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MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DE PASCUA Libro de los ...

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<strong>MIÉRCOLES</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>PRIMERA</strong> <strong>SEMANA</strong> <strong>DE</strong> <strong>PASCUA</strong><br />

<strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Hechos <strong>de</strong> <strong>los</strong> Apóstoles 3,1-10.<br />

En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para<br />

la oración <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Allí encontraron a un paralítico<br />

<strong>de</strong> nacimiento, que ponían diariamente junto a la<br />

puerta <strong>de</strong>l Templo llamada "la Hermosa", para pedir<br />

limosna a <strong>los</strong> que entraban. Cuando él vio a Pedro y a<br />

Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.<br />

Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que<br />

Juan, le dijo: "Míranos". El hombre <strong>los</strong> miró fijamente<br />

esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: "No<br />

tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el<br />

nombre <strong>de</strong> Jesucristo <strong>de</strong> Nazaret, levántate y<br />

camina". Y tomándolo <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, lo levantó;<br />

<strong>de</strong> inmediato, se le fortalecieron <strong>los</strong> pies y <strong>los</strong><br />

tobil<strong>los</strong>. Dando un salto, se puso <strong>de</strong> pie y comenzó a<br />

caminar; y entró con el<strong>los</strong> en el Templo, caminando,<br />

saltando y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio<br />

camina y alabar a Dios. Reconocieron que era el<br />

mendigo que pedía limosna sentado a la puerta <strong>de</strong>l<br />

Templo llamada "la Hermosa", y quedaron<br />

asombrados y llenos <strong>de</strong> admiración por lo que le<br />

había sucedido.<br />

Salmo 105,1-4.6-9.<br />

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan<br />

conocer entre <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> sus proezas;<br />

canten al Señor con instrumentos musicales,<br />

pregonen todas sus maravillas!<br />

¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense <strong>los</strong> que<br />

buscan al Señor!<br />

¡Recurran al Señor y a su po<strong>de</strong>r, busquen<br />

constantemente su rostro!;<br />

Descendientes <strong>de</strong> Abraham, su servidor, hijos <strong>de</strong><br />

Jacob, su elegido:<br />

el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus<br />

<strong>de</strong>cretos.<br />

El se acuerda eternamente <strong>de</strong> su alianza, <strong>de</strong> la<br />

palabra que dio por mil generaciones,


<strong>de</strong>l pacto que selló con Abraham, <strong>de</strong>l juramento que<br />

hizo a Isaac:<br />

Evangelio según San Lucas 24,13-35.<br />

Ese mismo día, dos <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> iban a un<br />

pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez<br />

kilómetros <strong>de</strong> Jerusalén. En el camino hablaban sobre<br />

lo que había ocurrido. Mientras conversaban y<br />

discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió<br />

caminando con el<strong>los</strong>. Pero algo impedía que sus ojos<br />

lo reconocieran. El les dijo: "¿Qué comentaban por el<br />

camino?". El<strong>los</strong> se <strong>de</strong>tuvieron, con el semblante<br />

triste, y uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, llamado Cleofás, le respondió:<br />

"¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora<br />

lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les<br />

preguntó. El<strong>los</strong> respondieron: "Lo referente a Jesús,<br />

el Nazareno, que fue un profeta po<strong>de</strong>roso en obras y<br />

en palabras <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> todo el pueblo, y<br />

cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo<br />

entregaron para ser con<strong>de</strong>nado a muerte y lo<br />

crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él<br />

quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres<br />

días que sucedieron estas cosas. Es verdad que<br />

algunas mujeres que están con nosotros nos han<br />

<strong>de</strong>sconcertado: ellas fueron <strong>de</strong> madrugada al<br />

sepulcro y al no hallar el cuerpo <strong>de</strong> Jesús, volvieron<br />

diciendo que se les habían aparecido unos ángeles,<br />

asegurándoles que él está vivo. Algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como<br />

las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".<br />

Jesús les dijo: "¡Hombres duros <strong>de</strong> entendimiento,<br />

cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron <strong>los</strong><br />

profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara<br />

esos sufrimientos para entrar en su gloria?" Y<br />

comenzando por Moisés y continuando con todos <strong>los</strong><br />

profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que<br />

se refería a él. Cuando llegaron cerca <strong>de</strong>l pueblo<br />

adón<strong>de</strong> iban, Jesús hizo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> seguir a<strong>de</strong>lante.<br />

Pero el<strong>los</strong> le insistieron: "Quédate con nosotros,<br />

porque ya es tar<strong>de</strong> y el día se acaba". El entró y se<br />

quedó con el<strong>los</strong>. Y estando a la mesa, tomó el pan y<br />

pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.


Entonces <strong>los</strong> ojos <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> se abrieron y lo<br />

reconocieron, pero él había <strong>de</strong>saparecido <strong>de</strong> su vista.<br />

Y se <strong>de</strong>cían: "¿No ardía acaso nuestro corazón,<br />

mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba<br />

las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron<br />

en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron<br />

reunidos a <strong>los</strong> Once y a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más que estaban con<br />

el<strong>los</strong>, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha<br />

resucitado y se apareció a Simón!". El<strong>los</strong>, por su<br />

parte, contaron lo que les había pasado en el camino<br />

y cómo lo habían reconocido al partir el pan.<br />

Extraído <strong>de</strong> la Biblia, <strong>Libro</strong> <strong>de</strong>l Pueblo <strong>de</strong> Dios.<br />

LECTURAS<br />

1ª: Hch 3, 1-10<br />

2ª: Lc 24, 13-35<br />

1.<br />

-Pedro y Juan subieron al Templo para la oración <strong>de</strong><br />

la hora nona.<br />

Al principio y durante un cierto tiempo, <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong><br />

continuaron siendo fieles a la liturgia <strong>de</strong>l Templo. No<br />

comprendieron enseguida el alcance sacerdotal y<br />

sacrificial <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Jesús y <strong>de</strong>l rito <strong>de</strong>l «pan y<br />

<strong>de</strong>l vino». Ciertamente, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio,<br />

celebraban la Cena como Jesús les había<br />

recomendado: «haced esto en memoria mía».<br />

Pero, <strong>de</strong> momento no captaron que esto iba a<br />

reemplazar todas las liturgias <strong>de</strong>l Templo.<br />

-Un tullido <strong>de</strong> nacimiento pedía limosna... Pedro le<br />

dijo: «oro no tengo, pero lo que tengo te doy: en<br />

nombre <strong>de</strong> Jesucristo el Nazareno, levántate y anda».


Los Apóstoles son <strong>los</strong> continuadores <strong>de</strong> Jesús. Son <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>positarios <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r taumatúrgico -hacer milagros-<br />

<strong>de</strong>l Mesías.<br />

La acción <strong>de</strong> Jesús no terminó con su muerte: Dios<br />

continúa actuando a través <strong>de</strong> su presencia<br />

misteriosa en su Iglesia.<br />

Y para subrayar esa continuidad:<br />

Pedro dice las mismas palabras que Jesús:<br />

«Levántate y anda...» (Lc 5, 23)<br />

Pedro hace el mismo gesto que Jesús: «Tomándole<br />

<strong>de</strong> la mano...» (Lc 8, 54)<br />

Y sana la misma enfermedad, un paralítico y en el<br />

mismo lugar... (Mt 21, 14)<br />

¿Creo yo en la Iglesia, <strong>de</strong>positaria <strong>de</strong> <strong>los</strong> beneficios<br />

<strong>de</strong> Dios? ¿Creo, <strong>de</strong> veras, que Jesús está viviendo en<br />

ella?<br />

¿Es su Palabra la que oigo, cuando se lee la Escritura<br />

en la Misa? ¿Es a Él a quien encuentro, cuando me<br />

confieso?<br />

Ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir <strong>de</strong> nuevo la misteriosa<br />

profundidad <strong>de</strong> la "acción Apostólica": el Papa y <strong>los</strong><br />

obispos continúan la función <strong>de</strong> Pedro y <strong>de</strong> <strong>los</strong> Doce.<br />

-En nombre <strong>de</strong> Jesucristo, ¡Levántate y anda!<br />

Eso es <strong>los</strong> que repite la Iglesia a la humanidad, con<br />

tanta frecuencia paralizada. «Levántate».<br />

La Iglesia, siguiendo a Jesús, quiere la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong>l<br />

hombre: un hombre <strong>de</strong> pie, un hombre activo, un<br />

hombre capaz <strong>de</strong> tomar su <strong>de</strong>stino en su mano...<br />

En mi vida familiar o profesional, ¿contribuyo a<br />

«levantar» a la humanidad? ¿Contribuyo a curar?<br />

Yo mismo, ¿sé apoyarme en la fuerza <strong>de</strong> la<br />

resurrección para ponerme <strong>de</strong> nuevo en pie cada vez


que una prueba me ha paralizado o anonadado? «En<br />

nombre <strong>de</strong> Jesucristo, ¡que me levante y an<strong>de</strong>!»<br />

-Entró con el<strong>los</strong> en el Templo...<br />

La ley <strong>de</strong> Moisés había establecido un cierto número<br />

<strong>de</strong> barreras: así ciertas categorías <strong>de</strong> personas,<br />

consi<strong>de</strong>radas como «impuras» legalmente no tenían<br />

<strong>de</strong>recho a entrar en el Templo. Los tullidos estaban<br />

en este caso (ver Lv 21, 18 y II Samuel 5, 8). Pero he<br />

aquí que la nueva religión rompe todas esas barreras<br />

legales: nadie es excluido... Todos están invitados a<br />

entrar. ¡Gracias, Señor! Ayúdanos a no reinstalar<br />

barreras ni exclusiones. Que seamos acogedores y<br />

abiertos a todos. En particular a <strong>los</strong> más pobres...<br />

-Andando... saltando... y alabando a Dios...<br />

Es algo muy comprensible.<br />

Imagino la escena en el templo.<br />

El po<strong>de</strong>r maravil<strong>los</strong>o <strong>de</strong> la resurrección comienza a<br />

difundirse en el cuerpo <strong>de</strong> la humanidad, como<br />

presagio y anuncio <strong>de</strong> la exultación final <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

«resucitados».<br />

2<br />

-Dos discípu<strong>los</strong> iban a Emaús... y hablaban entre sí...<br />

El viernes último murió su amigo. Todo ha terminado.<br />

Vuelven a su casa. Ya no esperan nada. "Nosotros<br />

esperábamos..." Estas palabras están llenas <strong>de</strong> una<br />

esperanza perdida. Me imagino su <strong>de</strong>cepción. Camino<br />

con el<strong>los</strong>. Les escucho. En toda vida humana esto<br />

suce<strong>de</strong> algún día: una gran esperanza perdida, una<br />

muerte cruel, un fracaso humillante, una<br />

preocupación, una cuestión insoluble, un pecado que<br />

hace sufrir. Humanamente, no hay salida.


-Jesús se les acercó e iba con el<strong>los</strong>... pero sus ojos<br />

estaban ciegos, no podían reconocerle... "¿De qué<br />

estáis hablando? Parecéis tristes."<br />

Por su camino has venido a encontrarles; e<br />

inmediatamente te interesas por sus preocupaciones.<br />

Tú conoces nuestras penas y nuestras <strong>de</strong>cepciones.<br />

Me alivia pensar que no ignoras nada <strong>de</strong> lo que<br />

soporto en el fondo <strong>de</strong> mí mismo. Me <strong>de</strong>jo mirar e<br />

interrogar por ti.<br />

-Lo <strong>de</strong> Jesús Nazareno... Cómo le entregaron nuestros<br />

magistrados para que fuese con<strong>de</strong>nado a muerte y<br />

crucificado...<br />

Jesús <strong>de</strong>ja que se expresen <strong>de</strong>tenidamente, sobre sus<br />

preocupaciones.<br />

No se da a conocer enseguida: <strong>de</strong>ja que hablen, que<br />

se <strong>de</strong>sahoguen.<br />

-Bien es verdad que ciertas mujeres <strong>de</strong> entre<br />

nosotros nos han sobresaltado:<br />

Habiendo ido ellas <strong>de</strong> madrugada al sepulcro, no<br />

encontraron su cuerpo.<br />

El<strong>los</strong> tampoco están muy dispuestos a creer.<br />

Todos <strong>los</strong> relatos <strong>de</strong>l evangelio son unánimes sobre<br />

este punto; dudan, no esperan la resurrección, están<br />

<strong>de</strong>sconcertados...<br />

El relato <strong>de</strong> San Lucas ha sido elaborado totalmente<br />

para hacernos compren<strong>de</strong>r "cómo se pue<strong>de</strong> reconocer<br />

a Jesús"... cómo se avanza lentamente <strong>de</strong> la "duda",<br />

<strong>de</strong> la "<strong>de</strong>sesperación" a la fe.<br />

-¡Hombres tardos <strong>de</strong> corazón para creer todo lo que<br />

vaticinaron <strong>los</strong> profetas! Y comenzando por Moisés y<br />

por todos <strong>los</strong> profetas les fue <strong>de</strong>clarando cuanto a él<br />

se refería en todas las Escrituras.


He aquí el primer método para "reconocer" a Jesús:<br />

tomar contacto, profundamente, cordialmente, con<br />

las Escrituras con la Palabra <strong>de</strong> Dios.<br />

El Antiguo Testamento esclarece el Nuevo. La Biblia<br />

introduce al evangelio. El proyecto <strong>de</strong> Dios prosigue<br />

sin ruptura.<br />

Lo que se realiza en Jesucristo, es lo que Dios preveía<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> toda la eternidad, es lo que<br />

El había ya comenzado en la Historia <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong><br />

Israel. ¡Cómo hubiéramos querido estar allí para<br />

escuchar <strong>los</strong> comentarios <strong>de</strong> Isaías hechos por el<br />

mismo Jesús! Hacer "oración". Procurar por encima<br />

<strong>de</strong> todo tener unos momentos <strong>de</strong> corazón a corazón.<br />

Leer y releer la Escritura.<br />

-Puesto con el<strong>los</strong> a la mesa, tomó el pan, lo bendijo,<br />

lo partió y se lo dio. Se les abrieron <strong>los</strong> ojos y le<br />

reconocieron.<br />

Esta es la segunda experiencia para "reconocer a<br />

Jesús": la eucaristía, la fracción <strong>de</strong>l pan. La eucaristía<br />

es el sacramento, el signo eficaz <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong><br />

Cristo resucitado. Es el gran misterio <strong>de</strong> la Fe: un<br />

signo muy pobre, un signo muy mo<strong>de</strong>sto.<br />

Comulgar con el "Cuerpo <strong>de</strong> Cristo". Valorar la<br />

eucaristía por encima <strong>de</strong> todo. Arrodillarse alguna vez<br />

ante un sagrario.<br />

En el mismo instante se levantaron, y volvieron a<br />

Jerusalén.<br />

Siempre la "misión". Nadie pue<strong>de</strong> quedarse quieto en<br />

su sitio contemplando a Cristo resucitado: Hay que<br />

ponerse en camino y marchar hacia <strong>los</strong> hermanos.<br />

3.


1. Pedro y Juan curan en nombre <strong>de</strong> Jesús al<br />

paralítico <strong>de</strong>l templo, a la hora <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong>.<br />

Qué bien cuenta Lucas el episodio: el pobre mendigo<br />

a la puerta <strong>de</strong>l templo -como se ve, fenómeno<br />

antiguo-, la mirada fija <strong>de</strong>l mendigo que espera algo,<br />

la mirada también fija <strong>de</strong> Pedro, el contacto <strong>de</strong> la<br />

mano, las palabras breves y solemnes: «en nombre<br />

<strong>de</strong> Jesucristo Nazareno, echa a andar», y la curación<br />

progresiva <strong>de</strong>l buen hombre hasta seguirles dando<br />

brincos al Templo, ante la admiración <strong>de</strong> la gente.<br />

La fuerza salvadora, que en vida <strong>de</strong> Jesús brotaba <strong>de</strong><br />

él, curando a <strong>los</strong> enfermos y resucitando a <strong>los</strong><br />

muertos, es ahora energía pascual que sigue activa:<br />

el Resucitado está presente, aunque invisible, y actúa<br />

a través <strong>de</strong> su comunidad, en concreto a través <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

apóstoles, a <strong>los</strong> que había enviado a «proclamar el<br />

Reino <strong>de</strong> Dios y a curar» (Lc 9,2). No tendrán medios<br />

económicos, pero sí participan <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong>l Señor.<br />

2. a) Otro magnifico relato <strong>de</strong> Lucas, ahora en su<br />

evangelio, con la <strong>de</strong>scripción psicológicamente<br />

magistral <strong>de</strong>l «viaje <strong>de</strong> ida y vuelta» <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos<br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la comunidad a su casita propia y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la casita propia <strong>de</strong> nuevo a la comunidad,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Jerusalén a Emaús y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Emaús a Jerusalén,<br />

que es don<strong>de</strong> tenían que haberse quedado, porque no<br />

hay que abandonar a la comunidad sobre todo en<br />

momentos difíciles.<br />

El viaje <strong>de</strong> ida es triste, en silencio, con sentimientos<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>rrota y <strong>de</strong>silusión: «nosotros esperábamos...».<br />

No reconocen al caminante que se les junta. Siempre<br />

es difícil reconocer al Resucitado, como en el caso <strong>de</strong><br />

la Magdalena, sobre todo cuando <strong>los</strong> ojos están<br />

tristes y cerrados. Se ha <strong>de</strong>smoronado su fe, que<br />

estaba mal fundamentada. No creen en la<br />

resurrección, a pesar <strong>de</strong> que algunas mujeres van<br />

diciendo que han visto el sepulcro vacío.<br />

El viaje <strong>de</strong> vuelta es exactamente lo contrario: corren<br />

presurosos, llenos <strong>de</strong> alegría, <strong>los</strong> ojos abiertos ahora


a la inteligencia <strong>de</strong> las Escrituras, comentando entre<br />

el<strong>los</strong> la experiencia tenida, impacientes por<br />

anunciarla a la comunidad.<br />

En medio ha sucedido algo <strong>de</strong>cisivo: el Señor Jesús<br />

les ha salido al encuentro -Buen Pastor que quiere<br />

recuperar a sus ovejas perdidas-, dialoga con el<strong>los</strong>,<br />

les <strong>de</strong>ja hablar exponiendo sus dudas, les explica las<br />

Escrituras sobre cómo el Mesías había <strong>de</strong> pasar por la<br />

muerte para cumplir su misión, y finalmente le<br />

reconocen en la fracción <strong>de</strong>l pan, aunque luego<br />

recuerdan que ya ardía su corazón cuando les<br />

explicaba las Escrituras. En el momento en que, como<br />

la Magdalena con el hortelano, le quieren retener -<br />

«quédate con nosotros»-, Jesús <strong>de</strong>saparece.<br />

Dicen <strong>los</strong> expertos que Lucas, sin preten<strong>de</strong>r<br />

contarnos que la escena fuera celebración eucarística<br />

-impensable todavía, antes <strong>de</strong> Pentecostés- ha<br />

querido <strong>de</strong>jarnos en este último capítulo <strong>de</strong> su<br />

evangelio como una catequesis historiada <strong>de</strong> esta<br />

importante convicción:<br />

Cristo Jesús sigue también presente a las<br />

generaciones siguientes, <strong>los</strong> que no hemos tenido la<br />

suerte <strong>de</strong> verle en su vida terrena. Y está presente en<br />

<strong>los</strong> tres gran<strong>de</strong>s momentos en que <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong><br />

Emaús le encontraron: en la fracción <strong>de</strong>l pan, en la<br />

proclamación <strong>de</strong> su Palabra y en la Comunidad. Que<br />

son precisamente <strong>los</strong> tres momentos primordiales <strong>de</strong><br />

nuestra celebración: la Comunidad reunida, la<br />

Palabra escuchada y la Eucaristía recibida como<br />

alimento: <strong>los</strong> tres «sacramentos» <strong>de</strong>l Señor<br />

Resucitado.<br />

b) Pascua no es un recuerdo. Es curación, salvación y<br />

vida hoy y aquí para nosotros. El Señor Resucitado<br />

nos las comunica a través <strong>de</strong> su Iglesia, cuando<br />

proclama la Palabra salvadora y celebra sus<br />

sacramentos, en especial la Eucaristía.<br />

También a nosotros nos pue<strong>de</strong> pasar que<br />

experimentemos alguna vez la parálisis <strong>de</strong>l mendigo<br />

y la <strong>de</strong>sesperanza <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos discípu<strong>los</strong>:


enfermeda<strong>de</strong>s que nos pue<strong>de</strong>n afectar, y que en<br />

Pascua el Señor Resucitado quiere curar, si le<br />

<strong>de</strong>jamos.<br />

Muchos cristianos, jóvenes y mayores,<br />

experimentamos en la vida, como <strong>los</strong> dos <strong>de</strong> Emaús,<br />

momentos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sencanto y <strong>de</strong>presión. A veces por<br />

circunstancias personales. Otras, por la visión<br />

<strong>de</strong>ficiente que la misma comunidad pue<strong>de</strong> ofrecer. El<br />

camino <strong>de</strong> Emaús pue<strong>de</strong> ser muchas veces nuestro<br />

camino. Viaje <strong>de</strong> ida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la fe hasta la oscuridad, y<br />

ojalá <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la oscuridad hacia la fe.<br />

Cuántas veces nuestra oración podría ser: «quédate<br />

con nosotros, que se está haciendo <strong>de</strong> noche y se<br />

oscurece nuestra vida». La Pascua no es para <strong>los</strong><br />

perfectos: fue Pascua también para el paralítico <strong>de</strong>l<br />

templo y para <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>sanimados <strong>de</strong> Emaús.<br />

En medio, sobre todo si alguien nos ayuda,<br />

<strong>de</strong>beríamos tener la experiencia <strong>de</strong>l encuentro con el<br />

Resucitado. En la Eucaristía compartida. En la Palabra<br />

escuchada. En la comunidad que nos apoya y da<br />

testimonio. Y la presencia <strong>de</strong>l Señor curará nuestros<br />

males. ¿Nos ayuda alguien en este encuentro?<br />

¿Ayudamos nosotros a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más cuando notamos<br />

que su camino es <strong>de</strong> alejamiento y frialdad?<br />

El relato <strong>de</strong> Lucas, narrado con evi<strong>de</strong>nte lenguaje<br />

eucarístico, quiere ayudar a sus lectores -hoy, a<br />

nosotros- a que conectemos la misa con la presencia<br />

viva <strong>de</strong>l Señor Jesús. Pero a la vez, <strong>de</strong> nuestro<br />

encuentro con el Resucitado, si le hemos sabido<br />

reconocer en la Palabra, en la Eucaristía y en la<br />

Comunidad, ¿salimos alegres, presurosos a dar<br />

testimonio <strong>de</strong> él en nuestra vida, dispuestos a<br />

anunciar la Buena Noticia <strong>de</strong> Jesús con nuestras<br />

palabras y nuestros hechos? ¿Imitamos a <strong>los</strong> dos <strong>de</strong><br />

Emaús, que vuelven a la comunidad, y a las mujeres<br />

que se apresuran a anunciar la buena nueva?<br />

Si es así, eso cambiará toda nuestra jornada.<br />

«Todos <strong>los</strong> años nos alegras con la solemnidad <strong>de</strong> la<br />

resurrección <strong>de</strong>l Señor» (oración)


«Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a<br />

conocer sus hazañas a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>» (salmo)<br />

«Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra<br />

alegría y nuestro gozo» (aleluya)<br />

«Quédate con nosotros porque atar<strong>de</strong>ce y el día va<br />

<strong>de</strong> caída» (evangelio)<br />

«Los discípu<strong>los</strong> conocieron al Señor Jesús al partir el<br />

pan» (comunión)<br />

«Que la participación en <strong>los</strong> sacramentos nos<br />

transforme en hombres nuevos» (poscomunión)<br />

4.<br />

Primera lectura: Hechos 3, 1-10 No tengo plata ni<br />

oro, pero lo que tengo te lo doy<br />

Salmo responsorial: 104, 1-2.3-4.6-7.8-9 La<br />

misericordia <strong>de</strong>l Señor llena la tierra<br />

Evangelio: Lucas 24, 13-35 ¿Qué conversación es esa<br />

que traen mientras van <strong>de</strong> camino?<br />

Emaús es el lugar que Lucas escoge para que dos<br />

personas que habían escuchado a Jesús y le habían<br />

visto actuar coherentemente sean <strong>los</strong> que se<br />

encuentran con el Señor resucitado. El<strong>los</strong>, que no<br />

formaban parte <strong>de</strong> la oficialidad, serán <strong>los</strong> que<br />

anunciarán al grupo <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> que Jesús ha<br />

resucitado y vive en sus corazones.<br />

A Emaús se dirigen estas dos personas, dos que se<br />

habían sentido interpeladas con el proyecto <strong>de</strong>l<br />

Nazareno, pero que van asustadas por <strong>los</strong> últimos<br />

acontecimientos. El po<strong>de</strong>r romano aliado al po<strong>de</strong>r<br />

religioso judío han asesinado a Jesús, y por lo tanto<br />

<strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> y seguidores <strong>de</strong>l ajusticiado ahora<br />

caminan temerosos por la calles <strong>de</strong> Jerusalén y sus<br />

alre<strong>de</strong>dores.


Mientras iban <strong>de</strong> camino, el<strong>los</strong> vuelven a recordar a<br />

Jesús, y al recordarlo, se aviva su <strong>de</strong>scontento con el<br />

sistema injusto en el que nacieron; pero no es el<br />

<strong>de</strong>scontento por el <strong>de</strong>scontento hacia la oficialidad, ni<br />

el recuerdo apasionado <strong>de</strong> lo que hizo Jesús durante<br />

su vida, lo que va hacer que el<strong>los</strong> sientan al Señor<br />

resucitado. El<strong>los</strong> van a reconocer vivo a Jesús ahora<br />

en la fracción <strong>de</strong>l pan. Es el cambio que ha suscitado<br />

en el<strong>los</strong> la fuerza <strong>de</strong>l resucitado que <strong>los</strong> ha hecho<br />

nuevas creaturas, capaces <strong>de</strong> partir y compartir la<br />

vida, el alimento, la amistad y la lucha común por un<br />

mundo más justo y humano.<br />

Fue en el gesto <strong>de</strong> la fracción <strong>de</strong>l pan don<strong>de</strong> se dieron<br />

cuenta <strong>de</strong> que el asesinato <strong>de</strong>l maestro no había<br />

podido apagar el ardor <strong>de</strong> sus corazones, sino que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese mismo instante no valió otra cosa, sino la<br />

experiencia <strong>de</strong>l Jesús resucitado. Ya no tiene vali<strong>de</strong>z<br />

la preocupación por el sepulcro vacío, ya no existe el<br />

temor a Roma ni a la oficialidad judía. Ya no hay<br />

temor porque la fuerza <strong>de</strong>l Cristo resucitado <strong>los</strong> ha<br />

impulsado para anunciar un mundo nuevo, una<br />

experiencia diferente, y <strong>los</strong> ha ayudado a<br />

comprometerse en la causa <strong>de</strong>l Reino.<br />

5.<br />

En el primer momento, la comunidad <strong>de</strong> discípu<strong>los</strong><br />

continúa las mismas prácticas <strong>de</strong> Israel. El<strong>los</strong> acu<strong>de</strong>n<br />

al templo a la oración como cualquier judío creyente.<br />

Sin embargo, la realidad <strong>los</strong> interpela y <strong>los</strong> llama a<br />

continuar la misma práctica <strong>de</strong> Jesús: servir a <strong>los</strong><br />

pobres y <strong>los</strong> marginados.<br />

Un paralítico pi<strong>de</strong> dinero en la puerta principal <strong>de</strong>l<br />

templo, llamada "Hermosa". Pedro y Juan le<br />

comparten lo que tienen: la fuerza <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong><br />

Jesús. El hombre que estaba postrado y en una<br />

situación <strong>de</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, recupera su dignidad. Se<br />

pone <strong>de</strong> pie <strong>de</strong> un salto, apoyado <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong><br />

Pedro, y comienza a andar para dar testimonio con su<br />

presencia <strong>de</strong> la acción <strong>de</strong>l resucitado.


El hombre camina con dignidad junto a <strong>los</strong> apóstoles.<br />

La gente, acostumbrada a verlo por el piso, se<br />

sorpren<strong>de</strong> <strong>de</strong> su actitud y teme por lo que pueda<br />

pasar. El levantamiento <strong>de</strong> este hombre y su ingreso<br />

al templo, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba excluido por su<br />

enfermedad, sublevan el or<strong>de</strong>n establecido y<br />

anuncian una nueva realidad. Con la acción <strong>de</strong> Jesús<br />

por medio <strong>de</strong> Pedro y Juan, la práctica<br />

transformadora que intentó ser extinguida por la<br />

violencia renace otra vez entre <strong>los</strong> pobres, para<br />

afirmar la condición <strong>de</strong>l ser humano ante Dios.<br />

El camino <strong>de</strong> Emaús es el proceso <strong>de</strong> conversión <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>. Ante la tragedia, el fracaso y las<br />

incertidumbres <strong>los</strong> seguidores se alejan. Sin<br />

embargo, Jesús les sale al encuentro y, a través <strong>de</strong> la<br />

reflexión sobre la realidad y sobre la Palabra <strong>de</strong> Dios,<br />

les abre el entendimiento para que perciban la fuerza<br />

<strong>de</strong>l resucitado.<br />

Notas:<br />

*La curación <strong>de</strong>l lisiado <strong>de</strong> nacimiento es el segundo<br />

paso en la conformación <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> Jerusalén.<br />

Mientras <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> continúan las prácticas<br />

piadosas, no encuentran dificulta<strong>de</strong>s. En cuanto<br />

continúan la práctica <strong>de</strong> Jesús, se tienen que<br />

enfrentar a las autorida<strong>de</strong>s judías, que no permiten el<br />

cambio <strong>de</strong> valores y, sobre todo, la participación <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> marginados al interior <strong>de</strong>l templo.<br />

*El acontecimiento coinci<strong>de</strong> con el sacrificio<br />

vespertino (hora nona). La muerte <strong>de</strong> Jesús ocurrió a<br />

la hora nona, al igual que la conversión <strong>de</strong> Cornelio<br />

(Hch 10, 1-30). La acción <strong>de</strong> Pedro y Juan en la<br />

puerta "Hermosa" contrasta con la acción <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

sacerdotes judíos al interior <strong>de</strong>l templo. Mientras que<br />

<strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> ponen en pie a un ser humano<br />

«<strong>de</strong>fectuoso» y marginado, al interior <strong>los</strong> sacerdotes<br />

sacrifican un animal perfecto.<br />

*El lisiado es <strong>de</strong>nominado con el nombre genérico <strong>de</strong><br />

"un varón". Es una figura representativa <strong>de</strong>l pueblo<br />

que se encuentra postrado por la enfermedad y la


marginación, Lucas emplea esta misma <strong>de</strong>scripción<br />

para el pueblo pobre <strong>de</strong> Israel (Lc 5, 17-26; 7, 22; 14,<br />

13.21). Contrasta con la magnificencia <strong>de</strong>l templo y<br />

con el nombre <strong>de</strong> la puerta principal, "Hermosa",<br />

don<strong>de</strong> todos <strong>los</strong> días pedía limosna.<br />

6.<br />

A pocos relatos les he dado más vueltas que al <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús. Me parece tan rico, tan redondo,<br />

tan inagotable, que también este año tiene algo que<br />

<strong>de</strong>cirme. Es un itinerario para discípu<strong>los</strong> frustrados,<br />

una terapia intensiva para apren<strong>de</strong>r a reconocer al<br />

Resucitado en el camino <strong>de</strong> la vida. ¿Qué po<strong>de</strong>mos<br />

hacer cuando nos sentimos timados, cuando tenemos<br />

la impresión <strong>de</strong> que la fe no produce ni en nosotros ni<br />

el mundo <strong>los</strong> resultados que habíamos soñado?<br />

¿Cómo encajar las <strong>de</strong>cepciones que nos crea a veces<br />

nuestra Iglesia? ¿Cómo aceptar que tras dos mil años<br />

<strong>de</strong> cristianismo siga habiendo en el mundo tanto mal?<br />

La terapia <strong>de</strong> recuperación <strong>de</strong> la fe pasa por cuatro<br />

etapas. La primera consiste en hablar, en poner<br />

nombre a todas nuestras zozobras y miedos, en sacar<br />

afuera la frustración que guardamos en nuestra<br />

bo<strong>de</strong>ga, en contársela con pe<strong>los</strong> y señales a ese<br />

misterioso pedagogo que camina con nosotros y que<br />

nos pregunta: "¿Qué asuntos te traen <strong>de</strong> cabeza?<br />

¡Cuéntame<strong>los</strong>! Cuando nos atrevemos a contarle a él<br />

lo que nos pasa hemos puesto en marcha un proceso<br />

<strong>de</strong> sanación.<br />

La segunda etapa consiste en escuchar. En la<br />

primera, Jesús, como buen terapeuta, ha sido todo<br />

oídos para que nosotros pudiéramos ser todo palabra.<br />

Ahora se invierten <strong>los</strong> papeles. Nos toca a nosotros<br />

escuchar su Palabra. Esta palabra se nos transmite,<br />

sobre todo, en la Escritura. Volver a la Escritura con<br />

humildad, sin ansieda<strong>de</strong>s, es el único modo <strong>de</strong> que<br />

nuestro corazón <strong>de</strong>cepcionado comience lentamente


a ar<strong>de</strong>r. ¡Sólo la Palabra encien<strong>de</strong> <strong>de</strong> nuevo las<br />

ascuas que están <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> nuestras cenizas!<br />

La tercera etapa pasa por el comer. A <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> Emaús sólo se les abren <strong>los</strong> ojos, sólo reconocen al<br />

extraño compañero <strong>de</strong> camino, cuando éste se queda<br />

a cenar con el<strong>los</strong> y les parte el pan. También hoy para<br />

cada uno <strong>de</strong> nosotros la eucaristía es el "lugar <strong>de</strong>l<br />

reconocimiento", en el doble sentido <strong>de</strong> la palabra: <strong>de</strong><br />

acción <strong>de</strong> gracias y <strong>de</strong> caer en la cuenta.<br />

La cuarta etapa finalmente, es semejante a la que<br />

hemos visto en <strong>los</strong> encuentros <strong>de</strong> <strong>los</strong> días anteriores.<br />

Consiste en acoger el testimonio <strong>de</strong> otros y en<br />

comunicar el propio. Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús, que<br />

habían comenzado un itinerario <strong>de</strong> di-misión (el que<br />

<strong>los</strong> llevaba <strong>de</strong> Jerusalén a su pueblo), empren<strong>de</strong>n un<br />

itinerario <strong>de</strong> misión, que <strong>los</strong> lleva <strong>de</strong> nuevo a<br />

Jerusalén, don<strong>de</strong> está la comunidad. Tras reconocer<br />

al Resucitado, han pasado <strong>de</strong> ser dimisionarios a ser<br />

misioneros. Curiosamente, cuando se encuentran con<br />

la comunidad, no son el<strong>los</strong> <strong>los</strong> primeros en contar lo<br />

que les ha pasado, sino que aceptan la confesión <strong>de</strong><br />

fe <strong>de</strong> <strong>los</strong> Once y <strong>de</strong> sus compañeros: "Es verdad, ha<br />

resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón".<br />

Hablar, escuchar, comer y comunicar son <strong>los</strong> verbos<br />

que marcan las cuatro etapas <strong>de</strong> un profundo<br />

encuentro con el Resucitado. Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús<br />

(Cleofás y otro; ¿tal vez su esposa?) no son sino<br />

prototipos <strong>de</strong> lo que tú y yo somos. En su aventura <strong>de</strong><br />

fe encontramos luz para compren<strong>de</strong>r mejor la<br />

nuestra.<br />

7. Durante toda esta semana <strong>de</strong> Pascua seguiremos<br />

rastreando las palabras <strong>de</strong>l Resucitado. Ellas tienen la<br />

virtud que ninguna otra palabra tiene: conectan con<br />

el fondo <strong>de</strong> nuestro ser y allí don<strong>de</strong> nadie llega<br />

inyectan la alegría y la esperanza que necesitamos.<br />

En este Miércoles <strong>de</strong> Pascua nosotros somos <strong>los</strong>


discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús. Nosotros somos <strong>los</strong><br />

dimisionarios tristes y ofuscados. A nosotros se nos<br />

regalan estos mensajes:<br />

¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais <strong>de</strong><br />

camino? El Resucitado es un terapeuta que quiere<br />

ayudarnos a viajar hasta nuestras raíces. Ayer nos<br />

preguntaba por las razones <strong>de</strong> nuestro llanto. Hoy<br />

quiere saber lo que nos traemos entre manos.<br />

¿Cuáles son nuestras preocupaciones actuales? ¿A<br />

qué estamos prestando atención? ¿Qué o quién ocupa<br />

nuestros intereses, nuestro tiempo? ¿De qué solemos<br />

hablar con las personas <strong>de</strong> nuestro entorno? ¿Por qué<br />

razón nos levantamos cada mañana?<br />

¿No era necesario que el Mesías pa<strong>de</strong>ciera esto para<br />

entrar en su gloria? Ese “era necesario” nos trae <strong>de</strong><br />

cabeza. ¿Cómo pue<strong>de</strong> ser “necesario” el<br />

sufrimiento”? ¿Qué valor pue<strong>de</strong> tener la muerte?<br />

Cuando llegamos a estos límites, se alza siempre la<br />

señal que parece <strong>de</strong>cirnos: “Callejón sin salida. Dé la<br />

vuelta”. Y, sin embargo, en este misterioso “era<br />

necesario” se escon<strong>de</strong> el proyecto <strong>de</strong> amor <strong>de</strong> Dios<br />

hacia el mundo, la razón que da sentido a nuestras<br />

noches oscuras.<br />

¿Cómo po<strong>de</strong>mos reaccionar ante las palabras <strong>de</strong>l<br />

Resucitado? Tal vez haciendo nuestras las <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús:<br />

Quédate con nosotros. El Resucitado siempre aparece<br />

en el camino <strong>de</strong> nuestra vida, pero siempre hace<br />

a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> seguir a<strong>de</strong>lante. Este estar sin ser visto,<br />

esta presencia ausente, esta cercanía distante,<br />

alimenta nuestro <strong>de</strong>seo, provoca nuestra búsqueda.<br />

Sólo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir “quédate” quien ha sido tocado y<br />

anhela la posesión total: “¿A dón<strong>de</strong> te escondiste,<br />

amado, y me <strong>de</strong>jaste con gemido? Hay algo en<br />

nuestra fe que es siempre un “no sé qué que queda<br />

balbuciendo”.<br />

¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por<br />

el camino y nos explicaba las Escrituras? Las brasas<br />

<strong>de</strong> nuestras vidas están, a menudo, cubiertas con las


cenizas <strong>de</strong>l cansancio, el aburrimiento, la<br />

<strong>de</strong>sesperación. ¿Cómo encen<strong>de</strong>r lo que parece<br />

completamente extinguido? ¿Cómo po<strong>de</strong>mos poner<br />

en danza nuestra vida? ¿De dón<strong>de</strong> brota el fuego<br />

interior? ¡De la palabra <strong>de</strong> Jesús! Cada día, cuando<br />

nos acercamos al evangelio, somos como ese<br />

mendigo que estaba sentado junto a la puerta<br />

Hermosa <strong>de</strong>l templo. Pedimos la limosna <strong>de</strong> la luz, <strong>de</strong><br />

la alegría. Quizá no aspiramos a gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>stel<strong>los</strong>.<br />

Nos conformamos con la ración diaria que pue<strong>de</strong><br />

mantener el fuego interior. Jesús nunca la niega a<br />

quienes la pi<strong>de</strong>n con fe.<br />

COMENTARIO 1<br />

EL <strong>LA</strong>RGO CAMINO <strong>DE</strong>L HOMBRE OBSTINADO EN<br />

TENER RAZON<br />

El episodio <strong>de</strong> Emaús, propio <strong>de</strong> Lucas, <strong>de</strong>scribe el<br />

camino que tienen que hacer <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> para<br />

reconocer la presencia <strong>de</strong> Jesús en la historia. Lucas<br />

enfoca («Y mirad») la comunidad <strong>de</strong> discípu<strong>los</strong> («dos<br />

<strong>de</strong> el<strong>los</strong>») en el momento en que, simbólicamente,<br />

<strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> mala gana, <strong>de</strong>jar la institución judía<br />

(«que distaba dos leguas <strong>de</strong> Jerusalén») en dirección<br />

a una al<strong>de</strong>a, llamada Emaús (24,13).<br />

La conversación que sostienen entre el<strong>los</strong> explicita,<br />

<strong>de</strong> palabra, el recorrido que hacen físicamente.<br />

Comentan <strong>los</strong> acontecimientos negativos que han<br />

<strong>de</strong>jado en el<strong>los</strong> una profunda frustración (24,14). La<br />

i<strong>de</strong>ología que comparten les impi<strong>de</strong> reconocer a Jesús<br />

en el compañero <strong>de</strong> viaje (24,15-16). Reconocen que<br />

era un Profeta, pero siguen adictos a <strong>los</strong> dirigentes<br />

<strong>de</strong> Israel, a pesar <strong>de</strong> que éstos lo han traicionado y<br />

ejecutado («<strong>los</strong> sumos sacerdotes y nuestros jefes»,<br />

24,20), y proyectan sobre su persona rasgos<br />

nacionalistas («Jesús, el Nazareno», 24,19):<br />

«Cuando nosotros esperábamos que él fuese el<br />

liberador <strong>de</strong> Israel» (24,21a). Como quiera que sólo


esperaban un triunfo terrenal, ni las repetidas<br />

predicciones <strong>de</strong> Jesús (9,22.44s; 18,32-34) ni <strong>los</strong><br />

indicios <strong>de</strong> su resurrección (testimonio <strong>de</strong> las<br />

mujeres y <strong>de</strong> <strong>los</strong> representantes <strong>de</strong> la Escritura,<br />

24,22), ni la confirmación <strong>de</strong>l relato <strong>de</strong> las mujeres<br />

por parte <strong>de</strong> Pedro (24,24) han avivado su<br />

esperanza: «Pero, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo eso, con hoy son<br />

ya tres días que ocurrió» (24,21b).<br />

JESUS ABRE EL SENTIDO PROFUNDO <strong>DE</strong> <strong>LA</strong><br />

ESCRITURA<br />

Lucas concentra en esta escena y en la que seguirá,<br />

<strong>de</strong> la que ésta es un <strong>de</strong>sdoblamiento, toda la artillería<br />

pesada con el fin <strong>de</strong> librar la batalla <strong>de</strong>cisiva contra la<br />

mentalidad que continúa amarrando a tierra a sus<br />

comunida<strong>de</strong>s y les impi<strong>de</strong> reconocer a Jesús en el<br />

camino <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres. La resistencia<br />

proviene, como en el caso <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>, <strong>de</strong> la<br />

mentalidad que <strong>los</strong> inva<strong>de</strong> y <strong>de</strong> la falta <strong>de</strong> entrega<br />

personal, con la excusa <strong>de</strong> que no lo ven claro, <strong>de</strong> que<br />

la situación no hay quien la arregle, <strong>de</strong> que ya están<br />

<strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong> todo.<br />

En primer lugar Jesús les recuerda, <strong>de</strong> palabra, lo que<br />

ya les había dicho antes por partida triple (las<br />

predicciones sobre su muerte y resurrección),<br />

insistiendo en que todo eso ya estaba contenido en la<br />

Escritura: « ¡Qué torpes sois y qué lentos para creer<br />

en todo lo que dijeron <strong>los</strong> Profetas! ¿No tenía el<br />

Mesías que pa<strong>de</strong>cer todo eso para entrar en su<br />

gloria?" Y, tomando pie <strong>de</strong> Moisés y <strong>de</strong> <strong>los</strong> Profetas,<br />

les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura»<br />

(24,25-27). La temática es la misma <strong>de</strong> la escena <strong>de</strong><br />

la transfiguración y <strong>de</strong> la escena <strong>de</strong> las mujeres en el<br />

sepulcro. Aquí es Jesús en persona el que les imparte<br />

la lección. En el prólogo <strong>de</strong> Hch 1,3 dirá Lucas, <strong>de</strong><br />

forma resumida, que la lección duró «cuarenta días».<br />

Su mentalidad nacionalista a ultranza y triunfalista<br />

les impi<strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r el sentido <strong>de</strong> las Escrituras. Ni<br />

siquiera el fracaso <strong>de</strong>l Mesías <strong>los</strong> ha hecho cambiar.<br />

Ahora, peor todavía, como están quemados y <strong>de</strong><br />

vuelta, regresan al bastión inexpugnable que les


queda, la «al<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Emaús». El día ya <strong>de</strong>clina,<br />

oscurece, cae la tiniebla: pero el<strong>los</strong> siguen a<strong>de</strong>lante,<br />

arrastrándose por la vida <strong>de</strong>cepcionados y<br />

resignados.<br />

La segunda lección que les impartirá Jesús será con<br />

hechos. Pero antes ha sido preciso que el<strong>los</strong> diesen<br />

señales <strong>de</strong> vida: «Quédate con nosotros, que está<br />

atar<strong>de</strong>ciendo y el día va ya <strong>de</strong> caída» (24,29). Han<br />

acogido al hombre, sin saber que era Jesús. Este ha<br />

hecho a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> seguir a<strong>de</strong>lante (24,28), para que<br />

fuesen el<strong>los</strong> quienes tomasen la iniciativa <strong>de</strong> darle<br />

acogida. Tienen que hacerse «prójimos»,<br />

acercándose a las necesida<strong>de</strong>s humanas y<br />

compartiendo lo que tienen. «Y sucedió que, estando<br />

recostado con el<strong>los</strong> a la mesa, tomó el pan, pronunció<br />

la bendición, lo partió y se lo ofreció» (24,30). Jesús<br />

les da la misma señal que les había dado en la escena<br />

<strong>de</strong>l compartir <strong>los</strong> panes (9,16) y que <strong>los</strong> llevó a<br />

reconocerlo como Mesías (9,18-20). Se dan cuenta <strong>de</strong><br />

que es él en la acción <strong>de</strong> compartir el pan (24,35)<br />

para que comiera <strong>de</strong> él todo Israel. Lo sienten<br />

viviente, como cuando «estaban en ascuas mientras<br />

les hablaba por el camino» (24,32).<br />

Palabra y gesto: si queremos compren<strong>de</strong>r el plan <strong>de</strong><br />

Dios, <strong>de</strong>bemos habituarnos también nosotros a<br />

compartir, como Jesús se entregó a sí mismo en un<br />

acto supremo <strong>de</strong> donación (22,19) y lo significó<br />

mediante la «partición <strong>de</strong>l pan». Mientras vayamos<br />

en busca <strong>de</strong> una iglesia triunfante, bien consi<strong>de</strong>rada y<br />

aplaudida por <strong>los</strong> po<strong>de</strong>rosos, mientras confiemos en<br />

<strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s medios <strong>de</strong> comunicación como formas <strong>de</strong><br />

evangelización, por el estilo <strong>de</strong> <strong>los</strong> carismáticos<br />

evangelistas que dominan las televisiones<br />

americanas, remaremos contra corriente y no<br />

<strong>de</strong>scubriremos nunca a Jesús en la pequeña, pobre e<br />

insignificante historia <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres y mujeres que<br />

nos ro<strong>de</strong>an o que se nos acercan.<br />

COMENTARIO 2<br />

Emaús es el lugar que Lucas escoge para que dos


personas que habían escuchado a Jesús y le habían<br />

visto actuar coherentemente sean <strong>los</strong> que se<br />

encuentran con el Señor resucitado. El<strong>los</strong>, que no<br />

formaban parte <strong>de</strong> la oficialidad, serán <strong>los</strong> que<br />

anunciarán al grupo <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> que Jesús ha<br />

resucitado y vive en sus corazones.<br />

A Emaús se dirigen estas dos personas, dos que se<br />

habían sentido interpeladas con el proyecto <strong>de</strong>l<br />

Nazareno, pero que van asustadas por <strong>los</strong> últimos<br />

acontecimientos. El po<strong>de</strong>r romano aliado al po<strong>de</strong>r<br />

religioso judío han asesinado a Jesús, y por lo tanto<br />

<strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> y seguidores <strong>de</strong>l ajusticiado ahora<br />

caminan temerosos por la calles <strong>de</strong> Jerusalén y sus<br />

alre<strong>de</strong>dores.<br />

Mientras iban <strong>de</strong> camino, el<strong>los</strong> vuelven a recordar a<br />

Jesús, y al recordarlo, se aviva su <strong>de</strong>scontento con el<br />

sistema injusto en el que nacieron; pero no es el<br />

<strong>de</strong>scontento por el <strong>de</strong>scontento hacia la oficialidad, ni<br />

el recuerdo apasionado <strong>de</strong> lo que hizo Jesús durante<br />

su vida, lo que va hacer que el<strong>los</strong> sientan al Señor<br />

resucitado. El<strong>los</strong> van a reconocer vivo a Jesús ahora<br />

en la fracción <strong>de</strong>l pan. Es el cambio que ha suscitado<br />

en el<strong>los</strong> la fuerza <strong>de</strong>l resucitado que <strong>los</strong> ha hecho<br />

nuevas creaturas, capaces <strong>de</strong> partir y compartir la<br />

vida, el alimento, la amistad y la lucha común por un<br />

mundo más justo y humano.<br />

Fue en el gesto <strong>de</strong> la fracción <strong>de</strong>l pan don<strong>de</strong> se dieron<br />

cuenta <strong>de</strong> que el asesinato <strong>de</strong>l maestro no había<br />

podido apagar el ardor <strong>de</strong> sus corazones, sino que<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese mismo instante no valió otra cosa, sino la<br />

experiencia <strong>de</strong>l Jesús resucitado. Ya no tiene vali<strong>de</strong>z<br />

la preocupación por el sepulcro vacío, ya no existe el<br />

temor a Roma ni a la oficialidad judía. Ya no hay<br />

temor porque la fuerza <strong>de</strong>l Cristo resucitado <strong>los</strong> ha<br />

impulsado para anunciar un mundo nuevo, una<br />

experiencia diferente, y <strong>los</strong> ha ayudado a<br />

comprometerse en la causa <strong>de</strong>l Reino.<br />

9.


Un paralítico pi<strong>de</strong> dinero en la puerta principal <strong>de</strong>l<br />

templo, y Pedro y Juan le comparten lo que tienen: la<br />

fuerza <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Jesús.<br />

El hombre que estaba postrado y en una situación <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, recupera su dignidad. Se pone <strong>de</strong> pie <strong>de</strong><br />

un salto y comienza a andar para dar testimonio con<br />

su presencia <strong>de</strong> la acción <strong>de</strong>l Resucitado. El hombre<br />

camina con dignidad junto a <strong>los</strong> apóstoles. La gente,<br />

acostumbrada a verlo por el suelo, se sorpren<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

su actitud y teme por lo que pueda pasar.<br />

El levantamiento <strong>de</strong> este hombre y su ingreso a<br />

templo, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba excluido por su enfermedad<br />

sublevan el or<strong>de</strong>n establecido y anuncian una nueva<br />

realidad. Con la acción <strong>de</strong> Jesús por medio <strong>de</strong> Pedro<br />

Juan, la práctica transformadora <strong>de</strong>l mundo que<br />

intentaron extinguir paría violencia renace otra vez<br />

entre <strong>los</strong> pobres, para afirmar la condición <strong>de</strong>l ser<br />

humano ante Dios.<br />

Por su parte, El camino <strong>de</strong> Emaús es el proceso <strong>de</strong><br />

conversión <strong>de</strong> <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong>. Ante la tragedia, el<br />

fracaso y la incertidumbre <strong>los</strong> seguidores se alejan.<br />

Pero Jesús les sale al encuentro y, a través <strong>de</strong> la<br />

reflexión sobre la realidad, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios -<br />

«con Biblia y el periódico», se diría hoy en América<br />

latina les abre el entendimiento para que perciban la<br />

fuerza <strong>de</strong> la Resurrección, y <strong>de</strong> la Utopía <strong>de</strong>l Reino<br />

que en ella se manifiesta.<br />

Diario Bíblico. Cicla (Confe<strong>de</strong>ración Internacional<br />

Claretiana <strong>de</strong> Latinoamérica)<br />

10.<br />

Vivir en la tierra mirando al cielo<br />

En la celebración litúrgica <strong>de</strong> hoy somos invitados a<br />

participar <strong>de</strong> dos experiencias <strong>de</strong> vida eclesial:<br />

La primera nos lleva a conocer cómo vivía la primera


comunidad <strong>de</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Jesús en Jerusalén,<br />

acudiendo sistemáticamente al templo para hacer la<br />

oración.<br />

La segunda nos introduce en el conocimiento <strong>de</strong> la<br />

Escritura por medio <strong>de</strong> la lección que Jesús explica a<br />

dos <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong> que iban camino <strong>de</strong> Emaús.<br />

Las dos son <strong>de</strong> extraordinario interés para nuestra<br />

comunidad eclesial.<br />

ORACIÓN<br />

Oremos al Señor y pidámosle que su mensaje <strong>de</strong><br />

vida, paz y gracia, penetre profundamente en<br />

nuestros corazones a fin <strong>de</strong> que, en la tierra que<br />

pisamos seamos fieles peregrinos, hermanos y<br />

solidarios con todos <strong>los</strong> peregrinantes, y en el<br />

espíritu llevemos siempre la luz <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la<br />

esperanza que nos proyecta hacia la eternidad <strong>de</strong> la<br />

vida en Dios por Cristo nuestro Señor.<br />

Palabra <strong>de</strong> Dios y Reflexión<br />

Hechos <strong>de</strong> <strong>los</strong> Apóstoles 3, 1-10:<br />

“En aquel<strong>los</strong> días, Pedro y Juan subían al templo, a la<br />

oración <strong>de</strong> media tar<strong>de</strong>.<br />

Cuando subían vieron traer a cuestas a un lisiado <strong>de</strong><br />

nacimiento que solían colocar todos <strong>los</strong> días en la<br />

puerta Hermosa <strong>de</strong>l templo para que pidiera limosna<br />

a <strong>los</strong> que entraban.<br />

El lisiado, al ver entrar a Pedro y Juan, les pidió<br />

limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó<br />

mirando, y le dijo: Míranos... Yo no tengo plata ni oro.<br />

Te doy lo que tengo: En nombre <strong>de</strong> Jesús Nazareno,<br />

echa a andar; y agarrándolo <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, lo<br />

incorporó...”


Ese texto y ese gesto acreditan que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

resurrección y <strong>de</strong> pentecostés, <strong>los</strong> apóstoles y<br />

discípu<strong>los</strong> acudían al templo a orar, en las horas<br />

convenidas, según la tradición judía, y que <strong>los</strong><br />

enfermos continuaban poniéndose a la puerta,<br />

pidiendo limosna. La comunidad cristiana no tenía<br />

otro punto <strong>de</strong> encuentro oracional que el <strong>de</strong>l Templo<br />

o, en su caso, <strong>los</strong> domicilios particulares. Su<br />

separación <strong>de</strong>l templo judío vendría más tar<strong>de</strong>, tras la<br />

ruptura <strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s cristianas con el<br />

judaísmo, para seguir a Jesús.<br />

Pedro y Juan, al ver al lisiado, se acordaron <strong>de</strong> las<br />

entrañas misericordiosas <strong>de</strong> Jesús para con <strong>los</strong><br />

enfermos; y en su nombre, tocados por el Espíritu,<br />

hicieron lo que hacía Jesús: <strong>de</strong>rramarse en<br />

misericordia, poner en pie al lisiado y hacerle<br />

caminar. Todo fue obra <strong>de</strong> la fe y confianza en Cristo<br />

Jesús.<br />

Evangelio según san Lucas 24, 13-35:<br />

“Tras la muerte <strong>de</strong>l Señor Jesús, dos discípu<strong>los</strong> iban<br />

andando el día primero <strong>de</strong> la semana hacia una al<strong>de</strong>a<br />

llamada Emaús..., y comentaban entre sí todo lo que<br />

había sucedido. Jesús en persona se acercó a el<strong>los</strong> y<br />

se puso a caminar a su lado, sin que el<strong>los</strong> le<br />

reconocieran. En el camino les preguntó: ¿<strong>de</strong> qué<br />

veníais hablando? ...<br />

Uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, Cleofás, le replicó: ¿eres tú el único<br />

forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado<br />

allí en estos días? Jesús les preguntó: ¿A qué os<br />

referís? El<strong>los</strong> le contestaron: a lo <strong>de</strong> Jesús el<br />

Nazareno, que fue un profeta po<strong>de</strong>roso en obras y<br />

palabras...; a cómo lo entregaron... y lo crucificaron.<br />

Nosotros esperábamos que él fuera el futuro<br />

liberador <strong>de</strong> Israel. Y ya ves: hace ya dos días que<br />

sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres <strong>de</strong><br />

nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron<br />

muy <strong>de</strong> mañana al sepulcro, no encontraron su<br />

cuerpo y vinieron diciendo que habían visto una<br />

aparición <strong>de</strong> ángeles....


Jesús les dijo: ¡qué necios y torpes sois para creer lo<br />

que anunciaron <strong>los</strong> profetas! ¿No era necesario que el<br />

Mesías pa<strong>de</strong>ciera esto para entrar en su gloria?...<br />

Ya cerca <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, Jesús hizo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> seguir<br />

a<strong>de</strong>lante...; pero el<strong>los</strong> lo apremiaron diciendo:<br />

quédate con nosotros... Jesús accedió, se sentó a la<br />

mesa con el<strong>los</strong>, tomó el pan, pronunció la bendición,<br />

lo partió y se lo dio. Y a el<strong>los</strong> se les abrieron <strong>los</strong> ojos<br />

y lo reconocieron...”<br />

Presencia viva <strong>de</strong> Cristo con su palabra, fuerza,<br />

gracia. Suave <strong>de</strong>nuncia <strong>de</strong> la incredulidad <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong>. Ejercicio <strong>de</strong>l magisterio <strong>de</strong> Jesús,<br />

enseñándonos a leer las Sagradas Escrituras teniendo<br />

a él mismo como referencia suprema <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong><br />

Israel: Mesías, Salvador, liberador. Reconocimiento<br />

<strong>de</strong> su persona y mensaje en <strong>los</strong> gestos: le<br />

reconocieron al partir el pan, asociando cuanto hizo<br />

en la última Cena.<br />

Juntemos en nuestra fe las dos actitu<strong>de</strong>s y<br />

reconocimientos <strong>de</strong> Cristo presente: Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong><br />

Emaús confiesan que Jesús fue quien cenó con el<strong>los</strong> y<br />

les inflamó en su verdad y amor. Tuvieron conciencia<br />

<strong>de</strong> ello al partir el pan. Y Pedro confiesa que sólo en<br />

el nombre <strong>de</strong> Jesús podía <strong>de</strong>cirse: levántate y anda.<br />

Apliquemos la lección a nuestra vida y veámonos en<br />

el espejo <strong>de</strong> Jesús y <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong>: ¿Tenemos tal<br />

firmeza <strong>de</strong> fe, confianza en Cristo, amor compasivo a<br />

<strong>los</strong> hermanos más débiles, como para repetir el<br />

milagro <strong>de</strong> Pedro y Juan, en nombre <strong>de</strong> Jesús?<br />

Si a Jesús lo reconocieron como quien era en la<br />

fracción <strong>de</strong>l pan y acción <strong>de</strong> gracias, ¿en qué gesto <strong>de</strong><br />

fe, amor, solidaridad, humildad, entrega ... nos<br />

pue<strong>de</strong>n reconocer a nosotros nuestros vecinos y<br />

conciudadanos como discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Jesús, el Hijo <strong>de</strong><br />

Dios?<br />

Que la luz <strong>de</strong> la fe ilumine toda nuestra vida, y se<br />

haga luz para <strong>los</strong> <strong>de</strong>más. Que la sinceridad <strong>de</strong> espíritu<br />

nos haga percibir <strong>los</strong> signos <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Cristo


entre <strong>los</strong> hombres. Que el gozo <strong>de</strong> hacer bien nos<br />

abra a todos <strong>los</strong> hermanos y mantenga nuestras<br />

manos solidarias. Que nuestra Mesa Eucarística y <strong>de</strong><br />

la Palabra tenga el calor, la amistad, el fuego <strong>de</strong> amor<br />

que tuvo la cena <strong>de</strong> Emaús.<br />

11.<br />

13. Ciento sesenta estadios: o sea unos 30 kms.,<br />

distancia que correspon<strong>de</strong> a la actual Amwás. En<br />

algunos códices se lee "sesenta", en vez <strong>de</strong> "ciento<br />

sesenta", lo que dio lugar a buscar, como posible<br />

escenario <strong>de</strong> este episodio, otros lugares en las<br />

proximida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Jerusalén (El Kubeibe y Kaloníe).<br />

23. Gran misterio es ver que Jesús resucitado, lejos<br />

<strong>de</strong> ser aún glorificado sobre la tierra (cf. Hech. 1, 6),<br />

sigue luchando con la incredulidad <strong>de</strong> sus propios<br />

discípu<strong>los</strong>. Cf. Juan 21, 9 y nota: "Al bajar a tierra,<br />

vieron brasas puestas, y un pescado encima, y pan".<br />

Santo Tomás <strong>de</strong> Aquino opina que en esta comida,<br />

como en la <strong>de</strong>l Cenáculo (Luc. 24, 41 - 43) y en la <strong>de</strong><br />

Emaús (Luc. 24, 30), ha <strong>de</strong> verse la comida y bebidas<br />

nuevas que Jesús anunció en Mat. 26, 29 y Luc. 22,<br />

16 - 18 y 29 - 30. Otros autores no comparten esta<br />

opinión, observando que en aquellas ocasiones el<br />

Señor resucitado no comió cor<strong>de</strong>ro ni bebió vino, sino<br />

que tomó pescado, pan y miel, y que, lejos <strong>de</strong><br />

sentarse a la mesa en un banquete triunfante con sus<br />

discípu<strong>los</strong>, tuvo que seguir combatiéndoles la<br />

incredulidad con que dudaban <strong>de</strong> su Re<strong>de</strong>nción (cf.<br />

Luc. 24, 13; Hech., 1, 3).<br />

26. Les mostró cómo las profecías y figuras se<br />

referían también a su primera venida doliente (cf. Is.<br />

53; Salmos 21 y 68, etc.), porque el<strong>los</strong> sólo pensaban<br />

en la venida <strong>de</strong>l Mesías glorioso. Cf. Hech. 3, 22 y<br />

nota: "Porque Moisés ha anunciado: El Señor Dios<br />

vuestro os suscitará un profeta <strong>de</strong> entre vuestros<br />

hermanos, como a mí; a El habéis <strong>de</strong> escuchar en<br />

todo cuanto os diga". Os suscitará un profeta: Este<br />

notable pasaje pue<strong>de</strong> traducirse también: Os


esucitará un profeta. Según esta interpretación, el<br />

célebre vaticinio <strong>de</strong> Moisés sobre el Mesías (Deut. 18,<br />

15) anunciaría que tales profecías habían <strong>de</strong><br />

cumplirse en El <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto y resucitado.<br />

Lucas al narrar, y Pedro al hablar aquí, usan en<br />

griego el verbo anastesei (lo mismo que el texto <strong>de</strong><br />

Moisés en <strong>los</strong> LXX, que es la versión citada por S.<br />

Pedro), cuyo sentido principal es resucitará, y repiten<br />

el mismo verbo en el v. 26, don<strong>de</strong> tal sentido es<br />

evi<strong>de</strong>nte y exclusivo <strong>de</strong> todo otro: levantar <strong>de</strong> entre<br />

<strong>los</strong> muertos. Esta versión tiene en su favor<br />

circunstancias importantes, puesto que Pedro está<br />

hablando <strong>de</strong> la Resurrección <strong>de</strong> Jesús, y su intención<br />

expresa es aquí (como en 2, 24 ss., don<strong>de</strong> usa el<br />

mismo verbo), mostrar precisamente que esa<br />

resurrección estaba anunciada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Moisés, como lo<br />

estaba por David (véase 2, 25 ss., cita <strong>de</strong>l S. 15, 8 ss.,<br />

y 2, 30, cita <strong>de</strong>l S. 131). Igual testimonio que éstos<br />

<strong>de</strong> Pedro, da Pablo en 13, 33 ss., con idénticos<br />

argumentos y usando el mismo verbo. Por lo <strong>de</strong>más,<br />

Jesús ya lo había dicho a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús<br />

(uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales era tal vez el mismo Lucas)<br />

llamándo<strong>los</strong> "necios y tardos <strong>de</strong> corazón" en<br />

compren<strong>de</strong>r que su rechazo por Israel, sus dolores,<br />

muerte y resurrección estaban previstos, para lo cual<br />

"comenzando por Moisés" les hizo interpretación <strong>de</strong><br />

las profecías (Luc. 24, 25 - 27). Y el mismo Lucas<br />

relata luego que a fin <strong>de</strong> hacerles compren<strong>de</strong>r esos<br />

anuncios, el divino Maestro "les abrió la inteligencia<br />

para que entendiesen las Escrituras" y les dijo que<br />

estaba escrito "en Moisés, en <strong>los</strong> Profetas y en <strong>los</strong><br />

Salmos" que el Cristo sufriese "y resucitase <strong>de</strong> entre<br />

<strong>los</strong> muertos al tercer día" (Luc. 24, 44 - 46). Cf. 26,<br />

23. Como a mí: Sobre el sentido <strong>de</strong> estas palabras,<br />

véase 7, 37. Cf. 17, 18 .<br />

30. Pirot hace notar que ha sido abandonada la<br />

opinión <strong>de</strong> que esta fracción <strong>de</strong>l pan fuese la<br />

Eucaristía.<br />

32. Felicidad que hoy está a nuestro alcance (cf. v. 45<br />

y nota: "Entonces les abrió la inteligencia para que<br />

comprendiesen las Escrituras". Vemos aquí que la<br />

inteligencia <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios es obra <strong>de</strong>l Espíritu


Santo en nosotros, el cual la da a <strong>los</strong> humil<strong>de</strong>s y no a<br />

<strong>los</strong> sabios.<br />

"La inteligencia <strong>de</strong> las Escrituras produce tal <strong>de</strong>leite<br />

que el alma se olvida no sólo <strong>de</strong>l mundo, sino<br />

también <strong>de</strong> sí misma" (Santa Angela <strong>de</strong> Foligno).<br />

12. Encontrar a Cristo<br />

A <strong>los</strong> dos discípu<strong>los</strong> que Jesús se encuentra en el<br />

camino <strong>de</strong> Emaús se les suele reprochar su <strong>de</strong>sánimo<br />

y tristeza. Nada más injusto.<br />

Las autorida<strong>de</strong>s habían matado a su Maestro, a su<br />

Jefe, al que creían su Mesías y Libertador. Habían<br />

perdido a Cristo. ¿Podría existir tristeza más<br />

justificada?<br />

Tanto lo querían, a<strong>de</strong>más, que no quieren<br />

permanecer ni un momento más en la ciudad: no<br />

soportan el choque <strong>de</strong> sus antiguas ilusiones, ya<br />

muertas, con la vida vacía y sin sentido que arrastran<br />

ahora. Aquel mismo día regresaban a su al<strong>de</strong>a natal.<br />

Cristo compren<strong>de</strong> a estos discípu<strong>los</strong> y su <strong>de</strong>caimiento.<br />

Por eso sale a su encuentro y les recompensa con un<br />

efusivo y cariñoso: ¡Oh insensatos y tardos <strong>de</strong><br />

corazón! ¿Por qué? Porque, tres años escuchándole y<br />

no le habían entendido, no habían podido <strong>de</strong>scubrir<br />

quién era... Tres años a su lado observando sus<br />

milagros, embelesados ante su mensaje, viéndole<br />

amar, sufrir, consolar, reír, orar... y no habían sido<br />

capaces <strong>de</strong> reconocerlo.<br />

Ciertamente, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser un consuelo en nuestra<br />

vida cristiana apreciar cómo Jesús no pier<strong>de</strong> la<br />

paciencia ante la ceguera <strong>de</strong> <strong>los</strong> pobres discípu<strong>los</strong> -<br />

prototipo, quizás, <strong>de</strong> la nuestra- y cómo poco a poco<br />

les va apartando las escamas <strong>de</strong> <strong>los</strong> ojos.<br />

Primero comienza a calentar su corazón, ya bastante<br />

<strong>de</strong>caído y frío, recordándoles y explicándoles las<br />

Escrituras. Los pasajes tantas veces leídos sin prestar


atención, aburridos, comienzan a cobrar nueva vida a<br />

medida que Él <strong>los</strong> va explicando. Van respondiendo<br />

las preguntas más íntimas que nunca se habían<br />

atrevido a presentar. Comienzan a bullir en su<br />

interior, consolándoles y animándoles.<br />

Tan interesante se convirtió la conversación <strong>de</strong> Jesús<br />

que, cuando se dieron cuenta, ya habían llegado al<br />

lugar adon<strong>de</strong> se dirigían. Después <strong>de</strong> mucho insistir,<br />

consiguen que Jesús acepte su hospitalidad.<br />

Y, puesto a la mesa con el<strong>los</strong>, se convierte <strong>de</strong> repente<br />

en el anfitrión: tomó el pan, lo bendijo y se lo dio. Y<br />

el<strong>los</strong>, lo reconocieron en la fracción <strong>de</strong>l pan. En la<br />

Eucaristía <strong>de</strong>scubrieron a Cristo. Experimentaron la<br />

presencia <strong>de</strong> Jesús. Supieron en seguida que era Él<br />

por la paz, la tranquilidad interior y esa fuerza que<br />

enseguida sintieron en su interior.<br />

Inmediatamente <strong>de</strong>spués, ya no vieron más a Cristo.<br />

Pero ya habían <strong>de</strong>scubierto el secreto para<br />

encontrarlo. En a<strong>de</strong>lante, siempre lo buscarían don<strong>de</strong><br />

Él siempre está esperando: en el Evangelio y en el<br />

Sagrario. Ahí recibirían también la fuerza para<br />

levantarse <strong>de</strong> su egoísmo y correr a anunciar la Gran<br />

Alegría que les consume.<br />

* * *<br />

Visitad frecuentemente a Jesús en la Eucaristía. Ahí,<br />

en su presencia, contadle vuestros i<strong>de</strong>ales, vuestras<br />

esperanzas, vuestros <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> amarle<br />

apasionadamente. A solas con Él <strong>de</strong>sahogad vuestras<br />

dificulta<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>salientos. El cristiano que vive al pie<br />

<strong>de</strong>l Sagrario triunfará, porque el Sagrario es horno <strong>de</strong><br />

amor, <strong>de</strong> sacrificio y <strong>de</strong> entrega. Y si os acercáis a él<br />

no podéis menos <strong>de</strong> participar <strong>de</strong> ese fuego que da<br />

vida al alma.<br />

13.


Entrada: «Venid vosotros, benditos <strong>de</strong> mi Padre,<br />

heredad el Reino preparado para vosotros <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

Creación <strong>de</strong>l mundo. Aleluya» (Mt 25,34).<br />

Colecta (<strong>de</strong>l Misal anterior y antes <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano): «Oh Dios,<br />

que todos <strong>los</strong> años nos alegras con la solemnidad <strong>de</strong><br />

la resurrección <strong>de</strong>l Señor; concé<strong>de</strong>nos, a través <strong>de</strong> la<br />

celebración <strong>de</strong> estas fiestas, llegar un día a la alegría<br />

eterna».<br />

Ofertorio: «Acepta, Señor, este sacrificio, con el que<br />

has redimido a todos <strong>los</strong> hombres, y concé<strong>de</strong>nos<br />

bondadosamente la salud <strong>de</strong>l alma y <strong>de</strong>l cuerpo».<br />

Comunión: «Los discípu<strong>los</strong> conocieron al Señor<br />

Jesús al partir el pan. Aleluya» (Lc 24,35).<br />

Postcomunión: «Te pedimos, Señor, que la<br />

participación en <strong>los</strong> sacramentos <strong>de</strong> tu Hijo nos libre<br />

<strong>de</strong> nuestros antiguos pecados y nos transforme en<br />

hombres nuevos».<br />

–Hechos 3,1-10: Te doy lo que tengo: en nombre <strong>de</strong><br />

Jesucristo, echa a andar. Lo que actúa en San Pedro<br />

al curar a este lisiado <strong>de</strong> la Puerta Hermosa <strong>de</strong>l<br />

Templo en Jerusalén, es el Nombre <strong>de</strong> Jesucristo,<br />

esto es, su Persona y su fuerza.<br />

Sobre el Nombre <strong>de</strong> Jesús dice San Bernardo:<br />

«El nombre <strong>de</strong> Jesús no es solamente Luz, es<br />

también manjar. ¿Acaso no te sientes confortado<br />

cuantas veces lo recuerdas? ¿Qué otro alimento como<br />

él sacia así la mente <strong>de</strong>l que medita? ¿Qué otro<br />

manjar repara así <strong>los</strong> sentidos fatigados, esfuerza las<br />

virtu<strong>de</strong>s, vigoriza la buenas y honestas costumbres y<br />

fomenta las castas afecciones? Todo alimento <strong>de</strong>l<br />

alma es árido si con este óleo no está sazonado; es<br />

insípido si no está condimentado con esta sal. Si<br />

escribes, no me <strong>de</strong>leitas, a no ser que lea el nombre<br />

<strong>de</strong> Jesús. Si disputas o conversas, no me place, si no<br />

oigo el nombre <strong>de</strong> Jesús. Jesús es miel en la boca,<br />

melodía en <strong>los</strong> oídos, alegría en el corazón. ¿Está<br />

triste alguno <strong>de</strong> vosotros? Venga a su corazón Jesús,


y <strong>de</strong> allí salga a la boca. Y he aquí que apenas<br />

aparece el resplandor <strong>de</strong> este nombre <strong>de</strong>saparecen<br />

todas las nubes y todo queda sereno» (Sermón 15<br />

sobre el Cantar 1.2).<br />

–Las gran<strong>de</strong>s maravillas <strong>de</strong> Dios en favor <strong>de</strong> su<br />

pueblo culminan con la resurrección <strong>de</strong> Jesús,<br />

primicia <strong>de</strong> <strong>los</strong> que resucitaremos. Cantemos con el<br />

Salmo 104 al Señor, que ha sido fiel a sus promesas,<br />

haciendo maravillas con su pueblo al nombre <strong>de</strong><br />

Jesús: «Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad<br />

a conocer sus hazañas a <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>, cantadle al son<br />

<strong>de</strong> instrumentos, hablad <strong>de</strong> sus maravillas. Gloriaos<br />

<strong>de</strong> su nombre santo, que se alegren <strong>los</strong> que buscan al<br />

Señor. Recurrid al Señor y a su po<strong>de</strong>r, buscad<br />

continuamente su rostro. ¡Estirpe <strong>de</strong> Abrahán, su<br />

siervo; hijos <strong>de</strong> Jacob, su elegido! Él Señor es nuestro<br />

Dios, Él gobierna toda la tierra».<br />

–Lucas 24,13-35: Reconocieron a Jesús al partir el<br />

pan. Aparición a <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Meaux. A Jesús se<br />

le sigue encontrando en su Palabra, en la Eucaristía,<br />

en <strong>los</strong> hermanos, en <strong>los</strong> pobres y necesitados.<br />

Comenta San Gregorio Magno:<br />

«En verdad les dirigió la palabra, les reprendió su<br />

dureza <strong>de</strong> entendimiento, les <strong>de</strong>scubrió <strong>los</strong> misterios<br />

<strong>de</strong> la Escritura Sagrada que a Él se referían... Fingió ir<br />

más lejos. Convenía probar<strong>los</strong> por si podían amarle,<br />

al menos como extraño, <strong>los</strong> que como a Dios no le<br />

amaban todavía. Pero, como no podían ser extraños a<br />

la caridad <strong>los</strong> hombres con quienes la Verdad<br />

caminaba, le ofrecen hospitalidad... Ponen pues la<br />

mesa, presentan pan y manjares; y en el partir el pan<br />

conocen a Dios, a quien en la explicación <strong>de</strong> la<br />

Sagrada Escritura no habían conocido. Al escuchar,<br />

por lo tanto, <strong>los</strong> preceptos <strong>de</strong> Dios, no fueron<br />

iluminados; pero sí lo fueron al cumplir<strong>los</strong>, porque<br />

escrito está: “No son justos ante Dios <strong>los</strong> oyentes <strong>de</strong><br />

la ley, sino que serán justificados <strong>los</strong> que la<br />

observen”. Así pues, todo el que quiera enten<strong>de</strong>r lo<br />

que ha oído, apresúrese a poner por obra todo lo que<br />

ha podido oír. He aquí que el Señor no es conocido


mientras habla, y se digna ser reconocido cuando le<br />

sustentan» (Homilía 23 sobre <strong>los</strong> Evangelios).<br />

14.<br />

Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?<br />

Habéis resucitado con Cristo; buscad las cosas <strong>de</strong><br />

arriba.<br />

Venid, benditos <strong>de</strong> mi Padre; participad <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong><br />

Dios.<br />

Los discípu<strong>los</strong> conocieron a Jesús al partir el pan con<br />

el<strong>los</strong>.<br />

Hoy en la liturgia <strong>de</strong> la palabra somos invitados a<br />

participar <strong>de</strong> la primitiva vida eclesial en dos formas<br />

complementarias: sumándonos a su experiencia <strong>de</strong><br />

vida, como discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Jesús en Jerusalén,<br />

acudiendo sistemáticamente al templo para hacer la<br />

oración. Escuchando <strong>de</strong> labios <strong>de</strong> Jesús resucitado<br />

una sublime lección que nos introduce en el<br />

conocimiento profundo <strong>de</strong> la Sagrada Escritura y <strong>de</strong>l<br />

mesianismo.<br />

Las dos experiencias son <strong>de</strong> extraordinario interés<br />

para nuestra comunidad eclesial en el siglo XXI,<br />

<strong>de</strong>masiado ajena a la espiritualidad y espiritualidad<br />

bíblica.<br />

La luz <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios<br />

1ª Lectura: Hechos <strong>de</strong> <strong>los</strong> apóstoles 3, 1-10:<br />

“En aquel<strong>los</strong> días, Pedro y Juan subían al templo, a la<br />

oración <strong>de</strong> media tar<strong>de</strong>, cuando vieron traer a cuestas<br />

a uno que era lisiado <strong>de</strong> nacimiento. Solían colocarlo<br />

todos <strong>los</strong> días en la puerta Hermosa <strong>de</strong>l templo para<br />

que pidiera limosna a <strong>los</strong> que entraban.<br />

Cuando él vio entrar a Pedro y Juan, les pidió<br />

limosna, como a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más.<br />

Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le<br />

dijo: Míranos... No tengo plata ni oro. Te doy lo que


tengo: En nombre <strong>de</strong> Jesús Nazareno, echa a andar; y<br />

agarrándolo <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, lo incorporó...”<br />

Evangelio según san Lucas 24, 13-35:<br />

“Dos discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Jesús iban andando el día primero<br />

<strong>de</strong> la semana hacia una al<strong>de</strong>a llamada Emaús... y<br />

comentaban todo lo que había sucedido. Jesús en<br />

persona se acercó a el<strong>los</strong>, se puso a caminar a su<br />

lado, sin que el<strong>los</strong> le reconocieran, y les dijo: ¿<strong>de</strong> qué<br />

veníais hablando mientras caminabais? ...<br />

Uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong>, Cleofás, le replicó: ¿eres tú el único<br />

forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado<br />

allí en estos días? Jesús les preguntó: ¿a qué os<br />

referís? Le contestaron: a lo <strong>de</strong> Jesús el Nazareno,<br />

que fue un profeta po<strong>de</strong>roso en obras y palabras...; a<br />

cómo lo entregaron... y lo crucificaron. Nosotros<br />

esperábamos que él fuera el futuro liberador <strong>de</strong><br />

Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto, y<br />

nada. Es verdad que algunas mujeres <strong>de</strong> nuestro<br />

grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy <strong>de</strong><br />

mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo y<br />

vinieron diciendo que habían visto una aparición <strong>de</strong><br />

ángeles...<br />

Jesús les dijo: ¡qué necios y torpes sois para creer lo<br />

que anunciaron <strong>los</strong> profetas! ¿No era necesario que el<br />

Mesías pa<strong>de</strong>ciera esto para entrar en su gloria?...<br />

Ya cerca <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, Jesús hizo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> seguir<br />

a<strong>de</strong>lante...; pero el<strong>los</strong> le apremiaron diciendo:<br />

quédate con nosotros... Jesús accedió, se sentó a la<br />

mesa con el<strong>los</strong>, tomó el pan, pronunció la bendición,<br />

lo partió y se lo dio. Y a el<strong>los</strong> se les abrieron <strong>los</strong> ojos<br />

y le reconocieron...”<br />

Reflexión para este día<br />

Hagamos revivir con ilusión la historia <strong>de</strong> nuestros<br />

orígenes.<br />

El texto <strong>de</strong> <strong>los</strong> Hechos acredita que, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

resurrección y pentecostés, <strong>los</strong> apóstoles y discípu<strong>los</strong><br />

acudían al templo judío a orar. Era su templo y su<br />

casa <strong>de</strong> oración. La comunidad cristiana no tenía otro


punto <strong>de</strong> encuentro oracional. No lo tendría hasta que<br />

se fuera configurando la ruptura entre el cristianismo<br />

y el judaísmo.<br />

En esos días <strong>de</strong> oración es cuando se produjo la<br />

bellísima escena que se narra en el Evangelio. En ella<br />

Cristo, que sigue fiel, se hace presente en la sencillez<br />

<strong>de</strong> vida, amonesta suavemente por su incredulidad a<br />

<strong>los</strong> que ama, y ejerce como Maestro.<br />

Agra<strong>de</strong>zcamos mil veces a Jesús Maestro, y a <strong>los</strong><br />

redactores <strong>de</strong> este encuentro <strong>de</strong>l Señor con <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong>, camino <strong>de</strong> Emaús.<br />

En su relectura, percibamos su voz, sintamos su<br />

calor, aprendamos a interpretar las Sagradas<br />

Escrituras no como un libro <strong>de</strong> ciencias humanas sino<br />

<strong>de</strong> sabiduría divina, teniendo en perspectiva a Jesús<br />

mismo: Mesías, Salvador, Liberador.<br />

¡Felices <strong>de</strong> nosotros, cristianos, si sabemos reconocer<br />

y procuramos que nos reconozcan al partir el pan en<br />

la Eucaristía, en el Amor, en el Sacrificio por <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más!<br />

15.<br />

«Entonces se les abrieron <strong>los</strong> ojos y le reconocieron»<br />

«Hoy es el día que hizo el Señor: regocijémonos y<br />

alegrémonos en él» (Sal 117,24). Así nos invita a<br />

rezar la liturgia <strong>de</strong> estos días <strong>de</strong> la Octava <strong>de</strong> Pascua.<br />

Alegrémonos <strong>de</strong> ser conocedores <strong>de</strong> que Jesús<br />

resucitado, hoy y siempre, está con nosotros. Él<br />

permanece a nuestro lado en todo momento. Pero es<br />

necesario que nosotros le <strong>de</strong>jemos que nos abra <strong>los</strong><br />

ojos <strong>de</strong> la fe para reconocer que está presente en<br />

nuestras vidas. Él quiere que gocemos <strong>de</strong> su<br />

compañía, cumpliendo lo que nos dijo: «Yo estoy con<br />

vosotros todos <strong>los</strong> días hasta el fin <strong>de</strong>l mundo» (Mt<br />

28,20).


Caminemos con la esperanza que nos da el hecho <strong>de</strong><br />

saber que el Señor nos ayuda a encontrar sentido a<br />

todos <strong>los</strong> acontecimientos. Sobre todo, en aquel<strong>los</strong><br />

momentos en que, como <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús,<br />

pasemos por dificulta<strong>de</strong>s, contrarieda<strong>de</strong>s,<br />

<strong>de</strong>sánimos... Ante <strong>los</strong> diversos acontecimientos, nos<br />

conviene saber escuchar su Palabra, que nos llevará a<br />

interpretar<strong>los</strong> a la luz <strong>de</strong>l proyecto salvador <strong>de</strong> Dios.<br />

Aunque, quizá, a veces, equivocadamente, nos pueda<br />

parecer que no nos escucha, Él nunca se olvida <strong>de</strong><br />

nosotros; Él siempre nos habla. Sólo a nosotros nos<br />

pue<strong>de</strong> faltar la buena disposición para escuchar,<br />

meditar y contemplar lo que Él nos quiere <strong>de</strong>cir.<br />

En <strong>los</strong> variados ámbitos en <strong>los</strong> que nos movemos,<br />

frecuentemente po<strong>de</strong>mos encontrar personas que<br />

viven como si Dios no existiera, carentes <strong>de</strong> sentido.<br />

Conviene nos <strong>de</strong>mos cuenta <strong>de</strong> la responsabilidad que<br />

tenemos <strong>de</strong> llegar a ser instrumentos aptos para que<br />

el Señor pueda, a través <strong>de</strong> nosotros, acercarse y<br />

“hacer camino” con <strong>los</strong> que nos ro<strong>de</strong>an. Busquemos<br />

cómo hacer<strong>los</strong> conocedores <strong>de</strong> la condición <strong>de</strong> hijos<br />

<strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> que Jesús nos ha amado tanto, que no<br />

sólo ha muerto y resucitado para nosotros, sino que<br />

ha querido quedarse para siempre en la Eucaristía.<br />

Fue en el momento <strong>de</strong> partir el pan cuando aquel<strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús reconocieron que era Jesús<br />

quien estaba a su lado.<br />

16.<br />

“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba?”<br />

(Lc 24,32)<br />

Hermanos, reflexionemos sobre lo que significaban<br />

las apariciones <strong>de</strong> Jesús a sus discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

su resurrección. Tienen tanto más importancia cuanto<br />

que nos muestran que una comunión <strong>de</strong> este género<br />

con Cristo sigue siendo posible. Este contacto con<br />

Cristo nos es posible también hoy. En el período <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> cuarenta días que siguieron a la resurrección,<br />

Jesús inauguró su nueva relación con la Iglesia, su


elación actual con nosotros, la forma <strong>de</strong> presencia<br />

que ha querido manifestar y asegurar.<br />

Después <strong>de</strong> su resurrección ¿cómo se hizo Cristo<br />

presente a la Iglesia? Iba y venía libremente, nada se<br />

oponía a su venida, ni siquiera las puertas cerradas.<br />

Pero una vez presente, <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> no eran capaces<br />

<strong>de</strong> reconocer su presencia. Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús<br />

no tenían conciencia <strong>de</strong> su presencia hasta <strong>de</strong>spués,<br />

recordando la influencia que él había ejercido sobre<br />

el<strong>los</strong>: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos<br />

hablaba?”<br />

Observemos bien en qué momento se les abrieron <strong>los</strong><br />

ojos: en la fracción <strong>de</strong>l pan. Esto es lo que le<br />

evangelio nos dice. Aunque uno reciba la gracia <strong>de</strong><br />

darse cuenta <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Cristo, se le reconoce<br />

sólo más tar<strong>de</strong>. Es sólo por la fe que uno pue<strong>de</strong><br />

reconocer su presencia. En lugar <strong>de</strong> su presencia<br />

sensible, nos <strong>de</strong>ja el memorial <strong>de</strong> su re<strong>de</strong>nción. Se<br />

hace presente en el sacramento. ¿Cuándo se ha<br />

manifestado? Cuando, para <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> alguna manera,<br />

hace pasar a <strong>los</strong> suyos <strong>de</strong> una visión sin verda<strong>de</strong>ro<br />

conocimiento a un auténtico conocimiento en lo<br />

invisible <strong>de</strong> la fe.<br />

17.<br />

1ª Lectura<br />

He 3,1-10<br />

1 Pedro y Juan iban un día al templo a la hora <strong>de</strong> la<br />

oración, a las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. 2 Todos <strong>los</strong> días<br />

llevaban a un cojo <strong>de</strong> nacimiento y lo ponían a la<br />

puerta <strong>de</strong>l templo llamada Hermosa para pedir<br />

limosna a <strong>los</strong> que entraban. 3 Al ver a Pedro y a Juan<br />

que iban a entrar en el templo, les pidió limosna. 4<br />

Pedro y Juan clavaron sus ojos en él; y Pedro le dijo:<br />

«Míranos». 5 Él <strong>los</strong> miraba, esperando que le dieran<br />

algo. 6 Pedro dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo<br />

que tengo, eso te doy: en nombre <strong>de</strong> Jesucristo, el<br />

Nazareno, echa a andar». 7 Lo agarró <strong>de</strong> la mano<br />

<strong>de</strong>recha y lo levantó; y al instante sus pies y sus


tobil<strong>los</strong> se fortalecieron; 8 y <strong>de</strong> un salto se puso en<br />

pie y echó a andar; y entró con el<strong>los</strong> en el templo<br />

andando, saltando y alabando a Dios. 9 Todo el<br />

pueblo lo vio andar y alabar a Dios. 1 0 Y reconocían<br />

que era el que solía sentarse junto a la puerta<br />

Hermosa a pedir limosna; y se quedaron admirados y<br />

<strong>de</strong>sconcertados por lo que le había sucedido.<br />

Salmo Responsorial<br />

Sal 105,1-2<br />

1 Dad gracias al Señor, invocad su nombre, publicad<br />

entre <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> sus proezas; 2 cantad, entonad<br />

himnos en su honor, <strong>de</strong>cid a las gentes sus milagros;<br />

Sal 105,3-4<br />

3 estad orgul<strong>los</strong>os <strong>de</strong> su santo nombre, alegraos <strong>los</strong><br />

que buscáis al Señor. 4 Recurrid al Señor y a su<br />

po<strong>de</strong>r, buscad siempre su rostro.<br />

Sal 105,6-7<br />

6 raza <strong>de</strong> Abrahán, su siervo, hijos <strong>de</strong> Jacob, su<br />

elegido. 7 El Señor es nuestro Dios, sus leyes rigen en<br />

el mundo entero.<br />

Sal 105,8-9<br />

8 Él se acuerda <strong>de</strong> su alianza eternamente, <strong>de</strong> la<br />

palabra dada, por mil generaciones; 9 <strong>de</strong>l pacto que<br />

firmó con Abrahán, <strong>de</strong>l juramento que hizo a Isaac,<br />

Evangelio<br />

Lc 24,13-35<br />

13 Aquel mismo día, dos <strong>de</strong> el<strong>los</strong> se dirigían a una<br />

al<strong>de</strong>a llamada Emaús, distante <strong>de</strong> Jerusalén unos<br />

trece kilómetros. 14 Iban hablando <strong>de</strong> todos estos<br />

sucesos; 15 mientras el<strong>los</strong> hablaban y discutían,<br />

Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar con<br />

el<strong>los</strong>. 16 Pero estaban tan ciegos que no lo<br />

reconocían. 17 Y les dijo: « ¿De qué veníais hablando<br />

en el camino?». Se <strong>de</strong>tuvieron entristecidos. 18 Uno<br />

<strong>de</strong> el<strong>los</strong>, llamado Cleofás, respondió: « ¿Eres tú el<br />

único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha<br />

sucedido en ella estos días?». 19 Él les dijo: «<br />

¿Qué?». El<strong>los</strong> le contestaron: «Lo <strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong><br />

Nazaret, que fue un profeta po<strong>de</strong>roso en obras y


palabras ante Dios y ante todo el pueblo, 20 cómo<br />

nuestros sumos sacerdotes y nuestras autorida<strong>de</strong>s lo<br />

entregaron para ser con<strong>de</strong>nado a muerte y lo<br />

crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que él sería el<br />

libertador <strong>de</strong> Israel, pero a todo esto ya es el tercer<br />

día <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que sucedieron estas cosas. 22 Por cierto<br />

que algunas mujeres <strong>de</strong> nuestro grupo nos han<br />

<strong>de</strong>jado asombrados: fueron muy temprano al<br />

sepulcro, 23 no encontraron su cuerpo y volvieron<br />

hablando <strong>de</strong> una aparición <strong>de</strong> ángeles que dicen que<br />

vive. 24 Algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> nuestros fueron al sepulcro y<br />

lo encontraron todo como las mujeres han dicho, pero<br />

a él no lo vieron». 25 Entonces les dijo: « ¡Qué torpes<br />

sois y qué tardos para creer lo que dijeron <strong>los</strong><br />

profetas! 26 ¿No era necesario que Cristo sufriera<br />

todo eso para entrar en su gloria?». 27 Y empezando<br />

por Moisés y todos <strong>los</strong> profetas, les interpretó lo que<br />

sobre él hay en todas las Escrituras. 28 Llegaron a la<br />

al<strong>de</strong>a don<strong>de</strong> iban, y él aparentó ir más lejos; 29 pero<br />

el<strong>los</strong> le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros,<br />

porque es tar<strong>de</strong> y ya ha <strong>de</strong>clinado el día». Y entró<br />

para quedarse con el<strong>los</strong>. 30 Se puso a la mesa con<br />

el<strong>los</strong>, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31<br />

Entonces sus ojos se abrieron y lo reconocieron; pero<br />

él <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong> su lado.32 Y se dijeron uno a otro:<br />

« ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en<br />

el camino y nos explicaba las Escrituras?». 33 Se<br />

levantaron inmediatamente, volvieron a Jerusalén y<br />

encontraron reunidos a <strong>los</strong> once y a sus compañeros,<br />

34 que <strong>de</strong>cían: «Verda<strong>de</strong>ramente el Señor ha<br />

resucitado y se ha aparecido a Simón». 35 El<strong>los</strong><br />

contaron lo <strong>de</strong>l camino y cómo lo reconocieron al<br />

partir el pan.<br />

* * *<br />

La sección 3, 1 - 4, 31 forma una unidad compacta,<br />

que es difícil separar. La estructura <strong>de</strong> esta sección<br />

es la siguiente:<br />

1: curación <strong>de</strong> un tullido: 3, 1-10<br />

2: anuncio <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Jesús: 3, 11-26


3: represión <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Templo: 4, 1-22<br />

4: reunión <strong>de</strong> la comunidad: 4, 23-31<br />

Tenemos aquí un narración en 4 actos. Lucas hace<br />

teología narrativa. La fuerza <strong>de</strong>l relato está en su<br />

totalidad. Se rompe el relato y la teología <strong>de</strong>l relato,<br />

cuando interpretamos cada parte por separado. Sólo<br />

po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r lo que Lucas quiere comunicar a<br />

Teófilo (a <strong>los</strong> lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> su propia comunidad) y lo<br />

que el Espíritu quiere comunicar a nosotros hoy, si<br />

entramos en la profundidad total <strong>de</strong>l relato.<br />

Este ha sido compuesto por Lucas a partir <strong>de</strong><br />

información histórica, pero el conjunto es una<br />

composición redaccional, don<strong>de</strong> cada elemento<br />

histórico <strong>de</strong>l relato adquiere una dimensión<br />

simbólica. El autor está creando un paradigma para<br />

interpretar la vida <strong>de</strong> la primera comunidad en<br />

Jerusalén y proponerla como mo<strong>de</strong>lo para la Iglesia<br />

<strong>de</strong> su tiempo y <strong>de</strong>l futuro.<br />

Curación <strong>de</strong> un tullido: 3, 1-10:<br />

La historia comienza con un hecho concreto. Pedro y<br />

Juan suben al Templo a la hora <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong> la<br />

tar<strong>de</strong> (a las 3 p.m.), como si estuvieran integrados a<br />

la organización litúrgica <strong>de</strong>l Templo. Son hombres <strong>de</strong>l<br />

Templo (cf. 5, 12b y 5, 42). Un pobre, sin embargo, se<br />

les atraviesa en el camino y les cambia el programa.<br />

Hay un encuentro profundo <strong>de</strong> <strong>los</strong> apóstoles con el<br />

hombre tullido, que todos <strong>los</strong> días llevan y ponen en<br />

la puerta <strong>de</strong>l Templo (como si fuera un objeto). Este<br />

encuentro se expresa en la mirada: el tullido ve a<br />

Pedro. Pedro fijó en él la mirada y le dijo míranos y el<br />

tullido les miraba con fijeza. Po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que hay<br />

un encuentro profundo entre la Iglesia (representada<br />

por Pedro) y el pobre (representado por el tullido).<br />

El tullido representa también al pueblo <strong>de</strong> Israel, que<br />

está tullido por la práctica <strong>de</strong> la ley y por el Templo.<br />

Pedro no tiene oro ni plata, sino únicamente la fuerza<br />

<strong>de</strong>l Resucitado y su Espíritu. Con esta fuerza or<strong>de</strong>na


al tullido que camine; pero no sólo le or<strong>de</strong>na, sino<br />

que también le da la mano. La liberación <strong>de</strong>l tullido es<br />

una verda<strong>de</strong>ra resurrección: cobran fuerza sus pies y<br />

tobil<strong>los</strong>, da un salto, se pone <strong>de</strong> pie, camina y entra<br />

con el<strong>los</strong> en el Templo andando, saltando y alabando.<br />

18.<br />

Reflexión<br />

Lucas, en este pasaje, sintetiza lo que ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

principio <strong>de</strong> su evangelio ha venido diciendo: Dios se<br />

ha acercado a nosotros, nos ha salido al camino<br />

haciéndose uno <strong>de</strong> nosotros. Los judíos no lo<br />

reconocieron, ni tampoco ahora lo reconocieron <strong>los</strong><br />

mismos discípu<strong>los</strong>. Dejando el cielo se puso a<br />

caminar con el hombre, para instruirlo en el camino<br />

<strong>de</strong> la vida, pero, como dirá san Juan: “<strong>los</strong> suyos no lo<br />

reconocieron, pero a <strong>los</strong> que lo reconocieron les dio el<br />

po<strong>de</strong>r llegar a ser hijos <strong>de</strong> Dios”. Jesús continua<br />

saliéndonos al encuentro <strong>de</strong> las formas más<br />

inusitadas: en un amigo, en <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong><br />

todos <strong>los</strong> días, y ni que <strong>de</strong>cir en la palabra <strong>de</strong> Dios, la<br />

oración y <strong>los</strong> sacramentos. Jesús ha tomado una<br />

opción por el hombre, y su <strong>de</strong>seo es acompañarlo<br />

hasta que lleguemos todos al cielo. Si nuestros ojos<br />

están oscurecidos, pu<strong>de</strong> ser porque, como <strong>los</strong><br />

discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús, no creemos aun que esté vivo y<br />

que tiene verda<strong>de</strong>ramente po<strong>de</strong>r para cambiar<br />

nuestra vida. Pidamos todos <strong>los</strong> días al Espíritu Santo<br />

que abra nuestros ojos y que inflame nuestro corazón<br />

para <strong>de</strong>scubrir cómo Jesús nos acompaña en nuestra<br />

diaria jornada.<br />

Que la resurrección <strong>de</strong> Cristo, llene <strong>de</strong> amor tu<br />

corazón.<br />

Como María, todo por Jesús y para Jesús<br />

Pbro. Ernesto María Caro


19. Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús<br />

Reflexión<br />

En el evangelio <strong>de</strong> ayer María Magdalena va a buscar<br />

al Señor y Cristo le sale al encuentro. En cambio en<br />

este evangelio nos encontramos con <strong>los</strong> típicos<br />

seguidores <strong>de</strong> <strong>los</strong> días <strong>de</strong> gloria que huyen el día <strong>de</strong>l<br />

castigo.<br />

Cierto que <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús tienen el mérito<br />

<strong>de</strong> no haber traicionado a Jesús. Habían esperado que<br />

él fuera el Salvador. Lo que no han tenido en cuenta<br />

es que Cristo persevera hasta el final, es capaz <strong>de</strong><br />

esperar hasta el último momento y salir al encuentro<br />

como un buen amigo que tien<strong>de</strong> la mano.<br />

Sin embargo, Jesús no quiere limitar nuestra libertad<br />

y nos <strong>de</strong>ja libres <strong>de</strong> aceptar la mano que nos ofrece.<br />

Nos acompaña durante todo el camino; pero, si no le<br />

pedimos que se que<strong>de</strong> con nosotros, no lo<br />

reconoceremos cuando parta el pan.<br />

20.<br />

Los que por diferentes motivos nos movemos entre<br />

<strong>los</strong> jóvenes a nivel pastoral (grupos, colegios,<br />

parroquias,….) más <strong>de</strong> una vez comentamos que nos<br />

cuesta mucho llegar a seducirles, engancharles,<br />

cautivarles. Les ofrecemos lo que para nosotros es<br />

nuestro tesoro y en el mejor <strong>de</strong> <strong>los</strong> casos<br />

encontramos muchas veces indiferencia. Es como si<br />

nuestro anuncio no fuera con el<strong>los</strong>, como si les <strong>de</strong>jara<br />

igual que antes. Ante esta situación, unos ven el<br />

problema en <strong>los</strong> jóvenes (“tienen <strong>de</strong> todo, nada<br />

parece que les dice algo, no tienen <strong>de</strong>masiados<br />

i<strong>de</strong>ales,…”) y otros empiezan a entonar el mea culpa<br />

(“no sabemos acercarnos a <strong>los</strong> jóvenes, la Iglesia<br />

sigue anclada en el pasado, no sabemos ven<strong>de</strong>r el<br />

producto,….). ¿Dón<strong>de</strong> está la verdad? Como siempre,<br />

un poco en cada parte.


Quizá lo que nos falte a todos es un poco <strong>de</strong> fe y <strong>de</strong><br />

experiencia rica <strong>de</strong> Dios que nos haga ser creíbles.<br />

Dice Jesús que nuestra boca habla <strong>de</strong> lo que rebosa<br />

nuestro corazón. Si <strong>de</strong> verdad viviéramos con<br />

profundidad nuestra fe, si nos saliera por <strong>los</strong> poros el<br />

Evangelio, seguro que más <strong>de</strong> uno se sentiría tocado<br />

por Jesús. A veces vivimos <strong>de</strong> rentas y nuestra fe más<br />

que una fe viva es una fe que intenta sobrevivir, sin<br />

garra, que en ocasiones, no nos convence ni a<br />

nosotros mismos.<br />

No me extraña que <strong>los</strong> discípu<strong>los</strong> dijeran que ardían<br />

sus corazones cuando Jesús les explicaba las<br />

Escrituras mientras iban <strong>de</strong> camino. El verle (aunque<br />

no le reconocieran), el escucharle (aunque tal vez<br />

tampoco entendieran la profundidad <strong>de</strong> lo que les<br />

transmitía), el tenerle al lado (aunque no le sintieran<br />

como el Resucitado) tuvo que ser una gozada por la<br />

vitalidad y la pasión con que les hablaría. Nosotros<br />

también necesitamos que Jesús toque nuestro<br />

corazón, nos queme, nos haga <strong>de</strong>spertar <strong>de</strong>l<br />

letargo,… para <strong>de</strong>spués po<strong>de</strong>r irradiar algo a otros.<br />

Pero para eso es necesario que nos pongamos a tiro,<br />

es <strong>de</strong>cir, que vivamos sensibles a las presencias <strong>de</strong><br />

Dios en nuestra vida. Los discípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Emaús le<br />

reconocieron al partir el pan y en el camino, cuando<br />

les explicaba las Escrituras. Ahí tenemos una<br />

invitación a encontrarnos con el Resucitado,<br />

especialmente, en la Eucaristía y en la escucha y<br />

meditación <strong>de</strong> la Palabra. También en nuestro<br />

trabajo, cuando estamos con nuestros familiares y<br />

amigos, o simplemente cuando viajamos en el Metro,<br />

el Resucitado se hace el encontradizo. Mantengamos<br />

alerta nuestras antenas y no perdamos la sintonía.<br />

BUSCO A DIOS<br />

Un joven inquieto se presentó a un sacerdote y le<br />

dijo: -'Busco a Dios'.


El reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó<br />

con paciencia. Acabado el sermón, el joven marchó<br />

triste en busca <strong>de</strong>l obispo.<br />

-'Busco a Dios', le dijo llorando al obispo.<br />

Monseñor le leyó una pastoral que acababa <strong>de</strong><br />

publicar en el boletín <strong>de</strong> la diócesis y el joven oyó la<br />

pastoral con gran cortesía, pero al acabar la lectura<br />

se fue angustiado al Papa a pedirle:<br />

-'Busco a Dios'.<br />

Su Santidad se dispuso a resumirle su última<br />

encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin po<strong>de</strong>r<br />

contener la angustia.<br />

-'¿Por qué lloras?', le preguntó el Papa totalmente<br />

<strong>de</strong>sconcertado.<br />

-'Busco a Dios y me dan palabras' dijo el joven<br />

apenas pudo recuperarse.<br />

Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el Papa<br />

tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían <strong>de</strong> sed<br />

y que alguien trataba <strong>de</strong> aliviarles con un largo<br />

discurso sobre el agua.<br />

21.<br />

LECTURAS: HECH 3, 1-10; SAL 104; LC 24, 13-35<br />

Hech. 3, 1-10. Habrá situaciones extremas en que<br />

tengamos que dar una solución inmediata a las<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestro prójimo cuando pa<strong>de</strong>zca<br />

hambre, o sufra alguna enfermedad, o sea víctima <strong>de</strong><br />

alguna injusticia. Pero la Iglesia no pue<strong>de</strong> convertirse<br />

en una figura paternalista, que tienda la mano<br />

constantemente para socorrer a <strong>los</strong> necesitados.<br />

Quienes, aban<strong>de</strong>rados equivocadamente por Cristo,<br />

<strong>de</strong>spojan a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más <strong>de</strong> sus bienes para socorrer a


<strong>los</strong> necesitados, no han entendido el camino <strong>de</strong> la<br />

auténtica liberación. En esta Lectura el Señor nos<br />

invita a ayudar a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más para que caminen por su<br />

propio pie y puedan valerse por sí mismos. Esto no lo<br />

haremos por mera filantropía, sino porque es lo que<br />

<strong>de</strong>bemos <strong>de</strong> procurar como consecuencia <strong>de</strong> un amor<br />

activo, puesto en práctica en el Nombre <strong>de</strong>l Señor.<br />

Sal. 104. Dios es siempre fiel a su Alianza y a su amor<br />

hacia nosotros. Él jamás abandonará a su Pueblo a<br />

pesar <strong>de</strong> nuestras infi<strong>de</strong>lida<strong>de</strong>s. ¿Habrá alguien que<br />

nos ame como Dios lo ha hecho? Su misericordia es<br />

eterna y se prolonga <strong>de</strong> generación en generación. En<br />

su amor por nosotros se hizo uno <strong>de</strong> nosotros para<br />

ofrecernos su perdón, y para hacernos partícipes <strong>de</strong><br />

su Vida y <strong>de</strong> su Espíritu. Aun cuando muchas veces<br />

nosotros nos alejemos <strong>de</strong>l Señor y traicionamos su<br />

amor, Él no se olvidará <strong>de</strong> nosotros y siempre estará<br />

dispuesto a perdonarnos, pues Él es nuestro Dios y<br />

Padre misericordioso, y no enemigo a la puerta.<br />

Mientras aún es tiempo, volvamos al Señor,<br />

<strong>de</strong>jémonos amar por Él y convirtámonos en fieles<br />

testigos suyos, proclamando sus prodigios a todos <strong>los</strong><br />

pueb<strong>los</strong>.<br />

Lc. 24, 13-35. Jesucristo no sólo vive su comunión<br />

con el Padre Dios, sino también la vive con la<br />

humanidad, compartiendo con nosotros nuestros<br />

gozos y esperanzas, nuestras tristezas y angustias. Él<br />

se hace compañero <strong>de</strong>l hombre para darle sentido a<br />

su caminar por la vida; ilumina <strong>los</strong> acontecimientos<br />

con su Palabra y comparte su Pan. La Iglesia <strong>de</strong><br />

Cristo no sólo se reúne para escuchar a su Maestro y<br />

para partir y compartir el Pan <strong>de</strong> Vida; también <strong>de</strong>be<br />

ponerse en camino junto al hombre que sufre, para<br />

<strong>de</strong>volverle la paz y la esperanza, no sólo con palabras<br />

que hagan ar<strong>de</strong>r en amor su corazón, sino también<br />

partiendo el propio pan para que se mitigue, por lo<br />

menos un poco, el hambre <strong>de</strong> alimento, <strong>de</strong> amor, <strong>de</strong><br />

comprensión, <strong>de</strong> alegría, <strong>de</strong> paz que pa<strong>de</strong>cen muchos<br />

hermanos nuestros.<br />

Sólo en el Nombre <strong>de</strong> Jesús obtendremos la<br />

salvación. La Iglesia, más allá <strong>de</strong> su esfuerzo por


hacer más lleva<strong>de</strong>ra la vida <strong>de</strong> <strong>los</strong> que sufren y <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

pobres, <strong>de</strong>be ayudar a todos a encontrar en Cristo el<br />

auténtico Camino <strong>de</strong> salvación, <strong>de</strong> comunión y <strong>de</strong><br />

solidaridad fraternas. La Eucaristía, que estamos<br />

celebrando, nos une a Cristo; pero también nos <strong>de</strong>be<br />

unir a nuestros hermanos para cargar sobre nuestros<br />

hombros su pecado, sus miserias y sus dolores para<br />

darles una solución <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mirada amorosa <strong>de</strong><br />

Cristo, a quien pertenecemos y por cuyo Reino<br />

trabajamos constantemente. Mientras la Eucaristía no<br />

haga ar<strong>de</strong>r nuestro corazón en amor verda<strong>de</strong>ro, ni<br />

nos impulse a levantarnos para ir y proclamar las<br />

maravillas <strong>de</strong> Dios a todos <strong>los</strong> hombres, tendremos<br />

que revisar la madurez <strong>de</strong> nuestra fe en Cristo, que<br />

ha <strong>de</strong> llegar a un auténtico compromiso con Él y con<br />

su Misión, y no reducirse a sólo un mero acto <strong>de</strong><br />

piedad.<br />

Al entrar en comunión <strong>de</strong> Vida con Cristo, su Iglesia,<br />

<strong>de</strong> la que nosotros somos miembros, <strong>de</strong>bemos<br />

apren<strong>de</strong>r a no cerrar nuestros ojos ante todo aquello<br />

que aqueja y disminuye o <strong>de</strong>struye la vida <strong>de</strong> nuestro<br />

prójimo. El Señor nos pi<strong>de</strong> que no nos que<strong>de</strong>mos<br />

instalados en nuestras comodida<strong>de</strong>s, sino que nos<br />

acerquemos a aquel<strong>los</strong> cuya vida parece ser una caña<br />

resquebrajada o una mecha que ya sólo humea, para<br />

volver a encen<strong>de</strong>r en el<strong>los</strong> la llama <strong>de</strong>l amor e<br />

infundirles ánimo para que levanten la cabeza, y<br />

vuelvan a alegrarse porque la vida cobre nuevo<br />

significado en el<strong>los</strong>. No permitamos ni busquemos<br />

que aquel<strong>los</strong> a quienes tratamos <strong>de</strong> hacer el bien<br />

cifren su fe y sus esperanzas en nosotros, pues<br />

somos tan frágiles y pasajeros que muy fácilmente<br />

podrían quedarse <strong>de</strong>sanimados y vacíos cuando<br />

nosotros <strong>de</strong>sapareciéramos <strong>de</strong> su presencia. La<br />

Iglesia, efectivamente, no trabaja para lograr para sí<br />

misma una gloria terrena. La Iglesia busca la gloria<br />

<strong>de</strong> Dios no sólo esforzándose para que <strong>de</strong>saparezcan<br />

<strong>los</strong> males que aquejan a <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> hoy, sino<br />

entregando su vida para que la Vida <strong>de</strong> Dios llegue a<br />

todos, haciéndose realidad, así, el inicio <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong><br />

Dios entre nosotros.<br />

Roguémosle al Señor, por intercesión <strong>de</strong> la Santísima


Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la<br />

gracia <strong>de</strong> saber convertirnos, por obra <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo en nosotros, en un signo creíble <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong><br />

Dios para todos <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>. Amén.<br />

22.<br />

NI P<strong>LA</strong>TA NI ORO<br />

Hace dos años, en las navida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> 2002, llegó a la<br />

sacristía <strong>de</strong> mi parroquia un hombre <strong>de</strong> unos treinta y<br />

cinco o cuarenta años, normalmente vestido, bien<br />

afeitado, limpio, es <strong>de</strong>cir, un hombre corriente <strong>de</strong>l<br />

barrio don<strong>de</strong> vivimos. Me encargó un funeral para<br />

cuando fuese posible. Mientras miraba la agenda<br />

empecé a preguntar por quién era el funeral, a lo que<br />

me contestó que era para su hija <strong>de</strong> siete años que<br />

había tenido una muerte repentina. Ante esto le di a<br />

elegir el día que quisiera así como la hora que mejor<br />

le venía, lo fijamos al miércoles siguiente a las ocho<br />

<strong>de</strong> la noche. Seguimos hablando y me contó lo<br />

sucedido durante ese año: habían muerto su padre y<br />

su suegro con una diferencia <strong>de</strong> seis meses, el dueño<br />

<strong>de</strong> la empresa <strong>de</strong> artes gráficas don<strong>de</strong> trabajaba se<br />

había fugado con el capital <strong>de</strong>l negocio y estaban<br />

esperando el resultado <strong>de</strong>l juicio para quedarse <strong>los</strong><br />

empleados con la empresa, gestionarla y así cobrar<br />

<strong>los</strong> meses que llevaban sin cobrar su sueldo; su única<br />

alegría era el nacimiento, hacía unos meses, <strong>de</strong> otro<br />

hijo, aunque ahora tenía muy difícil el mantenerle<br />

pues no contaba con medios hasta que saliese <strong>de</strong><br />

esta situación, lo que esperaba fuese pronto. Le<br />

pregunté dón<strong>de</strong> vivía y su teléfono y me facilitó una<br />

dirección <strong>de</strong>l barrio y un teléfono móvil. Ante tales<br />

circunstancias, y como en unas semanas no habría<br />

<strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> Cáritas, le di en un sobre <strong>los</strong> billetes que<br />

había <strong>de</strong> la colecta <strong>de</strong> esos días para que pudiera dar<br />

<strong>de</strong> comer <strong>de</strong>centemente a su hijo y su mujer y él<br />

pasasen al menos esos días sin <strong>de</strong>masiadas<br />

necesida<strong>de</strong>s. No sé cuánto había, le dije que ya lo


<strong>de</strong>volvería cuando le fuesen bien las cosas. Me lo<br />

agra<strong>de</strong>ció (ya que lo único que había pedido era la<br />

celebración <strong>de</strong> la Misa por su hija), se <strong>de</strong>spidió y…<br />

esa fue la última vez que volví a verle: ni hubo<br />

funeral, ni el teléfono pertenecía a ningún abonado,<br />

ni vivía en el piso que me había dicho.<br />

Me sentí bastante tonto (cosa que no es ninguna<br />

novedad), pero al momento me acordé <strong>de</strong> la primera<br />

lectura <strong>de</strong> hoy: “No tengo plata ni oro, te doy lo que<br />

tengo” y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese día rezo por ese <strong>de</strong>sconocido (y<br />

por sus hijos si <strong>los</strong> tuviera). Ciertamente yo le di<br />

“oro”, lo que tenía (no mucho, mi parroquia es<br />

<strong>de</strong>ficitaria y tengo unos cuantos miles <strong>de</strong> euros <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>uda) pero había pedido mucho más: Una Misa.<br />

Con estas cosas que a veces humillan nuestro<br />

orgullo creo que el Señor a veces nos dice: “¡Qué<br />

necios y torpes sois para creer lo que anunciaron <strong>los</strong><br />

profetas!”, estamos preocupados por tantas cosas,<br />

por nuestra propia estima que nos volvemos<br />

<strong>de</strong>sconfiados, “es verdad que algunas mujeres <strong>de</strong><br />

nuestro grupo nos han sobresaltado”, que nos<br />

olvidamos <strong>de</strong> encontrarnos con Dios. “Y el<strong>los</strong><br />

contaron lo que les había pasado por el camino y<br />

cómo lo habían reconocido al partir el pan”. ¿Hace<br />

cuánto que no “ar<strong>de</strong> tu corazón” cuando comulgas?<br />

¿O es que estás tan preocupado <strong>de</strong>l oro y la plata que<br />

no recibes lo que realmente es importante y Dios te<br />

da en la Eucaristía?.<br />

Des<strong>de</strong> ese día que esperé sin resultado para celebrar<br />

el funeral por la hija <strong>de</strong> ese <strong>de</strong>sconocido pido al Señor<br />

que me permita seguir siendo “tonto”, que nunca<br />

valore más las “cosas” o a mí mismo que un acto <strong>de</strong><br />

caridad, que una Misa celebrada con cariño, que una<br />

caricia <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios, aunque duela.<br />

Pí<strong>de</strong>le a la Reina <strong>de</strong>l cielo que tu tesoro no sea “oro<br />

ni plata” y que puedas dar lo que tienes: un amor<br />

intenso a Dios, tu Padre, a Cristo Resucitado, al<br />

Espíritu Santo que vendrá a ser tu consuelo.


23.<br />

Temas <strong>de</strong> las lecturas: Te voy a dar lo que tengo: En<br />

el nombre <strong>de</strong> Jesús, camina * Lo reconocieron al<br />

partir el pan.<br />

1. "Lo que tengo, eso te doy..."<br />

1.1 Los Hechos <strong>de</strong> <strong>los</strong> Apóstoles, si bien lo pensamos,<br />

son <strong>los</strong> hechos <strong>de</strong> Cristo Resucitado. Porque <strong>los</strong><br />

únicos "hechos" que salían <strong>de</strong>l corazón asustado <strong>de</strong><br />

esos pobres hombres eran: escon<strong>de</strong>rse, callarse,<br />

llorar <strong>de</strong> miedo, huir. Por contraste, <strong>los</strong> "hechos" que<br />

les vemos realizar en <strong>los</strong> textos que oímos en Pascua<br />

son en todo maravil<strong>los</strong>os. He aquí hombres valientes,<br />

llenos <strong>de</strong> luz, <strong>de</strong> pureza, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sinterés, <strong>de</strong> gallardía,<br />

<strong>de</strong> vida interior, <strong>de</strong> generosidad. ¿Qué ha sucedido?<br />

Lo que también pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r en nosotros: llevan a<br />

Cristo Vivo en su corazón.<br />

1.2 Por eso pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir el apóstol Pedro: "lo que<br />

tengo, eso te doy". Es que tiene vida a<strong>de</strong>ntro, tiene a<br />

Cristo a<strong>de</strong>ntro, tiene fuerza capaz <strong>de</strong> levantar a uno y<br />

muchos paralíticos, a uno y muchos muertos.<br />

1.3 Descubramos la diferencia entre lo que aquel<br />

paralítico pidió y lo que recibió. Pedía una limosna<br />

que podía aliviar su necesidad <strong>de</strong> un día; recibió<br />

curación para el resto <strong>de</strong> sus días. Este hombre tenía<br />

que quedarse siempre "a la puerta" <strong>de</strong>l templo; la<br />

curación, en maravil<strong>los</strong>a alegoría, le permite "entrar"<br />

al templo y proclamar como <strong>los</strong> <strong>de</strong>más y junto con <strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>más las glorias <strong>de</strong> Dios. Este paralítico, en fin, era<br />

"llevado por otros"; ahora, ya curado, "lleva a otros"<br />

a que se encuentren con la noticia fantástica <strong>de</strong>l<br />

amor divino hecho presente y real entre <strong>los</strong> hombres.<br />

2. De camino a Emaús<br />

2.1 Emaús es un tremendo símbolo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

escena que nos cuenta el evangelio <strong>de</strong> hoy. Es el<br />

símbolo <strong>de</strong>l fracaso, <strong>de</strong> la dispersión, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>silusión.<br />

Estos dos discípu<strong>los</strong> que se van <strong>de</strong> Jerusalén son una<br />

imagen <strong>de</strong> todos aquel<strong>los</strong> que se habían ilusionado<br />

con Cristo y que ahora, perplejos por la Cruz, no ven<br />

otro camino que la huida, la retirada, el largo duelo


por haberse atrevido a soñar con un mundo mejor.<br />

2.2 Jesús <strong>los</strong> alcanzó. Se hizo "el encontradizo", salió<br />

al paso <strong>de</strong> ese duelo que punzaba sus almas y<br />

ensombrecía sus rostros. ¡Dios, cuánta misericordia<br />

en ese solo hecho! ¡Qué piedad la <strong>de</strong>l Señor, que no<br />

abandona a <strong>los</strong> que le abandonan y que busca<br />

mostrar su rostro a <strong>los</strong> que ya le daban la espalda!<br />

2.3 Cristo les explica las Escrituras. Hace camino con<br />

el<strong>los</strong>, no sólo en cuanto une sus pies a <strong>los</strong> <strong>de</strong> estos<br />

entristecidos, sino sobre todo en cuanto recorre a su<br />

lado la senda interior que lleva <strong>de</strong> la oscuridad a la<br />

luz y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación a la esperanza. Así también<br />

Cristo sigue haciendo camino con su pueblo y con<br />

todos <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong> y gentes. No nos <strong>de</strong>sanimemos <strong>de</strong><br />

ver <strong>de</strong>sánimo incluso en quienes han estado con<br />

nosotros oyendo al Maestro. Bien es posible que si<br />

el<strong>los</strong> huyen Cristo camine más rápido y en algún<br />

recodo <strong>de</strong>l camino les alcance con el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su<br />

gracia.<br />

2.4 Lo reconocieron "al partir el pan". Es el gesto<br />

entrañable, el estilo único, la manera caritativa y<br />

bella <strong>de</strong> Jesús. Tiene que ser él; nadie más parte así<br />

el pan, nadie lo agra<strong>de</strong>ce como él, nadie lo bendice y<br />

nos bendice como él. ¡Qué hermosura, qué dulzura,<br />

qué ternura! Iglesia <strong>de</strong> Dios: ¡alégrate en Cristo,<br />

gózate en su Pascua, reconócelo en el Pan!

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