Salvador dic2007 - Colegio del Salvador

siones con exposición del Santísimo. De la pintura
del cielorraso con el emblema coronado de
la Compañía de Jesús, entre grisalla y guirnaldas
con flores y frutos, queda poco: la humedad es un
cáncer implacable y para combatirla se requieren
restauradores expertos (hoy nadie regala su trabajo;
menos aun los cirujanos). Mejor conservadas
se ven las dos enormes telas situadas a ambos
lados de los ventanales —de temas religiosos—,
tal cual suele ocurrir en el país con todos los cuadros
de sacristía, a excepción de algunos de época
en las iglesias del período colonial.
Aquí está el tesoro. Entre aquellos dos cuadros
se destaca, en la parte superior del muro,
una tercera pintura, apaisada, de menores dimensiones.
La misma que desvela a Squirru. Es una
“Piedad” que trasunta la misma grandeza espiritual
de los maestros del Renacimiento italiano.
Fue donada por su autor, el ex alumno Raúl
Guillermo Podestá (l899-l970), y merecería integrar
el patrimonio del Museo Nacional de Bellas
Estudio López Olaciregui
ABOGADOS
Diego López Olaciregui
Marcelo Javier Ferrería
Beatriz Dora Nofal
Lavalle 1447 - 1ero. “C”
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Fax.: 4371-1525 / 4373-2305 (rotativas)
(1048) BUENOS AIRES - REPUBLICA ARGENTINA
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Artes. Su tema —las santas mujeres que acompañan
a la Santísima Virgen en la piadosa tarea
de velar al Cristo yacente— se dijera resuelto
para siempre por esos artistas del pasado, pero
ésta no desmerecería, en absoluto, si entrara en
cotejo con las de ellos.
En la revista El Salvador de julio de l939, con
la firma de un señor Mauricio Ferrari Nicolai se
encomia la atmósfera de pesar que rodea la escena,
la majestuosa serenidad del cuerpo de
Jesucristo y la veracidad gestual de los personajes.
También las pinceladas amplias, con superposición
de colores, entre los que predominan las
tonalidades oscuras. Al contemplar hoy la tela
cabe admitir la justicia de aquel comentario, y
lamentarse asimismo de que, para la mayoría de
los “conocedores” actuales, el de Podestá sea un
nombre desconocido en la plástica argentina, a
pesar de que el más autorizado de nuestros historiadores
de arte, José León Pagano, le da una
generosa entrada en su monumental obra sobre