Aquél paseo terminó convirtiéndose en una rutina, cada día me proponía hablar con aquél payaso, quería saber más <strong>de</strong> él, pero cuando llegaba y le veía no me atrevía a hacerlo. Un día, tras pensarlo <strong>de</strong>tenidamente, me dije que <strong>de</strong> ese día no pasaba, ese día hablaría con él y no habría marcha atrás como los días anteriores. Pero, para mi sorpresa aquél día el payaso ya no estaba, ni él ni su cartón, había <strong>de</strong>saparecido. <strong>de</strong>cidí no preocuparme <strong>de</strong>masiado y volver al día siguiente, pue<strong>de</strong> ser que le surgiera algo, no tenía por qué alarmarme. Pero al día siguiente tampoco estaba, ni al otro, ni al otro… ¿qué habría pasado? Una semana <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que <strong>de</strong>sapareciera, intenté preguntar por los alre<strong>de</strong>dores a ver si alguien sabía algo <strong>de</strong> él. Pregunté en todos los establecimientos <strong>de</strong> alre<strong>de</strong>dor, pero nadie sabía nada ¿como era posible? cansada <strong>de</strong> preguntar <strong>de</strong>cidí sentarme en aquél lugar don<strong>de</strong> días atrás había estado aquél payaso, y sin saber cómo ni por qué me quedé dormida, hasta que alguien me <strong>de</strong>spertó… Se trataba <strong>de</strong> un mendigo, me preguntó si yo me llamaba Paula y le contesté que sí, que esa era yo, ¿<strong>de</strong> qué me conocía aquél hombre? Sin <strong>de</strong>cir nada más me entregó un sobre y una flor seca y me dijo que era <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Joaquín. –¿Joaquín? ¿Quién era Joaquín?- pero el mendigo hizo oídos sordos a mi pregunta y <strong>de</strong>sapareció…. no podía esperar a llegar a casa para abrir aquél sobre, la incertidumbre <strong>de</strong> qué habría <strong>de</strong>ntro me estaba matando. 174 colegio San Juan Bosco Al abrirlo me encontré con una carta que <strong>de</strong>cía así: «Querida Paula, ¡qué mayor estás! Es increíble cómo pasa el tiempo <strong>de</strong> rápido, hace nada eras una niña y. mírate, ya eres toda una mujer, estás guapísima. Ahora mismo seguramente te estés preguntando quién es este loco que te escribe una carta y se la entrega a un mendigo para que te la dé. Pues este loco es tu padre, sí, aquél que os abandonó y por lo que lleva pagando toda su vida. Sé que no es <strong>de</strong> valientes pedir perdón por aquí, pero ya ves, soy así <strong>de</strong> cobar<strong>de</strong>. Lo siento pequeña, nunca quise haceros daño ni a ti ni a tu madre, pero las cosas eran <strong>de</strong>masiado complicadas, nunca lo enten<strong>de</strong>rías; con el paso <strong>de</strong>l tiempo, ni yo lo entiendo… Pero aquél cáncer que me diagnosticaron me hizo ver las cosas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otro punto <strong>de</strong> vista, no quería haceros pasar por eso… Quiero que sepas que aunque no estuviese en ninguno <strong>de</strong> tus cumpleaños, no te llevara al parque y no actuara como un verda<strong>de</strong>ro padre, siempre estuve allí, siempre seguí tus pasos… Sólo necesito que tengas presente que este payaso, tu padre, siempre te quiso, te quiere y te querrá, esté dón<strong>de</strong> esté, cuida mucho <strong>de</strong> tu madre, que yo cuidaré <strong>de</strong> ti <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahí arriba». Y, justo en ese momento, una lágrima mojó mi mejilla y, sin po<strong>de</strong>r remediarlo, mis labios pronunciaron: “Te quiero, papá”. / / /
colegio San Juan evangelista