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EL RINCÓN de - Cannabis Magazine

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74<br />

<strong>EL</strong> <strong>RINCÓN</strong> <strong>de</strong><br />

JAVIER<br />

burlar la estricta seguridad<br />

que Beatriz había organizado<br />

para recuperar a Gingo sería<br />

con la ayuda <strong>de</strong> Lyda. La bella<br />

amazona dirigía una agencia<br />

<strong>de</strong> mo<strong>de</strong>los con base en Milán,<br />

y usaba esta tapa<strong>de</strong>ra para introducir<br />

a sus agentes en<br />

algunos <strong>de</strong> los círculos más<br />

selectos <strong>de</strong>l club Dillinger.<br />

Lyda había organizado una<br />

sesión <strong>de</strong> fotografía en el<br />

centro <strong>de</strong> Madrid, exactamente<br />

por don<strong>de</strong>, en algún<br />

momento, tendría que pasar<br />

el Merce<strong>de</strong>s blindado que<br />

traería al joven Gingo a la<br />

mansión <strong>de</strong> Beatriz Jiménez<br />

<strong>de</strong> Andra<strong>de</strong>.<br />

Una vez se produjese el<br />

rescate, si es que se producía,<br />

Gingo tendría que ser<br />

ocultado durante mucho<br />

tiempo para que las fuerzas y<br />

agentes <strong>de</strong> Kara y los Dillinger<br />

no lo encontraran, al menos<br />

hasta que pudiera recibir la<br />

formación e instrucción<br />

necesaria. Había muy pocos<br />

lugares en el mundo seguros<br />

en aquellos momentos, y finalmente<br />

Gea se había<br />

<strong>de</strong>cidido por la Casa Ver<strong>de</strong>.<br />

"Sí, si hay un lugar seguro en<br />

estos momentos, es allí.<br />

Custódialo hasta que se<br />

encuentre seguro entre los<br />

muros <strong>de</strong>l monasterio, Lyda"or<strong>de</strong>nó<br />

Gea.<br />

Cada vez que <strong>de</strong>spertaba, y la<br />

luz empezaba a <strong>de</strong>spejar las<br />

tinieblas <strong>de</strong> su mente, un<br />

hombre viejo y vestido con<br />

blancas ropas se aproximaba<br />

hasta don<strong>de</strong> yacía tumbado y<br />

atado, y le introducía una jeringuilla<br />

en el brazo. Después,<br />

la oscuridad regresaba a su<br />

mente, y Gingo volvía a caer<br />

en un sueño inquieto y repleto<br />

<strong>de</strong> pesadillas. Pero cuando<br />

verda<strong>de</strong>ramente se le rompía<br />

el corazón era cuando<br />

pensaba en Poorna. La<br />

imagen <strong>de</strong> la bella joven bajo<br />

el árbol <strong>de</strong>l neem, con las<br />

manos juntas, saludando a la<br />

vida, lo confortaba, pero<br />

también lo torturaba. Algo en<br />

su interior le <strong>de</strong>cía que nunca<br />

más la volvería a ver. La<br />

profecía <strong>de</strong>l viejo árbol<br />

resonaba en su cabeza incesantemente:<br />

"nunca gozarás<br />

<strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro amor"- había<br />

dicho. Y para Gingo, el<br />

verda<strong>de</strong>ro amor se llamaba<br />

Poorna.<br />

Tres hombres aguardaban en<br />

el puerto <strong>de</strong> Barcelona la<br />

llegada <strong>de</strong> un envío muy<br />

especial. En breves momentos<br />

les traerían a Gingo, y sus<br />

ór<strong>de</strong>nes eran claras. Todo<br />

estaba preparado <strong>de</strong><br />

antemano y con minuciosidad,<br />

la meticulosidad propia <strong>de</strong><br />

Beatriz. Sin embargo, algo<br />

había sucedido que los<br />

mantenía especialmente<br />

inquietos. Habían sido informados<br />

<strong>de</strong> que el joven había<br />

intentado escapar aprovechando<br />

un instante en el que<br />

le ayudaban a evacuar. Con<br />

un brusco empujón había<br />

tirado al viejo por los suelos,<br />

pero al abrir la puerta que lo<br />

conduciría a la libertad se<br />

había topado <strong>de</strong> bruces con<br />

un hombre <strong>de</strong> extrañas<br />

facciones y piel muy oscura<br />

que lo había golpeado brutalmente<br />

en la cara. "Maldito<br />

blanco"- le había gritado<br />

antes <strong>de</strong> romperle el tabique<br />

nasal. Aquellos momentos<br />

quedarían grabados a fuego<br />

en su mente, ya que nunca<br />

antes había conocido el odio<br />

racista, y a<strong>de</strong>más había sido<br />

la primera vez que veía a un<br />

hombre <strong>de</strong> raza negra.<br />

"Trae el coche. Tenemos que<br />

llevárselo a Beatriz ¡y ya<br />

mismo!"- or<strong>de</strong>nó con firmeza<br />

el que parecía ser el jefe <strong>de</strong><br />

los tres hombres. "O.K. jefe"respondió<br />

otro. El merce<strong>de</strong>s<br />

benz <strong>de</strong> Beatriz hizo aparición<br />

en el puerto, y poco tiempo<br />

<strong>de</strong>spués unos hombres traían<br />

al joven Gingo a rastras. Su<br />

rota nariz todavía estaba<br />

manchada por restos <strong>de</strong><br />

sangre y sus pies no podían<br />

mantenerlo erguido. "Las<br />

drogas todavía hacen efecto"dijo<br />

el que parecía llevar la<br />

iniciativa. - "Ten otra dosis<br />

preparada. No quiero más<br />

sorpresas. Y ahora en<br />

marcha"- or<strong>de</strong>nó con firmeza.<br />

Metieron a Gingo en la parte<br />

trasera <strong>de</strong>l coche y sin más<br />

dilación pusieron rumbo a

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