año13/ n°85 / octubre 1995 - caena

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n Arte siempre está presente, la relación
entre la forma y el contenido, en
la crianza de perros, la validez de una
raza definida por el standar, se dá en
la medida en que el seleccionador logra
exaltar a través de la forma y fisiología
del animal las carecterísticas de
adaptación á una o más funciones bien
definidas.
En los terriers su especial belleza, y su
tosca elegancia, directamente relacionadas
con un tren delantero y las mandíbulas
potentes, apropiadas para la difícil
caza en madriguera, especialmente en
los terriers bajos y largos, es una prueba
más de la relación entre el arte y la zoognóstica.
El origen del Terrier Escocés debe remontarse
a los inicios de la era cristiana
(aprox. 2000 años), seguramente a la zona
de los Higlands (tierras altas) de Escocia,
y dado que el hombre no participó
en la creación de esta raza, salvo para
RGROINDUSTRIR
consolidar las características más deseadas,
está perfectamente adaptado para
vivir en un ambiente frío y húmedo y
para la caza.
En un principio la raza reunía varios
tipos, muy diferenciados en cuanto a talla
y orejas, y hasta el siglo XVIII no se
tienen muchas referencias del recorrido
histórico de los Terriers Escoceses, y recién
en 1882 se fundó el primer club de la
raza.
Ya en los últimos 20 años el Terrier Escocés
se ha convertido en un perro cosmopolita,
y va aumentando su popularidad
en forma vertiginosa, convirtiéndose
en algunos países en un perro exclusivamente
de compañía, llegando su fama
a ubicarlo en lugares de privilegio como
para prestar su imagen, junto con el West
Higland White Terrier, para la etiqueta
de un prestigioso whisky de origen escocés.
El Escocés como buen terrier, está do-