HERNÁNDEZ HUERTA, José Luis; SÁNCHEZ BLANCO ... - AJITHE
HERNÁNDEZ HUERTA, José Luis; SÁNCHEZ BLANCO ... - AJITHE
HERNÁNDEZ HUERTA, José Luis; SÁNCHEZ BLANCO ... - AJITHE
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
MaNUEL ÁLvaREz TaRDío<br />
tras la marcha del rey alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República.<br />
Y cuarta, el cambio total de las instituciones políticas, inaugurando un<br />
nuevo sistema político, de monarquía parlamentaria, pero no mediante una<br />
brusca alteración en el control de los mandos de la nave, sino pilotado por<br />
el rey y basado en la curiosa estrategia de utilizar los procedimientos legales<br />
del régimen para propiciar su radical mutación.<br />
Este último camino no era, recién muerto Franco, el que podía resultar<br />
más verosímil. Pocos, sobre todo entre los que estaban en la oposición, podían<br />
creer que quienes entonces se hacían con el control de la nave fueran a<br />
imponer un rumbo que la haría girar ciento ochenta grados y permitiría a los<br />
de fuera acabar influyendo en el mando de aquella. Implicaba elegir un camino<br />
de reforma sustancial que permitiera convocar elecciones generales y<br />
elegir un parlamento representativo, pero sin convocar a las oposiciones a<br />
un gobierno provisional que marcara un nuevo punto cero en la historia de<br />
España. La reforma se haría desde dentro, es decir, programada y dirigida<br />
por un gobierno de la total confianza del rey que lograría el apoyo de las propias<br />
Cortes franquistas y terminaría convocando elecciones, previa legalización<br />
de los partidos políticos y reconocimiento de los derechos y libertades<br />
fundamentales.<br />
al final, para sorpresa de muchos, ocurrió así. Y además esa estrategia,<br />
en la medida en que tuvo éxito y anuló a las demás, fue respaldada por la mayoría<br />
de los españoles en un referéndum celebrado un año después de muerto<br />
Franco, a finales de 1976. En la consulta se aprobó la conocida Ley para la<br />
Reforma Política, cuyo diseño había sido ideado por Torcuato Fernández-<br />
Miranda, un profesor de derecho político que había desempeñado puestos<br />
de gran responsabilidad en los últimos años de la dictadura y que era, por<br />
encima de todo, leal a la Corona y partidario de controlar desde arriba el proceso<br />
de apertura. La ley, como su nombre indica, no pretendía reformar la<br />
dictadura sino señalar el camino que habría de conducir a un régimen representativo<br />
sin que mediara una ruptura. Las reglas de lo que viniese después<br />
se tendrían que decidir más tarde en un parlamento que, aunque no se dijera<br />
explícitamente, muchos intuían ya que habría de ser constituyente.<br />
Existía, por supuesto, la opción de partir nuevamente de cero. Pudo<br />
haber sido posible en el caso de que la oposición hubiera tenido la fuerza suficiente<br />
para imponer la formación de un gobierno provisional –bien por la<br />
vía de la protesta radical en las calles o bien por la de la presión sobre el<br />
nuevo jefe del Estado, el rey– y eso se hubiera combinado con una extrema<br />
debilidad de las instituciones vigentes. Pero esa opción tenía muchos inconvenientes;<br />
para empezar, la incógnita de cómo podían reaccionar los sectores<br />
más duros del franquismo, incluido un sector del alto mando militar. Pero<br />
significaba, sobre todo, un salto en el vacío que introducía mucha incertidumbre.<br />
así lo percibían, de hecho, muchos españoles que no se identificaban<br />
con la dictadura y deseaban la libertad y la democracia. además, como<br />
22 Historia y Utopía. Estudios y Reflexiones