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Género y democracia

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Andrés Lajous Loaeza<br />

ticulares de masculinidad en nuestra sociedad. Es una identidad que se<br />

asume superior frente a las mujeres, pero al mismo tiempo asume ciertas<br />

responsabilidades realizadas frente a otros hombres.<br />

La preocupación y la atención que deben ponerse en el tema de la<br />

masculinidad aparecen ante las reacciones imprevistas que tienen las políticas<br />

de equidad y paridad basadas en la discriminación positiva. Entre<br />

más efectivas resulten estas herramientas es más probable que afecten<br />

intereses concretos de los benefciarios de la desigualdad de género. Los<br />

casos más notorios de fraude a la ley en el caso de las diputadas electas<br />

en casi todos los partidos políticos que cedieron sus curules a hombres<br />

para evadir la aplicación de la cuota de género del poder legislativo es tan<br />

sólo una muestra de ello.<br />

Sería una desgracia que los mejores intentos para lograr mayor<br />

igualdad se vieran avasallados por una reacción conservadora en manos<br />

de hombres –y algunas mujeres– que todavía acumulan de manera desproporcionada<br />

el poder político y económico. Esa reacción puede manifestarse<br />

no sólo como fraude a la ley, sino que puede llegar a modifcarla<br />

al grado de transferir la violencia cotidiana de género de personas hacia<br />

instituciones. Tal vez por ello, lo que urge cada vez más no es insistir en<br />

que las mujeres e instituciones cambien para “igualarse” con los hombres,<br />

sino que los hombres cambien para reconstruir una identidad menos rígida,<br />

que no esté basada en la superioridad del hombre frente a la mujer<br />

ni en un código de honor público que exija provisión, procreación y protección.<br />

Se necesita entender por qué hay hombres que sólo encuentran<br />

formas de relacionarse con las mujeres y con otros hombres basadas en<br />

la desigualdad y la violencia. Se necesita construir un lenguaje en el que<br />

defraudar las cuotas de género, rehuir a las instituciones paritarias, defender<br />

la superioridad masculina sea mucho más vergonzoso que no “ser<br />

hombre” en sentido tradicional. En pocas palabras necesitamos que los<br />

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