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Olfato, envejecimiento fisiológico y enfermedades neurodegenerativas

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Tabla. Esquema de posibles causas de trastornos olfatorios relacionados<br />

con el <strong>envejecimiento</strong>.<br />

Factores intrínsecos<br />

Alteraciones estructurales del epitelio olfatorio<br />

Alteraciones morfológicas del bulbo olfatorio<br />

Calcificación alrededor de los orificios de la placa cribiforme<br />

Factores extrínsecos<br />

Infecciones víricas (daños en el neuroepitelio)<br />

Sustancias tóxicas: algunas drogas, medicamentos y compuestos<br />

pueden alterar la sensibilidad olfativa, incluyendo el alcohol, la nicotina,<br />

solubles orgánicos y aplicaciones directas de sulfato de zinc<br />

Nutrición: deficiencia de vitaminas A-B 6-B 12, carencia de cobre y zinc,<br />

malnutrición, fallos renales, <strong>enfermedades</strong> del hígado (incluida cirrosis)<br />

Factores patológicos<br />

Traumatismo craneal (fractura frontal del cráneo,<br />

lesión occipital, fractura nasal)<br />

Los traumatismos pueden producir una acumulación de sangre<br />

y/o líquido cefalorraquídeo en la cavidad nasal, obstaculizando<br />

la entrada de los estímulos olfativos al epitelio<br />

Pueden desviar el septo nasal, alterando la entrada de aire<br />

Los cilios olfatorios pueden resultar dañados<br />

o cortados, produciendo una anosmia<br />

Enfermedades <strong>neurodegenerativas</strong>. Los procesos degenerativos<br />

del sistema nervioso central (p. ej., enfermedad de Parkinson,<br />

enfermedad de Alzheimer y <strong>envejecimiento</strong> <strong>fisiológico</strong>) causan hiposmia<br />

Trastornos neurológicos/psiquiátricos: depresión, epilepsia,<br />

esquizofrenia, síndrome de Down, sarcoidosis, lupus eritematoso<br />

Trastornos endocrinos: insuficiencia adrenocortical, síndrome<br />

de Cushing, diabetes mellitus, hipotiroidismo, amenorrea primaria,<br />

pseudohipoparatiroidismo, síndrome de Kallmann, síndrome de<br />

Turner, embarazo<br />

Neoplasmas cerebrales y meningiomas olfativos<br />

Causas iatrogénicas: rinoplastia, neurocirugía, radiación,<br />

terapia farmacológica<br />

Causas desconocidas<br />

Resultados en pruebas de identificación<br />

La mayoría de las <strong>enfermedades</strong> <strong>neurodegenerativas</strong> está asociada<br />

a una peor identificación olfatoria. El complejo parkinsonismo-demencia<br />

de Guam [54] y la esclerosis lateral amiotrófica<br />

[55] se han asociado a déficit en la identificación olfatoria,<br />

aunque, como se ha comentado, los umbrales son normales. Los<br />

pacientes con parkinsonismo-demencia de Guam tienen déficit<br />

de identificación más graves que los observados en enfermos<br />

con Parkinson idiopático [54,56,57]. En la enfermedad de Alzheimer,<br />

la función olfatoria ha sido objeto de una investigación<br />

intensa y constante [39-43,58-61]. En todos los estudios, el rendimiento<br />

en pruebas de identificación olfativa estaba gravemente<br />

dañado, incluso en pacientes con deterioro cognitivo ligero<br />

[43]. También los familiares de primer grado de pacientes con<br />

enfermedad de Alzheimer, con un grupo control pareado en el<br />

University of Pennsylvania Smell Identification Test, registran<br />

puntuaciones inferiores a las del grupo control [62].<br />

OLFATO Y ENVEJECIMIENTO<br />

Estos datos sugieren que los déficit de identificación de olores<br />

se manifiestan precozmente en el transcurso de la enfermedad<br />

de Alzheimer, y pueden preceder a la disminución de la<br />

agudeza olfatoria. La alteración de la función olfatoria puede<br />

ser también un marcador del progreso de la enfermedad.<br />

La función olfatoria también se ha evaluado en otros trastornos<br />

que afectan al sistema nervioso central, como el síndrome<br />

de Kallmann, la epilepsia y la infección por virus de inmunodeficiencia<br />

adquirida, mostrándose notablemente disminuida en<br />

pruebas de identificación en todos los trastornos, especialmente<br />

en el síndrome de Kallmann [63-66].<br />

La presencia de anormalidades olfatorias tempranas en el<br />

curso de las <strong>enfermedades</strong> <strong>neurodegenerativas</strong> sugiere que la<br />

evaluación clínica sistemática de esta función puede aportar información<br />

valiosa en la detección precoz y clasificación de ciertos<br />

trastornos neurodegenerativos.<br />

OLFATO Y ENFERMEDAD DE ALZHEIMER<br />

La enfermedad de Alzheimer es el trastorno neurodegenerativo<br />

más frecuente en seres humanos, y representa aproximadamente<br />

el 50% de los casos de demencia por encima de los 50 años<br />

[67]. En la enfermedad de Alzheimer, la pérdida olfatoria es<br />

prevalente (un 85-90% de los casos) y marcada (aproximadamente<br />

la mitad de la capacidad normal).<br />

Los estudios neuropatológicos sobre la disfunción olfatoria<br />

se han centrado en el epitelio y el bulbo olfatorio. Existen estudios<br />

que encuentran filamentos tau positivos y/o patológicamente<br />

fosforilados en las biopsias del epitelio olfatorio [68-<br />

70], pero otras investigaciones no han mostrado los mismos resultados<br />

[71].<br />

Por contra, en el estudio del bulbo olfatorio, estructura patológicamente<br />

dañada en la enfermedad de Alzheimer, Kovács<br />

et al [72] detectaron la presencia de ovillos neurofibrilares al<br />

comienzo de la etapa entorrinal, según la clasificación de<br />

Braak y Braak [73], y depósitos de amiloide. Las lesiones son<br />

más intensas en el núcleo olfatorio anterior y los ovillos se localizan<br />

en el bulbo olfatorio antes de afectar a la corteza entorrinal<br />

[74].<br />

En un estudio donde se correlacionaban tareas olfativas y<br />

resonancia magnética funcional [75], se demostró que la activación<br />

de la corteza orbitofrontal estaba relacionada con la del lóbulo<br />

temporal medial. Dicha activación no ocurría en pacientes<br />

con enfermedad de Alzheimer. En otro estudio también con resonancia<br />

magnética funcional, se encontró una menor activación<br />

de la amígdala, hipocampo y corteza entorrinal en pacientes<br />

con enfermedad de Alzheimer [76].<br />

En otros estudios con tomografía por emisión de positrones,<br />

se encontró una menor activación en las regiones centrales del<br />

cerebro y en el lóbulo temporal y la región frontal [77,78].<br />

La disfunción olfatoria se correlaciona con la gravedad de la<br />

enfermedad [79-84], y habitualmente el enfermo no es consciente<br />

del déficit olfatorio hasta que se le somete a pruebas regladas<br />

[85].<br />

En conclusión, los pacientes con enfermedad de Alzheimer<br />

muestran una disfunción olfatoria no total, pero sí considerable,<br />

en ambas cavidades nasales, que se halla presente en los estadios<br />

más precoces de la enfermedad [86-88], incluso en pacientes<br />

con deterioro cognitivo leve [43]. Las pruebas olfatorias<br />

también pueden ayudar al diagnóstico diferencial entre pseudodemencia<br />

depresiva y enfermedad de Alzheimer [89,90].<br />

REV NEUROL 2009; 49 (7): 363-369 365

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