XII Certamen Literario Escolar 2012. Poesía. - Ayto Torrejon de Ardoz

Aquél paseo terminó convirtiéndose en una rutina, cada día me proponía hablar
con aquél payaso, quería saber más de él, pero cuando llegaba y le veía no me atrevía a
hacerlo. Un día, tras pensarlo detenidamente, me dije que de ese día no pasaba, ese día
hablaría con él y no habría marcha atrás como los días anteriores. Pero, para mi sorpresa
aquél día el payaso ya no estaba, ni él ni su cartón, había desaparecido. decidí no preocuparme
demasiado y volver al día siguiente, puede ser que le surgiera algo, no tenía por
qué alarmarme. Pero al día siguiente tampoco estaba, ni al otro, ni al otro… ¿qué habría
pasado? Una semana después de que desapareciera, intenté preguntar por los alrededores
a ver si alguien sabía algo de él. Pregunté en todos los establecimientos de alrededor,
pero nadie sabía nada ¿como era posible? cansada de preguntar decidí sentarme en aquél
lugar donde días atrás había estado aquél payaso, y sin saber cómo ni por qué me quedé
dormida, hasta que alguien me despertó… Se trataba de un mendigo, me preguntó si yo
me llamaba Paula y le contesté que sí, que esa era yo, ¿de qué me conocía aquél hombre?
Sin decir nada más me entregó un sobre y una flor seca y me dijo que era de parte
de Joaquín. –¿Joaquín? ¿Quién era Joaquín?- pero el mendigo hizo oídos sordos a mi pregunta
y desapareció…. no podía esperar a llegar a casa para abrir aquél sobre, la incertidumbre
de qué habría dentro me estaba matando.
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colegio San Juan Bosco
Al abrirlo me encontré con una carta que decía así:
«Querida Paula, ¡qué mayor estás! Es increíble cómo pasa el tiempo de rápido,
hace nada eras una niña y. mírate, ya eres toda una mujer, estás guapísima. Ahora mismo
seguramente te estés preguntando quién es este loco que te escribe una carta y se
la entrega a un mendigo para que te la dé. Pues este loco es tu padre, sí, aquél que os
abandonó y por lo que lleva pagando toda su vida.
Sé que no es de valientes pedir perdón por aquí, pero ya ves, soy así de cobarde.
Lo siento pequeña, nunca quise haceros daño ni a ti ni a tu madre, pero las cosas eran
demasiado complicadas, nunca lo entenderías; con el paso del tiempo, ni yo lo entiendo…
Pero aquél cáncer que me diagnosticaron me hizo ver las cosas desde otro punto de
vista, no quería haceros pasar por eso… Quiero que sepas que aunque no estuviese en
ninguno de tus cumpleaños, no te llevara al parque y no actuara como un verdadero padre,
siempre estuve allí, siempre seguí tus pasos… Sólo necesito que tengas presente que
este payaso, tu padre, siempre te quiso, te quiere y te querrá, esté dónde esté, cuida
mucho de tu madre, que yo cuidaré de ti desde ahí arriba».
Y, justo en ese momento, una lágrima mojó mi mejilla y, sin poder remediarlo,
mis labios pronunciaron: “Te quiero, papá”.
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