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MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DE PASCUA Libro de los ...

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1. Pedro y Juan curan en nombre <strong>de</strong> Jesús al<br />

paralítico <strong>de</strong>l templo, a la hora <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong>.<br />

Qué bien cuenta Lucas el episodio: el pobre mendigo<br />

a la puerta <strong>de</strong>l templo -como se ve, fenómeno<br />

antiguo-, la mirada fija <strong>de</strong>l mendigo que espera algo,<br />

la mirada también fija <strong>de</strong> Pedro, el contacto <strong>de</strong> la<br />

mano, las palabras breves y solemnes: «en nombre<br />

<strong>de</strong> Jesucristo Nazareno, echa a andar», y la curación<br />

progresiva <strong>de</strong>l buen hombre hasta seguirles dando<br />

brincos al Templo, ante la admiración <strong>de</strong> la gente.<br />

La fuerza salvadora, que en vida <strong>de</strong> Jesús brotaba <strong>de</strong><br />

él, curando a <strong>los</strong> enfermos y resucitando a <strong>los</strong><br />

muertos, es ahora energía pascual que sigue activa:<br />

el Resucitado está presente, aunque invisible, y actúa<br />

a través <strong>de</strong> su comunidad, en concreto a través <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

apóstoles, a <strong>los</strong> que había enviado a «proclamar el<br />

Reino <strong>de</strong> Dios y a curar» (Lc 9,2). No tendrán medios<br />

económicos, pero sí participan <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong>l Señor.<br />

2. a) Otro magnifico relato <strong>de</strong> Lucas, ahora en su<br />

evangelio, con la <strong>de</strong>scripción psicológicamente<br />

magistral <strong>de</strong>l «viaje <strong>de</strong> ida y vuelta» <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos<br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la comunidad a su casita propia y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la casita propia <strong>de</strong> nuevo a la comunidad,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Jerusalén a Emaús y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Emaús a Jerusalén,<br />

que es don<strong>de</strong> tenían que haberse quedado, porque no<br />

hay que abandonar a la comunidad sobre todo en<br />

momentos difíciles.<br />

El viaje <strong>de</strong> ida es triste, en silencio, con sentimientos<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>rrota y <strong>de</strong>silusión: «nosotros esperábamos...».<br />

No reconocen al caminante que se les junta. Siempre<br />

es difícil reconocer al Resucitado, como en el caso <strong>de</strong><br />

la Magdalena, sobre todo cuando <strong>los</strong> ojos están<br />

tristes y cerrados. Se ha <strong>de</strong>smoronado su fe, que<br />

estaba mal fundamentada. No creen en la<br />

resurrección, a pesar <strong>de</strong> que algunas mujeres van<br />

diciendo que han visto el sepulcro vacío.<br />

El viaje <strong>de</strong> vuelta es exactamente lo contrario: corren<br />

presurosos, llenos <strong>de</strong> alegría, <strong>los</strong> ojos abiertos ahora

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