto, menciona específicamente la grabación de<br />

Backhaus y Böhm), o un LP de Leonard Bernstein.<br />

La cultura popular no está concebida como una categoría inferior (producida<br />

para el consumo de masas) respecto a la música clásica. Al contrario, la<br />

música popular, producto de la vida urbana, es un lugar dinámico de creatividad<br />

y participación.<br />

La formación clásica y académica de Reiko, intérprete y profesora de piano<br />

actúa en la novela como disolución e integración de alta y baja cultura.<br />

El texto narra cómo una alumna de Reiko realiza una interpretación extraña<br />

de una Invención de Bach. Su modo de tocar el piano es más que una<br />

expresión de su personalidad, es un modo de comunicación sentimental, igual<br />

que el sexo.<br />

La novela de Murakami no plantea, en general, esa dicotomía clásica<br />

entre música “seria” y música “popular”. Sus protagonistas disfrutan e, incluso,<br />

interpretan con la misma naturalidad y “seriedad” canciones de los Beatles y<br />

piezas de Bach, Ravel o Debussy. Dicha división tradicional está basada en la<br />

idea de que la música seria va más allá de las condiciones sociales<br />

coyunturales, meta que la música popular no puede alcanzar pues ésta se<br />

inserta esencialmente en el mercado social, y es un producto útil del mercado.<br />

A la pregunta: ¿puede una canción de los Beatles tener el mismo valor<br />

que una pieza de Bach? ¿Son comparables los placeres que sentimos al<br />

escuchar ambas?, contestamos: los placeres son distintos, pero, ¿por qué?<br />

¿Cuál es la diferencia? ¿Una es arte independiente, autónomo, y otro, un<br />

producto social, comercial? Es obvio que no, el significado de Bach es igual de<br />

explicable sociológicamente.<br />

Dentro de una coyuntura espacio-temporal infinitamente variada, el<br />

patrón de éxito, gusto y estilo de la música popular contemporánea es producto<br />

de múltiples factores: los músicos, los productores, las discográficas, las<br />

emisoras de radio o los consumidores.<br />

Los protagonistas de Tokio Blues están insertos en la sociedad de<br />

mercado: escuchan las mismas canciones que el resto del mundo en el año<br />

1969 (Beatles, Rolling Stones, Cream, Simon & Garfunkel…), pero también se<br />

emocionan con las entradas para un concierto de música clásica.<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

Individuos de distintos grupos sociales (por ampliar el concepto de Frith)<br />

poseen distintos tipos de capital cultural y mantienen una relación particular con<br />

la propia cultura. Reiko, Naoko, Midori o Watanabe tienen distintas<br />

procedencias sociales (aunque, básicamente, pertenezcan a la clase media-<br />

alta), han estudiado en distintos colegios, pero todos ellos poseen un capital<br />

cultural común que les permite participar de una concepción musical bastante<br />

similar: todos se emocionan con las canciones de los Beatles, hayan leído El<br />

capital de Marx o no.<br />

El vínculo que establece entre sonidos y grupos sociales (Rock’n’roll-<br />

juventud, Bach- adultos) es, en general, muy difuso, y, particularmente, en esta<br />

novela, en la que estas fronteras etiquetadoras se rebasan sin mayores<br />

dificultades.<br />

A diferencia del tratamiento que recibe la música popular y la tienda de<br />

discos donde trabaja Toru, la librería Kobayashi (del padre de Midori) sirve para<br />

introducir el material tradicionalmente catalogado como baja cultura, con un<br />

objetivo expresamente comercial sin interés por la calidad del contenido:<br />

revistas femeninas con suplementos de técnicas sexuales, revistas manga (con<br />

títulos en inglés): Magazine, Sunday, Jump, revistas del corazón y algún libro<br />

de bolsillo, de baja calidad. Midori es consciente de ello: «No encontrarás<br />

Guerra y paz, ni Sei-teki Ningen 23 , ni tampoco El guardián entre el centeno 24 ».<br />

No olvidemos, de todos modos, que Midori aprendió a cocinar gracias a libros<br />

baratos de cocina, y que sus aptitudes culinarias son también decisivas en la<br />

formación de su personalidad.<br />

1. 4. Identidad y otros referentes culturales<br />

Los referentes culturales, en la novela, tienen una dirección primordial: la<br />

construcción de un personaje de ficción. Por un lado, Toru Watanabe es el<br />

producto de las cosas que le pasan, los libros que lee, las películas que ve, y la<br />

música que escucha; y por otro, la música que escucha, etc. es producto de los<br />

gustos de Watanabe.<br />

23 Una obra de Kenzaburo Oe.<br />

24 Murakami, H., 2005, p. 89<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

Dentro de la psicología del personaje, se encuentra lo que podemos<br />

clasificar como “canon individual de referentes artísticos universales”: lo llamo<br />

canon porque el personaje está fundamentado en los artistas considerados<br />

como imprescindibles y conocidos en el siglo XX, y también individual porque<br />

no caben todos, ha escogido unos determinados elementos que nos remiten a<br />

la idea de totalidad que comporta un canon. Con la siguiente enumeración,<br />

quiero resaltar la idea de diversidad que está detrás del concepto de cultura<br />

mundial: la globalización no ha producido sólo homogeneización sino también<br />

la expresión de lo múltiple. He aquí unos apuntes a modo de inventario:<br />

- Teatro clásico: Claudine, Racine, Eisenstein, Shakespeare,<br />

Esquilo, Sófocles, Ionesco.<br />

- Novelistas preferidos (Watanabe): Truman Capote, John Updike<br />

(El centauro), Scott Fitgerald (El gran Gatsby), Raymond<br />

Chandler.<br />

- Novelistas preferidos (Nagasawa): Balzac, Dante, Joseph Conrad,<br />

Dickens, y una excepción: Scott Fitgerald.<br />

- El jugador, de Dostoievsky.<br />

- Lord Jim, de J. Conrad.<br />

- Escritores japoneses: Osamu Dazai, Kenzaburo Oe, Kazumo<br />

Takahashi, Yukio Mishima.<br />

- La montaña mágica, de Thomas Mann. Toru aparece leyéndolo<br />

en situaciones 25 bien distintas: leyéndolo de madrugada en un bar<br />

cerca de la zona de ocio, bebiendo brandy tranquilamente antes<br />

de dormir, o en la residencia de Naoko 26 .<br />

- W. Faulkner: Luz de agosto.<br />

- Hermann Hesse: Bajo las ruedas<br />

- Televisión: Green Hornet, serie japonesa de la Bruce Lee hizo<br />

posteriormente una película.<br />

- Moda: Midori lleva una camiseta con el logotipo de Apple<br />

Records.<br />

- Tabaco americano: Marlboro, Seven Stars<br />

25 Detalle verosímil dada la extensión de la novela.<br />

26 « ¿Por qué has traído un libro a un lugar como éste?», le preguntó Reiko. Murakami, H., 2005, p. 146<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

- Opciones de ocio: hamburguesa con queso, café, Coca-colas,<br />

béisbol, sudaderas de Princeton University. Como opción más<br />

refinada, restaurante francés, vino caro, y hablar de Conrad.<br />

- La película El graduado. Reiko no conoce a Dustin Hoffman, y<br />

hace una reflexión habitual de nuestros días: «El mundo cambia<br />

tan deprisa 27 ».<br />

Novelas, músicos, actores y escritores aparecen en la novela no sólo<br />

como referentes de cultura elitista, sino como referentes culturales presentes<br />

en cualquier conversación de universitarios de todo el mundo globalizado. Cito<br />

algunos ejemplos:<br />

- Nagasawa cita El jugador de Dostoievsky para explicar su vida sexual<br />

disoluta: «cuando a tu alrededor todo son oportunidades, es muy difícil<br />

pasar de largo sin aprovecharlas 28 ».<br />

- Watanabe hablando con Nagasawa: «Pareces salido de una novela de<br />

Dickens 29 ».<br />

- Midoru a Toru: «Hablas como Humphrey Bogart 30 ».<br />

- La residencia de Naoko parecía «una animación hecha por Walt Disney<br />

a partir de un cuadro de Munch 31 ».<br />

- Tócala otra vez, «como en Casablanca 32 ».<br />

- Reiko le ironiza: «No estarás imitando al personaje de El guardián entre<br />

el centeno, ¿verdad? 33 ». Toru también le comenta: «Parece una escena<br />

de Sonrisas y lágrimas 34 ».<br />

La palabra con la que se inicia la novela es un YO rotundo, y el<br />

desarrollo de la misma va a consistir en el despliegue de una personalidad.<br />

Los gustos individuales son determinantes en la construcción de la<br />

identidad: nuestras preferencias están socialmente determinadas (género,<br />

clase, grupo…), pero no se puede centrar todo en la recepción colectiva, una<br />

música provoca unos efectos en un grupo y otros en otro. Los gustos no sólo<br />

27 Murakami, H., 2005, p. 189<br />

28 Murakami, H., 2005, p. 52<br />

29 Murakami, H., 2005, p. 80<br />

30 Murakami, H., 2005, p. 75<br />

31 Murakami, H., 2005, p. 141<br />

32 Murakami, H., 2005, p. 152<br />

33 Murakami, H., 2005, p. 139<br />

34 Murakami, H., 2005, p. 189<br />

15


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

responden a nuestras identidades sociales, también contribuyen a darles<br />

forma.<br />

Una manera de acercarnos a los demás seres humanos es conocer sus<br />

preferencias, cosa que nos une o nos diferencia de los demás. Toru cuenta<br />

como una chica, después de acostarse juntos, quiere saber todo de él, y para<br />

conocerle mejor, inevitablemente le pregunta qué tipo de música le gustaba, si<br />

había leído alguna novela de Osamu Dazai…<br />

Este apartado ha tratado de agrupar el inventario de todos los referentes<br />

culturales que aparecen en la novela, con el objetivo de identificarlos como<br />

parte del canon universal del arte y como representativos, a su vez, de un<br />

carácter individual. Tomando esto como punto de partida, conviene señalar<br />

algunos detalles interesantes de esta relación.<br />

La construcción de la identidad es un proceso de inclusión y de<br />

exclusión (soy Haruki, no soy como Nagasawa, no soy como los líderes<br />

revolucionarios, no soy como…). Sabemos lo que nos gusta y lo que no.<br />

Las preferencias musicales son determinantes en esa autodefinición, los<br />

personajes identifican la música como parte de su vida, sin mediaciones, a<br />

través de una relación directa con las canciones. En Tokio Blues, no aparece el<br />

estímulo colectivo de los fans de un determinado artista o un tema de éxito, lo<br />

radicalmente interesante es la comunicación entre la música y el ser humano.<br />

Los personajes importantes de la novela desean estar por encima de los<br />

estereotipos colectivos; de ahí la heterogeneidad de sus gustos musicales: lo<br />

contrario sería encasillarse, utilizar la música como pretexto para pertenecer a<br />

un grupo social y otro. Su pretensión de pura individualidad es la verdadera<br />

meta, a pesar del riesgo, el caos y el miedo que ello conlleva. La música folk<br />

(que el grupo universitario pretende utilizar como argumento político) no<br />

aparece como elemento que delimite identidades étnicas, sino como<br />

participación individual del gusto por un tipo de música, sin exclusas ni<br />

excusas.<br />

La música popular no es en sí revolucionaria ni conservadora, es un<br />

surtidor de emociones socialmente codificado pero inteligible individualmente.<br />

En Tokio Blues, se plantea una visión muy negativa de la ligazón<br />

premeditada y dirigida entre música e ideología política. En los clubes de<br />

estudiantes, completamente ideologizados y reivindicativos, haber leído El<br />

16


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

capital, de Karl Marx era imprescindible para poder cantar música Folk. La<br />

política iba por delante de la música. Obviamente, Midori no lo entiende. Los<br />

miembros de esas asociaciones se comportan hipócritamente, y acaban<br />

participando de clichés culturales preestablecidos que los homogenizan hasta<br />

el absurdo: todos con los mismos gustos, Coltrane, Passolini…En el camino<br />

verdadero hacia la construcción, sólo cabe la heterodoxia y la personalidad.<br />

Midori también pretende eliminar las injusticias, se siente integrante del<br />

pueblo, y pretende luchar por él desde su actuación individual más directa con<br />

los que la rodean. No cree en el discurso político o en la ideología como motor<br />

del cambio, sino en el poder transformador de las conductas individuales. «Yo<br />

no creo en la revolución. Yo sólo creo en el amor 35 ».<br />

Murakami, a través de sus personajes, propone una revisión de esos<br />

valores y de esas ideologías, pues son fruto de armazones heredados que la<br />

contemporaneidad debe revisar para poder crear, a partir de esa reflexión,<br />

nuevos espacios y nuevos horizontes para las relaciones individuales y<br />

colectivas.<br />

Asimismo, la función delimitadora de la identidad colectiva sí aparece en<br />

la novela, pero como contraposición a la psicología de Watanabe, cuando<br />

observa con distancia la ceremonia cotidiana de la bandera y el himno<br />

nacional. La música se ha utilizado siempre como soporte de la identidad<br />

colectiva (el patriotismo, por excelencia), pero ese sentimiento patriótico<br />

resbala en la personalidad de Toru. Watanabe cuestiona ese tipo de<br />

identificaciones, que se han mostrado erróneas a la hora de cohesionar<br />

colectivamente a las personas en torno a una idea que, finalmente, acababa<br />

desvaneciéndose. En este sentido, la música popular es un ejemplo de la<br />

progresiva desaparición de los conceptos más pétreos y rígidos de nuestra<br />

historia, a favor de una afirmación de lo transnacional y la superación de las<br />

fronteras.<br />

2. La administración de las relaciones entre la vida emocional<br />

pública y privada a través de la música<br />

35 Murakami, H., 2005, p. 241. Al respecto, dice Midori: «Hablar es muy fácil. Lo importante es limpiar<br />

la mierda o no hacerlo», Murakami, H., 2005, p. 249<br />

17


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

Una de las funciones sociales de la música es proporcionar una vía para<br />

administrar la relación entre nuestras emociones públicas y privadas: utilizar<br />

canciones para expresar nuestras emociones. La poesía amorosa y las<br />

canciones de amor son el instrumento que utiliza la humanidad para comunicar<br />

el amor. La gente necesita darle forma y voz a las emociones (de un modo más<br />

interesante y emotivo de lo que nosotros podemos), y esa será justificación<br />

necesaria para la existencia del arte: “La música (y la poesía) no es de quien la<br />

crea, sino de quien la necesita 36 ”.<br />

En Tokio Blues, el significado emocional de la canción no emana del<br />

mensaje de la letra de la canción, sino de los efectos que esa melodía provoca<br />

en la consciencia o inconsciencia de los personajes. Una canción compartida<br />

es un acto comunicativo más que relaciona a los individuos, como hablar,<br />

comer o hacer el amor. El recuerdo de una canción es el recuerdo del instante<br />

en que esa canción quedó grabada en su recuerdo.<br />

En la parte final de la novela, tras el suicidio de Naoko, Reiko, su<br />

compañera en el centro de reposo, va a visitar a Watanabe para explicarle todo<br />

lo sucedido. Esa noche la pasan juntos, bebiendo, fumando, y, sobre todo,<br />

comunicándose a través de canciones, en varias direcciones (entre ambos,<br />

cada uno hacia dentro de sí mismo, y los dos en relación a Naoko). No se trata<br />

únicamente de un repaso por “las canciones de nuestra vida”, se trataba de<br />

recuperar la música para profundizar más intensamente en el interior de cada<br />

personaje, para ser más consciente de todo lo ocurrido, y para comunicarse<br />

mejor con el exterior.<br />

Durante esa velada, Reiko interpreta cincuenta y una canciones con la<br />

guitarra de Toru, desde Dear heart, (de H. Mancini, el primer disco que Toru le<br />

regaló), atravesando la nostalgia de las canciones de los Beatles (Norwegian<br />

wood sonará al principio y al final) y las figuras más importantes de la música<br />

popular en ese momento: The Drifters, Burt Bacharach, Bob Dylan, Ray<br />

Charles, Carole King, los Beach Boys o Steve Wonder; a su lado, y con toda<br />

naturalidad y continuidad, interpreta piezas de compositores clásicos históricos<br />

como Bach o más modernos, como Ravel y Debussy. Tras haber creado y<br />

resucitado la idea del amor que subyace en la relación de esas obras artísticas<br />

36 Así defiende el cartero de Neruda haber utilizado los poemas que Pablo escribió para Matilde para<br />

enamorar a su Beatricce.<br />

18


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

con lo más íntimo de sí mismos, sólo queda relacionarse y vivificarse de otra<br />

manera: haciendo el amor, «como si fuera lo más natural del mundo 37 ». De<br />

hecho, mientras se comunican a través de sus sexos, no paran de hablar, «era<br />

maravilloso charlar mientras hacíamos el amor 38 ».<br />

A pesar de los múltiples procesos de control del poder (entendido<br />

globalmente), la música es la vía de comunicación que provoca la excitación de<br />

la subjetividad. El receptor participa activamente en el sonido que recibe, y<br />

colabora con parte de sí mismo para abrirse a un nuevo horizonte del espíritu,<br />

rico e inestable.<br />

3. Dar forma a la memoria colectiva, organizar nuestro sentido del<br />

tiempo.<br />

La música logra intensificar el presente de nuestras vidas, es capaz de<br />

“detener” el tiempo para poder sentir más profundamente la realidad de<br />

nuestros actos.<br />

Las canciones son la clave para recordar cosas que ocurrieron en el<br />

pasado. Es más, lo importante no es que la música desencadene recuerdos,<br />

sino que la música dota de tiempo a nuestras experiencias vitales más<br />

intensas. Hace que nos fijemos en el tiempo que transcurre, pues las canciones<br />

están estructuradas en cadencias esperadas y estribillos que llegan y se van<br />

diluyendo. Firth define la música de los Beatles (la que tiene más importancia<br />

en la novela) como “música nostálgica”: canciones que al escuchar provocan<br />

«una sensación de los recuerdos por venir, una conciencia de algo que puede<br />

ser efímero pero que seguramente será muy grato de recordar 39 ».<br />

Es esto lo que convierte a la música en algo tan importante en la<br />

organización social de los jóvenes. Watanabe se encuentra en la fase vital más<br />

propensa a la perturbación emocional que provoca la música, también en lo<br />

que concierne a cuestiones de identidad individual y de posicionamiento<br />

social 40 .<br />

37 Murakami, H., 2005, p. 379<br />

38 Murakami, H., 2005, p. 380<br />

39 FRITH, S., 1987<br />

40 Una generalización que la vida de Watanabe muestra: las canciones más importantes de nuestra vida<br />

son las que escuchamos en nuestra juventud.<br />

19


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

En conclusión, el ser joven se define a partir de la música. Todas las<br />

experiencias de Toru, son tan intensas como determinantes en la formación de<br />

su personalidad: la angustia por el tiempo perdido que pasa sin remedio, la<br />

vivencia de los instantes que, más o menos conscientemente, conforman el<br />

territorio de nuestra mente donde se encuentra la nostalgia.<br />

El párrafo que abre la narración es paradigmático en este sentido pues<br />

permite identificar claramente esta función.<br />

Recordemos la escena como la recuerda el protagonista: Watanabe tiene<br />

treinta y siete años, y al aterrizar en un Boeing 747 bajo la fría lluvia de<br />

Hamburgo, por los altavoces del techo empieza a sonar una canción a modo de<br />

música ambiental: Norwegian Wood, de los Beatles. Esa melodía (que tiene<br />

una importancia decisiva en la historia de su vida) le produce una reacción más<br />

turbadora que de costumbre, tanto que detiene el tiempo de la mente del<br />

protagonista. La novela juega así con los dos tiempos dentro de la ficción y<br />

dentro de la voz del narrador: la música del avión cambia a una melodía de<br />

Billy Joel (el tiempo supuestamente cronológico continúa dentro de la ficción),<br />

pero la voz y la mirada se detienen en la evocación de la memoria del<br />

protagonista:<br />

Alcé la cabeza, contemplé las nubes oscuras que cubrían el Mar del Norte, pensé en la<br />

infinidad de cosas que había perdido en el curso de mi vida. Pensé en el tiempo perdido,<br />

en las personas que habían muerto, en las que me habían abandonado, en los<br />

sentimientos que jamás volverían.<br />

Seguí pensando en aquel prado hasta que el avión se detuvo y los pasajeros se<br />

desabrocharon los cinturones y empezaron a sacar sus bolsas y chaquetas de los<br />

portaequipajes. Olí la hierba, sentí el viento en la piel, oí el canto de los pájaros. Corría el<br />

otoño de 1969, y yo estaba a cumplir veinte años 41 .<br />

El tiempo se ha detenido en las emociones que la canción conlleva para su<br />

memoria: ese sonido conduce a su cerebro a pensar en las cosas que ha<br />

perdido. Esa sensación de pérdida del tiempo pasado 42 tiene un matiz respecto<br />

a la música, puesto que a ella, a las melodías de nuestra vida, siempre<br />

podemos regresar, no desaparecen del mundo ni de nuestra memoria, como sí<br />

lo hacen las personas con las que compartimos nuestra existencia.<br />

41 Murakami, H., 2005, pp. 9-10<br />

42 Todos los siglos han tenido su particular visión del tópico Ubi sunt.<br />

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Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

No es sólo la magdalena de Proust, estamos en 2005, los medios de<br />

reproducción del arte han modificado las posibilidades y las expresiones de la<br />

música, su manera de comunicarse con los seres humanos, y no es la vista ni<br />

el gusto el sentido que subraya Murakami. Suena Norwegian Wood y Toru<br />

regresa, de la mano del oído, a recuperar los demás sentidos: huele la hierba,<br />

siente el viento frío en su piel, contempla las cumbres de las montañas y<br />

escucha el canto de los pájaros y hasta el ladrido de un perro.<br />

La memoria, cuna de la inconsciencia, incapaz de premeditar su intensidad,<br />

conserva todos los detalles físicos de un espacio que recorrió hace 18 años,<br />

cuando caminaba con Naoko mientras ella le hablaba de sus miedos y de un<br />

pozo infinito y oscuro. Aquella era la época decisiva en la construcción de su<br />

identidad: «Estaba en una edad en que, mirara lo que mirase, sintiera lo que<br />

sintiese, pensara lo que pensase, al final, como un bumerán, todo volvía al<br />

mismo punto de partido: yo 43 ».<br />

El paseo con Naoko se va pareciendo cada vez más a un decorado sin<br />

personajes, cada vez le cuesta más tiempo encuadrar a Naoko en ese espacio.<br />

Su muerte provoca una lenta desaparición de su ser en la vida de los demás:<br />

su figura se va desvaneciendo de la mente de Toru. Su memoria se va alejando<br />

del pasado, de la persona que era y de lo que vivió, aunque su mente retiene<br />

aquella imagen del prado en octubre de 1969 y la imagen de un pozo<br />

metafórico del que hablaba Naoko y que él nunca pudo ver.<br />

En algún rincón de su cabeza, Naoko es consciente del leve paso de su<br />

cuerpo en esta vida, quizá por ello sólo le preocupa una cosa: que Toru no le<br />

olvide, que permanezca algo de ella en este mundo, que no le deje caer en la<br />

más absoluta soledad del pozo que tanto teme.<br />

Otro ejemplo de esta distorsión cronológica que supone la música es el<br />

momento en que Toru está de visita en la residencia de Naoko y vuelve a<br />

escuchar el disco de Bill Evans que escuchó la noche que hicieron el amor.<br />

«Aunque había transcurrido medio año, aquello pertenecía a un pasado<br />

remoto. Había pensado tantas veces en ello que acabé distorsionando la<br />

noción del tiempo 44 ».<br />

43 Murakami, H., 2005, p. 11<br />

44 Murakami, H., 2005, p. 149<br />

21


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

En el proceso de transformación del yo de Watanabe, hay un momento<br />

que marca un deseo de aislamiento, de un sujeto apartado de las<br />

circunstancias prosaicas del mundo exterior. Su proceso de cambios se ha<br />

estancado en la abulia: nada tiene interés; existe sin ser, sin participar. Asiste a<br />

clase, trabaja, relee El gran Gatsby, hace la colada, escribe cartas, pero se ha<br />

estancado, ha perdido de vista al mundo; y éste, al lado de la vida siguen al<br />

compás de la música…The times they are a-changing<br />

El tiempo transcurría al ritmo de mis pasos. A mi alrededor, hacía tiempo que todos<br />

habían emprendido la marcha, y yo y mi tiempo seguíamos arrastrándonos con torpeza<br />

por aquel lodazal. A mi alrededor, el mundo estaba a punto de experimentar grandes<br />

transformaciones. John Coltrane y otros muchos habían muerto. La gente clamaba<br />

cambios, y éstos se encontraban a la vuelta de la esquina. Pero los acontecimientos<br />

que tuvieron lugar, todos y cada uno de ellos, no fueron más que pantomimas carentes<br />

de entidad y significado 45 .<br />

4. L a música popular como propiedad del individuo.<br />

La música no se posee como se posee otra obra de arte (un cuadro, una<br />

escultura), se posee la canción y también la forma particular de interpretación.<br />

Por eso es tan importante en la novela la relación presencial de los individuos<br />

con las interpretaciones en directo de los temas con la guitarra. La canción<br />

misma, el lugar donde la escuchó, la forma de interpretarla (más técnica o<br />

menos profesional, más improvisada o menos informal), el momento de su vida<br />

en que esa pieza adquirió el significado definitivo para su memoria…todo eso<br />

forma parte de la persona, de su identidad, y ya pertenece a la percepción que<br />

los personajes tienen de sí mismos.<br />

Normalmente, esta idea de posesión se traslada a la idea de fan, por la que<br />

éste siente como propio lo que le ocurre a su ídolo o a su canción. Como ya se<br />

ha dicho, los personajes de Tokio Blues incorporan la música a sus vidas, y en<br />

ese momento, ya se desvinculan del autor o del intérprete original: en definitiva,<br />

es más importante la guitarra de Reiko que el piano de Lennon.<br />

Una música es importante porque nos proporciona emociones que<br />

trascienden lo que entendemos por los límites de nuestra existencia, nos<br />

45 Murakami, H., 2005, p. 311<br />

22


Tokio Blues y las funciones de la música popular<br />

Javier Feijoo Morote<br />

permite intensificar nuestra vida; consideramos especial una canción no en<br />

comparación con otra canción, sino con el resto de nuestra vida.<br />

Dice Simon Frith: «Las canciones pop están abiertas a una apropiación de<br />

usos personales de un modo que ninguna otra forma de la cultura popular (las<br />

series de televisión por ejemplo) es capaz de igualar 46 ». Sin embargo, sabemos<br />

lo que nos gusta o no sin ser capaces de explicar el por qué.<br />

CONCLUSIÓN Y ANEXO<br />

¿Por qué una música es mejor que otra? ¿Cómo explicar que<br />

Norwegian wood es mejor canción que The Fool of the hill?. La respuesta, dice<br />

Simon Firth, es coyuntural: por el mayor o menor acierto con que esa música<br />

cumple sus funciones, porque nos provee de una experiencia que trasciende la<br />

cotidianeidad y que nos permite salirnos de nosotros mismos.<br />

Como anexo a la conclusión, adjunto un archivo que recoge las<br />

canciones que suenan en la novela y que, trascendentalmente, forman parte de<br />

ella. La mayor parte de ellas son conocidas por lo que cumplen su función<br />

literaria más fácilmente: las escuchamos con nuestra imaginación mientras<br />

leemos el libro. Están agrupadas en cinco carpetas:<br />

1. Varios: Cream, The Doors, Simon & Garfunfel<br />

2. Música clásica: Incluye por un lado, el Concierto para piano y orquesta<br />

nº 26 de Mozart, con los intérpretes que cita la novela, y, por otro, piezas de<br />

Bach, además de tres versiones contemporánea de su Fuga: una, a guitarra<br />

clásica; otra, a guitarra eléctrica de un virtuoso de Heavy Metal (Yngwie<br />

Malmsteen) y la última, a cargo del músico heterodoxo Jean-Michael Jarre.<br />

3. Las canciones que suenan en la cafetería del centro de reposo: el<br />

sonido del exterior, de la vida pública.<br />

4. El disco que suena en la noche en que Watanabe y Naoko hacen el<br />

amor: Waltz for Debbie, de Bill Evans.<br />

5. Una recopilación de todas las canciones que se citan en el capítulo<br />

final, durante la velada musical de Reiko y Watanabe. Con una curiosidad:<br />

cuando Watanabe cuenta veinte canciones, en realidad, llevan veintiuna.<br />

46 FRITH, S., 1987<br />

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