VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
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<strong>VIERNES</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>SEGUNDA</strong> <strong>SEMANA</strong><br />
<strong>DE</strong> <strong>PASCUA</strong><br />
LECTURAS<br />
1ª: Hch 5, 34-42<br />
2ª: Jn 6, 1-15<br />
1.<br />
Fariseo de tendencia liberal, Gamaliel fue el profesor<br />
de Pablo de Tarso. Cuando fueron detenidos los<br />
apóstoles, sugirió al tribunal que dejara que las cosas<br />
siguieran su curso. Según él, si el movimiento cristiano<br />
venía de Dios, los hombres no podrían nada contra él;<br />
si, por el contrario, venía de los hombres,<br />
desaparecería por sí mismo. La historia reciente de<br />
Israel ¿no aportaba ejemplos de movimientos que sólo<br />
habían sido fuegos artificiales? Teudas, que pretendía<br />
hacer pasar el Jordán a pie enjuto a sus partidarios,<br />
había sido muerto; y en tiempos del propio Gamaliel,<br />
Judas el Galileo animaba el movimiento zelota,<br />
abiertamente opuesto a la ocupación romana.<br />
En el fondo, el eminente doctor no había sospechado el<br />
carácter explosivo de la predicación de los apóstoles, la<br />
cual no tenía ningún fin político ni invitaba a retirarse a<br />
la austeridad del desierto, sino que se dirigía al<br />
corazón del hombre y pretendía dar respuesta a las<br />
preguntas que éste se plantea. Estaba animada por el<br />
Espíritu, y veía en la cruz de Cristo todo el amor con<br />
que el corazón de Dios se desborda por el hombre. Se<br />
iba a comprobar que, verdaderamente, un poco de<br />
levadura es suficiente para que la masa crezca.
2.<br />
-Un fariseo, llamado Gamaliel se levantó en medio del<br />
Gran Consejo.<br />
Este fariseo prestigioso se atreve a comprometerse y<br />
da su opinión contraria a la de sus colegas. Gamaliel<br />
fue el maestro de san Pablo. (Hechos 22,3)<br />
-Mirad: hace algún tiempo se levantó Teudas... Luego<br />
Judas, el Galileo... que reunieron algunos adeptos...<br />
Gamaliel alude a las dos insurrecciones más recientes,<br />
ambas fracasaron. Su conocimiento de la historia le<br />
permite afirmar que el movimiento suscitado por los<br />
apóstoles tendrá la misma suerte si Dios no está con<br />
ellos.<br />
Esto nos pone ante la situación en la que se hallaba el<br />
cristianismo primitivo: se tomaba por una secta, por un<br />
partido nuevo...<br />
-Si su empresa viene de los hombres, se destruirá por<br />
sí misma.<br />
Si realmente procede de Dios, no llegaréis a destruirla.<br />
Este fariseo es un hombre recto y espiritual. Invita a<br />
los jueces a reconsiderarlo ¡ante «Dios»! ¿Cuál es el<br />
punto de vista de Dios respecto al asunto que tratamos<br />
de juzgar?<br />
¡Esta era ciertamente la cuestión importante!. En mi<br />
vida personal es también "la" cuestión importante:<br />
edificar con Dios... trabajar en la empresa de Dios...<br />
Cooperar a la acción de Dios en el mundo... Lo<br />
restante se destruirá por sí mismo.
Llegar a ver todo esto muy claro, me permitiría<br />
establecer una jerarquía en mis ocupaciones ¿Qué es lo<br />
útil, lo necesario? Señor, ¿en qué puedo cooperar con<br />
tu acción en el mundo, Hoy?<br />
-No sea que os encontréis luchando contra Dios.<br />
Efectivamente, si se reflexiona, esa actitud aparece<br />
peligrosa y pretenciosa hasta el ridículo ¿Cómo podría<br />
uno oponerse a ti, Señor?<br />
Y, sin embargo, lo hacemos con frecuencia. Cada uno<br />
de nuestros pecados es algo así.<br />
¡Que ninguno de mis pecados sea hecho «exprofeso»!<br />
¡Que ninguno sea calculado para oponerse a ti! Sé que<br />
me opongo a ti, Señor, con mis pecados, pero que sea<br />
por descuido u olvido. Concédeme la gracia de no<br />
entrar nunca "en lucha" contra ti, consciente y<br />
directamente.<br />
-Después de haberles azotado, les prohibieron hablar<br />
en nombre de Jesús, y les dejaron libres... Salieron del<br />
Gran Consejo muy contentos por haber sido<br />
considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de<br />
Jesús.<br />
Trato de imaginar esa "salida" ¡Unos hombres «muy<br />
contentos»!<br />
La espalda lastimada por los golpes recibidos. Han sido<br />
flagelados -como Jesús-. Pero no están abatidos.<br />
Cantan, charlan alegremente. ¡Están contentos! Salen<br />
fortalecidos.<br />
Nada les impedirá hablar y continuar. Tienen muchas<br />
cosas buenas y hermosas por decir. Son portadores de<br />
una buena nueva y se sienten felices de comunicarla.<br />
¿Es así como concibo yo el apostolado?
-¡Y cada día en el templo, no cesaban de enseñar y<br />
anunciar la «Buena Nueva» de Jesucristo!<br />
Sí, Jesucristo no está muerto.<br />
Está vivo. Ellos viven.<br />
Viven de El, viven con El. Todo un ser desbordado de<br />
vida y de vitalidad. Concédenos vivir contigo. Da a tu<br />
Iglesia esa vitalidad. A todos los cristianos, dales la<br />
fe... la fe en la vida, la fe en la Resurrección.<br />
3.<br />
Empezamos hoy la lectura del famoso capítulo 6 de san<br />
Juan: es una verdadera síntesis teológica sobre la<br />
eucaristía y sobre la fe. Según un procedimiento de<br />
composición, habitual en san Juan, tendremos el relato<br />
de dos milagros, luego un largo discurso de Jesús que<br />
expresa y prolonga la significación de estos dos<br />
"signos" prodigiosos. La lectura de este conjunto<br />
abarcará toda la próxima semana.<br />
1) Multiplicación de los panes.<br />
2) Marcha sobre las aguas.<br />
3) Discurso sobre el Pan de Vida.<br />
-Al otro lado del lago le seguía una gran muchedumbre<br />
porque había visto los signos que hacía... subió Jesús<br />
al monte y se sentó con sus discípulos. Estaba cercana<br />
la Pascua, la gran fiesta de los judíos.<br />
La alusión explícita a la proximidad de la Pascua... y,<br />
como enseguida veremos, la fórmula de bendición de<br />
los panes (eucaristasas en griego) que es exactamente<br />
la utilizada durante la Cena-comida pascual... prueban<br />
que san Juan pensaba ciertamente en la Eucaristía. No
olvidemos, además, que cuando Juan escribió este<br />
relato, la Iglesia tenía ya una práctica de al menos<br />
unos 40 o 50 años de celebraciones eucarísticas.<br />
-Levantando pues los ojos, y contemplando la gran<br />
muchedumbre que venía a El, dijo a Felipe: "¿Dónde<br />
compraremos pan para dar de comer a estos?" Dios es<br />
amor, dirá san Juan en su primera Epístola.<br />
Jesús es amor, nos revela a Dios.<br />
Jesús ve las necesidades de los hombres. Jesús se<br />
preocupa de la felicidad de los hombres. Jesús tiene<br />
presente la vida de los hombres.<br />
Su milagro de la multiplicación de los panes, como su<br />
sacramento de eucaristía... son gestos de amor.<br />
¡Me paro a escuchar tu voz, Jesús! Eres Tú quien nos<br />
interroga, quien nos provoca. Eres Tú, Señor, quien<br />
nos pide saber mirar el hambre de los hombres, y sus<br />
necesidades aun las más prosaicas... "para que tengan<br />
de qué comer" Tú dices... ¡simplemente de qué comer!<br />
Y nosotros que tan a menudo soñamos en un Dios<br />
lejano, en las nubes. Eres Tú que nos conduces a<br />
nuestra vida humana cotidiana. Amar... ¡ahí está! es<br />
un humilde servicio cotidiano.<br />
-Hay aquí un muchacho que tiene cinco panes de<br />
cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tanta<br />
gente?<br />
Ante los grandes problemas humanos -el Hambre, la<br />
Paz, la Justicia- repetimos constantemente la misma<br />
respuesta: "¿qué podemos hacer nosotros? esto nos<br />
rebasa."<br />
Retengo la inmensa desproporción: 5 panes... 2<br />
peces... 5.000 hombres.
-Jesús tomó los panes, y, habiendo "eucaristiado" -<br />
habiendo "dado gracias"- se los distribuyó.<br />
Dar Gracias. Agradecer a Dios.<br />
Tal es el sentimiento de Jesús en este instante. Piensa<br />
en otra multiplicación de "panes".<br />
Piensa en el inaudito misterio de la comida pascual que<br />
ofrecerá a los hombres de todos los tiempos. No<br />
descuida el "hambre corporal", pero piensa sobre todo<br />
en el "hambre de Dios" que es de tal modo más grave<br />
aún para los hombres.<br />
-"Verdaderamente éste es el gran profeta, que ha de<br />
venir al mundo." Pero Jesús conociendo que iban a<br />
venir para arrebatarle y hacerle rey se retiró otra vez<br />
al monte El solo.<br />
Jesús no quiere dejar creer que El trabaja para un<br />
reino terrestre. Su proyecto no es político, incluso si<br />
tiene incidencias humanas profundas. Jesús no entra<br />
directamente en el proyecto de "liberación" cívica en el<br />
que sus contemporáneos quisieran arrastrarle. Esto<br />
será por otra parte la gran decepción de estas gentes,<br />
que le abandonarán todos. Jesús piensa que su<br />
proyecto es otro: su gran discurso sobre el "pan de la<br />
vida eterna" nos revelará ese "proyecto".<br />
4.<br />
1. a) Sensato razonamiento el que propone Gamaliel a<br />
sus compañeros del Sanedrín, indignados por el<br />
discurso de Pedro.<br />
Gamaliel era doctor de la ley, y sabemos que fue<br />
maestro de Pablo. Era de la escuela de Hillel, conocida
por su talante más liberal y una interpretación más<br />
humana y amplia de la ley.<br />
Las autoridades de Israel no se tienen que precipitar<br />
en su juicio: no vayan a oponerse a la voluntad de<br />
Dios. Por muy incómoda que sea la actitud de estos<br />
discípulos de Jesús, los miembros del Sanedrín no se<br />
deberían dejar guiar de motivaciones viscerales, sino<br />
de una sensatez hecha de fe en Dios y de prudencia<br />
humana.<br />
Los apóstoles, por su parte, siguen sorprendentemente<br />
valientes, impertérritos en su propósito de seguir<br />
anunciando a Cristo Jesús, a pesar de todas las<br />
prohibiciones. Al pie de la cruz casi todos habían huido<br />
cobardemente. Ahora, después de recibir los azotes,<br />
aparecen «contentos de haber merecido aquel ultraje<br />
por el nombre de Jesús».<br />
b) Una primera lección nos la da Gamaliel a los<br />
cristianos de hoy. No tendríamos que asustarnos<br />
demasiado de los varios movimientos, más o menos<br />
«mesiánicos», que van apareciendo también en<br />
nuestros tiempos. Es difícil ejercitar lúcidamente un<br />
discernimiento de estos casos. Cuántas veces en la<br />
historia, personas que habían sida perseguidas y<br />
tachadas de heterodoxas en su tiempo, luego<br />
resultaron ser proféticas -por tanto incómodas- y<br />
claramente movidas por el Espíritu para bien de su<br />
Iglesia. Y viceversa: movimientos que parecían<br />
brillantes se demostraron vacíos de Espíritu y cayeron<br />
por su propio peso.<br />
El problema ha sido de siempre. En el libro de los<br />
Hechos, en días sucesivos, encontraremos momentos<br />
en que los responsables de la comunidad tuvieron que<br />
ejercitar -casi siempre comunitariamente, con el<br />
parecer de todos- el discernimiento sobre las<br />
situaciones que se iban creando, por ejemplo de los
cambios que se iban a dar en la nueva comunidad de<br />
Antioquía.<br />
No es que haya que ignorar los hechos o las<br />
direcciones nuevas que van surgiendo, que en efecto<br />
pueden ser o muy beneficiosas o perjudiciales para la<br />
vida de la comunidad. Pero el discernimiento hay que<br />
hacerlo sin angustias, sin prisas y comunitariamente. Y<br />
con la finalidad de ser fieles a la voluntad del Espíritu,<br />
no a nuestros gustos o intereses: discerniendo, por<br />
tanto, también nuestras propias motivaciones en el<br />
apoyo o en el rechazo de los varios casos.<br />
Es lo que Jesús recomendó a sus discípulos, con la<br />
parábola del trigo y la cizaña, para que no se<br />
precipitaran ni en sus juicios ni en sus decisiones.<br />
c) De nuevo el ejemplo de los apóstoles nos pone en<br />
evidencia.<br />
Ellos están dispuestos no sólo a seguir predicando, sino<br />
a asumir los sufrimientos que su misión comporte.<br />
Siguiendo el ejemplo de su Maestro, ya saben que van<br />
a ser perseguidos.<br />
Y hasta son capaces de entender ahora la<br />
bienaventuranza que en su tiempo tal vez les pareció<br />
extraña: «bienaventurados seréis cuando os injurien y<br />
os persigan y digan con mentira toda clase de mal<br />
contra vosotros por mi causa: alegraos y regocijaos,<br />
porque vuestra recompensa será grande en los cielos»<br />
(Mt 5, 11-12).<br />
2. a) A partir de hoy, y durante ocho días, escuchamos<br />
el capítulo 6 del evangelio de Juan, el discurso del Pan<br />
de Vida.<br />
Los evangelistas cuentan repetidas veces el milagro de<br />
la multiplicación de los panes. El relato de Juan es<br />
importante y programático para entender la persona
de Jesús, y en concreto el lugar que el binomio Fe y<br />
Eucaristía ocupan en la comunidad cristiana.<br />
La escena cuenta con detalles expresivos: la iniciativa<br />
del mismo Jesús conmovido por la fidelidad de la<br />
gente, a pesar del no excesivo entusiasmo de sus<br />
apóstoles por la idea; su protagonismo, más subrayado<br />
en Juan que en los relatos de los otros evangelistas; la<br />
cercanía del día de Pascua, matiz simbólico recordado<br />
por Juan; la simpática aportación de los cinco panes y<br />
los dos peces por parte de un joven; la reacción<br />
humana y «política» de la gente que quiere a Jesús<br />
como rey, entendiendo mal su mesianismo, Ia<br />
terminología «eucarística» del relato, aunque<br />
evidentemente no sea una Eucaristía: el milagro va a<br />
ser interpretado -como leeremos los próximos días-<br />
como un «signo» revelador de la persona de Jesús, y<br />
en último término referido claramente a la Eucaristía<br />
que celebra la comunidad cristiana.<br />
b) En un mundo también ahora desconcertado y<br />
hambriento, Cristo Jesús nos invita a la continuada<br />
multiplicación de su Pan, que es él mismo, su Cuerpo y<br />
su Sangre.<br />
También ahora la Eucaristía se puede entender como<br />
relacionada a los dones humanos y limitados, pero<br />
dones al fin, que podemos aportar nosotros. Los cinco<br />
panes y dos peces del joven pueden compararse a los<br />
deseos de justicia y de paz por parte de la humanidad,<br />
el amor ecologista a la naturaleza, la igualdad<br />
apetecida entre hombres y mujeres, y entre razas y<br />
razas, los progresos de la ciencia: Jesús multiplica esos<br />
panes y se nos da él mismo como el alimento vital y la<br />
respuesta a las mejores aspiraciones de la humanidad.<br />
Nosotros, los que podemos gozar de la Eucaristía<br />
diaria, apreciamos más todavía el don de Cristo que se<br />
nos da como Palabra iluminadora y como Pan de vida.
«Para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu<br />
Hijo muriera en la cruz» (oración)<br />
«Ningún día dejaban de enseñar anunciando el<br />
evangelio de Jesucristo» (1ª lectura)<br />
«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?»<br />
(salmo)<br />
«Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en<br />
el Señor» (salmo)<br />
«Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a<br />
los que has salvado» (comunión)<br />
5.<br />
Primera lectura : Hechos 5, 34-42 Si es cosa de Dios,<br />
no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar<br />
contra Dios<br />
Salmo responsorial : 26, 1-4.13-14 Una cosa pido al<br />
Señor: habitar en su casa<br />
Evangelio : Juan 6, 1-15 Aquí hay un muchacho que<br />
tiene cinco panes de cebada y un par de peces<br />
La muchedumbre sigue a Jesús por diversas causas: o<br />
por sus milagros, o por curiosidad, o por necesidad, o<br />
por compromiso personal... El escenario de esta<br />
muchedumbre tan diversa es ahora el lago de Galilea.<br />
Aquí el evangelista Juan nos va a narrar, a su modo, el<br />
milagro de la multiplicación de los panes y los peces.<br />
La muchedumbre, en todo caso, a pesar de su<br />
diversidad, tiene algo en común: el hambre. Jesús<br />
quiere responder a este problema, pero dejándonos<br />
una enseñanza. No se trata sólo de llenar el estómago.<br />
Se trata de hacer nacer la solidaridad, que es el
milagro del futuro. La narración comienza<br />
contradiciendo el planteamiento tradicional y natural<br />
de que para dar de comer a mucha gente, hace falta<br />
mucho dinero».<br />
Jesús quiere demostrar que el dinero no lo es todo.<br />
Toma lo poco que los discípulos tienen -unos cuantos<br />
panes y unos peces-, lo bendice y se lo devuelve para<br />
que lo repartan. A partir de aquí, desde la entrega de<br />
lo que se tiene, se realiza el milagro. Lo importante es<br />
dar lo que se tiene», compartir. Y hay una cosa que los<br />
pobres siempre tienen: esperanzas, ilusiones, sueños,<br />
fantasías, alegrías, tristezas, experiencia, lecciones<br />
duras que les ha dado la vida... Éste es el aporte de los<br />
pobres al milagro que esperan de mejorar su calidad<br />
de vida. ¡Cuántas transformaciones -cuántos milagros-<br />
empiezan con sólo las utopías, o los descontentos del<br />
pueblo!<br />
En nuestros proyectos populares, por muy bien<br />
pensados y financiados que estén, siempre habrá lugar<br />
para el milagro, porque un proyecto popular no<br />
consiste en entregar al pueblo una obra, sino en que el<br />
pueblo se la apropie y aprenda a compartirla en<br />
solidaridad. Esto nunca es fruto del dinero, sino de la<br />
transformación interior: la cuota, el aporte de Dios.<br />
Dios hará ese milagro, si el pueblo pone su parte.<br />
Esta dinámica del aporte permitirá organizar una<br />
sociedad alternativa, permitirá acercarnos un poco más<br />
a esa Sociedad Nueva que Dios en todo caso quiere<br />
que vayamos construyendo, donde el dinero no sea lo<br />
más importante, sino la complementariedad, el amor<br />
mutuo, la solidaridad de/con los pobres.<br />
6.
El libro de los Hechos nos presenta el proceso de<br />
constitución de la Iglesia primitiva bajo la acción del<br />
Espíritu Santo. Después del segundo enfrentamiento<br />
con las autoridades del templo, los apóstoles continúan<br />
su enseñanza. Poco a poco van abandonando los<br />
lugares habituales de predicación (Templo, sinagogas,<br />
puertas de las ciudades) e inician la misión "puerta a<br />
puerta". La visita evangelizadora a las casas comienza<br />
a perfilarse como una opción razonable para una<br />
minoría que confía más en la decisión personal que en<br />
las grandes masas.<br />
En el Evangelio, Jesús se refugia al otro lado del lago<br />
de Galilea luego de una discusión con los fariseos. Les<br />
critica haber cerrado el sentido de las Escrituras a su<br />
propia y exclusiva interpretación. El Pentateuco es un<br />
libro preparatorio para la llegada del Mesías, abierto a<br />
nuevas interpretaciones.<br />
Jesús, al igual que Moisés, cruza el "mar". Lo sigue un<br />
pueblo hambriento y sin verdaderos líderes. Sube a<br />
una montaña en compañía de sus discípulos y observa<br />
la gran multitud dispersa y hambrienta. Plantea el<br />
problema del sustento a los discípulos, quienes de<br />
inmediato buscan la solución fácil: no hay suficiente<br />
dinero. Jesús se hace cargo de la situación y comienza<br />
a repartir lo poco que llevaban. Este gesto anima a la<br />
multitud y todos reciben alimento, a pesar de la<br />
escasez y la pobreza. Compartir es el gran milagro<br />
multiplicador.<br />
La multitud lo aclama y ve en su capacidad de motivar<br />
a la masa la ocasión de elegirse un rey ajustado a sus<br />
necesidades. Jesús huye hacia el monte. Teme que lo<br />
fuercen a tomar un camino que abiertamente había<br />
rechazado. Tiene presente la negativa experiencia de<br />
Israel: la mayor parte de los reyes fue una verdadera<br />
calamidad para el pueblo. El poder, el dinero y el<br />
prestigio enajenaron a todos los descendientes de<br />
David y Salomón. La monarquía, desde la dinastía de
David a la de Herodes, era una institución contraria a<br />
los planes de Dios.<br />
7.<br />
Abrimos hoy el capítulo 6 del evangelio de Juan que<br />
contiene el discurso del pan de vida, precedido de este<br />
relato de la multiplicación de los panes y los peces.<br />
Es el único milagro del ministerio de Jesús narrado por<br />
los cuatro evangelistas, y con notables coincidencias.<br />
Más todavía, son seis las narraciones que tenemos de<br />
este suceso que Marcos y Mateo presentan por<br />
duplicado. Todo ello nos indica la importancia que la<br />
primera Iglesia atribuyó a tal milagro, por el alcance de<br />
signo que tiene. Basta con pararse en la iconografía<br />
cristiana primitiva y ver el puesto destacado del pan y<br />
los peces en catacumbas y basílicas.<br />
Dos son las precisiones que nos sitúan en un<br />
acontecimiento pascual y eucarístico. La aclaración<br />
inicial de que "estaba cerca la pascua" y la descripción<br />
de los gestos de Jesús: "tomó los panes, dijo la acción<br />
de gracias, y los repartió", el mismo esquema que<br />
subyace en nuestra eucaristía: presentación de dones,<br />
plegaria eucarística y rito de comunión.<br />
Repartir el pan eucarístico es y seguirá siendo obra<br />
confiada por Jesús a su Iglesia, así como la solidaridad<br />
con los que padecen hambre de "pan" en toda su<br />
amplitud: física y afectiva. El pan compartido con los<br />
hermanos será el signo por el que demostremos que<br />
hacemos vida de nuestra vida el pan comulgado en la<br />
eucaristía.<br />
Vuestro amigo.
8.<br />
Hoy celebramos la memoria de San Atanasio, pero<br />
quiero fijarme de manera especial en la lectura de los<br />
Hechos de los Apóstoles, un libro que cobra<br />
protagonismo durante el tiempo de Pascua. Lucas nos<br />
transmite las primeras vicisitudes de la iglesia<br />
naciente. En sus descripciones encontramos varios<br />
elementos que nos ayudan a entender nuestra<br />
pertenencia eclesial hoy:<br />
Los creyentes viven una fuerte experiencia de<br />
comunión, no exenta de tensiones e incluso de<br />
fraudes.<br />
El papel de los apóstoles y su transmisión de la Palabra<br />
adquiere un valor de primer orden.<br />
Las oraciones y la fracción del pan expresan la<br />
vitalidad litúrgica de la comunidad.<br />
A pesar de las persecuciones, los apóstoles no tienen<br />
miedo de anunciar al Cristo muerto y resucitado. Más<br />
aún, se alegran de poder sufrir a causa de su nombre.<br />
Creo que los tres primeros elementos encuentran<br />
bastante eco en nuestra manera de entender hoy la<br />
vida eclesial, pero quizá el cuarto ha perdido fuerza.<br />
¿Qué significa hoy salir contentos de haber sufrido<br />
ultrajes por el nombre de Jesús? Lo más común es<br />
silenciar nuestra condición de testigos del Resucitado.<br />
Puede que de esta forma mantengamos el tipo, pero<br />
pagamos un alto precio: no experimentar el gozo de<br />
creer en él.
9.<br />
COMENTARIO 1<br />
La segunda Pascua (fiesta del éxodo liberador) está<br />
cercana; Jesús en esta escena va a anticipar el éxodo<br />
mesiánico y explicar cómo la nueva comunidad<br />
humana podrá subsistir, librándose de los sistemas<br />
explotadores. El libro del Exodo sirve de trasfondo al<br />
relato de los panes y peces; a este libro aluden, sobre<br />
todo, el paso del mar (v. 1), el monte (v. 3), la<br />
mención de la Pascua (v. 4), la tentación (v. 6) y el<br />
pan / maná (vv. 9.11.13).<br />
vv. 1-2: Algún tiempo después se fue Jesús al otro<br />
lado del mar de Galilea (de Tiberíades). Solía seguirlo<br />
una gran multitud porque percibían las señales que<br />
realizaba con los enfermos.<br />
Jesús pasa el mar, pero sin llevarse detrás a las<br />
multitudes. No es un caudillo que arrastra; su<br />
comunidad se funda en una opción libre por la libertad.<br />
El Mar / lago de Galilea o de Tiberíades son los<br />
nombres judío y pagano, y representan una población<br />
mezclada. Jesús dará de comer por igual a todos.<br />
El punto de partida del éxodo es la antigua tierra<br />
prometida, ahora tierra de esclavitud. La gran multitud<br />
veía en Jesús un liberador; aunque no están enfermos,<br />
son también débiles.<br />
v. 3: Subió Jesús al monte y se quedó sentado allí con<br />
sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los<br />
Judíos.<br />
Es la primera subida de Jesús al monte, como Moisés<br />
(Éx 24,1s.9.12); el monte representa la esfera divina,<br />
el lugar donde reside la gloria de Dios, su amor leal,
manifestado en Jesús. La Pascua de Jesús se<br />
contrapone a la Pascua oficial (v. 4).<br />
vv. 5-6: Jesús levantó los ojos y, al ver que una gran<br />
multitud se le acercaba, se dirigió a Felipe: ¿Con qué<br />
podríamos comprar pan para que coman éstos? (Lo<br />
decía para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que<br />
iba a hacer).<br />
Jesús, situado al otro lado del mar, representa una<br />
alternativa frente al sistema judío. La multitud, que se<br />
acerca, da pie al diálogo con Felipe y a la intervención<br />
de Andrés (vv. 5-8). Jesús lleva la iniciativa previendo<br />
la necesidad del pueblo, no espera a que le rueguen.<br />
Pone a prueba a Felipe, el discípulo que no ha salido de<br />
las categorías de la tradición judía, como Dios ponía a<br />
prueba a Israel en el desierto (Éx 15,25; 16,4; Dt<br />
33,8); quiere ver Jesús si participa en su éxodo, si ha<br />
comprendido su mensaje.<br />
vv. 7: Felipe le contestó: Doscientos denarios de plata<br />
no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.<br />
Felipe muestra su desaliento: en la economía del<br />
dinero, única que comprende, no hay solución para el<br />
hambre; para él, el éxodo fracasa.<br />
vv. 8-9: Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de<br />
Simón Pedro, le dice: Hay aquí un muchacho que tiene<br />
cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso<br />
para tantos?<br />
Otra voz, la de Andrés, el discípulo de la plena<br />
experiencia cristiana (1,39b), que está dispuesto a<br />
compartir (solidaridad, amor). El muchacho es figura<br />
del grupo de discípulos en cuanto servidor de la<br />
multitud. Felipe duda de que pueda bastar con cinco<br />
panes de cebada y dos peces. Los panes de cebada
aluden al ciclo del profeta Eliseo, cuando dio de comer<br />
con veinte panes de cebada a cien personas (2 Re<br />
4,42-44).<br />
vv. 10-11: Jesús les dijo: Haced que esos hombres se<br />
recuesten. Había mucha hierba en el lugar. Se<br />
recostaron aquellos hombres, adultos, que eran unos<br />
cinco mil. Jesús tomó los panes, pronunció una acción<br />
de gracias y se puso a repartirlos a los que estaban<br />
recostados, y pescado igual, todo lo que querían.<br />
Jesús no hace caso del pesimismo de los discípulos.<br />
Comer recostado era propio de hombres libres; la<br />
libertad es el primer efecto de la acción de Jesús. La<br />
nueva Pascua no se come de pie y deprisa como la<br />
antigua (Éx 12,11); es la de los hombres libres, no la<br />
de los esclavos, y no hay largo camino que recorrer<br />
para llegar a la nueva tierra prometida.<br />
La alusión a la mucha hierba, abundante pasto para las<br />
ovejas, representa la promesa de la fecundidad propia<br />
del tiempo mesiánico.<br />
Los que eran multitud (v. 5) son ahora individuos,<br />
personas (hombres adultos), independientes y libres;<br />
éste es el efecto del servicio/amor en el seguidor de<br />
Jesús.<br />
El número cincuenta, del cual es múltiplo cinco mil (Mt<br />
14,21; Mc 6,44; Lc 9,14; Hch 4,4), se ponía en<br />
relación con las comunidades proféticas del libro de los<br />
Reyes (1 Re 18,4.13; 2 Re 2,7) formadas por grupos<br />
de ciencunta profetas; la comunidad mesiánica ha de<br />
ser una comunidad del Espíritu y, por tanto, profética.<br />
v. 11: Jesús tomó los panes, pronunció una acción de<br />
gracias y se puso a repartirlos a los que estaban recostados,<br />
y pescado igual, todo lo que querían.
La acción de gracias de Jesús introduce un nuevo<br />
personaje: Dios Creador / Padre.<br />
Pronunciar una acción de gracias es reconocer que algo<br />
que se posee es don del amor de Dios y alabarlo por<br />
ello. Al reconocer que el origen de los panes está en<br />
Dios, éstos quedan desvinculados de su poseedor<br />
humano, para ser de todos, como la creación misma.<br />
vv. 12-15: Cuando quedaron satisfechos dijo a sus<br />
discípulos: Recoged los trozos que han sobrado, que<br />
nada se eche a perder. Los recogieron y llenaron doce<br />
cestos con trozos de los cinco panes de cebada, que<br />
habían sobrado a los que habían comido. Aquellos<br />
hombres, al ver la señal que había realizado, decían:<br />
Ciertamente éste es el Profeta, el que tenía que venir<br />
al mundo. Jesús entonces, dándose cuenta de que iban<br />
a llevárselo por la fuerza para hacerlo rey, se retiró de<br />
nuevo al monte, él solo.<br />
Todos quedaron satisfechos (v.12): se ha superado la<br />
imposibilidad. Se llenaron doce cestos: abundancia<br />
para todo Israel.<br />
La señal que da Jesús o el prodigio que cumple<br />
consiste en liberar la creación del acaparamiento<br />
egoísta que la esteriliza, para que se convierta en don<br />
de Dios para todos. Compartir es prolongar el amor de<br />
Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. Frente<br />
a la confianza en el dinero, la confianza en el amor.<br />
La gente reacciona identificando a Jesús con "el<br />
Profeta", mayor que Eliseo (cf. 2 Re 4,42-44). Pero, en<br />
vez de aceptar a Jesús como servidor del hombre,<br />
pretenden hacerlo rey, darle una posición de<br />
superioridad y de fuerza.<br />
Jesús, como Moisés después de la idolatría (Ex 34,3-
4), sube solo al monte. La gente han traicionado el<br />
designio de amor que él ha realizado con su servicio.<br />
COMENTARIO 2<br />
La muchedumbre sigue a Jesús por diversas causas: o<br />
por sus milagros, o por curiosidad, o por necesidad, o<br />
por compromiso personal... El escenario de esta<br />
muchedumbre tan diversa es ahora el lago de Galilea.<br />
Aquí el evangelista Juan nos va a narrar, a su modo, el<br />
milagro de la multiplicación de los panes y los peces.<br />
La muchedumbre, en todo caso, a pesar de su<br />
diversidad, tiene algo en común: el hambre. Jesús<br />
quiere responder a este problema, pero dejándonos<br />
una enseñanza. No se trata sólo de llenar el estómago.<br />
Se trata de hacer nacer la solidaridad, que es el<br />
milagro del futuro. La narración comienza<br />
contradiciendo el planteamiento tradicional y natural<br />
de que «para dar de comer a mucha gente, hace falta<br />
mucho dinero».<br />
Jesús quiere demostrar que el dinero no lo es todo.<br />
Toma lo poco que los discípulos tienen -unos cuantos<br />
panes y unos peces-, lo bendice y se lo devuelve para<br />
que lo repartan. A partir de aquí, desde la entrega de<br />
lo que se tiene, se realiza el milagro. Lo importante es<br />
«dar lo que se tiene», compartir. Y hay una cosa que<br />
los pobres siempre tienen: esperanzas, ilusiones,<br />
sueños, fantasías, alegrías, tristezas, experiencia,<br />
lecciones duras que les ha dado la vida... Éste es el<br />
aporte de los pobres al milagro que esperan de<br />
mejorar su calidad de vida. ¡Cuántas transformaciones<br />
-cuántos milagros- empiezan con sólo las utopías, o los<br />
descontentos del pueblo!<br />
En nuestros proyectos populares, por muy bien<br />
pensados y financiados que estén, siempre habrá lugar
para el milagro, porque un proyecto popular no<br />
consiste en entregar al pueblo una obra, sino en que el<br />
pueblo se la apropie y aprenda a compartirla en<br />
solidaridad. Esto nunca es fruto del dinero, sino de la<br />
transformación interior: la cuota, el aporte de Dios.<br />
Dios hará ese milagro, si el pueblo pone su parte.<br />
Esta dinámica del aporte permitirá organizar una<br />
sociedad alternativa, permitirá acercarnos un poco más<br />
a esa Sociedad Nueva que Dios en todo caso quiere<br />
que vayamos construyendo, donde el dinero no sea lo<br />
más importante, sino la complementariedad, el amor<br />
mutuo, la solidaridad de/con los pobres.<br />
10.<br />
Sin buscarlo, los apóstoles encuentran un defensor<br />
ante el supremo consejo judío. Se trata de Gamaliel,<br />
un respetado maestro de la ley perteneciente al grupo<br />
de los fariseos y miembro del sanedrín. Más tarde se<br />
nos informará, en el mismo libro de los Hechos, que<br />
Pablo fue su discípulo. Otros grandes maestros de la<br />
tradición rabínica judía llevan ese nombre. Gamaliel<br />
expone ante sus colegas un argumento muy<br />
convincente: en Israel, en esos tiempos agitados del<br />
siglo I DC había habido muchos movimientos<br />
revolucionarios, de carácter mesiánico, es decir, que<br />
sus líderes se presentaban como el enviado definitivo,<br />
escatológico, de Dios para salvar a su pueblo. Gamaliel<br />
menciona la insurrección de un tal Teudas y la de<br />
Judas, el galileo, ambas tuvieron lugar por la época del<br />
nacimiento de Cristo, relacionadas con los<br />
levantamientos populares que siguieron a la muerte de<br />
Herodes el Grande en el año 4 AC. Junto con otras<br />
muchas revueltas de los judíos contra sus opresores<br />
romanos, éstas, de Teudas y de Judas, son<br />
mencionadas por el historiador judío, Flavio Josefo, que<br />
vivió en el siglo I DC, contemporáneo por tanto del
nacimiento del cristianismo y de muchos de los<br />
acontecimientos que narra. Gamaliel recuerda a los<br />
senadores judíos que esas insurrecciones acabaron en<br />
nada: sus jefes fueron muertos violentamente y sus<br />
seguidores dispersados. Les aconseja entonces que no<br />
den mucha importancia al naciente movimiento de los<br />
apóstoles: si es de los hombres se disolverá por sí<br />
mismo. Si es de Dios nada podrán contra ellos.<br />
Seguramente Gamaliel no era cristiano en secreto, tal<br />
vez tampoco simpatizaría con el cristianismo. Era más<br />
bien un hombre tolerante, respetuoso de las ideas de<br />
los demás, enemigo de la violencia y de la injusticia.<br />
Hombres como él están muy cerca del Reino de Dios,<br />
son los que llamamos “hombres de buena voluntad”<br />
que, sin saberlo, encarnan muchos de los valores y de<br />
las virtudes evangélicas.<br />
El consejo de Gamaliel fue acogido por sus<br />
compañeros. Pero no se libraron los apóstoles de ser<br />
azotados por desobedientes, seguramente con los 49<br />
azotes que se acostumbraban, uno menos que los 50<br />
prescritos por la ley. Y les fue nuevamente prohibido<br />
que predicaran en el nombre de Jesús. Prohibición que<br />
ellos, evidentemente, no acataron. La lectura termina<br />
diciéndonos cómo los apóstoles se alegraron por ser<br />
hallados dignos de sufrir por el evangelio, y cómo<br />
reanudaron su predicación evangelizadora incluso en el<br />
mismo templo, con gran éxito entre la gente.<br />
El largo capítulo 6º de san Juan, con sus 71 versículos,<br />
está dedicado todo él al “Pan de Vida”, a la eucaristía,<br />
teniendo en cuenta que hace las veces de gran relato<br />
de la institución de dicho sacramento, pues san Juan, a<br />
diferencia de los sinópticos, no la relata en el contexto<br />
de la última cena, en donde la reemplaza por el gesto<br />
del lavatorio de los pies.<br />
Se trata de uno de los siete grandes “signos” que
ealiza Jesús según el 4º evangelista, signos que deben<br />
suscitar la fe de los testigos presenciales y que, en<br />
todo caso, ilustran nuestra fe de cristianos, veinte<br />
siglos después. Jesús va con sus discípulos, en la<br />
barca, al otro lado del lago de Genesaret, el mar de<br />
Galilea. En una región deshabitada llegan a reunirse<br />
cientos de personas que siguen a Jesús “porque había<br />
visto los signos que hacía con los enfermos”.<br />
Seguramente esperan ver más signos, tal vez llevan<br />
enfermos para pedirle que los cure. Jugando con el<br />
simbolismo de los números, que en este pasaje juega<br />
un papel importante, el evangelista nos dirá que eran<br />
unos cinco mil hombres; como es usual en la Biblia, no<br />
se cuentan ni las mujeres ni los niños. Cinco mil, es<br />
decir, una gran multitud, una porción representativa de<br />
todo el pueblo de Dios.<br />
Todos los elementos del relato son significativos: Jesús<br />
está en la montaña, como un nuevo Moisés, desde<br />
donde puede ver a la multitud que se va agolpando a<br />
su alrededor. Lo rodean los discípulos, las primicias de<br />
la Iglesia. Está cerca la Pascua judía, la gran<br />
celebración de la liberación de Egipto, del paso del Mar<br />
Rojo, de los portentos de la travesía por el desierto: el<br />
maná, el agua de la roca y tantos otros. Ya no es la<br />
multitud la que pide comida, es Jesús el que la quiere<br />
alimentar, y prueba a sus discípulos preguntándoles de<br />
dónde sacar plata para comprar el alimento necesario<br />
para tanta gente. Alguien señala una desproporción:<br />
cinco panes de cebada, el pan de los pobres, y dos<br />
peces, son puestos por un muchacho a disposición de<br />
todos. Cinco panes para cinco mil hombres! Los<br />
discípulos hacen de intermediarios entre Jesús y la<br />
multitud. Hacen que se sienten en pleno campo y,<br />
mientras tanto, Jesús mismo prepara la cena, dice la<br />
bendición y comienza a repartir los panes, luego los<br />
peces. Todos comen hasta saciarse.<br />
Ya en el desierto Dios había alimentado al pueblo con
el maná (Ex 16). Y el profeta Eliseo había alimentado a<br />
cien hombres con veinte panes de cebada que alguien<br />
le había llevado de regalo, y también en aquella<br />
ocasión había sobrado pan (2Re 4,42-44). Ahora Jesús,<br />
el profeta por excelencia, el mediador de la nueva<br />
alianza alimenta al pueblo hambriento en el desierto.<br />
No es necesario especular acerca de cómo pudo<br />
hacerlo, ni imaginar gestos de magia o de<br />
prestidigitación. La Palabra de Dios, por la cual fueron<br />
hechos los mundos, puede hacer que una multitud<br />
egoísta se convierta en familia que comparte lo que<br />
tiene. Al final los discípulos, por orden de Jesús,<br />
recogen las sobras: doce canastos, otro número que<br />
simboliza al pueblo de Dios, a la iglesia de Jesucristo.<br />
Actualmente, en el naciente siglo XXI de las<br />
telecomunicaciones, la globalización y el mercado<br />
mundial, todavía hay millones y millones de seres<br />
humanos hambrientos. Millones de niños siguen<br />
muriendo de la enfermedad más elemental que<br />
podamos sufrir: el hambre, la desnutrición. El milagro<br />
de Jesús es una protesta por nuestra falta de<br />
solidaridad. Con lo que desperdiciamos en vanidades,<br />
en comidas superfluas que después nos hacen daño:<br />
golosinas, helados, exquisiteces, con eso nada más<br />
podríamos alimentar a nuestros hermanos necesitados.<br />
Con lo que los países desarrollados gastan en producir<br />
armas, la humanidad podría solucionar el problema del<br />
hambre en el mundo. Pero nosotros no somos como<br />
Jesús, no somos capaces de compadecernos, ni de<br />
invitar fraternalmente a la solidaridad.<br />
La gente agradecida reconoce que Jesús es “el profeta<br />
que tenía que venir al mundo” (Dt 18,15), el nuevo<br />
Moisés, y quieren hacerlo rey, porque El sí se<br />
compadece de sus sufrimientos y los alivia, no como<br />
los reyes de este mundo que solo han explotado al<br />
pobre pueblo. Pero Jesús sabe que su reino no es de<br />
este mundo, ha despreciado el poder universal que le
ofrecía el tentador, sabe que su misión es hacer la<br />
voluntad del Padre, por eso se retira, solo, a la<br />
montaña.<br />
11.<br />
No sabemos hablar de Dios<br />
Hoy nos van a sirven de introducción unas palabras<br />
sapienciales de Gamaliel, doctor de la ley en Israel,<br />
amonestando al Consejo que juzgaba a los apóstoles:<br />
‘Israelitas, pensad bien lo que hacéis... No os metáis<br />
con esos hombres... Si lo suyo es cosa de Dios, no<br />
lograréis dispersarlos, y os expondrías a luchar contra<br />
Dios’.<br />
¿Luchar contra Dios? Gamaliel era creyente. Para él<br />
Dios era y es el máximo Viviente, la fuente suprema de<br />
la vida, la sabiduría subsistente, el amor de<br />
dimensiones infinitas, la providencia sobre el cosmos,<br />
la clave de bóveda de toda la existencia.<br />
Ciertamente, él no había visto a Dios, ni podía<br />
demostrar cómo era, ni siquiera su existencia. Pero<br />
Gamaliel, si no tenía a Dios como Ser fecundo y Verdad<br />
eterna, escondido a nuestros ojos en el misterio, pero<br />
Creador providente, no podía ni sabía concebir que los<br />
demás seres ‘existamos’ en la armonía y perfección de<br />
nuestra pequeñez. Por eso, él nunca se hubiera<br />
atrevido a decir:<br />
Comamos y bebamos que mañana moriremos y<br />
volveremos al polvo; Dios no existe; sobre nosotros no<br />
hay Providencia ni hay nadie que nos pida cuentas;<br />
somos hijos del azar, de la fortuna, del aire y del<br />
viento...
Éstas serían para él palabras de necio, de insensato; y<br />
pronunciarlas supondría desafiar al Desconocido, al<br />
Ser-misterio. No. Aunque sea entre nubes, Él se nos<br />
hace finalmente luz, armonía, vida, inteligencia,<br />
poesía, ciencia, arte.<br />
Y lo serían también frases de escalofrío, como éstas:<br />
Dios ha muerto. Lo hemos matado nosotros por<br />
injusto, razonando sobre los desastres que Él no<br />
corrige en el mundo, nuestra sabiduría ya no necesita<br />
de Dios, porque hemos logrado que las cosas se<br />
explican por sí mismas.<br />
Necios, diría, ¿es que os contentáis con ser animales<br />
asociados, hijos del azar, pensantes por casualidad,<br />
efectos de una cadena de genes que se proclaman a sí<br />
mismos geniales, luminosos, creadores, eternos? A<br />
muy poco aspiráis, si con eso os basta.<br />
Yo os digo más bien que os veáis pobres, débiles,<br />
efímeros, que no presumáis de construir la historia del<br />
cosmos y la historia de Israel, pues más allá de<br />
vosotros hay un poder misterioso y divino, creador y<br />
recreador, contra el que no cabe rebelarse y luchar,<br />
porque eso sería vuestra destrucción. Prolongando el<br />
pensamiento de Gamaliel, añadimos nosotros: en la<br />
plenitud de los tiempos, Jesús de Nazaret con su<br />
discipulado no aparecieron en el mundo por azar, por<br />
capricho, por determinismos naturales, sino por<br />
voluntad de Dios. Y en esa fe y confianza decimos y<br />
oramos:<br />
ORACIÓN:<br />
Señor, Dios nuestro, tú que te ocultas en el misterio<br />
pero nos alumbras dándonos inteligencia, tú que no<br />
eres palpable ni manipulable pero te muestras en el<br />
rostro de los niños y en la dureza de las rocas, tú que<br />
no te interfieres el proceso de nuestras vidas libres y<br />
responsables pero nos mantienes en ellas, concédenos
descubrir tus designios y cumplirlos con rendido<br />
corazón. Amén.<br />
Palabra, Providencia y Pan<br />
Hechos de los apóstoles 5, 34-42:<br />
“En el proceso contra los discípulos de Jesús, un fariseo<br />
llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo<br />
el pueblo, pidió la palabra en el Consejo. Mandó que<br />
sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo:<br />
“Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos<br />
hombres. No hace mucho salió un tal Teudas,<br />
dándoselas de hombre importante y se le juntaron 400<br />
hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos, y todo<br />
acabó en nada...<br />
En el caso presente mi consejo es este: no os metáis<br />
con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su nación<br />
son cosa de hombres, se dispersarán; si es cosa de<br />
Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a<br />
luchar contra Dios. Le dieron la razón y soltaron a los<br />
apóstoles.”<br />
Quien no cree en Dios actúa según su propia razón, y<br />
con esa luz se contenta. No hay otra. Quien cree en<br />
Dios, y necesita de Dios para disponer de suficiente<br />
luz. Gamaliel y los apóstoles trabajaban a la luz de su<br />
saber, experiencia y fe.<br />
Evangelio según san Juan 6,1-15:<br />
“Un día Jesús se marchó a la otra parte del lado de<br />
Tiberíades. Le seguía mucha gente... Subió a la<br />
montaña y se sentó allí con sus discípulos... Al ver que<br />
acudía mucha gente, dijo a Felipe : ¿con qué<br />
compraremos panes para que coman todos estos?...<br />
Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no<br />
bastarían para dar a cada uno un pedazo de pan...<br />
Entonces Andrés dijo: aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y un par de peces. Pero ¿qué es<br />
eso para tantos? Jesús dijo: decid a la gente que se<br />
siente... Tomó los panes, dijo la acción de gracias y los<br />
repartió... Y todos se saciaron... Al recoger los pedazos<br />
que han sobrado... llenaron doce canastas...”<br />
Para el hombre sin fe, sin confianza en Jesús, sin<br />
entrañas de misericordia, esta escena es irreal. ¿Qué<br />
poderoso da su pan y se queda sin nada o multiplica<br />
los bienes para ser solidario con los hambrientos? Eso<br />
lo hace la fe, el amor, la solidaridad.<br />
Momento de reflexión<br />
Alabemos la sabiduría de los prudentes<br />
Alabemos la sabiduría y prudencia de Gamaliel:<br />
experiencia de sabio y creyente. Alabemos la sabiduría<br />
de los sabios y maestros que obran con discernimiento,<br />
sea éste meramente humano o también divino, fruto<br />
de la fe, esperanza y amor.<br />
Y a imitación de ellos, hagamos nuestra su conducta:<br />
pensemos bien lo que hacemos, no nos dejemos guiar<br />
por mal espíritu; tratemos de acertar con la verdad, la<br />
justicia, la solidaridad, el amor, la misericordia.<br />
Dios está por encima de todo lo nuestro, y nuestro<br />
mayor acierto será ponernos en sus manos<br />
activamente, haciendo el bien y respetando los<br />
designios de lo alto. No obremos por pasión, por<br />
interés, sin piedad. Busquemos el bien y la verdad.<br />
Dios es Dios.<br />
La misericordia del Señor llena la tierra.<br />
Misericordia, compasión, cercanía a las gentes, son<br />
palabras fundamentales en la vida de Jesús. Eso es lo
que se pone de manifiesto en el texto tomado del<br />
evangelio de Juan.<br />
Se trata de un discurso y acción de Jesús que prepara<br />
o anuncia lo que será después el pan de la Eucaristía :<br />
pan que a todos llega, a todos alimenta, a todos nutre<br />
sin agotarse nunca, dejando siempre doce cestas<br />
simbólicas que hablan de la grandeza y abundancia de<br />
su amor y vida compartida.<br />
Haya en nosotros entrañas de amor, compasión,<br />
caridad, como las hubo en todas las acciones de Jesús,<br />
sobre todo repartiendo el pan, su Pan de Vida.<br />
Eduquémonos como miembros de un hogar, escuela,<br />
sociedad, iglesia, que ofrecen por doquier experiencias<br />
de compasión, solidaridad, amor a los necesitados<br />
12<br />
1. Después de esto. Véase 5, 1 y nota sobre el orden<br />
invertido de los capítulos: "Después de esto llegó una<br />
fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén". Según<br />
admiten muchos (Lagrange, Joüon, Olivier, Pirot, etc.),<br />
el cap. 5 debe ponerse después del cap. 6. Una fiesta:<br />
(varios mss., quizás de antes de la inversión de los<br />
capítulos, dice la fiesta): la Pascual, de la cual en 6, 4<br />
se dice que está próxima. Sería la segunda Pascua de<br />
Jesús en Jerusalén. Para la primera, cf. 2, 13 y 23;<br />
para la tercera y última, cf. 12, 1.<br />
11. Jesús da gracias al Padre anticipadamente (cf. 11,<br />
41 s.), a fin de referirle a Él la gloria del milagro. "Por<br />
El y con El y en El te es dado a Ti, oh Padre<br />
omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo<br />
honor y gloria" (Canon de la Misa).<br />
12. La importancia de esta operación, destinada a<br />
grabar en la memoria de los discípulos la magnitud del
prodigio, se puede apreciar en Marc. 8, 17 - 21 y en<br />
Mat. 16, 8 - 10.<br />
13. En Mat. 14, 13 - 21; Marc. 6, 31 - 44; Luc. 9, 10 -<br />
17, se dan mayores detalles.<br />
14. Véase 11, 27. El profeta, esto es, el Mesías Rey.<br />
Así lo entiende Jesús en el vers. 15. Cf. Mat. 21, 11: "Y<br />
las muchedumbres decían: "Este es Jesús, el profeta,<br />
de Nazaret de Galilea".<br />
15. Sólo una vez Jesús se dejó aclamar por Rey: fue el<br />
Domingo de Ramos (cf. 12, 12 s. y nota). Bien sabía<br />
nuestro Salvador que había de prevalecer en el pueblo<br />
el sentir hostil hacia El de los jefes de la nación y que<br />
la afirmación de su realeza sobre Israel, anunciada por<br />
el ángel a María como una realidad futura, sería el<br />
capítulo principal de su acusación por los judíos cuando<br />
éstos le hiciesen comparecer ante el gobernador<br />
romano (Luc. 1, 32; 23, 2).<br />
13.<br />
Entrada: «Con tu sangre, Señor, has comprado para<br />
Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación;<br />
has hecho de ellos una dinastía sacerdotal que sirva a<br />
Dios. Aleluya» (Apoc 5,9-10).<br />
Colecta (del misal anterior, y antes del Gregoriano):<br />
«Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo,<br />
quisiste que tu Hijo muriera en la Cruz; concédenos<br />
alcanzar la gracia de la resurrección».<br />
Ofertorio: «Acoge, Señor, con bondad las ofrendas de<br />
tu pueblo, para que, bajo tu protección, no pierda<br />
ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen<br />
para siempre».
Comunión: «Cristo nuestro Señor fue entregado por<br />
nuestros pecados y resucitado para nuestra<br />
justificación. Aleluya» (Rom 4,25).<br />
Postcomunión: «Dios todopoderoso, no ceses de<br />
proteger con amor a los que has salvado, para que así,<br />
quienes hemos sido redimidos por la Pasión de tu Hijo,<br />
podamos alegrarnos en su resurrección».<br />
–Hechos 5,34-42: Salieron contentos de haber<br />
merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Una<br />
notable intervención de Gamaliel –el maestro de<br />
Saulo– inclina a los sanedritas a dar libertad a los<br />
Apóstoles. Pero, no obstante esto, fueron azotados y<br />
amenazados. Sin embargo, ellos salieron gozosos por<br />
haber sufrido a causa del nombre de Jesús. La<br />
situación es dispar: para los judíos sanedritas el<br />
nombre de Jesús se convierte en causa de rabia,<br />
fracaso, envidia y venganza; pero para los fieles<br />
seguidores de Cristo es fuerza, valentía, liberación y<br />
gozo en el sufrir por Él. El sentido de la alegría de los<br />
Apóstoles por padecer por Cristo nos lo da Juan Pablo<br />
II:<br />
«La alegría cristiana es una realidad que no se puede<br />
describir fácilmente, porque es espiritual y también<br />
forma parte del misterio. Quien verdaderamente cree<br />
que Jesús es el Verbo Encarnado, el Redentor del<br />
hombre, no puede menos de experimentar en lo íntimo<br />
un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz,<br />
abandono, resignación, gozo... ¡No apaguéis esa<br />
alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y<br />
resucitado! ¡Testimoniad vuestra alegría! ¡Habituaros a<br />
gozar de esta alegría!» (Alocución de 24-III-1979)<br />
–El cristiano es hombre que vive su presente<br />
proyectado hacia el futuro; salvación consumada que<br />
es vida eterna. Gozo de esperar la patria celeste.<br />
Espera vivida con la ayuda del Señor. Así lo<br />
proclamamos con el Salmo 26: «El Señor es mi luz y
mi salvación, ¿a quién temeré? Una cosa pido al Señor,<br />
eso buscaré: habitar en la Casa del Señor por los días<br />
de mi vida; gozar de la dulzura del Señor<br />
contemplando su Templo. Espero gozar de la dicha del<br />
Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé<br />
valiente, ten ánimo, espera en el Señor».<br />
–Juan 6,1-15: Jesús repartió los panes; todo lo que<br />
quisieron. La multiplicación de los panes y de los peces<br />
renueva el prodigio del maná en el desierto; Jesús se<br />
muestra en el presente caso como un nuevo Moisés, a<br />
quien aventaja en todo. Pero el milagro conecta<br />
también con la Última Cena y con las comidas con el<br />
Resucitado. La consignación de este episodio por seis<br />
veces en los cuatro Evangelios, evidencia el<br />
entusiasmo que debió despertar en la catequesis<br />
primitiva, sin duda por el valor simbólico que esta<br />
multiplicación tuvo desde muy pronto. Comenta San<br />
Agustín:<br />
«Ciertamente es mayor milagro el gobierno de todo<br />
el mundo que la alimentación de cinco mil hombres con<br />
cinco panes. Y con todo de aquello nadie se admira. De<br />
esto nos admiramos, no porque sea mayor, sino<br />
porque es rara. Y a la verdad, ¿quién ahora alimenta a<br />
todo el mundo sino Aquél que con pocos granos<br />
produce los alimentos? Jesucristo obró, pues, como<br />
Dios. Con el mismo poder con que multiplica pocos<br />
granos produciendo las mieses, hizo que en sus manos<br />
se multiplicasen los cinco panes. El poder estaba en las<br />
manos de Cristo. Aquellos cinco panes eran como<br />
semillas, no puestas en la tierra, sino multiplicadas por<br />
Aquél que hizo la tierra. Presentó, pues, este milagro a<br />
nuestros sentidos para ejercitar nuestra mente. Quiso<br />
que admirásemos al Dios invisible a través de sus<br />
obras visibles, a fin de que, robustecidos en la fe y<br />
purificados por ella, deseáramos ver a aquel Dios cuya<br />
invisible realidad nos manifiestan las cosas visibles...<br />
Preguntemos a los mismos milagros qué nos predican<br />
de Cristo, pues también ellos tienen un lenguaje para
quien sabe comprenderlos. En efecto, siendo Cristo el<br />
Verbo de Dios, todo lo que hace el Verbo es también<br />
una Palabra para nosotros».<br />
14.<br />
Lo que es de Dios supera a los hombres<br />
Con tu sangre compró el Señor para Dios a todos los<br />
hombres.<br />
No apaguemos la voz de Dios en hombres y mujeres<br />
de bien.<br />
Multipliquemos los frutos del amor y de la fraternidad.<br />
El proceso de amedrentamiento de los apóstoles y<br />
discípulos de Jesús, por parte de las autoridades<br />
judías, fue un hecho innegable. Esas autoridades<br />
creían luchar con una secta que destruía la tradición de<br />
Israel.<br />
Pero las gestas de heroísmo, por parte de los<br />
cristianos, hacían mella incluso en los maestros del<br />
pueblo y en autoridades y sacerdotes.<br />
Es digno de recordar, por ejemplo, a Gamaliel,<br />
prestigioso fariseo y doctor de la ley. Él, admirado de<br />
lo que veía, hizo reflexionar prudentemente a sus<br />
prosélitos, diciendo: no os atreváis a luchar contra<br />
Dios, pues, queráis o no, sus obras se cumplirán o<br />
realizarán.<br />
Esta palabra de Gamaliel encierra dos mensajes:<br />
anima a todos a secundar la voluntad de Dios, y, al<br />
mismo tiempo, alerta a todos sobre la dificultad que<br />
tenemos en acertar qué obras son de Dios y cuáles no.
Apropiémonos su lección. Intentemos cada uno, y<br />
todos juntos, ser fieles a la divina voluntad en nuestra<br />
vida, y acoger la luz del Espíritu y de la Conciencia.<br />
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia<br />
Hechos de los apóstoles 5, 34-42:<br />
“En el proceso contra los discípulos de Jesús, un fariseo<br />
llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo<br />
el pueblo, pidió la palabra en el Consejo. Mandó que<br />
sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo:<br />
“Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos<br />
hombres. No hace mucho salió un tal Teudas,<br />
dándoselas de hombre importante y se le juntaron 400<br />
hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos, y todo<br />
acabó en nada...<br />
En el caso presente mi consejo es éste: no os metáis<br />
con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su nación<br />
son cosa de hombres, se dispersarán; pero si es cosa<br />
de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a<br />
luchar contra Dios. Le dieron la razón y soltaron a los<br />
apóstoles.”<br />
Evangelio según san Juan 6,1-15:<br />
“Un día Jesús se marchó a la otra parte del lado de<br />
Tiberíades o de Galilea. Le seguía mucha gente... Subió<br />
a la montaña y se sentó allí con sus discípulos...<br />
Al ver que acudía mucha gente, dijo a Felipe: ¿con qué<br />
compraremos panes para que coman todos estos?..<br />
Felipe le contestó: Doscientos denarios de pan no<br />
bastarían para dar a cada uno un pedazo de pan...<br />
Entonces Andrés dijo: aquí hay un muchacho que tiene<br />
cinco panes de cebada y un par de peces. Pero ¿qué es<br />
eso para tantos?<br />
Jesús dijo: decid a la gente que se siente... Tomó los<br />
panes, dijo la acción de gracias y los repartió... Cuando
se saciaron, dijo a los discípulos: recoged los pedazos<br />
que han sobrado; que nada se desperdicie. Y<br />
recogieron doce canastas...”<br />
Reflexión para este día<br />
Alabemos la sabiduría y prudencia de Gamaliel.<br />
Alabemos la sabiduría y discernimiento de todos los<br />
verdaderos sabios y maestros.<br />
Y, a imitación de ellos, hagamos nuestra su conducta:<br />
actuemos de manera racional,<br />
pensando bien lo que hacemos, no dejándonos guiar<br />
por mal espíritu, tratando de acertar en nuestra<br />
búsqueda de verdad, justicia, solidaridad, misericordia.<br />
Dios está por encima de todo lo nuestro, y nuestra<br />
mayor verdad será ponernos en sus manos<br />
activamente, haciendo el bien en el mundo y<br />
respetando los designios de lo alto, sobre todo en favor<br />
de los pobres, humildes, necesitados.<br />
Nunca obremos por pasión, interés, despiadadamente,<br />
sino por amor a la verdad y al hombre.<br />
Recordemos que la misericordia del Señor llena la<br />
tierra. Y comencemos a vivir el misterio o don de la<br />
Eucaristía –que es mesa de hermandad, pan partido y<br />
servido, abrazo de amigos, compromiso de fidelidad-<br />
en el preámbulo de todas las buenas acciones.<br />
Compartamos lo poco que tenemos con quienes más lo<br />
necesitan, y de esa mesa humilde en el compartir<br />
pasaremos a la gran Mesa Eucarística. Después,<br />
volveremos al punto de partida llevando más amor.<br />
15.
“TOMÓ LOS PANES Y, <strong>DE</strong>SPUÉS <strong>DE</strong> DAR GRACIAS, LOS<br />
REPARTIÓ”<br />
¿Cómo alimentar y dar vida a este mundo nuestro, tan<br />
hambriento? ¿Cómo ser “pan de vida” que haga vivir a<br />
tantos que mueren de hambre? ¿Cómo ser para ellos<br />
amor que sacie? Existe una “receta casera” para<br />
fabricar pan de vida. La inventó Jesús y nos la<br />
recuerda hoy. Basta con realizar tres acciones<br />
sucesivas: tomar-agradecer-repartir. Expresan en<br />
condensada síntesis lo que Él mismo realizó en su vida.<br />
Desvelan la metodología eucarística para convertirse<br />
también en “pan de vida”.<br />
Lo primero es dejarse tomar. Permitir que otros tomen<br />
posesión del propio yo. Entregar-se-lo. Es, justamente,<br />
lo contrario del individualismo egoísta. Éste, en contra<br />
de lo que puede parecer a primera vista, no prescinde<br />
de los demás, sino que, sencillamente, los utiliza en<br />
exclusivo beneficio. El individualista no permite que<br />
nadie entre de veras en la propia vida. Jesús, por el<br />
contrario, estimula a ser excéntricos, a salir del ensimismamiento,<br />
a huir de la cárcel del propio ego, a<br />
romper las cadenas de la oscura autoclausura.<br />
Machado lo reconoció con voz de poeta: «Poned<br />
atención: / un corazón solitario / no es corazón».<br />
Quien “es tomado” abandona los chatos intereses que<br />
le condenan a la autoclausura del miedo, del propio<br />
interés, del aislamiento, de la incomunicación, de la<br />
autorreserva ... Es una llamada a confiar en otros,<br />
dejándose mecer entre las manos del Otro.<br />
Lo segundo es dar gracias, o lo que es igual, ser<br />
agradecidos. Se trata de un acto en sí mismo<br />
transformante. Expresa aquella actitud tan olvidada de<br />
dejarse querer; y, al hacerlo, reconocer que todo,<br />
absolutamente todo, es regalo inmerecido. La gratitud<br />
despierta una insospechable gratuidad. Desde el<br />
reconocimiento cabal de que todo es dado, se entiende
la propia vida, toda ella, como un inmenso bien<br />
recibido. No es sana, ni justa, ni inteligente la<br />
pretensión de los exigentes que ven a los demás<br />
solamente como deudores. Es también muy triste la<br />
lógica de quienes, al no haberse reconciliado con la<br />
propia vida, no logran descubrir aún el derroche del<br />
amor; o de quienes, al repasar su historia pasada, se<br />
sienten despreciables, pobres, vacíos, heridos o,<br />
inclusive, como individuos a quienes la vida o los otros<br />
los han tratado injustamente.<br />
Finalmente , lo tercero es dejarse partir para ser<br />
repartido. La perfecta alegría nace en el terreno<br />
fecundo de la gratitud, traspasando la mortificación de<br />
la entrega que exige. La actitud interior de gratitud<br />
debería llevar al trabajo de lectura de la propia vida.<br />
Solo cuando se experimenta cuánto se ha recibido, se<br />
dispara una inimaginable capacidad de dar sentido y de<br />
decidir lo mejor. Si la vida es un bien recibido, por su<br />
naturaleza tiende a convertirse en un bien dado y<br />
repartido. Una vez reconocido y agradecido el don la<br />
entrega brota espontánea, remecida, generosa. Nos<br />
convertimos en alimento apto para ser comido por<br />
otros de manera que les alimente y haga crecer. Nos<br />
convierte en pan para el hambriento.<br />
Vuestro hermano en la fe,<br />
16.<br />
LECTURAS: HECH 5, 34-42; SAL 26; JN 6, 1-15<br />
Hech. 5, 34-42. Debemos estar abiertos para escuchar<br />
al Señor que nos habla a través de quienes Él ha<br />
elegido libremente y les ha confiado el mensaje de<br />
salvación. No apaguemos el don que Dios ha concedido<br />
a aquellos a quienes Él ha querido escoger libre y
amorosamente. No queramos exponernos a luchar<br />
contra Dios. Aprendamos a vivir en una verdadera<br />
comunión fraterna, de tal manera que Jesucristo y su<br />
Palabra sean ocasión de unión, y no queramos<br />
convertirlos en causa de división entre nosotros.<br />
Muchas veces hurgamos hasta encontrar aquello que<br />
nos pone a discutir unos y otros y a dividirnos, en<br />
lugar de buscar puntos de coincidencia que nos ayuden<br />
a afianzar nuestra unión fraterna en torno a nuestro<br />
único Dios y Padre. Anunciemos todos los días sin<br />
cesar el Evangelio de Cristo; hagámoslo a pesar de que<br />
pudieran amenazarnos, perseguirnos o acabar con<br />
nosotros por causa de Cristo. Ese día alegrémonos y<br />
saltemos de gozo, pues nuestros nombres estarán<br />
inscritos en el Reino de los cielos.<br />
Sal. 26. Querer vivir en la casa del Señor puede ser el<br />
mejor de los deseos; pero el querer encontrar refugio,<br />
consuelo y apoyo en el Señor no puede convertirse<br />
para nosotros en un signo de huida del mundo y del<br />
cumplimiento de nuestros compromisos temporales. No<br />
nos importa tanto el templo, sino el saber que al llegar<br />
a él nos vamos a reunir con aquellos con quienes<br />
disfrutamos de la misma fe, con quienes tenemos las<br />
mismas aspiraciones para darle un nuevo rumbo a<br />
nuestra historia. Ahí nos sentiremos fortalecidos por<br />
Dios y por los hermanos. Ahí encontraremos fuerzas<br />
para seguir luchando por el Reino de Dios y su justicia.<br />
Busquemos al Señor para orar, para escuchar su<br />
Palabra y para vivir totalmente comprometidos en el<br />
trabajo a favor de su Reino entre nosotros.<br />
Jn. 6, 1-15. Jesús no sólo se conforma con anunciar el<br />
Evangelio; también se preocupa, lleno de compasión,<br />
por el bienestar de quienes le siguen con fidelidad.<br />
Multiplica para ellos el pan. Pero en esta acción en que<br />
Dios se muestra misericordioso para con los suyos,<br />
quiere que los suyos pongan lo que poseen al servicio<br />
de los demás. La medida de lo que se ofrece manifiesta
el grado de amor que se tiene hacia los demás. Nadie<br />
tiene amor más grande que aquel que da la vida por<br />
sus amigos. Y la vida pueden ser dos moneditas de<br />
muy poco valor, o pueden ser cinco panes y dos<br />
pescados. Puesta nuestra vida en manos de Dios Él nos<br />
bendecirá y hará que de nuestro interior brote un río<br />
de vida eterna para todos. Esto es obra de Dios y no<br />
del hombre. En nuestra entrega, en nuestro servicio a<br />
los demás no busquemos nuestra propia gloria, sino<br />
sólo la gloria de Dios. Huyamos de quienes quieran<br />
centrar su vida en nosotros y no en Cristo, el cual es el<br />
único camino de salvación para todos los hombres.<br />
Y la Pascua de Cristo se convierte para nosotros en un<br />
Memorial con el que somos abundantemente saciados,<br />
colmados en nuestras esperanzas de plenitud y de<br />
eternidad. El Señor se ha hecho alimento para la<br />
humanidad entera de todos los tiempos y lugares.<br />
Dejémonos saciar por Él. Busquémoslo no como a<br />
Aquel que colma nuestras esperanzas temporales y<br />
pasajeras. Él, antes que nada, quiere que su vida esté<br />
en nosotros para que, junto con Él, seamos hechos<br />
hijos de Dios y herederos de la gloria que le<br />
corresponde como a Hijo unigénito del Padre. Por eso,<br />
además de venir a alabar y adorar al Señor, vengamos<br />
con el corazón dispuesto a escuchar su Palabra para<br />
vivir conforme a sus enseñanzas y para hacer que toda<br />
nuestra vida, guiada por el Espíritu Santo, se convierta<br />
en alimento de vida para todos, de tal forma que les<br />
ayudemos a levantar su esperanza y a fortalecerse en<br />
su camino hasta que logren su perfección en Dios junto<br />
con nosotros.<br />
Si nos encontramos con Cristo y en verdad nos<br />
alimentamos de Él entonces su vida está ya en<br />
nosotros. A partir de nuestra unión a Cristo debemos<br />
abrir los ojos ante el hambre que padecen muchos<br />
hermanos nuestros. No podemos guardar lo nuestro<br />
mientras haya millones de seres humanos que
continúan siendo víctimas del hambre, de la desnudez,<br />
de la injusticia, de la falta de paz, de la enfermedad,<br />
de la persecución injusta, de la explotación como si<br />
fueran bestias o esclavos. Quienes creemos en Cristo<br />
hemos de poner no sólo lo nuestro, sino nuestra vida<br />
misma al servicio de quienes viven desprotegidos y<br />
angustiados, y que esperan una mano que se les<br />
tienda para ayudarles. Ojalá y no seamos nosotros<br />
mismos quienes se conviertan en destructores de la<br />
vida de los demás.<br />
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima<br />
Virgen María, nuestra Madre, la gracia de sabernos<br />
amar como hermanos, no sólo con buenas palabras y<br />
deseos, sino con un amor que nos lleve a compartir lo<br />
nuestro con quienes nada tienen. Entonces Dios nos<br />
verá como a sus hijos amados, a quienes invitará a<br />
participar de su Banquete eterno. Amén.<br />
17.<br />
Muchas veces me da vergüenza escribir estos<br />
comentarios, poner pedacitos de mi oración sobre un<br />
papel (o una pantalla), pues no me creo maestro de<br />
nada, es más, me cuesta mucho mi oración y, como<br />
me conozco un poco, sé lo lejos que estoy de empezar<br />
a amar a Dios. Me amarro a la Virgen pidiéndole por<br />
vosotros y que sea ella, dándole un empujoncito a su<br />
Esposo, el Espíritu Santo, para que os sirvan para<br />
vuestra alma. Muchas veces noto mi falta de vida<br />
interior cuando tengo que celebrar la tercera o cuarta<br />
Misa: un funeral al que ha fallado el sacerdote que<br />
tenía que celebrarlo. Ya me ha roto mis planes, el<br />
tiempo que tenía dedicado para otra cosa lo tengo que<br />
“usar” en la Misa ¡y me cuesta! (qué burro soy).<br />
Cuando veo unas cien personas en la parroquia y
comienza la Misa y nadie sabe contestar, santiguarse<br />
sólo algunos, y es preciso decir cuando hay que<br />
levantarse o sentarse, hablan, suenan móviles, se<br />
saludan antes, durante y después y se oyen los besos<br />
desde el altar, cuando todos se vuelven al abrirse la<br />
puerta a ver quién entra, excepto en el momento de la<br />
paz (que eso sí se lo saben todos), cuando el resto les<br />
da igual, se animan a comulgar unos a otros como si<br />
dieses un cupón para una rifa, es indiferente si lees el<br />
evangelio o la receta del cocido; entonces me siento un<br />
payaso, un tonto, un bufón, alquilado por cinco euros<br />
que te entregan al acabar la Misa (los que se<br />
acuerdan) con grandes aspavientos, como si te<br />
hicieran el favor de tu vida. Me siento un bufón –como<br />
decía-, pero me suele ocurrir que cuando al comienzo<br />
de la Misa empieza a “subirme la soberbia” y te dan<br />
ganas de celebrar una Misa “de trámite” (rapidita y<br />
“s´acabó”) me doy cuenta de que estoy haciendo el<br />
bufón delante de Dios, que esas personas pondrán<br />
poco amor y lo tendré que poner yo, que tendré que<br />
pedir perdón por mis pecados y por todos los que no lo<br />
piden, que tendré que proclamar la Palabra de Dios con<br />
más cariño, que la predicación me la tengo que dedicar<br />
en primer lugar a mí mismo, que tendré que ofrecer mi<br />
vida y las cien vidas que tengo delante al Señor, que<br />
es necesario arrodillarme por mí y por un centenar de<br />
corazones que siguen en la cima de su despiste, que<br />
puedo sentirme hermano e hijo de un mismo Dios con<br />
aquellos que no se saben el padrenuestro “nuevo” y el<br />
“viejo” se les ha olvidado por falta de uso, que debo<br />
comulgar con tanta devoción que tape la blasfemia que<br />
se va a cometer a continuación y no puedo impedir, es<br />
decir, que al final son las Misas que más sufro y más<br />
disfruto, aunque empiezan pésimamente mal por mi<br />
actitud interior.<br />
“Si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os<br />
expondrías a luchar contra Dios”, este consejo de<br />
Gamaliel me ayuda cada día, ante las dificultades que<br />
parecen insalvables, o las batallas que parecen
perdidas. La Santa Misa es de Dios, ni un centenar ni<br />
un millar de incrédulos, ni siquiera la estupidez del<br />
sacerdote (“cinco panes de cebada y un par de<br />
peces”), podrá cambiar el hecho de que Dios quiera<br />
partirse y repartirse y hacer el acto más grande y<br />
sublime de la historia. Y eso aunque sea despreciado.<br />
La Eucaristía es de Dios, no te expongas a “luchar<br />
contra Dios”: ámala, venérala, adórala, respétala,<br />
quiérela -por muy malas que sean las circunstancias<br />
exteriores-, por los que no la aman, no la veneran, no<br />
la respetan ni la quieren. A ver si por sentarte encima<br />
de un cardo en la gran explanada donde Cristo reparte<br />
los panes y los peces te vas a ir sin comer. Si se lo<br />
pides a la Virgen ella cambiará esa espina en el trasero<br />
por un cojín que te hará disfrutar cada día más de<br />
Cristo Eucaristía.<br />
18<br />
Los apóstoles se retiraron del Consejo, felices de haber<br />
padecido ultrajes por el nombre de Jesús * Jesús<br />
distribuyó el pan a los que estaban sentados, hasta<br />
que se saciaron.<br />
1. Muerte sin derrota<br />
1.1 Gamaliel recoge de la memoria de los judíos varios<br />
ejemplos en los que hay un común denominador: a la<br />
muerte de un líder sigue la dispersión de sus<br />
seguidores. Y con juicio sensato estima este maestro<br />
de la ley que en esos hechos asoma un buen criterio<br />
para analizar lo que sucede con ese fenómeno que es<br />
nuevo para ellos: los seguidores del crucificado.<br />
1.2 Afirma Gamaliel que, si todo es cosa de hombres,<br />
seguirá la regla de las cosas humanas: muerto el líder<br />
se dispersarán sus discípulos. Al fin y al cabo, se<br />
supone que nadie va detrás de un fracasado; nadie da<br />
la vida por quien ya ha muerto.
1.3 Uno podría pensar que este criterio no es absoluto,<br />
porque hemos conocido obras simplemente humanas<br />
que duran muchos siglos. Religiones paganas y credos<br />
orientales han resistido miles de años sin diluirse. Mas<br />
hay que tener en cuenta el contexto en el que habla<br />
Gamaliel: no se refiere él a las religiones en general,<br />
sino a un momento y un lugar específicos, pues todos<br />
sus ejemplos tienen en común la fe en Dios y en sus<br />
promesas.<br />
1.4 Las religiones paganas no tienen una promesa más<br />
allá del ciclo infinito de la naturaleza a la que divinizan;<br />
las prácticas orientales son básicamente anestésicos<br />
para la mente. Este tipo de religiones adormecen los<br />
anhelos más profundos del alma, aquellos que en<br />
cambio encontramos con fuerza colosal en la palabra<br />
de los profetas del Antiguo Testamento. La muerte de<br />
un adormecido no hace suficiente ruido como para<br />
despertar a sus seguidores; la muerte de un macabeo,<br />
en cambio, o la de un mártir de la alianza<br />
necesariamente confronta a sus seguidores: ¿vale la<br />
pena seguir ese mismo camino?<br />
1.5 Y es aquí donde resulta notable la fe cristiana: una<br />
religión que no dopa, un credo que nos estrella con el<br />
rostro abominable de la muerte, y que sin embargo da<br />
un vigor superior a la muerte. Una religión que canta la<br />
gloria del Resucitado.<br />
2. Pan de Vida<br />
2.1 El evangelio de hoy nos ofrece una mirada distinta<br />
al misterio del Cristo Vivo: él es que da la vida. Tal es<br />
la razón del pasaje de la multiplicación de los panes,<br />
en el capítulo sexto de San Juan, texto que aquí<br />
escuchamos sobre todo porque habla de la vida que<br />
nos da Cristo con su ofrenda.<br />
2.2 En efecto, así como el pan se parte para repartirse,
y muere cuando se comparte, para así darnos vida, así<br />
Cristo con su ofrenda de Pascua es el pan que da la<br />
vida que no acaba. Porque el pan que conocemos, ese<br />
que llega a nuestras mesas, no da la vida; aplaza la<br />
muerte. Y en el precioso milagro que hoy escuchamos<br />
Cristo toma el pan nuestro y lo hace pan suyo, y de un<br />
pan que retrasa la muerte hace un pan que comunica<br />
la vida que no acaba.<br />
2.3 La gente quería hacer a Cristo su rey. Un reinado<br />
que él no acepta, porque han recibido el pan sin<br />
entender el signo. Y para el Señor es más importante<br />
el signo, que abre una puerta hacie el cielo, que el solo<br />
pan, que es vida que acaba en esta tierra.<br />
19.<br />
Reflexión<br />
Quisiera hoy sólo destacar dos pequeños elementos<br />
que surgen de nuestro texto. El primero es la acción de<br />
gracias de Jesús. Esto es algo que se ha perdido<br />
mucho en nuestra vida. Con la mayor naturalidad nos<br />
sentamos a comer y nos paramos de la mesa sin haber<br />
agradecido a Dios el don que nos ha dado. Ciertamente<br />
es producto de nuestro trabajo, pero es don de Dios el<br />
ser agradecidos, pues todos los dones nos vienen de su<br />
generosa mano. El otro elemento en el cual podemos<br />
reflexionar es el de “no ser desperdiciados”. Esto<br />
parece trivial, pero mucha comida y mucho tiempo se<br />
tiran a la basura por descuido nuestro. En un mundo<br />
en donde miles mueren de hambre, o de menos la<br />
padecen, o no tienen un trabajo, lo menos que<br />
podemos hacer es no desperdiciar. Debemos aprender<br />
a servirnos lo que vamos a comer, y acostumbrarnos a<br />
que lo sobrante no se puede tirar. Lo mismo podemos<br />
decir sobre nuestro tiempo, el cual no se puede<br />
desperdiciar.
Si verdaderamente los reconocemos cual dones de Dios, el<br />
tirarlos o desaprovecharlos, es como desaprovechar el don de<br />
Dios. Esta instrucción de Jesús nos abrirá la puerta no sólo a<br />
la caridad y a la generosidad, sino a valorar lo que tenemos y<br />
a usarlo correctamente.