Cuaderno Adviento 2002 - Franciscanos Conventuales de España

Lunes 9
¡¡Necesitamos a los Profetas!!, ¿qué sería el mundo sin el deseo,
el sueño y el compromiso por un mañana distinto?, ¿qué sería nuestra
esperanza sin testigos de carne y hueso de las promesas de Dios?...
¡desierto, desolación!...
El Profeta irrumpe como un mensajero anunciando la Buena
Noticia... lo que parecía imposible acontece, lo que ya no esperábamos
Reflexión asoma... Dios llega a los suyos, por caminos que no esperaban, y actúa y
se pringa con el fango de los suyos... “todos verán la salvación de Dios”...
¡pero sólo algunos la acogen!.
No apaguéis la profecía, no matéis a los profetas, no desacreditéis
a los que se atreven a señalar los caminos por donde Dios vendrá
como un Pastor que apacienta a su rebaño, coge en brazos a los
corderos y hace recostar a las madres”...
Comunidad que eres madre, no seas nunca
excluyente, sé nuestra mejor criba de proyectos
e intenciones, nutre con la savia que
viene de tu Señor a todos los tuyos,
ten paciencia con los débiles,
cordura con los apasionados,
misericordia con todos; sé
siempre propositiva
para todos,
llevándonos a lo mejor de nuestro ser y nuestra llamada, reconocer
y secundar los caminos de Dios. Sé valiente, para empujarnos a las
opciones no precisamente normales; las que dejan en ridículo, las que
procuran palos e incomprensiones, las que no dejan tranquilos pero nos
susurran secretamente promesas de vida según el corazón y el hacer
desconcertante del Pastor que no deja en la cuneta a nadie.
Joaquín Agesta
¿Dónde están los
Profetas?
Gritar para quedar a salvo
Una vez llegó un profeta a una ciudad con
el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba
cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando, hasta que no
hubo nadie que escuchara las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al profeta: «¿Por qué sigues
predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?».
Y el profeta le respondió:
«Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. Pero si ahora
sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí»
Martes 10
Anthony de Mello
Oración
Señor, me siento sólo
en la inmensidad del desierto de mi vida.
Necesito encontrar tu fuente.
Necesito saciar mi sed en ti.
Necesito reconocer que sólo tú bastas.
Guíame, múestrame el camino,
indícame la senda que me lleva hasta ti.
Amén