159 - Revista Personae
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PERSONAE<br />
EXLIBRIS<br />
Tela de Sevoya<br />
de Myriam Moscona<br />
Alguien dijo que las verdaderas creadoras<br />
de la literatura eran aquellas abuelas que en<br />
lejanos tiempos (aunque no tanto como podría<br />
suponerse), sentaban a los nietos sobre<br />
sus rodillas y les platicaban historias de todo<br />
género. Más tarde, esos nietos recordaban las<br />
sagas de las abuelas y las escribían engarzándolas<br />
con formas literarias que ya impresas<br />
daba gusto leerlas.<br />
Más o menos así se procreó la gran novela del<br />
colombiano Gabriel García Márquez, Premio<br />
Nobel de Literatura 1982, Cien años<br />
de soledad, y muchísimas otras.<br />
Ahora, para iniciar el año, hablaremos del libro<br />
Tela de Sevoya, escrito por Myriam Moscona,<br />
poetisa mexicana de familia búlgara sefardí.<br />
En 2006, Myriam recibió la Beca Guggenheim<br />
por un proyecto de poesía en judeoespañol<br />
que culminó en esta novela que, bien a<br />
bien, podría tener otra definición sin menoscabo<br />
del opus novelístico.<br />
El caso es que Tela de Sevoya –título inspirado<br />
en el refrán sefardí: ‘El meoyo del hombre<br />
es tela de sevoya’ (La fragilidad humana es<br />
como la tela de cebolla)— Es una obra donde<br />
la dulzura del ladino, con su singular ortografía,<br />
presenta este relato por medio de páginas<br />
rescatadas, transcritas, investigadas, imaginadas<br />
e incluso soñadas (la protagonista y<br />
sus pláticas con la abuela, el padre y la madre<br />
muertos) por la voz narrativa de esta novela,<br />
obra única en su género.<br />
Lo mejor que he leído en muchísimo tiempo.<br />
Mi abuela, Elisea Medel –la que murió de 114<br />
años en Córdoba, Veracruz—, tenía manos<br />
oem.com.mx<br />
Myriam Moscona<br />
4 6 P E R S O N A E<br />
milagrosas y recetaba remedios caseros como<br />
este: ‘Una telita de cebolla, sobre la herida<br />
ayudará a cicatrizarla y a calmar el dolor’,<br />
amén de que sus manos curaban los huesos y<br />
daban unos masajes que revivían a un muerto.<br />
Lo mejor del caso, es que hablaba como una<br />
sefardí que llegó a México cuando a los Reyes<br />
Católicos les dio la ventolera de expulsar<br />
a los judíos ladinos de la España en la<br />
décimo quinta centuria de nuestra época.<br />
Mi abuela, paterna, que vivió buena parte<br />
del siglo XIX y del XX, no sólo fue longeva,<br />
sino que además tenía un festivo sentido de<br />
la vida, decía: ‘Yo no sé leer, pero escribo regular’.<br />
¡Mentira! Ni leía ni escribía, pero nadie<br />
pudo ufanarse de que la hubiera engañado<br />
en las cuentas de los litros de leche ordeñados<br />
en el rancho ni en los zontles de maíz<br />
ni en otros productos de la casa. Su habla<br />
era puramente sefardí, casi como lo hacía la<br />
abuela de Myriam Moscona.<br />
La nieta de Esther Benaroya hace un viaje<br />
a Bulgaria para localizar (la perdida) casa de<br />
sus progenitores, su historia y, sobre todo,<br />
del ladino, la lengua familiar que los judíos<br />
sefardíes se llevaron consigo de la España<br />
medieval.<br />
El lector de este libro sentirá en carne propia<br />
las descripciones de la llegada de los migrantes<br />
judíos a sus nuevos países, como México,<br />
así como los diálogos con la mal encarada<br />
abuela que únicamente hablaba en ladino.<br />
Myriam escribió: ‘Mi abuela tiene un momento<br />
de lucidez antes de morir. Está al pie de su<br />
cama cuando suspiraba jalando aire como<br />
si fuera a encender un motor. La tomo de la<br />
mano y le digo al oído: --Abuela, ¿me perdonas?<br />
–Voltea la cara y me dice: --No. Para una<br />
preta kriatura komo sos, no ai pedron’.<br />
Myriam empieza así su narración: ‘¿Todos<br />
los abuelos de la tierra hablarán con esos<br />
giros tan extraños?’<br />
‘Esther Benaroya creció envuelta en ese<br />
español entreverado con palabras de otros<br />
mundos. El judeo-español no fue la lengua<br />
de sus estudios pero sí la que escuchó de<br />
sus padres y abuelos. Más adelante vino a<br />
hablarla lejos, a donde arrapan al güerko.<br />
Meksiko? Meksiko era para mozotros, en la<br />
karta, solo un payis ke de la banda izkyedra le<br />
enkolgava una lingua larga kon el nombre de<br />
la Basha Kalifornia!’<br />
Cuenta la autora que la abuela quería comprar<br />
unos pasadores para aplacarse sus rizos<br />
y acudió a la entonces modernísima tienda<br />
Sears Roebuck, donde abordó a una dependienta<br />
y le dijo: ‘Senyorita, kero merkar<br />
unas firketas para los kaveyos’. A lo que la<br />
muchacha preguntó: ‘¿Unas qué?’ –‘¡Trokas,<br />
firketas!’, replicó la anciana. La empleada no<br />
entendía una sola palabra. Para entonces, la<br />
anciana ya había aprendido palabras como<br />
chingada y chingadera, pero prefería el diminutivo<br />
chingaderika. Así pues, se corrige:<br />
‘Kero unas chingaderikas, bre’. La abuela ya<br />
sabía que ‘chingadera’ era una majadería en<br />
México, pero ella no se inmutaba.<br />
Era su forma de decir: ‘agora avlo vuestro espanyol<br />
komo lo avlash vosotros en la Espanya<br />
i en Meksiko’. Antes de llegar a México sólo<br />
podía decir que era un país lejano donde se<br />
usaban chapeos de charro y se comía picante<br />
en forma exagerada. ‘Dize el marido miyo<br />
ke los mushos le kedan kemando dospues de<br />
estas komidas de foegos’.<br />
Agrega Myriam Moscona: ‘Al desembarcar<br />
en estas tierras pensó por un momento que<br />
todos los mexicanos eran de sangre judía.<br />
Todos hablaban español, esa lengua de los<br />
sefardís de Turquía y de Bulgaria. Ama aki lo<br />
avlan malo, malo...no saven decir las kozas<br />
kon su musika de orijín’.<br />
Antes de continuar con los comentarios sobre<br />
Tela de Sevoya, debo precisar algunos<br />
puntos para los lectores que no están al tanto<br />
de la cultura del ladino y el sefaradí. El<br />
judeoespañol, ladino o judezmo es el idioma<br />
que fue y continúa siendo hablado por las<br />
comunidades de la Península Ibérica hasta<br />
1492, llamadas sefaradíes.<br />
Esta lengua, aunque derivada del castellano<br />
medieval, presenta también rasgos en diferentes<br />
proporciones de dos o tres peninsulares y<br />
mediterráneas. Al ser una lengua judía, contiene<br />
una aportación de hebreo con influencia del<br />
turco o del griego, principalmente, dependiendo<br />
del entorno. El judeoespañol contemporáneo<br />
contiene una cantidad notable de vocablos