Salvador dic2007 - Colegio del Salvador
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El Estado en Nosotros<br />
Nota: este escrito fue hecho por Romano Guardini<br />
en la última época de la República <strong>del</strong> Weimar 1929<br />
– 1930. No obstante, sus ideas sobre los fundamentos<br />
de la verdadera democracia permanecen invariablemente<br />
válidas, cobrando quizás hoy su máxima<br />
actualidad.<br />
Si observamos en torno nuestro, veremos<br />
como la inmensa mayoría vive totalmente ajena<br />
al Estado. Para muchos es un gran edificio, con<br />
diversos compartimientos; en el que muchos tramitan<br />
sus negocios, practican sus pasatiempos,<br />
viven y mueren sin preocuparse <strong>del</strong> edificio, solo<br />
pagan la renta para permanecer en él.<br />
Para otros es un ente con empleados, autoridades,<br />
un conjunto de personas que lo mueven, el<br />
resto hacen lo que le ordenan los anteriores.<br />
Por último están aquellos otros para los que el<br />
Estado es un enemigo con poder. Están en lucha<br />
con él, urden verdaderas trampas.<br />
Pero veamos ¿El Estado es una cosa mala,<br />
ridícula? ¿El Estado es una casa independiente<br />
de nosotros?<br />
Ciertamente no, el Estado no vive solo por sí,<br />
su autoridad dimana en última instancia de Dios.<br />
Si se olvida que también descansa sobre libres<br />
decisiones y actuaciones de cada particular, se<br />
convierte en una indignante tiranía. El Estado<br />
no es una cosa ya acabada, es algo que incesantemente<br />
se hace, pero que tiene que ser hecho por<br />
alguien y ese eres tú.<br />
En el Estado tiene que haber un orden encarnado<br />
en personas que saben que no mandan<br />
1<br />
Editorial<br />
esclavos, sino que tutelan el orden estatal entre<br />
hombres libres, y que estos obedecen no como<br />
sirvientes, antes bien como personas responsables<br />
ante Dios. El Estado en su más genuino ser<br />
es una tarea impuesta al hombre por Dios.<br />
El Estado tiene que ser algo vital; el contrapeso<br />
de nuestro individualismo personal. Una<br />
construcción poderosa, de existencia activa, de<br />
prodigio, construcción donde halle expresión y<br />
eco ni el reducido círculo de amigos o de familia<br />
ni el individuo sino el pueblo.<br />
Este Estado se hace vital cuando nosotros nos<br />
relacionamos con él de una manera activa, no<br />
entregándolo en manos de soldados y empleados<br />
irresponsables, sino trabajando nosotros mismos<br />
cuando nace vitalmente de la actitud. Cuando es<br />
“Estado de ti”.<br />
Por ello hablaremos <strong>del</strong> quehacer cívico y <strong>del</strong><br />
modo de realizarlo; es decir de la formación cívica<br />
(saber que es constitución, que leyes y que autoridades<br />
hay y que tiene que hacer un ciudadano).<br />
Para encajar bien en el Estado y en el pueblo<br />
se precisan mirada clara, recto juicio y seguros<br />
asideros. Es necesario tener una orientación política,<br />
esa que se va formando lentamente.<br />
Hombre de estado es aquel que logra una actitud<br />
plenaria correspondiente a su misión, el que<br />
ve con claridad lo que en rigor es el Estado,<br />
quien intuye lo útil y lo dañoso al Estado, quien<br />
posee una potencia creadora constructora y conservadora<br />
<strong>del</strong> Estado.<br />
El más profundo sentido <strong>del</strong> Estado es su<br />
soberanía. No por sí mismo sino por Dios, debe<br />
Continúa en la página 4