CÁDIZ, PLEAMAR DE ESENCIAS - Narciso Climent Buzón
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Cádiz, Pleamar de Esencias. <strong>Narciso</strong> <strong>Climent</strong> <strong>Buzón</strong><br />
VIVIR EN LOS SÍMBOLOS<br />
De siempre tuve querencias por los símbolos. Son como el aire, que<br />
lo sientes, mas nunca lo posees. Los símbolos son para contemplarlos con<br />
los ojos cerrados, para acunarlos en un pellizco de nardos. Nunca son para<br />
encerrarlos.<br />
La Sierra Gaditana tiene su mujer yacente. Desde Arcos la contemplo<br />
ensimismado. Desde Bornos. Desde Villamartín. Desde Prado. Desde<br />
El Bosque...<br />
En una mañana de azul de cine me acerco al Símbolo. Dejo atrás la<br />
belleza lujuriante de Arcos, mocita molinera con sonrisa de dulce luna,<br />
alargada como un pez de melocotones blancos, señera, diosa en su trono de<br />
vértigos, Cleopatra de los Pueblos Blancos.<br />
La carretera es una alfombra extendida desde su lago, es un arlequín<br />
de cal y sombras. Arboleda. Frondosidad. Mesas rústicas de pan<br />
moreno. Y, a lo lejos, largas colas de silencios y cantos que llegan desde<br />
el lago.<br />
La silueta de la mujer yacente en la lejanía. Voluminoso vientre,<br />
cerrado como un arca de misterios. Pechos menguados, secos, sufrientes<br />
como un Ecce Homo. Las grisáceas nubes juguetean, como globos liberados<br />
en cualquier feria, que caminan por un azul sin ojos.<br />
El Símbolo aparece. El Símbolo clama la identidad de Andalucía en<br />
esa mujer de agua limpia. Bandadas de hijos salen en tropel de su vientre<br />
cada día. Pero sus pechos siguen secos como molinos sin harina. La veo.<br />
Me embeleso. La persigo herido por el viento. Atrás quedó Ubrique con sus<br />
versos enterrados en noche lírica, con su campaneo de gamones. Subo buscando<br />
Cortes. Llegué a los pies mismos del Símbolo; su grandeza secó mis<br />
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