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para todos los casos,—lo repetimos como Lavater<br />
lo repite muchas veces,—el no fiarse<br />
nunca de la primera improsíón, el acumular<br />
cuantas observaciones se pueda.<br />
Hay un elemento morboso para todo examen<br />
imparcial, y éste es la simpatía ó antipatía<br />
que instintiva y súbitamente nos inspira<br />
toda persona. Si somos presa de la simpatía,<br />
no veremos en el examinado sino aquello que<br />
concuerde con las gracias inexplicables que<br />
nos cautivaron en la primera impresión; si<br />
por el contrario, nos domina la antipatía, todo<br />
en él lo veremos repulsivo. Hay, pues, que<br />
descartar este elemento morboso; hay que estar<br />
sobre nosotros mismos, si queremos llevar<br />
á feliz término los exámenes y si queremos<br />
sacar partido de la ciencia flsiognómica. Logrado<br />
ésto y habida cuenta de las generalidades<br />
que preceden, puede pasarse al estudio<br />
de las particularidades que siguen:<br />
a) Los ademanes.—El porte<br />
El linfático, rubio, blanco, sin energía, imprime<br />
también en todo su porte y ademanes<br />
su condición. Anda lentamente, sin virilidad,<br />
balancea los brazos como si los tuviera des-