Olfato, envejecimiento fisiológico y enfermedades neurodegenerativas
Olfato, envejecimiento fisiológico y enfermedades neurodegenerativas
Olfato, envejecimiento fisiológico y enfermedades neurodegenerativas
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
A. FUSARI, ET AL<br />
ras consecuencias del <strong>envejecimiento</strong> es la pérdida de volumen<br />
en los lóbulos frontales, lo que sugiere una alteración de las funciones<br />
cognitivas mediadas por esta región, como, por ejemplo,<br />
la memoria de trabajo [17,18]. De modo particular, la corteza orbitofrontal,<br />
relacionada con la tarea de discriminación olfatoria<br />
[19,20], muestra alteraciones, tanto en su estructura como en su<br />
función, y se ve así afectada por el declive cognitivo asociado a<br />
la edad [21]. La prueba de discriminación olfatoria, en la que se<br />
presenta al sujeto un pequeño número de olores (generalmente<br />
dos o tres), requiere el uso de la memoria operativa, ya que los<br />
estímulos olfatorios, al contrario de lo que sucede en la modalidad<br />
visual o auditiva, no pueden compararse simultáneamente,<br />
sino en orden secuencial. La memoria operativa es un sistema relacionado<br />
con la corteza prefrontal dorsolateral [22].<br />
A la vista de estos datos, se puede concluir que la capacidad<br />
olfatoria de las personas ancianas en esta prueba se ve afectada,<br />
en mayor o menor medida, por los cambios neuropatológicos<br />
asociados al <strong>envejecimiento</strong>, tanto por el tipo de tarea (es decir,<br />
discriminación secuencial), como por los recursos cognitivos<br />
implicados (memoria operativa).<br />
Resultados en pruebas de identificación<br />
En un intento de relacionar resultados de distintas pruebas, se<br />
ha señalado una correlación positiva entre el deterioro en identificar<br />
o reconocer olores y la elevación de los umbrales de detección<br />
[15], y se ha sugerido la posibilidad de que el déficit de<br />
identificación sea secundario al de detección, excluyendo así la<br />
implicación de una posible pérdida de memoria.<br />
Investigaciones posteriores han confirmado la existencia de<br />
un déficit en tareas de identificación olfativa en ancianos sanos<br />
[13,23,24]. Estos déficit son acusados en el 75% de los mayores<br />
de 80 años [24]. Algunos autores han señalado una amplia<br />
variación individual [25], pero otros han sugerido que dichos<br />
cambios son homogéneos a través de los diferentes olores [26].<br />
Otros estudios han mostrado heterogeneidad en los decrementos<br />
olfatorios, al menos en las fases más precoces [25,27]. Una<br />
integración de estas aportaciones, sugiere que los primeros déficit<br />
en tareas de identificación no son igual para todos los olores<br />
y, a medida que avanza la edad, hay una pérdida más general<br />
y homogénea, causada tanto por alteraciones periféricas como<br />
por las centrales en las estructuras implicadas en la función<br />
olfatoria.<br />
Respecto a la relación entre identificación olfatoria y capacidades<br />
cognitivas, se ha sugerido la implicación del lenguaje,<br />
de la memoria y de las funciones ejecutivas [28-30]. Un estudio<br />
reciente [30] muestra que la capacidad para identificar olores<br />
correlaciona moderadamente con el funcionamiento cognitivo<br />
general, especialmente con la capacidad verbal y la memoria.<br />
Esto sugiere que una correcta identificación olfatoria requiere el<br />
normal funcionamiento de las áreas temporales y límbicas.<br />
Otros estudios han mostrado que la habilidad en identificar olores<br />
está relacionada con la capacidad verbal, y es superior en<br />
mujeres que en hombres [31,32].<br />
Los datos que muestran una implicación de los procesos<br />
verbales y de memoria, junto con otros estudios en los que no se<br />
han encontrado diferencias de género en pruebas de umbrales<br />
de detección [9,33,34], permiten concluir que los déficit en identificación<br />
olfatoria no parecen secundarios al incremento de los<br />
umbrales de detección, sino más bien que ambas pruebas (detección<br />
de umbrales e identificación) parecen ser cualitativamente<br />
diferentes.<br />
364<br />
Existen datos firmes de la implicación en las tareas de identificación<br />
de olores del área de Broca [35] y del giro frontal inferior<br />
izquierdo [36].<br />
En un estudio poblacional realizado en Australia [37], la<br />
muestra se dividió en dos subgrupos de sujetos: sin medicación,<br />
no fumadores y sin problemas olfatorios (n = 485), y medicados,<br />
fumadores o con problemas olfatorios (n = 457). Los resultados<br />
mostraron un marcado declive olfatorio en el segundo<br />
grupo después de los 65 años de edad respecto al primero. Estos<br />
datos resaltan la influencia de otras variables, difíciles de controlar<br />
en los estudios sobre el olfato.<br />
LA FUNCIÓN OLFATORIA EN LAS<br />
ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS<br />
Resultados en pruebas de umbrales<br />
Existe mucha evidencia de la existencia de déficit olfatorios en<br />
muchas <strong>enfermedades</strong> neurológicas; sin embargo, esto no ocurre<br />
en todas. Así, en el parkinsonismo inducido por 1-metil-4fenil<br />
1,2,3,6-tetrahidropiridina, en la esclerosis lateral amiotrófica<br />
y en las parálisis supranuclear progresiva no existen alteraciones<br />
en la agudeza olfatoria ni en la identificación de los olores<br />
[38,39].<br />
En la enfermedad de Alzheimer ha existido cierta controversia<br />
en estas pruebas de umbrales. Algunos estudios [40] mostraban<br />
una función alterada, mientras que otros [41] afirmaban que<br />
la agudeza olfatoria era normal.<br />
Trabajos posteriores, como los de Murphy et al [42], que<br />
estudiaron los umbrales olfatorios en detalle, encontraron una<br />
alta correlación entre los resultados de esta prueba y la gravedad<br />
de la demencia. Nordin y Murphy [43] evaluaron los umbrales<br />
de pacientes con deterioro cognitivo leve y también hallaron<br />
una significativa elevación de sus umbrales olfatorios.<br />
Resultados en pruebas de discriminación<br />
Si las mediciones de umbrales sensoriales están alteradas en las<br />
<strong>enfermedades</strong> <strong>neurodegenerativas</strong>, todavía más lo está la capacidad<br />
de diferenciar cualitativamente entre olores. En una investigación<br />
realizada con sujetos con deterioro cognitivo ligero y pacientes<br />
con enfermedad de Alzheimer [44], los dos grupos mostraron<br />
una alteración evidente en su capacidad de diferenciar<br />
olores, discriminando menos de un 60% de estímulos presentados,<br />
frente a un 65% de tasa de acierto en la prueba de identificación.<br />
Además de la evaluación psicofísica olfatoria, los mismos<br />
pacientes mostraron déficit en potenciales evocados quimiosensoriales,<br />
con ausencia de respuesta al estímulo del compuesto.<br />
Otros estudios en el caso de la enfermedad de Parkinson han<br />
mostrado resultados semejantes [45], así como en pacientes con<br />
síndrome de Down [46] y en individuos portadores del gen de la<br />
Apo ε4 [47]. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, dichas<br />
alteraciones pueden deberse a la afectación de la corteza orbitofrontal<br />
[48], que está implicada en la tarea de discriminación de<br />
olores [49]. Un estudio reciente [50] ha revelado déficit de discriminación<br />
olfatoria también en pacientes con demencia frontotemporal<br />
y degeneración corticobasal. En pacientes con enfermedad<br />
de Parkinson se ha encontrado una correlación entre bajas<br />
puntuaciones en pruebas de discriminación de olores y gravedad<br />
del trastorno [51], aunque se ha sugerido que la alteración en<br />
la agudeza olfatoria limita la interpretación de estos datos [52].<br />
La estimulación profunda del núcleo subtalámico mejora la discriminación<br />
entre olores en pacientes con Parkinson [53].<br />
REV NEUROL 2009; 49 (7): 363-369