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Olfato, envejecimiento fisiológico y enfermedades neurodegenerativas

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A. FUSARI, ET AL<br />

OLFATO Y ENFERMEDAD DE PARKINSON<br />

La enfermedad de Parkinson es el segundo trastorno neurodegenerativo<br />

más frecuente y llega a afectar al 12% de mayores de<br />

65 años [91]. Los factores de riesgo más sólidos son la edad, como<br />

factor para padecerla, y el tabaco, como factor protector [92].<br />

La existencia de un déficit olfatorio en la enfermedad de Parkinson<br />

está bien establecida [93]. Dicho déficit es similar en las<br />

distintas formas clínicas, temblorosas y rigidoacinética [94,95],<br />

y se evidencia por puntuaciones bajas en las pruebas de detección<br />

en alrededor del 75% de los pacientes y en un deterioro en<br />

las pruebas de identificación en el 90% de los enfermos [93].<br />

Cuando se compara la disfunción olfatoria de la enfermedad<br />

de Parkinson con otros parkinsonismos, se encuentra que en la<br />

parálisis supranuclear progresiva, aunque existe una disfunción,<br />

ésta es menor [38,96], que es normal en la degeneración corticobasal<br />

[96], y que aún es peor en la enfermedad de los cuerpos<br />

de Lewy difusos [97].<br />

La base patológica de la disfunción olfatoria de la enfermedad<br />

de Parkinson parece ubicarse en la amígdala y en el bulbo<br />

olfatorio. En el caso de la primera, las lesiones son más intensas<br />

en el núcleo cortical [98,99], existe pérdida neuronal y abundantes<br />

cuerpos de Lewy, y parece ser una de las regiones más<br />

precozmente afectadas en la enfermedad de Parkinson [100].<br />

El bulbo olfatorio muestra, por el contrario, una patología<br />

uniforme, con pérdida neuronal y cuerpos de Lewy, que se extienden<br />

al núcleo olfatorio anterior y que incluyen a las células<br />

mitrales [101,102]. Se ha demostrado por parte de Braak et al<br />

que el bulbo olfatorio es el área más precoz en la formación de<br />

cuerpos de Lewy [103] (Figura).<br />

A diferencia de la enfermedad de Alzheimer, la disfunción<br />

olfatoria de la enfermedad de Parkinson no correlaciona con las<br />

etapas y duración del trastorno [93,104,105]. El tratamiento farmacológico<br />

antiparkinsoniano (levodopa y agonistas anticolinérgicos)<br />

no tiene influencia alguna sobre el déficit olfatorio<br />

[105-108]. Al igual que en la enfermedad de Alzheimer, los pacientes<br />

parkinsonianos no son conscientes de sus déficit olfatorios,<br />

que preceden a la aparición de los síntomas motores [109].<br />

Las alteraciones olfativas son más evidentes en hombres que<br />

en mujeres [110].<br />

En resumen, existe una pérdida olfativa en la enfermedad de<br />

Parkinson, el deterioro es bilateral, muy frecuente y marcado,<br />

afecta a la detección, discriminación e identificación, y precede<br />

a la fase motora de la enfermedad.<br />

CONCLUSIONES<br />

Los estudios aquí analizados convergen en indicar cómo nuestro<br />

sentido del olfato se ve afectado en el <strong>envejecimiento</strong> <strong>fisiológico</strong>,<br />

declinando progresivamente la capacidad para detector<br />

olores, diferenciarlos y reconocerlos. Estos deterioros se detectan<br />

antes en pruebas que también requieren una aportación de<br />

las capacidades cognitivas, como en la identificación y discriminación<br />

de olores. En las <strong>enfermedades</strong> <strong>neurodegenerativas</strong><br />

como las de Alzheimer y Parkinson, el déficit sensorial olfatorio<br />

es muy marcado, como indica la elevación de los umbrales de<br />

detección. Los resultados de pruebas de discriminación e identificación<br />

de olores indican también que el deterioro correlaciona<br />

con la progresión de la demencia y revela una importante implicación<br />

de los factores cognitivos. Las áreas temporales y límbi-<br />

366<br />

Figura. Patología de Lewy en el bulbo olfatorio. Ampliación (×200) en alta<br />

resolución del núcleo anterior olfatorio en un paciente con enfermedad de<br />

Parkinson. Puede observarse el elevado número de cuerpos y neuritas<br />

de Lewy.<br />

cas, así como la corteza orbitofrontal, son regiones cruciales para<br />

identificar y diferenciar olores, y los resultados obtenidos con<br />

estas pruebas necesitan evaluarse consecuentemente. En ese<br />

contexto, las pruebas olfativas a utilizar deberán dirigirse al estudio<br />

del fenómeno en cuestión.<br />

El aspecto clave que emerge de las dos partes de este artículo<br />

[111] es si las pruebas olfatorias pueden utilizarse como un<br />

instrumento diagnóstico útil en la práctica clínica. ¿Puede una<br />

simple prueba olfatoria detectar un incipiente deterioro cognitivo<br />

o una enfermedad neurodegenerativa? La respuesta a esta<br />

cuestión es afirmativa. Se ha mostrado un amplio cuerpo de investigaciones,<br />

tanto neuropsicológicas como patológicas, que<br />

sugiere la conveniencia de incorporar los test olfatorios a las<br />

distintas evaluaciones clínicas. Los estudios de imágenes estructurales<br />

y funcionales confirman los resultados de tales investigaciones.<br />

¿Pueden las pruebas olfatorias diferenciar entre<br />

diagnósticos diferenciales en ciertas <strong>enfermedades</strong>? La respuesta<br />

sigue siendo afirmativa. Hay estudios que han señalado<br />

la utilidad de pruebas de identificación olfatoria en los diagnósticos<br />

diferenciales de la enfermedad de Alzheimer con el<br />

trastorno general afectivo, mientras otros han encontrado marcadas<br />

diferencias entre los resultados de distintas pruebas en<br />

pacientes con enfermedad de Parkinson y en pacientes con parálisis<br />

supranuclear progresiva y degeneración corticobasal.<br />

Esto es todavía más importante en el enfoque neurológico, porque<br />

permite estrechar el diagnóstico diferencial de un trastorno<br />

de forma muy importante, lo que conduce a un diagnóstico más<br />

rápido y eficiente de los pacientes con <strong>enfermedades</strong> <strong>neurodegenerativas</strong>.<br />

Por último, hay que matizar que las <strong>enfermedades</strong> que muestran<br />

deterioros olfativos son un grupo heterogéneo con manifestaciones<br />

clínicas solapadas. Aunque se señala la necesidad de<br />

utilizar las pruebas olfatorias para diferenciar entre diagnósticos,<br />

en España todavía carecemos de estudios clínicos normativos<br />

que hayan podido determinar la tasa de acierto diagnóstica<br />

de los distintos test comercializados. Las pruebas que vayan a<br />

utilizarse deberán elegirse cuidadosamente e interpretarse en el<br />

marco de las aportaciones neuropsicológicas más recientes.<br />

REV NEUROL 2009; 49 (7): 363-369

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