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Boat Diciembre 2009 web - Archidiócesis de Toledo

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376 Boletín Oficial <strong>de</strong>l Arzobispado <strong>de</strong> <strong>Toledo</strong><br />

haberse cumplido ni en nuestro mundo ni en nosotros mismos. Navidad,<br />

¿para qué? ¿De qué nos sirve? No, hermanos, es que los oráculos proféticos<br />

<strong>de</strong>ben escucharse en otro contexto, <strong>de</strong> otro modo: en el <strong>de</strong> la espera<br />

<strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong>l Mesías, Jesucristo, no en un mero contexto <strong>de</strong> un gozo<br />

basado únicamente en la carne y en la sangre, en la felicidad limitada <strong>de</strong><br />

este mundo. El nuevo Adán que vendrá en gloria y majestad, al fin <strong>de</strong><br />

nuestro tiempo para restaurar radicalmente el mundo.<br />

Las antiguas profecías se cumplirán ciertamente y el Reino <strong>de</strong> Dios<br />

vendrá, pero por caminos distintos a los que los hombres -nosotros<br />

también sin duda- imaginan. Y es que las fiestas <strong>de</strong> Navidad no son aún la<br />

Venida <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong>l Señor, y son únicamente el inicio <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong><br />

salvación como hemos proclamado con frecuencia en las Misas <strong>de</strong>l<br />

Adviento. Pero ciertamente, las fiestas <strong>de</strong> Navidad nos abren el camino<br />

<strong>de</strong> la salvación, para que cuando venga Cristo en su segunda venida,<br />

podamos recibir los bienes prometidos por los profetas.<br />

Cristo, como hombre y hermano nuestro, alcanzó los bienes<br />

anunciados, al resucitar corporalmente <strong>de</strong> entre los muertos. También<br />

nosotros esperamos gozar <strong>de</strong> esos bienes anunciados, al unirnos, aunque<br />

en la fe y bajo los signos, a su triunfo pascual, a su Pascua gloriosa que<br />

esta vez celebraremos en la noche santísima <strong>de</strong>l 4 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 2010, en la<br />

que se nos dará como una imagen <strong>de</strong> nuestra felicidad <strong>de</strong>finitiva.<br />

Felicidad que esperamos y <strong>de</strong>seamos alcancen con nosotros los que,<br />

aún sin conocer el Evangelio, <strong>de</strong> una u otra forma, se abren a la salvación<br />

iniciada en el Nacimiento <strong>de</strong> Cristo y llevada a su culminación en su gloriosa<br />

Resurrección y Ascensión a la gloria. Amén.<br />

II. ESCRITOS DOMINICALES<br />

ADVIENTO, UNA «PRESENCIA COMENZADA»<br />

Escrito dominical, el 6 <strong>de</strong> diciembre<br />

Pareciera que el Adviento no existiera entre los católicos. Mejor, que<br />

no se vive como <strong>de</strong>biera hacerse. La razón es muy clara: la Navidad ha<br />

experimentado un incremento <strong>de</strong> su aspecto externo y festivo profano<br />

que se necesita que surja en el seno <strong>de</strong> la Iglesia una aspiración a un<br />

Adviento auténtico.<br />

La insuficiencia <strong>de</strong> ese ánimo festivo, por otro lado, se <strong>de</strong>ja sentir por<br />

sí solo. ¿Cuál es, pues, el núcleo <strong>de</strong> la vivencia <strong>de</strong>l Adviento para vivir<br />

mejor la Navidad con espíritu fuerte?

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