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EL HOGAR Efesios 6:1-4 - Iglesia Reformada

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En cierto sentido el segundo principio surge del primero. Si un padre va a ejercer esta disciplina en<br />

forma correcta, nunca debe ser caprichoso. No hay nada más irritante para aquel que es sometido a la<br />

disciplina que la sensación de que la otra persona es caprichosa y carente de firmeza. No hay nada<br />

más irritante para un niño que un padre cuya conducta y cuyas acciones nunca pueden ser predichas,<br />

que son volubles, y cuya actitud siempre es incierta. No hay peores padres que aquellos que un día en<br />

tono muy amable, son indulgentes y permiten que el niño haga prácticamente lo que quiera, pero que<br />

al día siguiente estalla en un ataque si el niño hace algo que no tiene mucha importancia. Tal<br />

conducta vuelve imposible la vida del niño. Una actitud caprichosa de parte del padre nuevamente<br />

indica que está como 'ebrio con vino'. Las reacciones de una persona ebria son imposibles de<br />

predecir; no se puede decir si esa persona va a estar de buen talante o de mal carácter; esa persona no<br />

es gobernada por la razón, carece de control, carece de equilibrio. Esa clase de padre, vuelvo a<br />

decirlo, fracasa en el ejercicio de una disciplina positiva y correcta, y la condición del niño se vuelve<br />

imposible. El niño es irritado y provocado a la ira, y consecuentemente carece de respecto por<br />

semejante padre.<br />

No me refiero solamente a reacciones temperamentales, sino también a la conducta. El padre que es<br />

inconsistente en su conducta realmente no puede ejercer la disciplina sobre su hijo. Un padre que un<br />

día hace algo y al día siguiente lo contrario, no es capaz de ejercer sana disciplina. Debe haber una<br />

consistencia no sólo en la reacción, sino también en la conducta y el comportamiento del padre; el<br />

padre debe tener una norma de vida, porque el hijo siempre está observando y mirando. Pero si ve<br />

que el padre es errático y que él mismo hace precisamente aquello que prohíbe al hijo, nuevamente<br />

no se puede esperar que ese hijo se beneficie de la disciplina administrada por su padre. Para que los<br />

padres ejerzan la disciplina, es preciso que no haya nada errático, caprichoso, incierto o cambiadizo<br />

en ellos.<br />

Otro principio de suprema importancia es que los padres nunca deben ser carentes de razonamiento o<br />

indispuestos a escuchar el caso del hijo. No existe nada más irritante para aquel que es sometido a la<br />

disciplina que la sensación de que todo el procedimiento es totalmente irrazonable. En otras palabras,<br />

es un padre totalmente deficiente aquel que no considera ninguna circunstancia o que no escucha<br />

ninguna posible explicación. Algunos padres y algunas madres en su deseo de ejercer la disciplina,<br />

corren el peligro de volverse totalmente irrazonables y de esa manera ellos mismos se hacen culpales<br />

de error. El informe que han recibido acerca del hijo puede estar equivocado o bien pudo haber<br />

circunstancias peculiares que ellos ignoran; pero ni siquiera permiten que el hijo exponga su posición<br />

u ofrezca algún tipo de explicación. Por supuesto, uno comprende que el hijo puede aprovecharse de<br />

esto. Solamente quiero decir que nunca debemos ser irrazonables. Permita que el hijo ofrezca su<br />

explicación y si no es una explicación auténtica se puede castigarlo también por ella tanto como por<br />

el hecho particular que constituye la ofensa. Pero rehusarse a escuchar, prohibir cualquier tipo de<br />

respuesta es una actitud inexcusable.<br />

Todos tenemos un claro concepto sobre este principio cuando vemos que el estado se comporta<br />

equivocadamente. No queremos un estado policial y estamos orgullosos del habeos corpus en este<br />

país, según el cual mantener a una persona en prisión sin llevarlo a juicio constituye un grave daño.<br />

Somos muy elocuentes en esto pero muchas veces en nuestros hogares es precisamente eso lo que<br />

hacemos. El niño no tiene la menor oportunidad de presentar su caso, en ningún momento se permite<br />

que prevalezca la razón en la situación, nos rehusamos a reconocer siquiera que existe una posible<br />

explicación a lo que hemos escuchado hasta el momento. Semejante conducta siempre es errónea; es<br />

una conducta que provoca la ira en nuestros hijos. Sin duda los exaspera e irrita y los lleva a un<br />

estado de rebelión y antagonismo.<br />

Sin embargo, existe otro principio que debe ser tomado en consideración: El padre nunca debe ser<br />

egoísta. 'No provoquéis a ira a vuestros hijos'. A veces eso ocurre porque los padres son culpables de<br />

un innegable egoísmo. Mi denuncia va dirigida a aquellas personas que no reconocen que el hijo<br />

tiene su propia vida y su propia personalidad y que aparentemente piensan que los hijos son<br />

totalmente para sus propios placeres y para su propio uso. En el fondo su concepto de paternidad y de<br />

lo que ello significa es equivocado. Ellos no alcanzan a comprender que nosotros no somos sino<br />

guardianes y custodios de estas vidas que nos han sido dadas, que en realidad no los poseemos a<br />

ellos, que no nos 'pertenecen', que no son 'bienes' o efectos personales, y que no tenemos derechos<br />

absolutos sobre ellos. Sin embargo existen muchos padres que se comportan como si tuviesen tal

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