22 tantes <strong>en</strong>teros <strong>en</strong> estos últimos días: una persona que recoge excrem<strong>en</strong>tos de perro mi<strong>en</strong>tras el sol se oculta bucólicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre las ramas de los árboles no debe de ser su ideal de Príncipe Azul. Todo un crisol de emociones pero alejadas del romanticismo, vamos. FEDERICO F.: ay Arnaldo, alcemos las copas y brindemos por aquel gran consejo que me dio mi madre adoptiva <strong>en</strong> su mom<strong>en</strong>to: “deja de disipar nuestros bi<strong>en</strong>es <strong>en</strong> rameras y gin barato, y céntrate Federico, céntrate”. Desde <strong>en</strong>tonces lo llevo marcado a fuego <strong>en</strong> mi listado de principios y a tinta <strong>en</strong> mi costado derecho, y creo tu deberías hacer lo mismo. Céntrate, Arnaldo, céntrate. Esa jov<strong>en</strong> francesa con la que saliste un tiempo te usurpó demasiado, querido amigo, y desde que ella se fugó con aquel diseñador de moda de barba y nariz promin<strong>en</strong>te no has levantado cabeza. ¡Arriba el ánimo! ¡Brindemos por la vida, por los gin tonics de sobremesa y por las <strong>en</strong>trevistas de trabajo <strong>en</strong> las que se mi<strong>en</strong>te más que se habla! ¡Brindemos por Megan Fox y su reconocida bisexualidad! Además, Arnaldo, y esto <strong>en</strong> petit comité, brindemos por la jov<strong>en</strong>cita que te está mirando, justo a tu izquierda, <strong>en</strong> la barra. Por su flequillo recto y su forma de pelar los langostinos de San Lucar diría que es de Madrid, y <strong>en</strong> estas cuestiones Madrid Rocks. ARNALDO G.: pues Barcelona Paper. Gana Barcelona. Y de veras, Federico, agradezco tus int<strong>en</strong>tos de levantarme el ánimo, pero debo admitir que el tema ya me resulta tan someram<strong>en</strong>te pesado como el t<strong>en</strong>er que recoger cacas de chihuahua todas las tardes o que me pidan autógrafos <strong>en</strong> la oficina por parecerme al hermano vagabundo de Beetlejuice. Déjalo, de verdad, gracias pero no. Estoy bi<strong>en</strong> como estoy, embutido <strong>en</strong> mi papel de mártir amoroso y escuchando emo francés nada más levantarme por las mañanas. FEDERICO F.: que así sea <strong>en</strong>tonces, amigo mío, nada más lejos de querer importunarte. Pero mirar, mira mucho. Y ya se sabe que la que mira come. ARNALDO G.: ¿está mirando de veras? ¿Mira ahora? ¿Llevo el pelo bi<strong>en</strong>? Sobra decir que no. ¿Es atractiva? ¿Lozana? No me atrevo a mirar, Federico. T<strong>en</strong>go el sex appeal m<strong>en</strong>os <strong>en</strong>grasado que una moto de Mad Max. Dios, me late el corazón al ritmo del Ave María de David Bisbal. ¿Me acerco? ¿Crees que debo acercarme, Federico? ¿Podría ser la mujer de mi vida? ¿Crees que escuchará Jose Luis Perales, como yo? ¿Me acerco <strong>en</strong>tonces, si? Me si<strong>en</strong>to bi<strong>en</strong>, Federico, recuperando la confianza a pasos agigantados. Ya t<strong>en</strong>go p<strong>en</strong>sada hasta la frase para romper el hielo. ¿<strong>La</strong> quieres oír, amigo Federico? Parafraseando a un antiguo poeta latino que leí <strong>en</strong> mi juv<strong>en</strong>tud, me debato <strong>en</strong>tre decirle “es hora de hacer temblar las paredes”, “de nacimi<strong>en</strong>to machito es mi nombre” o “lo que te falta es un bu<strong>en</strong> revolcón”. ¿Qué te parece, querido instructor <strong>en</strong> las artes del cortejo elegante? ¿Cómo ves el que utilice alguna de estas frases para tratar de cortejar a tan preciada dama? Federico apura el cigarrillo y, con mirada complaci<strong>en</strong>te, hace lo que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que hacer los bu<strong>en</strong>os amigos, los de verdad, cuando intuy<strong>en</strong> que un camarada va directo a la derrota y el cruzado de cara por parte de una refinada señorita si pret<strong>en</strong>de <strong>en</strong>tablar conversación de esa manera. Es decir, Federico lo apoya. FEDERICO F.: ¡Adelante, amigo mío, adelante! ¡Ni Lord Byron, ni Romeo, ni incluso el gran Arturo Fernandez podrían haber sintetizado una declaración amatoria más adecuada! ¡No he escuchado nunca expresión similar para captar la at<strong>en</strong>ción de una señorita del calibre de la que t<strong>en</strong>emos delante! ¡Abórdala con tan sabias palabras, Arnaldo, y me apuesto 100 guineas de oro y todas mis tierras <strong>en</strong> Nueva Escocia a que esta noche le <strong>en</strong>señas todo lo gordo! ¡Fuerza y honor, Arnaldo! ¡Que la fuerza de tu bolsa escrotal te acompañe! ARNALDO G.: ¡Si! ¡Sí! ¡Se disipan los nubarrones que ocultaban mi libido! ¡Vuelvo a ver la luz! ¡Hay futuro, hay esperanza! ¡El resurgir del - Padre, confieso que he pecado. - Me importa una mierda Superhombre, aquí, <strong>en</strong> el Velódromo! ¡Señorita, hágame un sitio <strong>en</strong> su dehesa que allá que voy con el látigo presto para azotarla! Un Arnaldo visiblem<strong>en</strong>te excitado, con la camisa por fuera, un pelo que ya quisiera para sí Masiel antes de ganar Eurovisión, oli<strong>en</strong>do más agrio que Willow sin ducharse y derramando el gin tonics sobre la moqueta, se levanta de la silla y se acerca tambaleante a hablar con la señorita que, maldito seas Federico, jamás lo había mirado. Federico se <strong>en</strong>ci<strong>en</strong>de otro pitillo y, observando desde lejos la expresión de infinito odio que va surgi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> la cara de la jov<strong>en</strong>, apura el gin tonics de H<strong>en</strong>dricks con la misma expresión con la que la Policía del estado de California observaba al alcohólico de David Hasselhoff perder su dignidad tratando de comerse una hamburguesa del suelo. FEDERICO F.: querido Arnaldo, b<strong>en</strong>dito seas por existir. Así habló Zaratustra, o al m<strong>en</strong>os con palabras semejantes. Qué más da, solo por ello te voy a dedica un poema. A tu salud camarada, derrama una pinta de sem<strong>en</strong> <strong>en</strong> nuestro honor. EL POEMA DE FEDERICO A SU AMIGO ARNALDO Balones y toallas, a mi me gusta ir a la playa con balones y toallas. Con lo desori<strong>en</strong>tado que vas, amigo Arnaldo, con la turca que has pillado Te recomi<strong>en</strong>do que dejes el H<strong>en</strong>dricks con discreción y recato. Porque si no te veo, pobre desaliñado, pasando un mal rato. Ya que t<strong>en</strong>drás que suplicarle a la pareja de tu amada, que con odio desde el baño te mira con expresión de trem<strong>en</strong>do maltrato CON LA MANO ABIERTA NO, POR FAVOR, QUE ME DA FLATO.
Publicidad no deseada Dame un cigarrito hasta que cobre 23