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XII Certamen Literario Escolar 2012. Poesía. - Ayto Torrejon de Ardoz

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aparte, ¿por qué lo hacéis?”–. cordus contestó: –”Yo no he visto a nadie que lleve unas <strong>de</strong>portivas<br />

amarillas. La chica atónita preguntó si se estaba burlando <strong>de</strong> ella, lo que cordus<br />

negó y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pagar la gomina se marchó. Llegó a su casa y con la gomina hizo que su<br />

pelo se convirtiera en una cresta. cordus se miró al espejo, comprobando que comenzaba<br />

a parecerse a las personas que admiraba, por lo que sin ser consciente empezó a elogiarse,<br />

algo que nunca había hecho. Para su sorpresa, su padre lo escuchó y le preguntó si se encontraba<br />

bien. A lo que repuso: –“¡Mejor que nunca papá! y si no te importa, hoy no tengo<br />

tiempo para ningún paseo”–. cerró la puerta <strong>de</strong> su habitación con pestillo tras su padre.<br />

no obstante, por mucho que se mirara y remirara no se percató <strong>de</strong> los hilos que colgaban<br />

<strong>de</strong> su espalda ocultos tras su chaqueta ni <strong>de</strong> que su tronco y piernas había pasado a ser <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra. Al poco tiempo, el timbre sonó, eran los amigos <strong>de</strong> cordus; éste sin pedir permiso<br />

se fue. Sus padres perplejos ante estos hechos ya no sabían cómo <strong>de</strong>bían tratarle por su<br />

radical cambio <strong>de</strong> vestimenta y comportamiento.<br />

Mientras tanto, cordus hablaba con sus amigos y observó que todos llevaban guantes<br />

menos él, por lo que metió sus manos en los bolsillos. <strong>de</strong> repente uno <strong>de</strong> sus compañeros,<br />

llamado Servus, dijo: –“cordus, si llevas guantes, ¿por qué metes las manos en los<br />

bolsillos?”–. Éste con su incipiente tono chulesco respondió que tenía mucho frío y volvió<br />

a casa. Al llegar se encaminó a su habitación y sacó la lista. el tercer paso <strong>de</strong>cía: “Ponte<br />

unos guantes y calcetines, sin quitártelos hasta que la lista termines”. Y cordus se puso<br />

guantes y calcetines. <strong>de</strong> pronto, se escuchó: –“La cena está servida”.<br />

cordus, se dirigió a la mesa, sin ser consciente <strong>de</strong> los hilos que <strong>de</strong> su espalda colgaban,<br />

su tronco y piernas eran <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y ahora, sus manos y pies también. durante<br />

la cena, cordus no tardó en sentirse incómodo <strong>de</strong>bido a que el silencio que la gobernaba<br />

solo era interrumpido por una orquesta <strong>de</strong> gotas proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l viejo grifo. Así que cordus<br />

optó por terminar <strong>de</strong> comer rápido para regresar a finalizar la lista. Al encontrarse <strong>de</strong><br />

nuevo en su habitación, cordus leyó el cuarto paso: “Todo has <strong>de</strong> acabar si la gloria quieres<br />

alcanzar, este es el último paso y se trata <strong>de</strong> que te emborraches en el Barco”. cordus<br />

sabía que su meta estaba cerca y eso era motivo más que suficiente para ignorar que<br />

a él, realmente, no le gustara mantener esas tensas situaciones con sus padres o aguantar<br />

la mofa <strong>de</strong> <strong>de</strong>pendientas entrometidas y, sin más miramiento, se escapó para ir al Barco,<br />

un parque que se situaba en el centro <strong>de</strong> la ciudad. Allí estaban todos, todos igual y todos<br />

¡tenían la cara <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra! cordus, algo <strong>de</strong>sconceliado, se acercó a esos curiosos chavales<br />

y con ellos se emborrachó, terminando así su lista. A la mañana siguiente abrió costosamente<br />

los ojos, habían perdido todo su brillo y solo miraban hacia una misma dirección.<br />

Alguien tiró <strong>de</strong> las cuerdas que colgaban <strong>de</strong> su espalda <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y lo colgó en la pared<br />

<strong>de</strong> lo que parecía una carpintería. Junto a un montón <strong>de</strong> títeres más, entre ellos, uno que<br />

representaba a un singular hombre vestido como todas aquellas marionetas, pero diferenciado<br />

por sus <strong>de</strong>portivas <strong>de</strong> un color rojo carmesí. Todos ellos carentes <strong>de</strong> voluntad.<br />

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instituto isaac Peral

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