VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
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ealiza Jesús según el 4º evangelista, signos que deben<br />
suscitar la fe de los testigos presenciales y que, en<br />
todo caso, ilustran nuestra fe de cristianos, veinte<br />
siglos después. Jesús va con sus discípulos, en la<br />
barca, al otro lado del lago de Genesaret, el mar de<br />
Galilea. En una región deshabitada llegan a reunirse<br />
cientos de personas que siguen a Jesús “porque había<br />
visto los signos que hacía con los enfermos”.<br />
Seguramente esperan ver más signos, tal vez llevan<br />
enfermos para pedirle que los cure. Jugando con el<br />
simbolismo de los números, que en este pasaje juega<br />
un papel importante, el evangelista nos dirá que eran<br />
unos cinco mil hombres; como es usual en la Biblia, no<br />
se cuentan ni las mujeres ni los niños. Cinco mil, es<br />
decir, una gran multitud, una porción representativa de<br />
todo el pueblo de Dios.<br />
Todos los elementos del relato son significativos: Jesús<br />
está en la montaña, como un nuevo Moisés, desde<br />
donde puede ver a la multitud que se va agolpando a<br />
su alrededor. Lo rodean los discípulos, las primicias de<br />
la Iglesia. Está cerca la Pascua judía, la gran<br />
celebración de la liberación de Egipto, del paso del Mar<br />
Rojo, de los portentos de la travesía por el desierto: el<br />
maná, el agua de la roca y tantos otros. Ya no es la<br />
multitud la que pide comida, es Jesús el que la quiere<br />
alimentar, y prueba a sus discípulos preguntándoles de<br />
dónde sacar plata para comprar el alimento necesario<br />
para tanta gente. Alguien señala una desproporción:<br />
cinco panes de cebada, el pan de los pobres, y dos<br />
peces, son puestos por un muchacho a disposición de<br />
todos. Cinco panes para cinco mil hombres! Los<br />
discípulos hacen de intermediarios entre Jesús y la<br />
multitud. Hacen que se sienten en pleno campo y,<br />
mientras tanto, Jesús mismo prepara la cena, dice la<br />
bendición y comienza a repartir los panes, luego los<br />
peces. Todos comen hasta saciarse.<br />
Ya en el desierto Dios había alimentado al pueblo con