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porque el impacto fue muy fuerte para mí. Es impactante sentir el dolor<br />
que se siente en un proceso de destrucción y al poco tiempo comprobar<br />
que la vida sigue; para mí comprobar este hecho fue muy fuerte. La vida<br />
está por encima de lamentaciones sociales y culturales.<br />
Quiero confrontar la memoria “natural”, si cabe el término, y nuestra<br />
amnesia y arrogancia sociales. Las plantas, la mala hierba, lo irregular,<br />
toda la naturaleza acaba imponiéndose, parasitando todos los sistemas<br />
de domesticación que nos inventamos los seres pensantes. Así arranca el<br />
proyecto. Me gustaría hacer un jardín con las planticas que nacen en los<br />
sitios. Un desastre natural como el de Armenia es doloroso, pero es peor<br />
cuando sus causas son problemas políticos y económicos. Las recientes<br />
imágenes de Kabul eran como si hubiera pasado un terremoto.<br />
Un día, deambulando por Bogotá, encontré un sitio que se llamaba<br />
Manhattan; pensé: “los sitios están aquí”. De cada construcción<br />
arquitectónica nace una planta en Bogotá. Fotografié el letrero y la matica<br />
que encontraba al lado. Entonces el trabajo no es un montaje fotográfico.<br />
La planta está en el mismo lugar del letrero.<br />
¿Qué es una <strong>ciudad</strong> para usted?<br />
Es un organismo con muchos problemas. Paul Virilio dice que la caída de<br />
las Torres Gemelas comprueba el fracaso de la <strong>ciudad</strong> del siglo XX; con<br />
sus pretensiones, ganamos solo muerte y destrucción.<br />
¿Y Bogotá?<br />
Es una <strong>ciudad</strong> con muchos lenguajes encontrados, aparentemente invisibles,<br />
si no se les pone atención.<br />
¿Qué hace alguien que trabaja en nombre del arte?<br />
Es un observador. Creo –y me imagino que muchos otros lo han dicho–,<br />
que los procesos artísticos actualmente son señalamientos. Y suponiendo<br />
que nunca podamos evadir lastimosamente la absorción del arte por el<br />
mercado, los procesos entonces tienen que ser “mercados” de pensamiento<br />
y comunicación. El arte es tal vez el único lugar en el que se puede<br />
vivir un proceso de destrucción del capital. Puede ser romántico, pero<br />
es la anticipación del fin de algo que, aunque inoperante, es vigente:<br />
me refiero al capitalismo. Por eso el arte pone en evidencia formas de<br />
operar y desenmascara “una patica, muy chiquita” de lo que realmente<br />
sucede. Es posible que esto lo vivamos en un círculo muy pequeño, pero<br />
una persona le cuenta a la otra y se comunica acá y otra contesta allá;<br />
así puede venir un cambio.<br />
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