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José Ignacio Fortea Pérez, Las Cortes de Castilla y León bajo los ...

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sos manejan en su quehacer científico y que lo marcan <strong>de</strong> modo in<strong>de</strong>leble hasta condicionar<br />

toda su obra. La interpretación como recreación y reconstrucción <strong>de</strong> aquella realidad pasada<br />

es el eje <strong>de</strong> esta institución histórica puesto que es éste el mecanismo que permite traerla a<br />

nuestro presente para <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí proce<strong>de</strong>r a la lectura <strong>de</strong>l pasado con fines <strong>de</strong> comprensión.<br />

He ahí la función que <strong>de</strong>be realizar el historiador. Interpretar para compren<strong>de</strong>r, pero interpretar<br />

sobre la base <strong>de</strong> unos materiales históricos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que <strong>de</strong>be disponer a su antojo, pero<br />

con coherencia; libremente, sí, sin duda alguna, pero <strong>de</strong> forma consecuente y responsable.<br />

<strong>Las</strong> <strong>Cortes</strong> como asambleas políticas han permitido las más diversas exégesis a la hora <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>terminar exactamente cuál es o cuál era su esencia, qué significaron en su momento y<br />

qué significan en la actualidad las cosas, las palabras y <strong>los</strong> conceptos, en expresión conocida<br />

<strong>de</strong> M. Foucault, que encerramos <strong>bajo</strong> el mismo nombre. Porque, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong>l<br />

contexto en que se escribe, el material se aviene a formas diferentes <strong>de</strong> leer, recrear y con<strong>de</strong>nsar<br />

lo pretérito, todas igualmente válidas y legítimas a priori, aunque no todas igualmente<br />

respetables, ni, por supuesto, intocables e incuestionables.<br />

La Historia no suele gustar <strong>de</strong> las <strong>de</strong>claraciones ex cathedra. Más bien, proce<strong>de</strong> a huir <strong>de</strong><br />

ellas y a buscar el combate dialéctico, el enfrentamiento, la pugna. En relación a las <strong>Cortes</strong>,<br />

prácticamente todo lo que a ellas se refiere está o ha estado sometido a revisión, a duda,<br />

puesto en tela <strong>de</strong> juicio. Respecto <strong>de</strong> aquéllas, se ha hablado <strong>de</strong> todos sus aspectos, componentes<br />

y realida<strong>de</strong>s, asimismo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> toda perspectiva para su perfecta comprensión histórica.<br />

Des<strong>de</strong> posturas maximalistas que veían en todo tiempo y lugar a las <strong>Cortes</strong> como órganos<br />

que legislaban, sin perjuicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes, o, antes bien, en concordancia con<br />

ese po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong>rivándose <strong>de</strong>l mismo en clara colaboración con el absolutismo imperante, si<br />

bien matizándolo (tal es el caso <strong>de</strong>l Martínez Marina <strong>de</strong> la Teoría <strong>de</strong> las <strong>Cortes</strong>, obra aparecida,<br />

no se olvi<strong>de</strong> este dato, durante 1813 en pleno fragor bélico in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ntista, liberal,<br />

ilustrado e historicista, con Cádiz al fondo), hasta posturas minimalistas que <strong>de</strong>jaban las<br />

<strong>Cortes</strong> entregadas a la sola voluntad, <strong>de</strong>seo y apetencia regios, sin pulso propio, ni iniciativas,<br />

po<strong>de</strong>res o recursos <strong>de</strong> ninguna clase (<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l primitivo <strong>de</strong>ber feudal <strong>de</strong> auxilium<br />

et consilium, consustancial a todo buen vasallo, como nos mostraron Colmeiro, en el<br />

siglo XIX, y <strong>Pérez</strong>-Pren<strong>de</strong>s, en el XX), o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> posturas que las contemplaban como órganos<br />

que restringían <strong>de</strong> forma efectiva y jurídicamente fundada la voluntad absolutista <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

reyes, enfrentándose y contraponiéndose a aquélla, como órganos <strong>de</strong> control y <strong>de</strong> imposición<br />

<strong>de</strong> volunta<strong>de</strong>s heterogéneas frente a la voluntad uniforme <strong>de</strong>l rey, hasta reflexiones<br />

más realistas (como las <strong>de</strong>l Val<strong>de</strong>avellano, Val<strong>de</strong>ón o J. L. Martín) que las diseñaban y<br />

conceptuaban como verda<strong>de</strong>ros y simples órganos <strong>de</strong> negociación política, <strong>de</strong> transacción,<br />

se<strong>de</strong> natural <strong>de</strong> pactos, <strong>de</strong> acuerdos, <strong>de</strong> componendas, <strong>de</strong> merce<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> compras y <strong>de</strong> ventas,<br />

como un auténtico mercado político y económico, don<strong>de</strong> se intercambiaban favores y<br />

apoyos, pagos y compromisos, don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>cidía toda la vida <strong>de</strong>l reino no siempre pensando<br />

en el común interés, sino más bien en intereses particulares, más o menos extensos, más o<br />

menos espurios, y don<strong>de</strong> eran varios <strong>los</strong> escenarios sobre <strong>los</strong> que se representaban <strong>los</strong> conflictos<br />

(no solamente el rey y el reino chocaban, sino que las heteróclitas piezas <strong>de</strong> ese reino<br />

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