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_ 107 —<br />
estado normal, poro os lo entenderá perfectadiente<br />
en el anormal, etc.; y si á esto agregábaos<br />
que la suj^estión puede hacerse aún para<br />
después de salir del estado anormal, esto es,<br />
para cuando vuelva á pensar y querer por<br />
Si, se comprenderá la importancia de la sugestión<br />
bien aplicada.<br />
Nos daremos idea de la razón de ser del fenómeno<br />
anímico que describimos, á poco que<br />
paremos m'ientes en lo que acontece con la<br />
sugestión normal. Ya hemos dicho que era<br />
idéntico el mecanismo de una y otra. Puea<br />
bien: ¿qué motivos tiene el niño pata creer<br />
que su padre es Juan y no Pedro? ¿Qué motivos<br />
para afirmar que la A no es la J ó viceversa?<br />
^Qué motivos para saber que el nombre<br />
no^s el verbo, ni éste el adverbio.»<br />
Sencillamente el que ha hecho germinar en<br />
su alma la sugestión. Ya podéis decirle, cuando<br />
esté bien sugestionado, que su padre no es<br />
Juan, sino Andrés; que la A, no es la A, smo<br />
la X; que el verbo no es el verbo sino el pronombre:<br />
vuestras palabras se estrellarán ante<br />
la convicción que ha adquirido de la realidad<br />
de lo que le neguéis, y para sacarle de esa<br />
convicción, será preciso que empecéis á sugerirle<br />
de nuevo, colocándole previamente en