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<strong>El</strong> Greco<br />
S 8<br />
B<br />
Considerado ya en su tiempo como un artista singular,<br />
Domenicos Theotocopoulos, el Greco, fue admirado por unos y<br />
denostado por otros por sus extravagancias formales y su<br />
particular modo de representar la religiosidad. Por ello su obra<br />
fue claramente relegada durante los siglos XVIII y parte <strong>del</strong> XIX,<br />
y pese a ser el más antiguo de la tríada por excelencia de la<br />
escuela española, que forma junto a Velázquez y Goya, fue<br />
también el que más tardíamente se redescubrió. Formado en la<br />
tradición de los pintores bizantinos de iconos, el Greco viajó a<br />
Venecia, y posteriormente por toda Italia, para asimilar el<br />
estilo de la pintura occidental. Lo logró a la perfección pero, al<br />
no obtener en Roma el reconocimiento que creía merecer, viajó<br />
a España en busca de una corte en la que ser el artista<br />
principal. Tampoco en este país lo consiguió, dado que Felipe II<br />
no juzgó adecuados para <strong>El</strong> Escorial ni su Martirio de San<br />
Lázaro ni su Alegoría de Santa Liga. A cambio encontró un<br />
lugar, Toledo, donde asentarse y crear una obra marcada de<br />
personalidad y donde podrán apreciar una de sus más famosas<br />
obras, en su próximo viaje, <strong>El</strong> entierro <strong>del</strong> conde de Orgaz.<br />
<strong>El</strong> Greco se ha explicado de muchos modos: como un extraño<br />
pintor griego discípulo de Tiziano, como el que mejor ha<br />
reflejado en sus obras el espíritu religioso y los valores<br />
puramente hispanos de la sociedad de Felipe II, pero también<br />
como artista filósofo e intelectual, como un pintor esteticista<br />
que, con gran libertad, creó un estilo personalísimo cuya<br />
peculiaridad tiene más que ver con el formalismo manierista que<br />
con lo hispano. Un estilo tan singular que, que por su<br />
expresionismo y subjetivismo, quisieron tomar como precedente<br />
algunas corrientes pictóricas vanguardistas <strong>del</strong> siglo XX.<br />
<strong>El</strong> caballero de la mano en el pecho<br />
<strong>El</strong> Greco consiguió con sus retratos un reconocimiento que no<br />
logró con el resto de su obra. Hasta sus detractores le<br />
concedían haber realizado buenas obras en este género. Esto<br />
se debe en buena parte a su capacidad para asimilar la<br />
tradición <strong>del</strong> retrato español, combinando sobriedad, distancia y<br />
cierto detallismo, con una factura pictórica veneciana.<br />
Visita al <strong>Museo</strong> <strong>del</strong> <strong>Prado</strong> Página 17