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José Ignacio Fortea Pérez, Las Cortes de Castilla y León bajo los ...

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posibles iniciativas, colaboraciones o participaciones que en ningún caso se traducían en<br />

abdicación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r o en transmisiones <strong>de</strong>l mismo a sujetos que por sí so<strong>los</strong> no lo tenían.<br />

Su época <strong>de</strong> esplendor coinci<strong>de</strong> con <strong>los</strong> sig<strong>los</strong> finales <strong>de</strong>l Medievo. Des<strong>de</strong> el siglo XVI en<br />

a<strong>de</strong>lante, todo cambia. Derrotadas estas asambleas por el absolutismo triunfante en la Edad<br />

Mo<strong>de</strong>rna (<strong>de</strong>rrota <strong>de</strong>rivada <strong>de</strong> enfrentamientos directos con la Monarquía, pero también <strong>de</strong><br />

con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncias, <strong>de</strong>susos y abandonos <strong>de</strong> <strong>los</strong> propios estamentos), espaciadas sus reuniones,<br />

modificados sus prácticas y esti<strong>los</strong> y eliminada su influencia en otros campos ahora ya<br />

ocupados por instituciones más próximas y leales a <strong>los</strong> reyes (piénsese, a modo <strong>de</strong> ejemplo,<br />

en <strong>los</strong> Consejos, supremas instancias <strong>de</strong> asesoramiento y consulta durante toda la Mo<strong>de</strong>rnidad),<br />

aquellas <strong>Cortes</strong> tendrán que reinventarse y concentrarán sus esfuerzos en el aspecto<br />

económico nuevamente, es <strong>de</strong>cir, volverán a centrarse en el campo particular <strong>de</strong> acción en<br />

el que siempre fueron <strong>de</strong>terminantes y abandonarán otras aspiraciones, reduciendo toda la<br />

Política a Economía (el catolicismo, inherente a la Monarquía, impedía lo primero, pero<br />

toleraba lo segundo), esto es, tratando <strong>de</strong> que el manto económico, en el que se sabían indispensables<br />

y que aparentemente dominaban sin reservas, intentase cubrir todos y cada<br />

uno <strong>de</strong> lo resortes que movían la maquinaria política <strong>de</strong> la Monarquía, con lo cual recuperar,<br />

rehacer o conservar, según <strong>los</strong> casos, el aura <strong>de</strong> influencia <strong>de</strong>terminante que siempre<br />

aspiraron a tener y que habían alcanzado con cierto éxito en sig<strong>los</strong> anteriores. La cuestión<br />

no era menor, si tenemos en cuenta que el crecimiento exponencial <strong>de</strong> las Monarquías mo<strong>de</strong>rnas<br />

en todos <strong>los</strong> campos (competencias, órganos, oficiales, territorios, ejércitos, etc.) dio<br />

como resultado unas necesida<strong>de</strong>s financieras para las cuales las precarias estructuras medievales<br />

no servían en absoluto, ni lograban cubrir apenas una pequeña porción <strong>de</strong> <strong>los</strong> ingentes<br />

gastos que ahora acuciaban al rey. La época <strong>de</strong>l absolutismo político y jurídico trae<br />

aparejada una mayor necesidad <strong>de</strong> ingresos provocada por la complejidad <strong>de</strong>l aparato<br />

público que ocasiona más y más gastos, pero también una mayor discrecionalidad por parte<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes para actuar esos fines anteriores, lo que conlleva una menor <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l<br />

reino y <strong>de</strong> <strong>los</strong> esti<strong>los</strong> convencionales forjados por la Historia. Los reyes se abren a otras<br />

alternativas. Se gasta más, eso es indudable, pero el rey pue<strong>de</strong> también más, tiene más y<br />

mejor po<strong>de</strong>r para imponer más con miras a ingresar más. Ahí aparece nuestra institución en<br />

función <strong>de</strong> fiel colaboradora antes que <strong>de</strong> radical opositora a <strong>los</strong> <strong>de</strong>signios regios. Porque en<br />

esa colaboración, leal o no, egoísta o altruista, había más ventajas que en la cerril oposición<br />

injustificada y anacrónica. Por eso, el funcionamiento <strong>de</strong> las <strong>Cortes</strong> como órgano que efectuaba<br />

el diagnóstico económico <strong>de</strong>l reino o <strong>de</strong> <strong>los</strong> reinos (puesto que conocía dón<strong>de</strong> estaban<br />

las principales fuentes <strong>de</strong> riqueza, quiénes eran <strong>los</strong> sujetos que podían hacer frente a estas<br />

<strong>de</strong>mandas, en qué cuantía podían ser requeridas, qué nivel <strong>de</strong> exigencia se podía imponer) y<br />

que disponía las medidas precisas para subvenir a las necesida<strong>de</strong>s financieras <strong>de</strong>l monarca,<br />

se nos antoja crucial para una correcta comprensión <strong>de</strong> la Edad Mo<strong>de</strong>rna y <strong>de</strong> <strong>los</strong> mecanismos<br />

<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, a <strong>los</strong> cuales no era ajeno, ni mucho menos, el Derecho.<br />

Prácticamente, no existía campo público en el que no fuese <strong>de</strong>terminante la <strong>de</strong>cisión previa<br />

<strong>de</strong> las <strong>Cortes</strong>. Sin su dinero, nada podía funcionar con regularidad: faltaba la gasolina <strong>de</strong>l<br />

po<strong>de</strong>r que era la que hacía carburar todo el aparato público, amplio, complejo, extensísimo,<br />

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