LA EDUCACIÓN ELENA G. DE WHITE "El temor ... - Iasdsanjudas.com
LA EDUCACIÓN ELENA G. DE WHITE "El temor ... - Iasdsanjudas.com
LA EDUCACIÓN ELENA G. DE WHITE "El temor ... - Iasdsanjudas.com
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
"Mirad -dijo- cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de<br />
Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora<br />
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero<br />
sabemos 88 que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le<br />
veremos tal <strong>com</strong>o él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a<br />
sí mismo, así <strong>com</strong>o él es puro".*<br />
<strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>DE</strong>BILIDAD A <strong>LA</strong> FORTALEZA<br />
La historia de ninguno de los discípulos ilustra mejor que la de Pedro el método<br />
educativo de Cristo. Temerario, agresivo, confiado en sí mismo, ágil mentalmente<br />
y pronto para actuar y vengarse era, sin embargo, generoso para perdonar. Pedro<br />
se equivocó a menudo, y a menudo fue reprendido. No fueron menos reconocidas<br />
y elogiadas su lealtad afectuosa y su devoción a Cristo. <strong>El</strong> Salvador trató a su<br />
impetuoso discípulo con paciencia y amor inteligente, y se esforzó por reprimir su<br />
engreimiento y enseñarle humildad, obediencia y confianza.<br />
Pero la lección fue aprendida sólo en parte. <strong>El</strong> engreimiento no fue desarraigado.<br />
A menudo, cuando sentía su corazón abrumado por un pesar, Jesús trataba de<br />
revelar a sus discípulos las escenas de su prueba y su sufrimiento. Pero sus ojos<br />
estaban cerrados. La revelación no era bien recibida y no veían. La<br />
auto<strong>com</strong>pasión, que lo impulsaba a evitar la <strong>com</strong>unión con Cristo en el sufrimiento,<br />
motivó la protesta de Pedro: "Señor, ten <strong>com</strong>pasión de ti; en ninguna manera esto<br />
te acontezca".* Sus palabras expresaban el pensamiento de los doce.<br />
Así siguieron, jactanciosos y pendencieros, adjudicándose anticipadamente los<br />
honores reales, sin soñar en la cruz, mientras la crisis se iba acercando.<br />
La experiencia de Pedro fue una lección para todos. Para la confianza propia, la<br />
prueba implica derrota. Cristo no podía impedir las consecuencias seguras del mal<br />
que no había sido abandonado. Pero así <strong>com</strong>o extendió la mano para salvar a<br />
Pedro cuando 89 las olas estaban por hundirlo, su amor lo rescató cuando las<br />
aguas profundas anegaban, su alma. Repetidas veces, al borde mismo de la ruina,<br />
las palabras jactanciosas de Pedro lo acercaron cada vez más al abismo.<br />
Repetidas veces Jesús le advirtió que negaría que lo conocía. Del corazón<br />
apenado y amante del discípulo brotó la declaración: "Señor, dispuesto estoy a ir<br />
contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte"*, y Aquel que lee el corazón<br />
dio a Pedro el mensaje, poco apreciado entonces, pero que en las tinieblas que<br />
iban a asentarse pronto sobre él sería un rayo de esperanza: "Simón, Simón, he<br />
aquí Satanás os ha pedido para zarandearos <strong>com</strong>o a trigo; pero yo he rogado por<br />
ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos".*<br />
Cuando Pedro negó en la sala del tribunal que lo conocía; cuando su amor y su<br />
lealtad, despertados por la mirada de <strong>com</strong>pasión, amor y pena del Salvador, le<br />
hicieron salir al huerto donde Cristo había llorado y orado; cuando sus lágrimas de<br />
remordimiento cayeron al suelo que había sido humedecido con las gotas de<br />
sangre de la agonía del Señor, las palabras del Salvador: "Pero yo he rogado por<br />
ti; . . . y tú, una vez vuelto confirma a tus hermanos", fueron un sostén para su<br />
alma. Cristo, aunque había previsto su pecado, no lo había abandonado a la<br />
desesperación.<br />
Si la mirada que Jesús le dirigió hubiera expresado condenación en vez de<br />
lástima; si al predecir el pecado no hubiese hablado de esperanza, ¡cuán densa<br />
hubiera sido la oscuridad que hubiese rodeado a Pedro! ¡Cuán incontenible la