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Sala<br />
94<br />
Tercera serie<br />
Tras un periodo (1780-1786) en el que Goya emprendió otros trabajos, cuales fueron su<br />
dedicación a ejercer de retratista de moda de la clase pudiente madrileña y la recepción <strong>del</strong><br />
encargo de pintar un cuadro para San Francisco el Grande de Madrid y una de las cúpulas de<br />
<strong>El</strong> Pilar, retoma su trabajo como oficial de la fábrica de tapices en 1786 con una serie dedicada<br />
a la ornamentación <strong>del</strong> comedor <strong>del</strong> Palacio de <strong>El</strong> Pardo.<br />
<strong>El</strong> programa decorativo comienza con un grupo de cuatro cuadros alegóricos a las estaciones<br />
<strong>del</strong> año, para continuar con otras escenas de alcance social, como Los pobres en la fuente o <strong>El</strong><br />
albañil herido.<br />
<strong>El</strong> invierno<br />
Una intensa nevada sirve a Goya para realizar su interpretación <strong>del</strong><br />
invierno, tema de esta composición. Sin embargo, además de una<br />
representación cotidiana, Goya introduce, como es habitual en muchos<br />
de sus cartones para tapices, un tema social. Tres campesinos<br />
regresan cubiertos con sus mantas de lo que parece un infructuoso<br />
intento de comprar un cerdo, pues van de vacío y con miradas<br />
sombrías debidas al frío y al hambre. Otros dos, mejor vestidos,<br />
probables sirvientes de alguna rica casa, cargan con un enorme cerdo<br />
abierto en canal. <strong>El</strong> famélico perro de los campesinos, humilde él<br />
también, retraído y con el rabo entre las patas, advierte de antemano<br />
el encontronazo entre ambos grupos.<br />
<strong>El</strong> verano<br />
Goya interpreta la visión de esta estación, a través de una escena de<br />
segadores que se reponen <strong>del</strong> calor veraniego sentados junto a un<br />
montón de gavillas <strong>del</strong> trigo recién cosechado. Algunos continúan su<br />
esforzado trabajo, como la figura de la derecha, mientras que a la<br />
izquierda un grupo de campesinos intenta emborrachar a otro infeliz,<br />
cuyo atuendo y actitud le definiría como un tipo común: el llamado<br />
bobo <strong>del</strong> pueblo.<br />
Goya utiliza tipos populares para su representación, evitando recurrir a<br />
la habitual representación de la diosa Ceres coronada de espigas,<br />
tradicional emblema <strong>del</strong> verano. <strong>El</strong> ambiente de siesta logrado<br />
magistralmente por el artista completa la sabia composición de este<br />
enorme cuadro.<br />
Visita al <strong>Museo</strong> <strong>del</strong> <strong>Prado</strong> Página 8