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Sala<br />
90<br />
Sala<br />
91-<br />
92<br />
Primera serie<br />
Realizada en 1775, consta de nueve cuadros de tema cinegético realizados para la decoración<br />
<strong>del</strong> comedor de los Príncipes de Asturias —los futuros Carlos IV y María Luisa de Parma—<br />
en <strong>El</strong> Escorial. Aún muy influido por las maneras de los hermanos Bayeu.<br />
Segunda serie<br />
Se pueden distinguir dos grupos de encargos cuyo tema es la representación de diversiones<br />
populares, generalmente de ocio campestre, como correspondía a la ubicación <strong>del</strong> Palacio de<br />
<strong>El</strong> Pardo. Por ello se insiste en localizar las escenas en la ribera <strong>del</strong> Manzanares. Los<br />
ejecutados entre 1776 y 1778, destinados al comedor de los Príncipes en el Palacio, y los<br />
realizados en 1778 y 1780 para la antecámara el dormitorio de dicho palacio.<br />
S.91 <strong>El</strong> resguardo de tabacos<br />
Varios guardas, uno de ellos en evidente actitud chulesca, vigilan el<br />
camino para evitar el paso de mercancías de contrabando. Junto a<br />
la patrulla se encuentran otras tres figuras, probablemente vecinos<br />
de un pueblo cercano.<br />
<strong>El</strong> precio <strong>del</strong> tabaco en el siglo XVIII y el monopolio estatal sobre<br />
su venta provocó numerosas críticas por parte de los intelectuales<br />
ilustrados a la existencia de contrabando de este producto, pero<br />
también a la ineficacia de la justicia. La sierra <strong>del</strong> fondo, de clara<br />
inspiración velazqueña, es el marco en que Goya sitúa a estos<br />
guardianes de la ley, cuya posición desafiante pretende<br />
presentarlos como héroes opuestos al contrabandista, ensalzado<br />
por la literatura popular.<br />
S.92 <strong>El</strong> cacharrero<br />
Goya capta con una técnica magistral un sencillo momento de la<br />
vida cotidiana madrileña, que supone una de las más bellas y<br />
elaboradas escenas de toda su producción. Un puesto de loza<br />
valenciana que el comerciante expone a una pareja de damas,<br />
acompañadas de una anciana. Tras ellas dos caballeros de<br />
espaldas, observan cómo se aleja un coche en el que viaja una<br />
dama que mira al espectador.<br />
La quietud de la representación de los cacharros contrasta con el<br />
movimiento <strong>del</strong> coche, que ha de desaparecer de la escena de<br />
inmediato. Goya se beneficia <strong>del</strong> dinamismo de la composición en<br />
diagonal, marcado por la posición de las figuras desde la <strong>del</strong><br />
vendedor hasta el cochero.<br />
Visita al <strong>Museo</strong> <strong>del</strong> <strong>Prado</strong> Página 7