Estudios Revista Ecléctica. Número 135 - Christie Books
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© faximil edicions digitals 2006<br />
Ensayos .—35<br />
M. Fleury (Primer discurso sobre la historia eclesiástica)— las tradiciones<br />
vagas de los hechos muy antiguos, que jamás se escribieron,<br />
o que se escribieron muy tarde, no merecen crédito alguno, principalmente<br />
cuando repugnan a los hechos probados. Ni se diga que<br />
pueden haberse perdido sus historias, pues si esto se dice sin probarlo,<br />
del mismo modo podremos decir que no las ha habido jamás.»<br />
2. a Cuando un autor grave y verídico cita escritos antiguos que<br />
jamás hemos visto, se debe, o a lo menos se puede creerlos ; pero si<br />
estos autores antiguos existen, es necesario cotejarlos con el que los<br />
cita, sobre todo cuando este último es moderno, y, además, es necesario<br />
también examinarlos y ver qué grado de creencia merecen. «Por<br />
eso —dice también Fleury— se deben consultar las fuentes citadas<br />
por Baronio, pues muchas veces ha dado por auténticos escritos falsos<br />
o sospechosos y ha seguido algunas traducciones poco fieles de<br />
los autores griegos.»<br />
3." Los autores, aun los contemporáneos, no deben seguirse<br />
sin examen ; es necesario saber primero si los escritos son verdaderamente<br />
de ellos, pues es bien cierto que hay muchos supuestos. Averiguado<br />
que el autor es cierto, es necesario aún examinar si es digno<br />
de fe, si es juicioso, imparcial, libre de la nimia credulidad y de superstición,<br />
bastante instruido para haber podido descubrir la verdad<br />
y harto sincero para no haber sustituido la verdad con conjeturas y<br />
sospechas con que podían haberle seducido. El que ha visto es más<br />
digno de crédito que el que sólo ha oído decir ; el escritor del país,<br />
más que el extranjero ; el que habla de los asuntos de su doctrina o de<br />
su secta, más que las personas indiferentes, a menos que el autor no<br />
tenga un interés visible en referir las cosas de distinto modo que<br />
ellas son. Los enemigos de una nación o de una secta deben ser siempre<br />
sospechosos ; pero hace ley lo que dicen favorable al partido contrario.<br />
Lo que se halla en las cartas de aquel tiempo y en las actas<br />
originales debe ser preferido a las relaciones históricas ; si hay alguna<br />
diversidad entre los autores, es necesario conciliarios, y si hay<br />
contradicción, es necesario elegir. Es cierto que sería más cómodo<br />
para el escritor limitarse a referir las diferentes opiniones, dejando<br />
al lector el cuidado de juzgarlas ; pero es más agradable para éste,<br />
que más quiere saber que dudar, elser decidido por la crítica.<br />
Hay en la crítica dos extremos que evitar : la demasiada indulgencia<br />
y la excesiva severidad...<br />
Otro exceso de la crítica consiste en dejarse llevar de las conjeturas<br />
: Erasmo, por ejemplo, ha desechado, según Fleury, algunos