12.05.2013 Views

María naturaleza romántica por Enrique Anderson Imbert

María naturaleza romántica por Enrique Anderson Imbert

María naturaleza romántica por Enrique Anderson Imbert

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Estremecido, partí a galope <strong>por</strong> en medio de la pampa solitaria, cuyo vasto horizonte<br />

ennegrecía la noche.<br />

La acción de la novela no nos mantiene en suspenso ante lo que va a ocurrir, no nos<br />

oculta nada... ―¡<strong>María</strong>, amenazada de muerte, prometida así <strong>por</strong> recompensa a mi amor<br />

mediante una ausencia terrible!... Mía o de la muerte‖, monologa Efraín al comienzo<br />

(XVI); e inmediatamente el lector adivina que eso es todo lo que ocurrirá en la novela y<br />

que el desenlace ha de ser la muerte de <strong>María</strong>. Sin embargo, Isaacs no nos defrauda<br />

como el narrador que <strong>por</strong> impericia descubre su juego final y ya todos los interludios<br />

están de más, sino que lleva la atención a una zona más delicada del arte de narrar.<br />

Sabemos que <strong>María</strong> ha de morir, pero queremos saber cómo, y queremos saber qué será<br />

de Efraín. La novela renuncia a desplazamientos <strong>por</strong> el espacio, a aventuras e intrigas, y<br />

en cambio nos dramatiza la madurez de los personajes en el tiempo.<br />

Claro que la técnica novelística de Isaacs es inferior a su tema. Efraín no nos contó su<br />

vida en Londres para salvar la unidad del relato, pero en cambio quebró esa unidad con<br />

intercalaciones costumbristas. Y dentro del argumento mismo de la novela hubo<br />

episodios flojos; <strong>por</strong> ejemplo, el enredo de Carlos, que pretende a <strong>María</strong> sin saber que<br />

Efraín la ama, no está claramente resuelto. Sin embargo, hay un recurso novelístico de<br />

primer orden: el presentamos no la muerte de <strong>María</strong>, sino a Efraín oyendo la historia de<br />

esa muerte (LXII). Lo que le entristece al lector es la tristeza de Efraín. Isaacs nos<br />

ofrece el espectáculo estético de la tristeza, no el de la muerte. Otra vez: drama de almas<br />

que viven en el tiempo, no aventura de cuerpos que se mueven (o dejan de moverse) en<br />

el espacio.<br />

No quiero decir que <strong>María</strong> sea novela psicológica, sino que su tono es de intimidad.<br />

Isaacs no es buen psicólogo. La descripción que hace del alma —como la que hace del<br />

paisaje— es <strong>por</strong> afuera. Los románticos habían falsificado la noción de hombre; y<br />

cuando Isaacs describe los sentimientos de <strong>María</strong> y de Efraín, los deja en esas falsas<br />

brumas de moda. Por eso, aunque las páginas idílicas de Isaacs son ricas en intimidad,<br />

nos parecen superficiales: están en la superficie de un siglo de literatura... Isaacs no<br />

bucea en las almas. Pocas metáforas reveladoras de los pliegues más delicados del ser,<br />

pocas impresiones originales. Sigue más bien el trazado de las líneas gruesas de la<br />

emoción: suspiros, llanto, palidez, desmayos; esto es, la fisiología del amor. Las<br />

situaciones del idilio son también convencionales y tienden a producir efecto sobre los

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!