001-344 Goethe y Schiller.qxd:Maquetación 1 - Tusquets Editores
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yo permanezco sentado entre mis ventanas con cristales de papel,<br />
y ante mí sólo tengo papel». 13 <strong>Schiller</strong>, entre sus ventanas de<br />
cristales de papel, tenía excesiva fuerza de reflexión. Su materia vivencial<br />
no consumía completamente su potencia espiritual. Podía<br />
ponerla a disposición del amigo, para servir a éste de espejo y enriquecerse<br />
él mismo con algo de mundo. En <strong>Goethe</strong> se le ofrecía<br />
un continente completamente distinto, si no para tomar posesión<br />
de él, por lo menos para explorarlo. Además, <strong>Goethe</strong>, genio de<br />
la intuición, le hizo adquirir confianza en las fuerzas del inconsciente.<br />
Sólo gracias a la amistad con <strong>Goethe</strong> aprendió <strong>Schiller</strong> que<br />
los impulsos creadores radican en un ámbito que «por su naturaleza»<br />
no puede ser comprendido. 14 Ambos se complementaban de<br />
manera prodigiosa: uno cuidaba de la claridad y de la conciencia,<br />
y el otro del vínculo creador con lo oscuro e inconsciente. Su<br />
ideal común era lograr unir las dos regiones: la idea y la experiencia,<br />
la libertad y la naturaleza, el concepto y lo ambiguo. Ellos<br />
mismos, y más todavía la posteridad, llamaron a eso «lo clásico».<br />
Los amigos eran fuente de alegrías el uno para el otro y se<br />
ayudaban mutuamente. «Continúe», escribe <strong>Goethe</strong>, «familiarizándome<br />
con mi propia obra», 15 y <strong>Schiller</strong> responde: «Me admira<br />
y fascina el rico cambio de su fantasía, y, aunque no pueda<br />
caminar al mismo ritmo, seguirlo con la mirada es ya un disfrute<br />
y una ganancia para mí». 16<br />
Con la muerte de <strong>Schiller</strong>, <strong>Goethe</strong> sabía que también tocaba<br />
a su fin una época de su vida. Tan íntima había llegado a ser con<br />
el tiempo la relación entre ambos, que <strong>Goethe</strong> confesaba a Zelter,<br />
el amigo de los años tardíos: «Pensé que me perdía a mí mismo,<br />
y lo cierto es que pierdo a un amigo y, con él, la mitad de<br />
mi existencia». 17<br />
<strong>Schiller</strong> murió sin poder extraer un balance concluyente de<br />
esta amistad. Estaba inmerso todavía en el trabajo, en el trabajo<br />
común. Examinaba precisamente las anotaciones de <strong>Goethe</strong> sobre<br />
Diderot, y en su última carta escribe: «Ahora, me veo en este<br />
[...] artículo metido en cierta controversia con usted». 18<br />
Esta amistad, tan rica en matices e historias, fue, no obstante,<br />
ante todo esto: una conversación en tono de controversia hasta el<br />
final. Y por eso podemos extraer tanto de ella.<br />
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