Cuaderno Adviento 2002 - Franciscanos Conventuales de España
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Domingo 1<br />
Isaías<br />
Tú, Señor, eres nuestro Padre,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> siempre te invocamos como nuestro re<strong>de</strong>ntor.<br />
Señor, ¿Por qué nos extravías <strong>de</strong> tus caminos,<br />
v endureces nuestro corazón para que no le respetemos?<br />
Cambia <strong>de</strong> actitud, por amor a tus siervos;<br />
por amor a las tribus <strong>de</strong> tu heredad.<br />
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases;<br />
los montes se <strong>de</strong>rretirían ante ti,<br />
Tú bajaste, y los montes<br />
se <strong>de</strong>rritieron en tu presencia.<br />
Jamás nadie vio ni oyó hablar <strong>de</strong> un Dios<br />
que actúe como tú con quien confía en él.<br />
Tú acoges a los que actúan rectamente<br />
y no se olvidan <strong>de</strong> tus preceptos.<br />
Estabas irritado, porque habíamos pecado;<br />
persiste nuestro pecado, pero tú nos salvarás.<br />
Todos nosotros éramos impuros;<br />
nuestra justicia era un paño inmundo,<br />
nos marchitábamos todos como si fuéramos hojas<br />
y nuestras malda<strong>de</strong>s nos arrastraban como el viento.<br />
Nadie invocaba tu nombre, nadie salía <strong>de</strong>l letargo<br />
para adherirse a ti,<br />
pues tú nos escondías tu rostro<br />
y nos entregabas a nuestras malda<strong>de</strong>s.<br />
Con todo, Señor, tú eres nuestro Padre,<br />
nosotros somos la arcilla,<br />
y tú el alfarero,<br />
somos todos obra <strong>de</strong> tus manos.<br />
Is. 63, 16b-17; 64, 1-3b-8<br />
¡Renace<br />
la esperanza!<br />
La rutina, que a veces se nos cuela en la vida, está alimentada por la poca esperanza<br />
y el pragmatismo rentable, que nos ciegan y no nos <strong>de</strong>ja percibir con otra mirada,<br />
posibilida<strong>de</strong>s nuevas que pue<strong>de</strong>n ir naciendo a nuestro lado. Ésta fue la experiencia <strong>de</strong><br />
Israel <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro, sin gloria, sin gran<strong>de</strong>za, <strong>de</strong>silusionados por la nueva situación<br />
que habían soñado diferente y ahora les <strong>de</strong>fraudaba. Hay un grito <strong>de</strong> súplica confiada<br />
en la oración <strong>de</strong>l Profeta: “ojalá rasgases el cielo y bajases, <strong>de</strong>rritiendo los montes con tu<br />
presencia”... el corazón <strong>de</strong>l profeta y con él el nuestro, quiere <strong>de</strong>spertar a las promesas<br />
inauditas que Dios nos hace “... Tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y Tú el Alfarero:<br />
somos todos obra <strong>de</strong> tus manos”... algo nuevo surgirá pero parece que no <strong>de</strong> nuestro<br />
empeño, sino <strong>de</strong>l amor fiel <strong>de</strong> nuestro Dios que cuenta con nuestro compromiso.<br />
Lunes 2<br />
Reflexión<br />
Los sueños y las promesas <strong>de</strong> Dios, nunca tienen alcance limitado a personas y a<br />
situaciones; siempre tienen por objeto la vida <strong>de</strong> su pueblo que le va conociendo, le va<br />
acogiendo, le va comprendiendo en el camino <strong>de</strong> una comunidad. ¡Comunidad... en ti<br />
somos engendrados, sostenidos, alimentados... en ti somos lanzados a la tarea <strong>de</strong> la vida<br />
para que vayan teniendo cuerpo las promesas que Dios hace a la humanidad, en ti pagamos<br />
precio <strong>de</strong> ser “arcilla”, necesariamente vinculada a todas las <strong>de</strong>más vasijas que en sus manos<br />
tiene el Alfarero y que quiere también remo<strong>de</strong>lar!.<br />
Joaquín Agesta